Malas hierbas de las praderas….que no lo son tanto

El ingeniero agrónomo y asesor técnico Xan Pouliquen aporta claves para entender por qué brotan determinadas plantas en las praderas utilizadas por ganaderías de vacuno de leche. Con él conocemos como atajar hierbas indeseadas

Malas hierbas de las praderas….que no lo son tanto

Los asistentes a la sesión formativa participaron en una recogida de plantas inoportunas para su identificación.

Labaza, lengua de oveja, pico de cigüeña, diente de león o hierba de Santiago son algunos de los nombres populares de hierbas que aparecen en las praderas empleadas por ganaderías de vacuno de leche y que resultan un quebradero de cabeza para muchos ganaderos. Son hierbas inoportunas cuando se procura una producción forrajera específica con otras especies como el raigrás o el trébol.

Sin embargo, la presencia de estas plantas proporciona claves sobre el estado del terreno. Conocer los motivos por los que germinan en la pradera estas especies puede ser el camino para conseguir reducir su presencia o eliminarlas. Esas fueron algunas de las conclusiones de la jornada formativa que el ingeniero agrónomo y asesor técnico Xan Pouliquen ofreció recientemente en el Centro de Experimentación y Formación Agraria de Sergude (Boiqueixón, A Coruña).

Las hierbas inoportunas pueden proporcionar un aporte significativo de nutrientes

«Las llamadas ‘malas hierbas’ no lo son tanto, sino más bien se trata plantas inoportunas. En definitiva, son hierbas que en determinados momentos pueden crear problemas con distintos cultivos por diversas razones», concreta Pouliquen. De hecho, muchas de esas plantas consideradas en las praderas como malas hierbas pueden hacer un aporte significativo de nutrientes, minerales o vitaminas o tienen efectos positivos sobre la fauna del suelo, como es el caso, por ejemplo, del diente de león (Taraxacum officinale) que aporta una significativa cantidad de minerales como hierro, calcio o magnesio.

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Ejemplar de margarita silvestre recogida durante la sesión formativa.

Hay también casos de hierbas que en la actualidad están consideradas como inoportunas pero fueron cultivadas en otras épocas. Algunas de ellas incluso son cultivadas en otros lugares. Así ocurre, por ejemplo, con las distintas variedades de Plantago lanceolata, conocido popularmente como lengua de oveja, y que sirve como cultivo forrajero en distintas partes del mundo. «Mientras aquí los ganaderos no la quieren en la pradera, hay mucha gente que siembra esta variedad en diferentes latitudes», detalla Pouliquen.

¿Por qué aparecen?

Una de las claves para atajar la presencia de estas plantas en las praderas es conocer los motivos por los que brotan. «Es preciso conocer en qué condiciones germinan esas plantas y ver cómo es nuestro terreno, puesto que si no cambiamos ninguno de estos factores vamos a seguir teniendo esas plantas en la pradera», explica.

Es habitual pensar que la presencia de estas plantas está ligada a semillas procedentes de forrajes que se adquieren, purines o que vienen incluso mezcladas cuando se realiza la siembra de la pradera. Aunque todas ellas son vías de entrada de semillas a las praderas, Pouliquen compara la gran cantidad de semillas que muchas de estas plantas pueden llegar a producir con la presencia real de estas plantas en los pastos para poder ver la dimensión real que estas acciones pueden suponer. «En el caso de hierbas como el cenizo podemos tener entre 1.000 y 5.000 semillas, pero en el amaranto cada planta produce más de 40.000 semillas. Si al año siguiente no tenemos 40.000 amarantos pequeños en el lugar, algo más ocurre para que eso sea así», detalla.

«Vamos a tener millares de semillas en nuestras praderas, tenemos que gestionar los suelos para conseguir que sólo prosperen las que nos interesan»

Teniendo en cuenta estos datos y echando mano de diversos estudios, Pouliquen señala que en los suelos de las praderas se pueden contabilizar entre 17.000 y 3,4 millones de semillas por metro cuadrado, por lo que recomienda otras estrategias en vez de intentar controlar las semillas presentes en la pradera. «Vamos a tener millares de semillas en nuestras praderas, algunas vendrán de fuera y otras serán las que tengan acumuladas nuestros suelos de prácticas que hicimos en el pasado, así como de la acción de los animales. Lo que tenemos es que gestionar los suelos para conseguir que solo prosperen las que nos interesan. Jugar solo con la cantidad y el control de las semillas no es suficiente», concreta.

Pouliquen señala que el manejo que se realiza de los pasteros y las condiciones en las que se encuentran los suelos son determinantes para que estas hierbas germinen, por lo que también será indispensable tener en cuenta esto para reducir su presencia.

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Algunas de las plantas inoportunas recogidas para su identificación y clasificación durante la sesión.

Algunas de las hierbas inoportunas más presentes en las praderas gallegas

De la mano del técnico, con experiencia en la evaluación de las praderas, conocemos algunas de las hierbas inoportunas más comunes en Galicia. Su presencia puede ser un indicador del estado de los suelos y conociendo esto puede ser más sencillo adecuar el manejo del pasto.

Rumex spp., conocidas popularmente como labazas. La gran variedad de rumex que existe dificulta su identificación y en función de la especie concreta que brote en las praderas puede ser un indicativo positivo o negativo del estado del prado.

