“La viticultura requiere pasión, pero es muy gratificante”

Elisa Collarte, cosechera pionera en la D.O. Ribeiro, será reconocida con el galardón Vida entre Vides en los Premios Ribeiro 2025, una distinción a su trayectoria profesional en el sector vitivinícola.

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“La viticultura requiere pasión, pero es muy gratificante”

La cosechera Elisa Collarte, delante de las viñas que cuidó durante décadas en el corazón del Ribeiro

Cosechera pionera en la denominación de origen, Elisa Collarte comenzó a trabajar activamente en la bodega familiar en 1989 y ha dedicado buena parte de su vida a la producción de vino artesanal con variedades autóctonas. Hoy está jubilada y es uno de sus hijos quien ha tomado el relevo al frente del proyecto. En esta entrevista, repasa sus inicios, los cambios en el sector y el valor del trabajo en familia.

– Vas a ser reconocida con el galardón Vida entre Vides, de los Premios Ribeiro 2025. ¿Qué significa para ti este reconocimiento?
Es un orgullo y una gran ilusión. Es un reconocimiento a muchos años de trabajo y dedicación. En este momento de mi vida, ha sido una gran alegría, porque también supone valorar todo el esfuerzo realizado. Lo he recibido con muchísima ilusión y alegría.

Poco a poco, a lo largo de estos años, todo fue transformándose. Modernizamos la bodega, y hoy tenemos un proyecto familiar, pero profesional.

Elisa Collarte realiza labores de deshojado, una tarea esencial en el cuidado del viñedo en verano

Elisa Collarte realiza labores de deshojado, una tarea esencial en el cuidado del viñedo en verano

– La familia Collarte tiene una larga vinculación con la viticultura, ¿verdad? ¿Cómo era vuestra bodega en 1989, cuando te incorporaste plenamente al sector?
En 1989 yo era una de las primeras cosecheras, y nuestra bodega era una de las más antiguas del Ribeiro. No encontré demasiadas barreras porque mi marido también me ayudó mucho, pero bueno… una mujer en un mundo de hombres… lo fui llevando.

Comenzamos con una bodega tradicional, pequeña, en casa, con cubas de madera. Aquí, antiguamente, las viñas eran muy pequeñas. Después llegó la reestructuración parcelaria, y ya se hicieron algo más grandes, ya se podía trabajar con tractor. Antes, tenías que ir con la mochila, sulfatar, cavar con la azada… Poco a poco, a lo largo de estos años, todo fue transformándose. Modernizamos la bodega, y hoy tenemos un proyecto familiar, pero profesional.

– ¿Cómo ha evolucionado hasta hoy vuestra bodega familiar y los viñedos? ¿Cómo vivisteis el proceso de reconversión varietal del Jerez a las castas autóctonas?
Antes de la reconversión, lo que más había aquí era Jerez y Alicante. Luego se introdujeron las castas autóctonas, y hoy trabajamos únicamente con estas variedades. Tenemos sobre todo Treixadura, en un 75%, pero también Godello, Albariño, Mencía, Sousón y Caíño. La calidad ha mejorado muchísimo, y el vino se vende y se comercializa mucho mejor.

Antes, el Jerez era conocido como “vino toldado”, también porque no se seguían los procesos actuales, como los trasiegos semanales en el vino blanco… Después de vendimiar, había que trabajar en la bodega para mantener el vino en buen estado, sobre todo al principio.

Racimos en proceso de maduración en las viñas de Elisa Collarte

Dependemos mucho de los fenómenos atmosféricos, del terreno, de las plagas, del mercado… Todo es más complicado, pero el resultado es muy satisfactorio.

– Os definís como cosecheros. ¿Qué diferencia supone esta figura en el caso concreto de la D.O. Ribeiro?
Un cosechero es un productor que elabora vino únicamente con uvas propias. Esto implica menos producción y mucho trabajo. Dependemos mucho de los fenómenos atmosféricos, del terreno, de las plagas, del mercado… Todo es más complicado, pero el resultado es muy satisfactorio. Tenemos un producto hecho con mucho esmero, único, artesanal. Desde el cuidado de las viñas, la vendimia, hasta el embotellado, lo hacemos todo nosotros, con la ayuda de amigos que colaboran desinteresadamente. Es un proyecto de familia y amigos, hecho con mucho cariño.

– ¿Cómo valoras la situación del mercado para vuestros vinos en particular y para el Ribeiro en general?
Los vinos del Ribeiro están cada vez más valorados, tanto a nivel nacional como internacional. Están recibiendo muchos premios, y es todo un orgullo. Aunque la gente joven bebe menos vino y no hay tanta cultura del vino como antes, nosotros no tenemos una gran producción y vamos vendiendo sin problema. Hay años mejores y otros peores.

– ¿Hay relevo generacional para continuar con la tradición familiar?
Sí. Mis hijos continúan la tradición familiar como viticultores y cosecheros. Mi hijo Gumersindo continúa con la tradición de cosechero al frente de la bodega familiar. Lo veo ahora al pie del cañón, trabajando aquí.

Elisa Collarte junto a su hijo Gumersindo, continuador de la tradición vitivinícola familiar

Elisa Collarte junto a su hijo Gumersindo, continuador de la tradición vitivinícola familiar

Los vinos del Ribeiro están cada vez más valorados, tanto a nivel nacional como internacional. Están recibiendo muchos premios, y es todo un orgullo. Aunque la gente joven bebe menos vino y no hay tanta cultura del vino como antes.

– ¿Cómo está siendo la evolución de los viñedos en lo que va de año?
Complicada, como todos los años. Siempre estamos con miedo de las plagas o las tormentas… Este año, al principio, parecía que la cosecha iba a ser abundante, pero se fue reduciendo. De momento, aquí no ha caído ni granizo ni nada, y va aguantando, a ver qué pasa. En otros lugares cercanos sí han caído tormentas fuertes y han perdido sus cosechas.

– ¿Volverías a dedicarte a la viticultura si volvieras a 1989? ¿Por qué? ¿Animarías a la gente joven a incorporarse al sector?
Sí, me volvería a dedicar a ello. Es un trabajo muy duro, pero muy bonito. Ver crecer las viñas, transformar el producto con cariño, ver el reconocimiento y que a la gente le guste es lo más gratificante. Eso sí, es un trabajo muy exigente y hay que tener pasión. La gente joven debería nacer o criarse en este ambiente, si no, es difícil. Hay días de muchísimo calor en los que es imposible trabajar en el viñedo después de una hora, y no todo el mundo está preparado para eso.

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