La Asociación Forestal de Galicia, una de las principales organizaciones de silvicultores de la comunidad, acaba de celebrar recientemente su XXIX asamblea anual, en la que se hizo un balance de actividades y se intercambiaron inquietudes en torno a la gestión del monte. El director de la Asociación, Francisco Dans, aborda en esta entrevista las que considera principales preocupaciones de los propietarios forestales, así como algunos de los grandes temas de la política forestal del país, caso de los fuegos y de la ordenación de usos de la tierra.
– En Galicia llevamos 25 años de una política contraincendios que no termina de atajar el problema de los fuegos forestales. A mayores, el dispositivo de extinción consume más de 100 millones de euros anuales. ¿Cree que hay vías alternativas para afrontar el problema?
– Tenemos similares estrategias en el tratamiento de los incendios desde hace 25 años y quizás sea el momento de analizar si la estructura y el procedimiento de prevención y extinción de incendios es el correcto. ¿Podemos mantener esta estructura de extinción o hay que poner el foco en determinadas cosas y tratar de aminorar el gasto en incendios? Es una pregunta que pienso que cualquiera puede compartir. El problema de los incendios, además, a diferencia de los años 80 o 70, está ahora muy focalizado. Hay dos Galicias a grandes rasgos, la atlántica y forestal, bien gestionada, y la mediterránea, que es donde se dan los mayores problemas de abandono y también de fuegos. En los 80 teníamos incendios en toda Galicia; ahora se focalizan año tras año en los mismos sitios. ¿Qué diría la opinión pública si los accidentes de tráfico se concentraran año tras año en los mismos puntos de las carreteras?
«Hay que tomar medidas extraordinarias para que las zonas de máxima actividad incendiaria dejen de serlo»
– ¿Piensa entonces que los incendios no están condenados a ser la plaga bíblica de cada verano, sino que tienen solución?
– Claro que tienen solución. Tenemos localizadas desde hace 15 años las zonas de máxima actividad incendiaria; así que habrá que tomar medidas extraordinarias para que dejen de serlo, con todos los medios que tiene la Administración a su alcance, sean de prevención, de extinción o de control policial. Es difícil de comprender que a la vuelta de 15 años de saber esto sigamos en las mismas. Tenemos que trabajar entre todos para cambiarlo. También hay que destacar que hay miles de parroquias en toda Galicia con mucho monte y que no tienen incendios o que los tienen de una manera asumible.
– Más allá de los incendios, las empresas madereras y las propias organizaciones de propietarios estáis siendo bastante críticas con las políticas forestales de la Administración autonómica.
– Ser crítico es una actitud positiva, se trata de vigilar como evolucionan las cosas. Nuestra visión es la siguiente. Hicimos una política forestal a finales de los años 80 del siglo pasado y con ese impulso se llega hasta hoy en día sin que en todo este tiempo se haya hecho un análisis objetivo y real de la consecución de logros, procedimientos empleados, etc. Mientras tanto, se sigue legislando y se siguen haciendo normativas. Pensamos que es el momento de ver qué hicimos, qué conseguimos, adónde tenemos que ir y cómo tenemos que hacerlo. Ese es el asunto.
«Pensamos que es el momento de ver qué hicimos en política forestal, qué logramos y adónde tenemos que ir»
– El grupo de trabajo sobre el Plan Forestal que constituisteis las organizaciones del sector y la Xunta, ¿podría ser un cauce adecuado para esta cuestión de estrategia forestal?
– Es una buena oportunidad para que se puedan recabar conclusiones de todas las organizaciones que estamos trabajando en el mundo forestal. Pensamos que podemos lograr una revisión del Plan Forestal concordante con los intereses de Galicia en general. Lo que sucede es que se trata de una revisión que llega con retraso y que el proceso aun se dilatará un tiempo.
– En cuanto a las preocupaciones más a pie de monte de los propietarios forestales. ¿Qué cuestiones destacaría?
– Una preocupación clara es que en Galicia, igual que en el resto de España, se produjo un aumento en los últimos 15 años en cuanto a las inversiones de los propietarios forestales, lo que generó más existencias de madera en el monte. Esto, que en sí mismo es una cosa positiva, puede tener consecuencias negativas si la demanda de la sociedad y de la industria forestal no crece en las mismas proporciones. Tenemos la sospecha de que podemos vernos con una despensa de madera que no se va a poder vender, con los consiguientes problemas de sanidad vegetal, envejecimiento de las masas y, sobre todo, con una fuerte caída de los precios. Para nosotros, aquí sólo hay una dirección. Innovar en materia de productos forestales y aumentar el consumo de madera, un material renovable, ecológico y con muchas posibilidades.
«Tenemos la sospecha de que nos podemos ver con una despensa de madera en el monte que no se va a poder vender»
– La mayor demanda y los mayores precios se registran ahora en la madera de eucalipto para pasta de papel. ¿Es quizás el mercado con mejores perspectivas para el propietario?
– Hay que reflexionar sobre este tema. Si nos fijamos en nuestro entorno, no es que se instalen más fábricas de pasta de papel, sino que cierran. Asistimos hace poco al cierre de Ence en Huelva, que tuvo gran repercursión en el mercado; y de Sniace en Santander. Nosotros, sin embargo, seguimos invirtiendo en eucalipto para pasta de papel de manera creciente y además, en parte del territorio, con una especie poco recomendable para pasta, como el nitens, que es un eucalipto menos aprovechable que el globulus. Entonces, la pregunta es si nos vamos a enfrentar a la vuelta de la esquina con una sobreoferta de eucalipto que no sabremos dónde colocar.
