Retrato de la aldea actual: nuevos vecinos, los de siempre y despoblación

La investigadora Rocío Toxo analiza cómo es la acogida y la adaptación de los nuevos vecinos que se instalan en una zona rural del interior de Galicia como el concello de O Pino

Retrato de la aldea actual: nuevos vecinos, los de siempre y despoblación

Rocío Toxo está investigando el caso de las aldeas del concello de O Pino.

En un momento en el que buena parte del rural gallego acusa una fuerte despoblación, hay también casos de ayuntamientos rurales que en los últimos años experimentaron el proceso inverso y sumaron nuevos vecinos. La investigadora Rocío Toxo, que recientemente participó en el encuentro Rural Imaxinado, en Vilar de Santos (Ourense), aborda el caso concreto del ayuntamiento de O Pino (A Coruña). Toxo busca no sólo las causas que motivaron la elección de este entorno rural para vivir, sino también cómo fue el proceso de acogida y adaptación de los nuevos habitantes.

“Aunque en su conjunto el concello de O Pino pierde población y mucha gente joven emigra, también hay quien decide instalarse aquí”, explica la investigadora. La cercanía a Santiago de Compostela y el bajo precio de la vivienda son dos de los motivos que impulsan que la gente se instale en esta zona. El municipio coruñés tiene en la actualidad una población de 4.698 habitantes.

La transformación de la vida en la aldea

Uno de los factores que está condicionando la identidad de las aldeas en los últimos años es la transformación en la manera de relacionarse sus vecinos. Unos cambios que son palpables ya desde los años 90 y que se agudizan si se compara con las relaciones que se daban en las aldeas en los años 70 y anteriores. Es un aspecto en el que pone especial atención la investigadora, puesto que afirma que es clave para entender la situación actual de los núcleos rurales.

“Antes nuestros perros daban una vuelta por la aldea y se juntaban con los de los vecinos y la gente hacíamos lo mismo, ahora cada cual está en su casa”

Los propios vecinos explican ese fenómeno de cambio con sus experiencias a lo largo de estos años. “En esta aldea no queda nadie, ahora sales afuera y puede que no te encuentres con nadie y antes eso no pasaba, la gente estaba fuera de las casas”, recuerda la investigadora el testimonio de una persona que llegó a la aldea procedente de Cataluña hace ya años. Sus palabras reflejan el cambio que se dio en las aldeas, donde a la despoblación se suman los cambios derivados de que la agricultura y la ganadería ya no sean uno de los principales sectores de ocupación de la población gallega.

Toxo recoge en su investigación, aún en curso, cómo el comportamiento de los vecinos de las aldeas ha cambiado desde los años 70. De nuevo, echa mano del testimonio de esta persona para explicarlo. “Antes nuestros perros iban todas las mañanas a ver los perros de los vecinos e igual hacíamos la gente. Ahora cada quien está encerrado dentro de su casa, con perros que no salen de la propiedad, que además está cerrada, ahora todo el mundo construye muros y cierres”, rememora la investigadora.

“Hay una visión idealizada de la aldea de los años 70 asentada en las relaciones que antes se daban entre los vecinos”

A la hora de analizar los cambios que experimentaron las aldeas, y en concreto el caso de O Pino, Toxo apunta a otro factor clave en este análisis: la idealización que muchos de los vecinos hacen de la vida de la aldea en años pasados. “Hay una visión idealizada de la aldea de los años 70 asentada en las relaciones que antes se daban entre los vecinos”, concreta.

La investigadora también incide en que el deseo de recuperar la aldea de tiempos pasados se centra sólo en las relaciones, ya que la confortabilidad de la vida en los núcleos rurales mejoró en gran medida y no apreció que realmente haya un anhelo por aquellos tiempos en ese sentido.

¿Quién vive en la aldea?

A la hora de conocer cómo es la aldea actual y cómo fue en tiempos pasados, Rocío Toxo echó mano de entrevistas a habitantes del municipio con perfiles muy variados. Estos encuentros también le permitieron definir el perfil de la gente que vive en la actualidad en este municipio en base a las razones que apuntaron para vivir en la aldea.

