La ganadería se verá afectada en los próximos años por una serie de restricciones ambientales que se están comenzando a perfilar. La cuestión de fondo es que la Comisión Europea se embarcó en un ambicioso plan para reducir tanto las emisiones de efecto invernadero como las de gases que afectan a la salud humana, caso del amoniaco o el óxido nítrico. Son dos cuestiones que impactarán de lleno en la ganadería. El borrador del plan estatal 2019-2022 para el control de la contaminación atmosférica prevé una serie de restricciones ambientales en la ganadería, una cuestión que preocupa mucho al sector.
La inquietud por los condicionantes ambientales que se avecinan se puso de manifiesto en una jornada sobre el sector lácteo organizada por la Asociación Galega de Cooperativas Agroalimentarias (Agaca), en la que el director gerente de Agaca, Higinio Mougán, enumeró algunas cuestiones previstas, como la prohibición de la aplicación de purines en abanico, cambios en las naves ganaderas y en las fosas de purín, la limitación de la fertilización con urea o la modificación de la dieta de las vacas para reducir la ingesta de proteína.
El Gobierno está elaborando normativas sectoriales en porcino y avicultura y prevé también una regulación específica para vacuno
Para el director de Agaca, que echó en falta una clase política más comprometida con el campo, es preciso que al menos todos los condicionantes que se avecinan sean consensuados con el sector, de forma que se puedan aplicar de manera gradual y con el menor impacto posible sobre las ganaderías. Lo que sucedió hace dos años con la normativa que en un principio prohibía las aplicaciones de purín en plato o cañón es para Higinio Mougán un ejemplo de lo que no debe volver a pasar. Medidas sin lógica no abordadas previamente con el sector.
En Galicia, existe también un malestar claro por la propuesta gubernamental de penalizar la ganadería de vacuno en el plan de reducción de emisiones, en tanto al porcino, principal actividad emisora de amoniaco en España, se le permitiría seguir creciendo en emisiones.
El borrador del plan nacional de control de la contaminación atmosférica 2019-2022, que estuvo recientemente a exposición, se marca el objetivo de reducir las emisiones de amoniaco en la ganadería en un 22% en el 2025 y en un 45% en el 2030. Para ello, se prevén las siguientes limitaciones para la ganadería:
Establecimiento de planes de abonado y fertilización
Los planes de abonado por explotación serán obligatorios en el campo a partir de una determinada superficie, que se definirá en función del tipo de cultivo. Ese plan calculará las necesidades totales de nitrógeno y limitará la parte que se podrá aportar en forma de nitrógeno ureico, pues este tiene mayores pérdidas de amoniaco a la atmósfera.
En el cuaderno de explotación ya habilitado para registrar las aplicaciones de fitosanitarios, está previsto que los productores tengan que consignar también las aplicaciones que hacen de fertilizantes y purines.
Limitación del uso de urea
El etiquetado de los fertilizantes obliga a declarar y garantizar los contenidos en nitrógeno en sus distintas formas (ureica, amoniacal y nítrica). Se restringirá la aplicación de nitrógeno en forma de urea, tanto en soluciones nitrogenadas como en compuestos NPK.
También se prevé un impulso a buenas prácticas, como la aplicación de un riego inmediato tras la distribución de fertilizantes químicos, lo que contribuye a la incorporación del nitrógeno al suelo. Se espera además que aumente el uso en los fertilizantes de tecnologías como inhibidores de la ureasa o recubrimientos.
Prohibición de aplicar en abanico purines, abonos orgánicos con humedad superior al 40% y lodos
El escenario dibujado para el futuro es que en el 2030 un 80% de los purines se estén repartiendo con un sistema de tubos colgantes hasta el suelo, quedando en el mínimo la distribución habitual hoy en día, con un sistema de abanico. De manera complementaria, el plan aspira a que un 80% de los purines sean enterrados antes de 24 horas, a fin de reducir las emisiones de gases a la atmósfera.
Reducción de la proteína en la ración de los animales
La Administración busca fomentar una alimentación que limite la proteína bruta en función de las necesidades de los animales, pues por ejemplo, en vacuno de leche, no son iguales las necesidades proteícas de una vaca en la primera fase de la lactación que en su última fase o en una vaca seca. A menor proteína, menos ingesta de nitrógeno y menores emisiones de amoniaco en las deyecciones ganaderas.
El objetivo es fijar unas pautas de alimentación en las normas sectoriales que se están desarrollando en la actualidad para porcino y avicultura, así como en la normativa de ordenación que se prevé desarrollar para las ganaderías bovinas. Esa normativa, a parte de cuestiones ambientales, abordará cuestiones de bienestar animal y bioseguridad, entre otras.
Manejo de los estiércoles en las ganaderías
En las instalaciones de ganado porcino y bovino, se deberá retirar el abono de las instalaciones al menos dos veces a la semana, lo que reducirá las emisiones de metano y amoniaco.
Cambios en las instalaciones del ganado y en las fosas de purines
El plan de control de la contaminación atmosférica prevé que se establezcan medidas que contribuyan a reducir las emisiones tanto en las naves ganaderas y fosas de purín existentes como en las de nueva creación. Estas últimas tendrán que cumplir con nuevos condicionantes, una vez que se aprueben las correspondientes normativas.
La normativa europea ya enumera una serie de técnicas que contribuyen a reducir las emisiones, pero está por ver qué obligaciones se fijan en la regulación estatal. Cuestiones como la cobertura de las fosas de purín o la reducción del viento en su superficie por medio de barreras naturales como árboles son algunas de las posibilidades para limitar emisiones.