“Las praderas son el pesebre de nuestras vacas”

Visitamos la explotación de Daniel Veiga en A Pastoriza. En 2007 decidió cambiar el sistema de producción intensivo por un semi-extensivo, sacando las vacas del establo a pastar en los prados. “La producción láctea bajó pero la rentabilidad es mayor y tanto nosotros como las vacas tenemos mejor calidad de vida”, asegura.

“Las praderas son el pesebre de nuestras vacas”

Marcos, Ángeles y Daniel con sus vacas

Daniel Veiga y Ángeles López tienen una explotación ganadera de vacuno de leche en el ayuntamiento lucense de A Pastoriza, en la parroquia de Miñotelo, con 83 vacas, incluyendo las novillas, y un total de 48 animales están en ordeño. Hasta aquí todo se podría parecer a cualquier explotación láctea de Galicia de tamaño mediano.

Pero si añadimos que en esta explotación no siembran maíz, que las vacas pasan el 60% de su tiempo pastando en los prados y que la producción media anda en los 25 litros por día, más de un ganadero se preguntará si esta granja es rentable. “Vivimos de la explotación 3 personas y somos más rentables que cuando estábamos en intensivo porque tenemos menos costes de producción y nos adaptamos mejor a los cambios de precios de la leche”, responde Daniel.

“Hicimos el cambio a semiextensivo porque nos parece más sostenible a largo plazo”

Y es que la explotación de Daniel también estuvo en intensivo, con promedios de producción por vaca superiores a los 32 litros, basando la alimentación en el ensilado y en los concentrados.

La salida de las vacas a los prados se produjo en el año 2007, una decisión que según Daniel Veiga se debió a que “el sistema intensivo nos parecía un futuro a corto plazo, y que para mejorar tanto el bienestar de nuestras vacas como el nuestro era conveniente caminar hacia un sistema de pastoreo”.

Asegura que no hubo problemas de adaptación del ganado “ya que para las vacas supuso volver a su sistema natural y para nosotros sólo supuso dejar de aparecer en la revista y salir de Control Lechero”.

Reconoce que fue importante la bajada de producción al pasar a basarse la alimentación de las vacas casi en exclusiva en las 47 hectáreas de pasto con las que cuentan. “Pasamos de un promedio de 32 litros por vaca y día a 25, pero lo que tiene que hacer el ganadero -recalca- es borrar de su cabeza los litros de leche que produce la vaca y pensar en el que le queda a él de lo que da esa vaca”.

 “Nos adaptamos mejor a las oscilaciones del precio de la leche”

En este sentido, destaca que “el margen neto de la explotación se vio incrementado bastante con este cambio ya que reducimos muchos gastos”. Sobre todo en concentrados -emplean 200 gramos por litro de leche-, horas de uso de la maquinaria, combustible, medicamentos, veterinarios….”Y principalmente -destaca- a la hora de recoger los forrajes, ya que no es lo mismo recoger con maquinaria el 100% del forraje a que las vacas pasten en verde entre el 55 y el 60% y que te quede un 45% para recoger”.

Otra ventaja importante que destaca este ganadero es la mayor adaptación a las oscilaciones del precio de la leche: “Ahora somos una explotación más flexible para adaptarnos a los vaivenes del mercado porque no tenemos esa cantidad de facturas todos los meses que te están presionando”. Eso sí, reconoce que “si la leche se pagase cara, como pasó hace unos años, sería más rentable el sistema intensivo, pero este es más sostenible en el tiempo”.

En la explotación de Daniel Veiga se la venden a Leche Río, dentro del sistema Leyma Natura Omega 3, a 0,30 euros el litro y con unas calidades de 3,5% de proteína y 3,9% de materia grasa.

Menos problemas sanitarios y más longevidad de las vacas

En lo relativo a la sanidad, Daniel Veiga afirma que “con el sistema semiextensivo los problemas sanitarios se redujeron mucho, tanto de patas y pezuñas como de mamitis, y las vacas no están estresadas”. Además, aumentó la longevidad de los animales, pasando de un promedio de 3 partos a cerca de 5. Y es que en opinión de este ganadero “el establo es muy bueno para el ganadero pero muy malo para la vaca, por muy cómodo que tengas el animal”.

Sobre los inconvenientes del sistema en semi-extensivo sólo le ve dos. El primero es la distancia: “Los prados no pueden estar lejos, en nuestro caso la finca más lejana está a 1,6 kilómetros y pienso que es el límite”. Y el segundo: “tienes que ir al prado dos veces al día a llevar y recoger las vacas…pero eso incluso es bueno para el colesterol”, bromea.