Desde siempre en la aldea
Buena parte de la población son gente que tiene sus orígenes en este mismo municipio o que de alguna manera está vinculada a él ya por su familia, como aquellos que se casaron con alguien que vivía en el lugar y se trasladaron allí. En este grupo también están aquellos que nacieron en la aldea y retornaron al municipio después de haber emigrado tanto fuera de Galicia como a alguna ciudad gallega. Asimismo hay vecinos que quedaron a vivir en la aldea condicionados por el cuidado de algún familiar dependiente o aquellos que nunca se cuestionaron marchar y apostaron por vivir en este espacio rural.

Hay también quien llegó a vivir a esta zona por razones de tipo económico vinculadas a la propiedad de la tierra en Galicia, como es el caso de aquellos hijos de caseros que se trasladaron con su familia y que llevan toda la vida viviendo allí.

Procedentes de la ciudad
Junto a los vecinos vinculados al rural durante toda su vida, en el municipio viven también personas llegadas de núcleos urbanos y que no tenían ningún vínculo afectivo con esta zona. Son gente que llegó procedente de grandes urbes como Madrid o Barcelona y que llevan viviendo en estas aldeas más tiempo del que lo hicieron en sus ciudades natales. La llegada de vecinos nuevos es algo que continúa en la actualidad, ahora procedentes también de países asiáticos, latinoamericanos y Europa.

“Algunos llegaron a la aldea buscando ser ´neocampesinos´ pero desconocían que ser campesinos era tan caro cuando no se cuenta con aperos y tierra”

En estos casos, las razones que impulsan el asentamiento en el rural se deben, en gran medida, al precio de la vivienda pero también por preferir este ambiente para la crianza de los hijos. Hay incluso quien escogió vivir en el rural porque buscaba convertirse en ‘neocampesiños’ aunque, “estas personas que lo intentaron hace años nunca lo pudieron hacer porque desconocían que ser campesinos era tan caro cuando se carece de todos los aperos y tierras y siempre tuvieron otra actividad como principal sustento”, explica Toxo.

Proceso de acogida y adaptación

Para trazar el retrato de la aldea actual, Toxo indaga sobre los procesos de acogida y adaptación de los nuevos vecinos del rural como factores determinantes que muestran pistas de las relaciones actuales y la vida en la aldea.

La percepción general de los vecinos que siempre vivieron en el rural “creen que la gente de la aldea se abrió mucho más a la gente que llega de fuera”, explica Toxo. Sin embargo, tienen la sensación de que en algunos casos los nuevos vecinos no hacen bastante en la búsqueda de una integración real, sobre todo en el caso de aquellos que deciden instalarse en esa zona por motivos económicos relacionados con el precio de la vivienda.

«No participar en actividades parroquiales como la misa o no contribuir con las fiestas patronales condiciona la integración de los vecinos llegados a la aldea»

La investigadora concreta que estas relaciones suelen ser distantes y apunta a que la falta de participación en actividades propias de la parroquia contribuye a este distanciamiento. “Que no vayan a la misa en determinados días, aunque hoy en día ya no es tan importante, o que no paguen las cuotas de la fiesta parroquial, o cierren las fincas antes de construir su vivienda son factores que condicionan su integración”, resume la investigadora.

Entretanto, los vecinos que se asentaron en la aldea procedentes de la ciudad afirman sentirse integrados “pero notan pequeñas diferencias en el trato con respeto a los vecinos que siempre vivieron en la aldea, son sutiles y tienen que ver con muchos motivos”, afirma Toxo.

Uno de estos factores son los lazos que unen a estos vecinos con el rural. “Conocer tu procedencia y tus vínculos con la aldea es determinante para la integración”, asegura la investigadora. “El momento en el que alguien de la aldea los presenta es señalado como clave para que la percepción de los vecinos mude y comiencen a abrirse”, reafirma. También la escolarización de los niños resulta una puerta para esa integración y para establecer lazos y relación con otros vecinos, aunque se agota en cuanto los chavales rematan la etapa escolar.

La integración también está limitada por la dificultad de comprender la complejidad del rural

La integración también está condicionada por la disposición de aprender el idioma “aunque lo hablen y sean capaces de traducirlo ellos creen que no llegan a captar la complejidad del rural”, explica Toxo para referirse a esos matices sutiles que actúan como factores limitantes de esa integración.

Y si la acogida y la integración resulta cuando menos compleja, Rocío Toxo también matizó que la propia investigación y el análisis están también, en cierto modo, condicionadas y limitadas por esa idiosincrasia del mundo rural, aun con reticencias a compartir abiertamente todos los factores que la determinan.

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