Hace tiempo que se conocen los efectos del estrés por calor en las vacas lecheras, pero hasta ahora no se había cuantificado realmente su impacto en las explotaciones gallegas.
El grupo Metanimal (Metabolismo y Patología Animal) de la Facultad de Veterinaria de Lugo lleva dos años analizando estos efectos en cuatro granjas lecheras de la Terra Chá. Las cuatro cuentan con robot de ordeño, debido a la facilidad de acceso a los datos proporcionados y a su precisión.
Las cuatro granjas son nuevas, tienen establos bien diseñados y con buena ventilación. Salvo una de ellas, las otras tres no cuentan con sistemas de ventiladores y aspersores para hacer frente al estrés por calor.
“En Galicia se da un estrés entre leve y moderado”
El cambio climático está afectando de manera importante al ganado vacuno de leche, según estudios realizados en países como Israel. Sin embargo, en Galicia no se habían realizado mediciones hasta el momento, de ahí la importancia de este primer estudio experimental.
“Aquí lo único que había eran percepciones, de que las vacas comen menos y tienen más problemas reproductivos, pero en ningún momento se cuantificaron”, indica el profesor Rodrigo Muíño, integrante del equipo de investigación, quien asegura que “en Galicia se da un estrés entre leve y moderado”.
El objetivo es analizar el estrés por calor en los animales y determinar el impacto económico sobre la producción de leche en las explotaciones
En 2023 se midió el ITH (un índice que se toma como referencia para establecer el grado de estrés por calor del ganado) en estas cuatro granjas, ubicadas en Ponte de Outeiro, en el municipio de Castro de Rei, mediante un dispositivo que registra humedad ambiental y temperatura.
“Un ITH crítico se da a partir de 75. Hasta el mes de marzo tuvimos ITH menores a 68, lo que implica que no hubo estrés por calor. Pero a partir de julio ya empezamos con picos que superaban el ITH 72, llegando incluso a 82, que ya es un estrés moderado, con períodos más continuados en el mes de agosto”, detalla.
Cuantificación de las pérdidas económicas
“En 2023, en este primer proyecto, estudiamos los efectos del estrés por calor sobre la eficiencia reproductiva, la producción y la composición de ácidos grasos de la leche”, explica Rodrigo, profesor del área de Medicina y Cirugía Animal de la Facultad de Veterinaria.
Los resultados del estudio fueron claros: la fertilidad pasó del 30% en los meses de invierno a un 27% en verano, y los episodios de estrés por calor puntual que viven los animales en los meses cálidos provocan una bajada de la producción de 3 litros, tardando las vacas entre 2 y 3 días en recuperar la producción una vez que desaparecen esas condiciones climáticas de alta temperatura y humedad.
Las vacas que sufren estrés por calor tardan entre 2 y 3 días en recuperar la producción una vez que las condiciones climáticas vuelven a la normalidad
Para valorar el efecto sobre la eficiencia reproductiva se tomaron muestras en una única explotación, que ordeña 200 vacas en 4 robots, para evitar la dispersión que podía suponer usar datos de distintas granjas. “Se midió la progesterona, porque a menor progesterona, mayores estrógenos, mejores celos y, por lo tanto, mayor tasa de preñez. En el mes de agosto obtuvimos resultados por debajo del 21%, porque las vacas tuvieron peores celos y preñaron menos”, explica.
Este año, la segunda fase del proyecto consiste en realizar un análisis económico, aún por finalizar, para cuantificar lo que esas bajadas de producción y esos descensos en los índices reproductivos suponen para las explotaciones.
Medición del estrés por calor mediante un microchip
Dentro de este proyecto también se está desarrollando un dispositivo electrónico que permite monitorizar la temperatura corporal de los animales mediante la colocación de un microchip, empleando esos datos como señal de alerta para detectar estrés por calor y tomar medidas (por ejemplo, activar los ventiladores).
En el proyecto participan, además de la Facultad de Veterinaria, las empresas Innogando (desarrollo del dispositivo) y Consuvet (veterinarios especialistas en gestión técnico-económica de las explotaciones).
