La decisión de dos industrias asentadas en Galicia, Leche Celta y Larsa, de sacar al mercado en los próximos meses una leche en base a pastos, está generando un interés entre parte de las granjas por valorar la introducción o mejora del pastoreo de las vacas en producción. Ese interés llevó a la Asociación Galega de Cooperativas Agroalimentarias (Agaca) a promover dos jornadas en Rodeiro y Lalín, en la comarca del Deza, para abordar cuestiones como la gestión de los pastos o el proceso de certificación en bienestar animal, un sello que le requiere Leche Celta a las ganaderías en pastoreo.
En ambas jornadas, que congregaron a una treintena de productores, habló César Resch, del Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo y conocedor en profundidad del sistema irlandés de producción de leche en base al pasto. «¿Por qué se pace menos que antes?. Uno de los motivos es la incertidumbre en la producción de hierba. Los pastos dependen de factores modificables, como el tipo de forraje o la fertilización, pero hay otros no modificables, como son la temperatura, la lluvia y la luz solar, que condicionan una mayor o menor producción», subraya César Resch.
La incertidumbre meteorológica, que condiciona la producción de hierba, es uno de los factores que desincentivan el pastoreo
Analizando el gráfico de producción de hierba de un centro de investigación irlandés, Moorepark, en el periodo 1990-2011, se observa como la producción de hierba para un mismo mes se mueve en un abanico de amplias diferencias. «En abril, podemos ver que hay años en los que produjeron 40 kilos de materia seca por hectárea y años de 80 kilos», compara Resch.
Las características de la climatología de Galicia circunscriben las posibilidades de un pastoreo efectivo a la primavera y al otoño, pues las menores lluvias del verano dejan al mínimo el crecimiento de los pastos, un problema que no se registra en Irlanda. «Estamos hablando de sequías estivales, no de sequías estructurales, pues en invierno y otoño hay lluvia suficiente. Con una mejor gestión del agua, parte de esa lluvia que cae en otras estaciones se podría emplear en verano», valora Resch.
Debate
Entre los ganaderos que acudieron a la charla de Lalín, hubo quien cuestionó si la introducción del pastoreo no era una vuelta atrás, frente a la tendencia de las últimas décadas a una mayor intensificación y mayores volúmenes de producción en el ganado. Desde Agaca y desde Leche Celta y Clas se incidió, por contra, en la oportunidad que representa la leche obtenida en base a pastoreo, una demanda de los consumidores a nivel de toda Europa.
La percepción de los consumidores del pastoreo ligado a un mayor bienestar animal genera una demanda de este tipo de producción, lo que su vez permite que el producto tenga un valor diferenciado tanto en el supermercado como en el campo. «Es una oportunidad de prestigiar la producción gallega y de competir en el mercado con un producto diferenciado y que tiene un precio a mayores», se destacó.
Por parte de César Resch, se incidió también en la importancia de saber vender que las vacas se alimentan con una materia prima, la hierba, que no entra en competencia con la alimentación humana, una característica diferencial del sector lácteo entre las producciones ganaderas.
Gestión de pastos, un ejemplo de cálculos
A la hora de valorar las posibilidades de introducir el uso del pastoreo en una explotación, Resch señala que hay que plantearse dos cuestiones básicas: qué necesitan las vacas y qué oferta de hierba hay en la pradera. «Formular una ración para una vaca es fácil. La complejidad radica en racionar para un rebaño en pastoreo», valora Resch.
Como método simplificado que puede dar una orientación sobre las necesidades alimenticias de una vaca, Resch apunta la fórmula ‘Cantidad de materia seca por día = 12+ Litros de leche al día / 3’.
Así, si se cogiera un rebaño de 70 animales, con 33 litros de leche de producción media y que disponga de 15 hectáreas de pastos, la necesidad alimenticia por animal se situaría en un mínimo de 23 kilos de materia seca al día.
«Un sistema de alimentación mixto,con pastos, concentrado y silo de maíz, aporta mayor equilibrio y más energía y proteínas»
Para Lalín, en el supuesto de praderas con una producción media de 8.000 kilos de materia seca por hectárea al año, Resch estima una producción de unos 4.000 kilos en primavera (15 de marzo a 15 de junio), 2.000 kilos en otoño (25 de septiembre a 25 de noviembre), 1.000 en verano y 1.000 en invierno.
Si se considera un crecimiento diario de la hierba de 25 Kg. de materia seca por hectárea y día en el primer mes de primavera, 50 en el segundo y de 35 para el tercer mes de primavera y para el otoño, se pueden sacar los siguientes cálculos.
En el primer mes de primavera, partiendo de un crecimiento invernal de 1.000 kg. de materia seca por hectárea, hay que añadirle la hierba que crecerá ese mes (750 kg. de materia seca por hectárea), lo que arroja un total de 1.750 kilos por hectárea. Descontándole un 20% que se pierde por pisoteo y excrementos de los animales, la cantidad total disponible de materia seca en las 15 hectáreas será ese mes de 21.000 kg., lo que supone 700 kilos de materia seca por día y 10 kilos de materia seca por vaca y día.
Las mismas cuentas pueden hacerse para los meses restantes. «Si tenemos una oferta de 10 kilos de materia seca por vaca y día, el resto de la ración ese mes, hasta los 23 kilos, tendremos que aportarla por concentrados, silos de hierba y de maíz, principalmente», señala Resch. «Se trata de un sistema mixto de alimentación que le proporciona a las vacas más energía y proteína que si comiesen sólo hierba verde. En Mabegondo, no dejamos de dar durante todo el año concentrado y silo de maíz, complementando cuándo es preciso con silo de hierba o hierba seca», detalla.