– Otro mercado en desarrollo, ahora hablando del pino, es el de la biomasa. ¿Qué perspectivas hay en la venda de madera para pellets destinados a la combustión en calderas?
– El mercado de la biomasa es un mercado incipiente que tiene mucho recorrido en la medida en que se invierta en calderas de biomasa y se vayan sustituyendo las instalaciones de combustibles fósiles. Parece que es un proceso encarrilado, pero en cualquier caso, no es una solución al problema. La biomasa va a aprovechar una fracción del árbol, pero no el árbol entero. La parte de mayor valor del árbol es en la que tenemos más preocupación.
«Hay un excedente de tierras agrarias que no se pueden forestar y que están quedando abandonadas»
La legislación que restringe la forestación de tierras agrarias es otra de las cuestiones que Francisco Dans considera como una preocupación generalizada de los propietarios forestales. «Está dándose un proceso de ‘selvatización’ y abandono del territorio porque hay un excedente de tierras agrícolas que no se está absorbiendo. El problema radica en que el propietario no sabe que hacer con esas tierras, ya que las leyes no sólo no tratan de dar soluciones sino que dificultan que el mercado se regule y que esa tierra pueda cambiar de uso».
– Es una visión muy distinta de la que predomina en el sector ganadero, que siempre insiste en la necesidad de más tierras y en la progresiva pérdida de superficie agraria.
– El abandono de tierras puede verlo cualquiera. ¿Cuál es la mayor demostración de que una tierra perdió su uso? Que aparezca plagada de matorral. Esta situación se da en toda Galicia, salvo en zonas de gran potencia forestal como Ortegal o el sur, con el pino. Paralelamente a ese abandono, nos encontramos con que a mucha gente se le está obligando en toda Galicia a eliminar zonas forestadas porque esas tierras tienen la clasificación de protección agropecuaria. Reciben una multa y tienen que quitar las plantaciones. Nosotros estamos de acuerdo en una norma, pero tiene que haber flexibilidad y vamos a abordar este tema con la Xunta. Si no se puede mantener un uso agropecuario de la tierra, hay que poder transformarlo en forestal en determinadas condiciones.
«Si no es posible mantener el uso agropecuario de una tierra, hay que poder transformarlo en forestal en determinadas condiciones»
– El abandono no es exclusivo de las tierras agrarias. También parte del monte está sin gestión, lo que deriva en una queja recurrente de la industria forestal, como es la falta de madera de calidad en el monte.
– Eso no es cierto. Muchos montes de pino de propietarios particulares y también muchos montes vecinales, algunos conveniados con la Administración, tienen unos cuidados y una silvicultura que yo calificaría de buena. Estamos comenzando a cortar ahora madera que fue podada, que no tiene nudos y con unas condiciones estructurales estupendas. Estamos viendo unas piezas de coníferas como nunca se vieron en Galicia, de madera excepcional. El problema que teníamos hasta ahora es que para hacer madera de sierra de pino hay que hacer claras en el monte, cortar lo delgado, lo que no sirve. Pues bien, ¿por qué no se hace? Porque esa madera no tiene precio y al propietario le cuesta dinero hacer ese tipo de claras. ¿Por qué pasa esto? Porque hay exceso de madera.
– ¿Esa es la madera que podría tener salida para biomasa?
– Puede tener salida para biomasa o para la industria del tablero. El problema es movilizar esa madera y para movilizarla hay que tener precio. Si después de 15 años de plantación, hacer una clara cuesta dinero, el propietario piensa que es mejor dejar la madera en el monte.
«Las Sofor son una figura bien trabajada, pero tienen un coste económico alto y un régimen fiscal mejorable»
– La creación de una figura que permita agrupar el minifundio forestal, de manera que mejore su gestión, es una reivindicación tradicional del sector. ¿Cómo valora la figura de las Sociedades de Fomento Forestal (Sofor)?
– Como idea en abstracto, nadie tiene dudas. Es una herramienta que, de funcionar, podría ayudar a reducir el abandono y a mejorar la gestión del monte. La figura de la Sofor hay que decir además que jurídicamente es una figura bien trabajada. En la práctica, nosotros estamos promoviendo una Sofor y lo que observamos es que todo el proceso tiene un coste económico alto; es complicado. En segundo lugar, una vez que la Sofor esté en funcionamiento, como sociedad pensamos que debería tener un régimen fiscal mucho mejor que el que tiene. Un tercer punto a considerar sería la apertura de la Sofor a otras vías, por ejemplo, a patrimonios familiares. Repartir en una herencia todas las parcelas entre la familia es una solución mala. Es hacer minifundio del minifundio. ¿Por qué no posibilitar que se hereden acciones y no parcelas? Son cosas que deberían estar trabajadas.
«La nueva normativa de ayudas a la forestación sigue siendo un dinero contra el sector agrario y ganadero,»
José Antonio Turrado. Secretario General de ASAJA Castilla y León
…..abusos a los que me refiero: forestación de fértiles tierras de cultivo; ocupación forestal de terrenos de pastos de calidad; ayudas a la forestación por encima de los costes reales que permitían a las empresas abultados márgenes de beneficio; ayudas compensatorias por pérdida de renta agraria sobre fincas que hacía años y años que ya no se cultivaban; ayudas de mantenimiento sin controlar el mantenimiento real de la plantación; proyectos subvencionados que hoy están en estado de abandono, y ciertas irregularidades administrativas favoreciendo a determinadas empresas a las que se compensaba de esta forma por trabajos realizados en la lucha contra los incendios….
http://www.asajacyl.com/modulo/?refbol=opinion-asaja&refsec=opinion_opinion&idarticulo=132886