Hace 20 años que Manuel Lameiro se marchó a Madrid y 11 que comenzó con la cría de vacas en extensivo en las montañas de A Veiga, en la comarca de Valdeorras (Ourense). Hoy cuenta con alrededor de unos 500 animales y acaba de trasladarse a vivir con su familia su villa natal, en la montaña ourensana.
«A mí me gustan las vacas y busqué la manera de poder volver a estas tierras y tener vacas. Así es que las circunstancias de la vida me llevaron a ser empresario pero soy ganadero por devoción», comenta Manuel.
«Soy empresario por circunstancias de la vida y ganadero por devoción»
A Madrid aún regresa varias veces por semana para atender los negocios que regenta en la capital, y que le permiten comercializar su propia carne: dos carnicerías y dos restaurantes. Ahora quiere estar más centrado en la ganadería. «Viví 20 años en A Veiga, luego otros 20 en Madrid y con 40 decidí volver», comenta.
Entre las Vianesas y las Asturianas de los Valles
Tiene dos rebaños, uno de Vianesas, que es el más numeroso, y otro de Asturianas de los Valles, además de un grupo de 25 bueyes para el ceba. «Me decidí por las Vianesas por ser una raza de aquí y por lo bien que paren y lo buenas madres que son», justifica Manuel.
Apela también a la calidad de la carne que logran las Vianesas para decantarse por ellas. «Son vacas de poco rendimiento en cuanto a producción pero que tienen una muy buena carne», defiende el ganadero. «Si no fuese porque comercializo yo directamente la carne a lo mejor ya tenía que haber dejado de tener vianesas o haberlas cruzado con otras razas», reconoce.
En cuanto a la raza Asturiana de los Valles la eligió por su productividad y también por la calidad. «Dentro de las razas de carne es una de las que mejores resultados puede darte pero también dan mucho trabajo», apunta.
Volver a llevar el ganado al monte
A Veiga es el ayuntamiento con mayor extensión de la provincia de Ourense, con 290 kilómetros cuadrados, y eso hace que las ganaderías de vacuno de esta zona sean de cría en extensivo y que además cuenten con una importante base territorial. Es el caso también de Manuel que fue haciéndose cargo de tierras que quedaban abandonadas y que hizo acuerdos con las comunidades de montes para meter su ganado. «Poco a poco fui disponiendo de terrenos en distintas aldeas que ya no tenían actividad ganadera», explica Manuel.
Procura disponer de parcelas cerradas con zonas de arborado y praderas
Las vacas pacen en el monte de parroquias como Carracedo, San Lourenzo o Pradolongo, entre otras. Cuenta con fincas cerradas que incluyen tanto zona de arbolado como praderas o monte raso, en una superficie de cerca de 2.000 hectáreas.
En algunas de estas fincas dispone de naves donde los animales pueden resguardarse cuando quieren y en las que también les echa de comer. «Procuramos tener parcelas grandes y que estén bien comunicadas para poder cambiar las vacas con facilidad de unas fincas a otras», comenta el ganadero.
La altitud de este ayuntamiento, que cuenta con la cumbre más alta de Galicia, Pena Trevinca, es también determinante para la ganadería. «Aquí tenemos poca productividad pero gran calidad de hierba que le da un sabor exquisito a la carne», explica el ganadero.
Camino del ecológico
Manuel se encuentra ahora en pleno proceso de transición a una producción en ecológico. Hasta el momento compraba una parte importante de los forrajes pero el cambio motiva que se centre en conseguir incrementar la producción tanto de hierba seca como de silo.
«En estas tierras hay pasto de calidad pero es poco productivo. Con el cambio a ecológico y con las limitaciones de abonado aún se va a reducir más la cantidad de forrajes por eso estoy intentando segar más superficie», indica.
Hasta septiembre del 2020 no contará con el sello de producción ecológica pero quiere comenzar a finales de este verano con todos los cambios que implica este tipo de producción. Así, entre las variaciones que se incluyen está la de introducir un pienso adecuado a una producción en ecológico, para lo cual baraja optar por los piensos Ecofeed.
«Yo creo realmente que la producción ecológica es una forma de conseguir más calidad para la carne y, sobre todo, reducir el impacto en medio ambiente que la ganadería tiene, por eso estoy ahora con el cambio», comenta el ganadero. Manuel apela también a la calidad como un valor que haga competitiva a la carne gallega frente a la de otros países.
Además de encontrarse en plena transición, Manuel quiere continuar incrementando sus rebaños en los próximos años y, de hecho, acaba de incorporarse a la ganadería también su mujer, mediante un plan de incorporación. También pretende sumar otro trabajador a los tres operarios con los que cuenta en la actualidad.
Comenzará a finales de verano con los cambios para ecológico aunque no contará con el sello hasta septiembre del año próximo
Manuel tiene también 6 perros que contribuyen a guardar los rebaños en unos montes donde la presencia del lobo es habitual. Además dispone de un avisador de partos para intentar minimizar las pérdidas de los terneros en el nacimiento y para atajar las complicaciones que puedan tener en el parto las vacas.
Comercializar la producción propia
Por ahora, Manuel está criando la mayoría de las hembras que le nacen con el objetivo de seguir creciendo y sacrifica alrededor de 90 becerros al año, todos ellos castrados. Comercializa tres líneas de carne: los becerros que van hasta los 12 meses, los terneros añejos, de los 12 hasta los 24 meses; y los animales de más de 48 meses. En esta categoría de animales adultos cuenta con dos cebaderos en extensivo de bueyes y vacas, separados por sexos, y que va cebando en función de la disponibilidad y demanda.
Comercializa la carne de su ganadería en las dos carnicerías y dos restaurantes que tiene en Madrid
Toda la carne que produce la comercializa directamente en sus negocios. «No compro más carne de la que produzco y no vendo la carne de mis vacas a ningún otro distribuidor. Tengo una producción limitada pero intento que sea de la máxima calidad posible y que llegue al cliente de manera directa», comenta el empresario y ganadero.
Así, las dos carnicerías que tiene, en el Mercado de San Antón y en el de Antón Martín, y los dos restaurantes, situados en el centro de Madrid, son la puerta de comercialización de su carne. «No tengo una producción muy alta pero la carne está gustando mucho. La gente en Madrid valora mucho que sea carne gallega criada en las montañas, de manera extensiva y de razas autóctonas, todo eso contribuye a que sea de calidad», comenta Lameiro.