Las vacas que liderarán el cambio

La ganadería tradicional es una de las soluciones ante el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los incendios forestales y la despoblación del rural.

Las vacas que liderarán el cambio

Vacas en la ganadería Casa Grande de Xanceda

Dende que hizo las prácticas de veterinaria a finales de los 80, Guillermo Martínez quedó enamorado de Casa Grande de Xanceda. No fue hasta los 2000 cuando empezaron, ya con Guillermo como asesor, a producir leche en ecológico y sus conocidos yogures, pero esta no fue una transformación brusca porque las vacas ya estaban acostumbradas al pastoreo y habían comprado los últimos animales en el 68. Esto quiere decir que todas las vacas de esta ganadería del ayuntamiento coruñés de Mesía, a día de hoy unas 200, nacieron y se criaron en la propia granja.

Xanceda es un claro ejemplo de cómo hacer las cosas de forma sostenible y dedicación y con una clara sensibilidad ambiental no tiene por qué estar reñido con tener una empresa rentable en el sector agropecuario. Esta idea choca con lo socialmente entendido como ecológico, que en los últimos años está aproximándose cada vez más a la idea de que llevar una vida sostenible y ser vegana son lo mismo.

Guillermo Martínez (Casa Grande de Xanceda): “Nosotros no nos avergonzamos de lo que hacemos. Somos ganaderos y vivimos de la producción animal”

La ganadería está siendo desprestigiada por las macro-granjas que amenazan con absorber todo el mercado, pero cada vez son más las ganaderas gallegas que optan por un modelo más relacionado con el bienestar animal y con las normativas ecológicas marcadas por la Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea. Estas macro-granjas, que se encuentran dentro de la conocida como ganadería industrial son responsables de entre el 24 y el 26% de las emisiones de dióxido de carbono (C02) en todo el mundo (alrededor de un 12% en el caso concreto de España), junto con otros gases de efecto invernadero como el metano y el óxido nitroso. Además, como deja entrever el litigio abierto entre Manuel, un agricultor ecológico de A Limia, y la multinacional cárnica Coren -acusada de contaminar el agua del río con el purín-, estas macro-granjas están detrás de la contaminación del agua en no pocas ocasiones.

Sin embargo, no podemos tampoco criminalizar el consumo masivo de carne procedente de la ganadería industrial. Las personas tenemos un gran poder como consumidoras, sí, pero debemos tener en cuenta las diferencias socio-económicas y socio-culturales. Estos productos tienen una característica común: da igual que hablemos de carne de pollo, de ternera o de cerdo, o que hablemos de leche o huevos… todos y cada uno de los productos generados en este tipo de ganadería intensiva son más baratos que los producidos de forma ecológica. El consumo sostenible, a día de hoy, no es una opción real para la mayoría de la población mundial, pero podría serlo.

La solución no puede pasar por eliminar toda la ganadería

En la otra cara de la moneda tenemos las ovejas y cabras bomberas, que con su alimentación hacen un desbroce muy importante de los montes y ayudan a frenar los incendios, según informan desde la organización ecologista de referencia Greenpeace. O a José Manuel, Guillermo, Laura, Vanesa… ganaderas que deciden mantener vivo el rural gallego cueste lo que cueste, plantando cara al éxodo rural que tantas hectáreas españolas y gallegas está dejando vacías. Por supuesto el rural no va a revivir solo porque existan granjas ecológicas: el rural necesita acceso a los servicios básicos, como la sanidad, la educación, tiendas en las que comprar productos esenciales para la vida y conexión WIFI.

“La despoblación, el éxodo rural de los años 50, tuvo unas consecuencias terribles en estas masas forestales. Donde había cultivos, donde había pastoreo, se generaron masas forestales muy deterioradas, muy vulnerables ante el cambio climático y que suponen un agravamiento en la cantidad de combustible”, añade Mónica Parrilla, la responsable de la campaña de incendios forestales de Greenpeace España.

Producir en ecológico no es un juego de niñas, pero tampoco una barrera insalvable

José Manuel Santin es un ganadero gallego que no siempre produjo leche en ecológico. “Al principio estás tan centrado en la producción intensiva que no te das ni cuenta de lo importante. Yo era un defensor de esa forma de producción, pero una vez te das cuenta de que desde el punto de vista económico es mejor la producción ecológica, ya empiezas a advertir que es un modelo productivo mejor”, explica.

No obstante, aunque pueda parecer que este tipo de producción de leche es más rentable, no siempre es así. “Nosotros no somos ejemplo de nada, es un caso muy muy particular porque era una granja que estaba en pastoreo. Vimos una oportunidad y decidimos aprovecharla, no perdíamos mucho porque ya teníamos una producción más baja que otras ganaderías”, cuenta Guillermo Martínez. Burgo de Negral, la primera ganadería en dar el paso de cambiar a un modelo sostenible en Galicia, no lo tuvo tan fácil. “En Burgo de Negral tenían auténticos ferrari dentro de los establos, vacas capaces de producir hasta 50 litros de leche. Y pasar de eso a la producción en ecológico es brutal (alrededor de 23 litros), la rentabilidad no sale por ningún lado”.

Vacas na gandería de José Manuel Santín

Vacas na gandería de José Manuel Santín

Casa Grande de Xanceda apenas perdió producción con el paso a este modelo, porque ya producían de forma extensiva aunque sin certificación oficial, pero otras granjas en convencional sí pueden perder. Frente a este argumento, José Manuel afirma: “yo tengo claro que quiero producir así, esté o no certificado como ecológico. Si tú aplicas lo que de verdad es la producción que debería ser ecológica, y teniendo un poco en cuenta los procesos que hay en la naturaleza, sí que es más rentable, porque trabajas con los procesos que ya se producen en la naturaleza. Mi principal factor de producción es sobre todo sol, aire y agua, y eso me viene gratis. Mientras disponga de esos tres elementos, mis costes de producción van a ser muy bajos”.