Por lo general, evidencian mucha fertilidad y, según la especie, la falta de aire en la tierra debido, en parte, a un exceso de agua. Además, pueden indicar carencias de actividad biológica y un alto contenido de nitritos de origen no natural, así como un exceso de potasio y nitratos.

«A veces estas hierbas inoportunas también son verdaderos aperos para trabajar la tierra, es el caso de la labaza, que debido a sus raíces es una planta que contribuye a descompactar los suelos», explica Xan Pouliquen.

Plantago Lanceolata, son las lechugas o lenguas de oveja. Su presencia en la pradera indica la falta de aire en el terreno y la fosilización de la materia orgánica, así como la falta de arcilla y humus. Son además un indicativo de que existe una buena actividad biológica en estas praderas. «Suelen ser un indicador de que se trata de un terreno fértil y bueno», concreta.

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Lenguas de oveja y hierbas de Santiago en una pradera dedicada al pastoreo de vacuno de leche.

-El diente de león, Taraxacum officinale, es una de las plantas que brota en suelos muy ricos, pero que acusan una falta de osigenación de la tierra y un exceso de nitrógeno de origen animal. Suelen ser terrenos con un alto grado de fosilización. La presencia de estas plantas se asocia también a turnos de pastoreo largo.

-Conocida como bolsa de pastor, la Capsella bursa-pastoris, es una hierba que crece en suelos muy ricos y que de nuevo tienen una importante falta de aire, por lo que el terreno tiene un problema de compactación. También suele aparecer en tierras con una gran cantidad de nitrógeno de origen animal y revela que se está produciendo un bloqueo del fósforo.

«Dado que la presencia de estas plantas está asociada a suelos compactos puede ser recomendable realizar análisis del perfil del suelo para conocer si esta compactación es superficial o más profunda y actuar en consecuencia para atajarla», explica el técnico.

-Las margaritas silvestres, Bellis sylvestris, abundan en aquellas praderas que tienen un suelo rico, pero con carencias de calcio y de nitrógeno animal. Son un indicador de una alta fosilización, lixiviación y erosión de estos suelos. Suelen aparecer en prados con ciclos de pastoreo muy cortos.

«Es frecuente encontrar en la misma pradera plantas que indican lo contrario, como tener margaritas y bolsa de pastor, por lo que es preciso hacer un análisis pormenorizado de la variedad y cantidad de plantas que hay en la parcela, ya que una sola no basta para dar un diagnóstico del estado del terreno», concreta Pouliquen.

-La presencia de garranchuelos, Digitaria sanguinalis, en tierras de cultivos como el maíz evidencia que el terreno acusa la falta de osigenación y un exceso de agua. Además indica una gran cantidad de nitrógeno de origen animal y nitritos derivados de la acción humana. Los garranchuelos también suelen ser un indicador de que esa tierra presenta una salinización provocada por un exceso de potasio.

-Los cardos, Cirsium vulgare por ejemplo, suelen crecer en suelos muy ricos y son una señal de compactación del terreno y de una gran cantidad de nitrógeno animal. Su presencia indica también el agotamiento de las especies forrajeras de la pradera.

El cardo es una de las especies que aparece en las praderas gallegas.

El cardo es una de las especies que aparece en las praderas gallegas.

-Las distintas especies de Agrostis son también habituales en pradeiras gallegas y su presencia indica una importante falta de aire en ese terreno y el exceso de agua. También evidencia que se trata de suelos con una gran cantidad de nitritos procedentes de la acción humana, así como la falta de actividad biológica. Estas plantas suelen crecer en praderas con un pastoreo continuo o que acusan un sobrepastoreo, bien sea por la densidad de animales o por el tiempo que estos pasan allí.

-Las borrajas, Echium spp., son un indicador de que ese terreno tiene importantes carencias tanto de calcio, como de agua, carbono, nitrógeno y de actividad biológica. En definitiva, crecen en terrenos empobrecidos y que tienen una importante lixiviación y erosión.

Clasificacion-de-plantas-taller-de-Sergude-

Factores que degradan el pasto

A la hora de abordar la presencia de estas hierbas indeseadas en las praderas, Pouliquen incide en que no se trata tanto de una invasión de este tipo de hierbas sino de la desaparición de las especies que queremos y que sembramos. «Estamos teniendo un manejo de la pradera que provoca la desaparición de las hierbas que queremos», explica.

«Estamos haciendo un manejo de la pradera que provoca la desaparición de las hierbas que queremos»

El especialista señala que la compactación del terreno es una de las principales causas de la aparición de estas hierbas inoportunas. En ocasiones esta compactación se debe al empleo excesivo de maquinaria pesada y el laboreo reiterativo. Las condiciones de humedad del terreno también provocan una menor osixenación del suelo y que remate siendo más compacto. Incluso la pisada de los animales contribuye a favorecer ese efecto.

Otro de los factores claves es el sobrepastoreo de las parcelas, lo que impide que especies como las gramíneas, los raigrases y las leguminosas lleguen a reproducirse como debieran. «Si no le dejamos reposo, tanto en invierno como en verano, esas plantas se van a ir agotando», concreta el técnico.

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