Existe una variación entre la temperatura ambiental y la temperatura corporal, de manera que si la temperatura del ternero es de 38 grados, el microchip registraría 37 grados
“La idea inicial era desarrollar un dispositivo térmico intravaginal para obtener el registro de la temperatura del animal durante las 24 horas del día, correlacionándola con la temperatura ambiental para establecer una temperatura interna de alarma que indique que el animal está sufriendo estrés por calor. Ya existen dos dispositivos vaginales en el mercado, pero a largo plazo provocan vaginitis. Si permanecen más de 21 días, causan fiebre y malestar en el animal, y además presentan dificultades de anclaje. Cuanto más vieja es la vaca, mayores dificultades de anclaje existen. Por eso, se optó por la colocación de un microchip en la base de la oreja”, explica Rodrigo.
Entre 28 y 30 grados centígrados de temperatura ambiental en la explotación y una humedad de entre el 55% y el 60% corresponden a un índice ITH de 78, que se correlacionaría con 39 grados en el microchip (equivalentes a 40 grados de temperatura corporal de la vaca).
No tenemos un estrés permanente durante todo el día, pero en momentos puntuales se supera el ITH 78, sobre todo de las 12 del mediodía a las 4 de la tarde
“Este año, del 15 de julio al 15 de agosto, se superó el ITH 78 prácticamente todos los días en las explotaciones que monitorizamos en la Terra Chá. No tenemos un estrés permanente, pero sí momentos puntuales durante el día, por ejemplo, de las 12 del mediodía a las 4 de la tarde se supera ese nivel”, detalla.
“Este verano ha sido un poco atípico, fue mucho peor el verano pasado, y seguramente en otras zonas del interior de Galicia (comarca de Chantada o del Deza), la situación sería peor y estos problemas se agravan”, aclara.
Los dos proyectos llevados a cabo por el grupo Metanimal en el marco de los Proyectos Colaborativos y de Transferencia del Campus Terra para medir los efectos del estrés por calor en el vacuno lechero gallego han permitido también desarrollar una nueva aplicación para los dispositivos de control de la temperatura corporal de los animales. Dispoterm también permite monitorizar la recría tanto en cebaderos de carne como en granjas de leche, emitiendo alertas cuando la temperatura de los terneros y terneras alcanza niveles críticos, lo que permite anticiparse al tratamiento de posibles enfermedades. La señal de alarma se activa a partir de una temperatura corporal de 40 grados, indicativa de un proceso infeccioso La señal de alarma se produce cuando la temperatura corporal del animal alcanza los 40 grados. “Esa temperatura indica un proceso infeccioso, que normalmente se manifiesta con un pico alto de fiebre en la fase inicial de la enfermedad”, explica Rodrigo. El microchip registra una temperatura entre un grado y grado y medio por debajo de la real Existe un desfase de entre un grado y grado y medio entre la temperatura indicada por el microchip y la temperatura real del ternero, de modo que los 39 grados registrados por el microchip corresponden a 40 grados reales del animal. Esta variación debe tenerse en cuenta tanto para determinar situaciones de estrés por calor como para correlacionar la temperatura ambiental con la temperatura corporal, considerando además que esta última es siempre inferior por las mañanas. La temperatura corporal de la recría en condiciones normales ronda los 38 grados, con valores más bajos por las mañanas que por las tardes El coste del microchip sería de 10 euros por animal, y sería necesario instalar un receptor adicional, cuyo coste es más elevado pero que serviría para todos los terneros que pasen por el mismo box. La instalación de este lector en los boxes de recría, a la altura del bebedero, permite registrar automáticamente los datos de temperatura de los terneros varias veces al día. “Ya hay varios cebaderos interesados en implementar este sistema, que permite detectar precozmente casos de enfermedades contagiosas y evitar su propagación a otros animales dentro de la granja”, señala el equipo que ha desarrollado este avance tecnológico. La detección precoz evita contagios y reduce el uso de antibióticos Las enfermedades respiratorias y los procesos diarreicos son dos de las principales causas de mortalidad durante la recría del ganado vacuno en edades tempranas, especialmente en las primeras semanas de vida de los animales. Estas enfermedades provocan importantes pérdidas en las explotaciones, tanto por la muerte de los terneros, que puede superar el 5%, como por el retraso en el crecimiento de los animales que sobreviven, que a menudo deben ser tratados con antibióticos.Dispoterm: monitorización temprana de la recría lactante por medio de la temperatura corporal