Unos costes de producción que también pueden variar en función de la granja. Casa Grande de Xanceda más que una granja es una empresa y Guillermo lo tiene claro: “la rentabilidad de una granja o de cualquier explotación agropecuaria, da igual que sea agrícola que ganadera, está en la gestión”. En Xanceda ni los dueños ni los trabajadores son ganaderos, por lo menos no de la misma forma que la idea tradicional de un ganadero, sino personas formadas en distintos ámbitos unidas por el amor por las vacas y la naturaleza. Se trata de personal contratado, con salarios dentro de lo establecido por el convenio vigente, jornadas de no más de 8h, 30 días de vacaciones al año y derecho a baja laboral.

Guillermo Martínez (Casa Grande de Xanceda): “La gran diferencia de nuestra granja con respecto a otras, yo siempre lo digo, es el edificio de Casa Grande, que es donde están las oficinas. Ese es el corazón que nos diferencia del resto”

Una gestión muy vinculada tamén a la comunicación y a trabajo en equipo. “como dice un compañero también veterinario, somos muy ‘ideotas’, porque estamos todo el día tramando cosas e intentando llevarlas a la práctica”, dice Guillermo.

Una amenaza añadida

Casa Grande de Xanceda se encuentra en el ayuntamiento de Mesía, en la provincia de A Coruña. Una de las características diferenciadoras de esta granja es su amplia base territorial. “Es una granja que creció de forma muy orgánica. Es decir, al mismo tiempo que crecía el número de vacas, crecía el número de hectáreas. El dueño no invirtió en hormigón, invirtió en tierra. Siempre”.

Una actividad y una forma de producir que podría verse amenazada en el futuro inmediato por la actividad minera y la construcción de un parque eólico que ocuparía gran parte de las hectáreas en las que hoy pacen las vacas de Xanceda.

“Todo lo que esté relacionado con la industria y con el sector de la energía se considera estratégico para un país. Curioso, la alimentación parece que no, pero la energía y la extracción de minerales sí se consideran estratégicos y por eso pueden expropiar.

Normalmente no se quiere llegar a la expropiación porque es una palabra horrible y en un país capitalista que te quiten lo que es tuyo está muy feo, pero en nombre del colectivo, de la solidaridad, pueden darle la vuelta y hacerte quedar muy mal. Y más en este caso, que con el tema de los eólicos es una energía limpia. ¿Como un productor ecológico puede oponerse a un parque eólico?”, reflexiona Guillermo.

La voz de Guillermo se une a otras que, bien desde Movemento Ecoloxista Galego o bien a título individual, reivindican que la transición a un modelo energético sostenible no puede dejar vidas por el camino. No es posible vivir al lado de un aerogenerador eólico por el ruído, muchas consecuencias para la salud humana e incluso planetaria aún se desconocen, y sigue sin cambiar el modelo de propiedad de la energía. El ecologismo gallego reclama un modelo productivo comunitario, y no un parque eólico propiedad del yerno de Florentino Pérez, como es exactamente el caso del que planea instalarse en Mesía. “Es una problemática que la verdad a nosotros nos causa una dicotomía importante, precisamente por ser una energía limpia, pero claro, en nombre de la descarbonización tampoco se puede admitir todo”.

Conflictos con los vecinos: son pocos, pero haberlos hailos

Vacas en Casa Grande de Xanceda

Vacas en Casa Grande de Xanceda

“En nuestra zona no hay macro-granjas como Coren, como si le pasa a Manuel en A Limia. Pero sí que a veces hay dificultades con algún productor vecino en intensivo para que entiendan que cuando echan herbicida en su finca tienen que tener un poquito de cuidado porque para garantizar que la mía no se va a contaminar de los productos químicos que utiliza él tengo que dejar mucha separación”, cuenta José Manuel.

Esto no pasa en Xanceda ya que su amplia base territorial permite evitar los conflictos con los vecinos. “Pero entiendo que sí, que la gente, sobre todo agricultores, que tengan parcelas más pequeñas, pueden tener algún conflicto con los vecinos”, añade
Guillermo.

Dos formas de prever el futuro

Cuando se les pregunta a José Manuel y a Guillermo cómo ven el futuro a medio plazo del sector primario gallego, me encuentro con dos respuestas prácticamente contrarias.

– «Yo creo que va a haber un cambio muy muy grande – dice José Manuel-. Simplemente porque es una manera mucho más viable de producir. Yo creo que más tarde o más pronto, va a haber muchas granjas que si quieren sobrevivir van a tener que ir por este camino».

– «Yo pienso que siempre será minoritaria la producción ecológica y es como con el coche eléctrico, no creo que sea bueno que todo el mundo tenga un coche eléctrico. Que vayamos todos cambiando poco a poco, que vayan incorporándose… tiene que ser un tema gradual y tiene que haber de todo».

“Siempre tenemos que marcar una diferencia con respecto a la producción convencional. No podemos permitir que se acerce tanto que seamos muy parecidos, aunque para eso tengamos que ser aún más exigentes; especialmente si tenemos que ser más exigentes”, añade Guillermo Martínez.

“La mayor dificultad está en tomar la decisión, perder los miedos. Se puede producir de una forma muy viable sin ningún problema”, explica José Manuel. “Tenemos que desaprender todo lo que nos enseñaron, olvidar todas las ideas que nos metieron en la cabeza sobre la producción intensiva”.

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