¿Como es el día de una vaca en una explotación en semi-extensivo?

Las vacas pasan la mayor parte del tiempo pastando

Las vacas pasan la mayor parte del tiempo pastando

El día a día de estas vacas comienza a las nueve de la mañana con el ordeño, que se prolonga hasta las diez. A las once salen para los prados donde están pastando hasta las siete de la tarde, cuando son traídas de vuelta a la explotación. Al llegar reciben algo de concentrado, son ordeñadas, les dan una ración de silo de hierba con paja y quedan en el establo hasta el día siguiente.

El silo de hierba es producido en la propia explotación: unos 200 rulos y alrededor de 250 metros cúbicos en un silo en zanja. La paja y el concentrado sí se compran. Este último se compone de un 50% de harina de maíz y el resto harina de soja, cebada y pulpa de remolacha. La ración de concentrado se da a mano, de forma personalizada, a aquellas que lo necesitan y la cantidad varía según el estado de la vaca.

“Las praderas son el pesebre de nuestras vacas”

“Las praderas son el pesebre de nuestras vacas”, con esta frase Daniel resume el centro alrededor del que gira esta explotación. Un ganadero neozelandés diría lo mismo de otro modo: “Nosotros no producimos leche, producimos pastos”.

En este sentido, Daniel deja claro que “la vaca no puede salir al prado si no tiene que pastar”. Asegura que “para que la vaca produzca el pasto debe tener una altura mínima de 10 o 12 centímetros y tienes que sacarla del prado cuando la altura del pasto llegue a los 6 o 7 centímetros”. El tiempo de rotación depende de la estación: “en primavera puede recuperar el pasto la altura en 10 o 15 días, pero en este tiempo de otoño le hacen falta 20 días o más”.

 “No tiene sentido echar la vaca al prado si no tiene que pastar”

En cuanto a las variedades, utilizan una combinación de raigrás inglés y trébol blanco, principalmente. También están empleando nuevas mezclas en las que añaden algo de dactylo y festuca y que ya emplearon en una finca de 7 hectáreas renovada en septiembre tras 14 años a pradera.

Un aspecto importante en el cuidado de los pastos es el abonado. En la explotación de Daniel se hace en primavera o a finales de invierno. Fertilizan con un abono complejo NPK y, si es necesario, también realizan un encalado. Reconoce que el abonado “se hace en función de como haya sido el año, sin hacer análisis de tierras porque los resultados tardan en llegar y también porque nos falta esa cultura de analizar las tierras”.

Las vacas están en los prados hasta diciembre, momento en el que son estabuladas hasta el 15 de marzo, cuando vuelven a salir a pastar. “En los meses de invierno, con poca luz y mucha humedad, en esta zona hay parada vegetativa y las vacas estropearían el pasto”, explica Daniel. Durante esos meses de invierno la alimentación se basa en el ensilado de hierba, paja y en una ración de concentrado.

Según Daniel, el cambio climático también empieza a afectar a los pastos de esta zona, especialmente en verano. “En A Pastoriza -explica- antes no existía la sequía estival pero ahora sí, por lo que hay que complementar con forrajes y con concentrado”.

“Nos estamos pasando a la raza Normanda porque es una vaca muy completa”

Otro aspecto diferenciador de esta ganadería es la apuesta por la raza Normanda para la producción láctea. Daniel Veiga explica que “el principal motivo de cambiar la raza Holstein por la Normanda o de empezar a cruzarla fue que para producir menos no nos hacía falta una vaca que de muchísimo leche como la Holstein”.

Empezaron probando con la raza Jersey que descartaron porque “aunque es una raza productora, de menor tamaño y peso, tiene el problema de que es muy nerviosa y agresiva en el rebaño”. Finalmente se decidieron por la raza Normanda, “una vaca rústica, con más peso y más capacidad de ingesta de pasto y, sobre todo, mucho más tranquila y fácil de dominar”.

Además, Daniel destaca que “es una vaca a la que le van muy bien los terneros de cruce industrial, que en estos momentos nos los están pagando a un buen precio”. Ahora mismo tienen 24 vacas de raza Normanda.

Sobre el futuro, Daniel asegura que “sólo existe el pasado y el presente”. Le gustaría eso sí, ampliar la base territorial de la explotación para mejorar el manejo y aumentar el rebaño, algo que reconoce que es difícil en una zona con alta demanda de tierra como A Pastoriza. Mientras tanto, las vacas de esta ganadería pasan sus días pastando en la verde campiña, una imagen bucólica que ya empezaba a ser inusual.

As vacas pacendo nos prados

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