La pérdida de suelo, cara ‘b’ de los incendios forestales

El uso de cubiertas protectoras de paja puede reducir la erosión post - fuego en más de un 90 por ciento. El Centro de Investigación Forestal de Lourizán publicará un díptico para ayudar a los técnicos a valorar la necesidad de restauración de superficies quemadas

La pérdida de suelo, cara ‘b’ de los incendios forestales

Área quemada en la que se aplicó una cubierta de paja para reducir la erosión. / Imágenes: Lourizán.

Los daños de los incendios forestales continúan más allá de la extinción del fuego. En suelos que se viesen especialmente afectados por las llamas o en zonas de fuertes pendientes, la erosión del suelo se convierte en un problema a valorar. Para estos casos, el Centro de Investigación Forestal de Lourizán recomienda el establecimiento de cubiertas protectoras de paja que eviten la pérdida de tierra. Desde el 2006, año de grandes incendios, los técnicos del Centro ensayan de manera sistemática los protocolos más eficaces para la restauración post-incendio. Este año prevén publicar un díptico dirigido a agentes forestales y a gestores de los montes para ayudarlos a valorar la necesidad o no de actuar en las zonas quemadas.

El arrastre de cenizas y tierra por las lluvias posteriores a los incendios constituye un riesgo real, como demostraron los episodios de inundaciones de núcleos y afecciones de las cenizas a bancos marisqueros en el otoño del 2006. «De aquella, los daños directos e indirectos de los incendios generaron una gran sensibilidad social sobre la necesidad de no dejar el monte como estaba», recuerda José Antonio Vega, jefe del departamento de Protección Forestal de Lourizán.

La distribución de paja puede hacerse por vía aérea.

La distribución de paja puede hacerse por vía aérea.

Fue entonces cuando Lourizán comenzó a valorar la colocación de cubiertas protectoras de paja sobre las áreas más problemáticas, una práctica que se comenzaría a aplicar en el monte a partir del 2010 y que ya tuvo mucha presencia tras grandes incendios como los de Oia y Pindo, en el 2013.

Técnicas
«La tendencia inicial de recuperación de zonas quemadas se orientaba a evitar los impactos del suelo erosionado, principalmente a través de obras de hidrotecnia, como la colocación de troncos transversales a la pendiente, que evitaran que las cenizas y la tierra llegaran a los núcleos de población, pero no había una conciencia sobre la pérdida del suelo como recurso», explica Vega. «Tras los incendios, actuar con agilidad es fundamental, ya que la pérdida de suelo lleva a una reducción de la potencialidad productiva del monte. Pierdes nutrientes y, en definitiva, pierdes capital», advierte al investigador.

«Es básico actuar con agilidad, ya que la erosión reduce la potencialidad productiva del monte» (José Antonio Vega)

Los técnicos enseguida se dieron cuenta de que las obras de hidrotecnia y otras prácticas habituales, como la distribución de semillas de herbáceas en el monte, llegaban tarde si se producían fuertes lluvias en las semanas posteriores a los incendios. «En el caso de las semillas, tardan más de un mes en agarrarse a la tierra, por lo que pueden ser arrastradas por el agua», valora Vega.

«Cubrir el suelo va a ser la mejor solución. La tecnología que más rápidamente puede impedir el movimiento de la tierra es el ‘mulching’, que viene a a ser el establecimiento de cubiertas de paja o de corteza desfibrada sobre las zonas quemadas. También pueden usarse biorrollos de materiales vegetales, como la fibra de coco, a modo de barrera. Son técnicas que dan muy buenos resultados -asegura el investigador-, pero hay que insistir en que cada día que se pierde en aplicar medidas de restauración puede llevar a daños irreparables».

Resultados
El empleo del ‘mulching’ de paja es capaz de reducir la erosión en las zonas más problemáticas, en pendientes o en suelos muy degradados, en más de un 90%, según revelan los datos de Lourizán, que tiene más de cien parcelas de pruebas en toda Galicia. En Oia, una de las zonas en las que se actuó tras los fuegos del 2013, los técnicos comprobaron que, en parcelas no tratadas, la pérdida de suelo alcanzaba hasta 31,6 toneladas por hectárea. Con la aplicación del ‘mulching’ en parcelas similares, la erosión se reducía en un 92%.

En Oia se comprobó que la pérdida de suelo en un área no tratada alcanzó 31,6 toneladas por hectárea

La paja de cereal se demostró el material más eficiente para cubrir las áreas quemadas. Por ligereza, coste y capacidad de cobertura, los técnicos concluyeron que ofrecía mejor resultado que el ‘mulching’ de corteza y restos forestales triturados. La paja presenta además la ventaja de que se puede distribuir tanto por tierra como directamente por helicóptero. «Es un material que, a pesar de lo que se pueda pensar, no se mueve ni con el agua ni con el viento. Se pega al suelo y en una dosis adecuada, de 250-300 gramos por metro cuadrado, tampoco impide la brotación de plantas y árboles en la primavera siguiente», explica José Antonio Vega.

El empleo de las técnicas de restauración ya está sistematizado en el caso de los grandes incendios, «una cuestión que hay que agradecerle a la Consellería» -apunta Vega-, y también es conocido en buena parte de los distritos forestales, si bien en Lourizán se marcan el objetivo este año de hacer llegar la información necesaria a la mayoría de los agentes forestales y técnicos del sector, para lo que proyectan editar en breve un díptico informativo que ayudará a valorar el riesgo de erosión del suelo tras los incendios. «Las intervenciones de restauración son costosas, por lo que hay que priorizar y resulta importante que los gestores forestales puedan distinguir cuando es preciso actuar y cuando no», señalan desde Lourizán.

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