Concepción Iglesias Pousa, la que hasta ahora era vicepresidenta del Consejo Regulador, fue elegida aún no hace un mes presidenta del Consejo Regulador de la D.O. Ribeiro. Sustituye así a Juan M. Casares Gándara, quien dimitió debido a su incompatibilidad con su reciente cargo de diputado en el Parlamento de Galicia.
Hablamos con ella sobre como encara esta nueva etapa al frente del órgano de gobierno de la Denominación de Origen más antigua de Galicia
¿De donde viene tu vinculación con el mundo del vino?
Soy de Beade y llevo vinculada con el mundo de la viticultura desde niña, pues en mi casa siempre hubo viñas y éramos y somos socios de la cooperativa Viña Costeira. En el 2004 tomé el relevo en el cuidado de las viñas compatibilizándolo con dos granjas que tenía y en este momento me dedico a tiempo completo al cuidado de la viña y ahora también a la nueva responsabilidad como presidenta del Consejo Regulador de la DO. Ribeiro.
En casa tengo unos 8000 metros cuadrados de viñedo, repartidos en 6 Fincas, en las que tenemos alrededor de un 70% de Treixadura y en el 30% restante Palomino.
¿Como asumes esta nueva responsabilidad como presidenta de la DO -la segunda mujer en la historia del Consejo Regulador- y además siendo también viticultora?
La viticultura es muy exigente, sobre todo en épocas del año como esta, y además es impredecible, porque dependes completamente de la climatología. Evidentemente, las preocupaciones como viticultora son diferentes de si fuera propietaria de una bodega o no tuviera que ver con el sector, pero como presidenta tengo que velar por el interés general de todos los que formamos parte de esta DO y buscar el bien común, y así lo haré.
¿Que prioridades te marcas para este mandato?
No voy a hacer nada que no esté avalado por el pleno del Consejo Regulador. Como presidenta debo contar con el apoyo del pleno para las actividades que realice, y a ser posible por unanimidad, buscando el mayor consenso posible. En el pleno hay distintas sensibilidades y creo que hay que priorizar la búsqueda de acuerdos en beneficio de todas las partes.
En todo caso, las líneas estratégicas son claras y son en las que ya se venía trabajando: seguir promoviendo en el mercado los vinos del Ribeiro, seguir con la internacionalización para diversificar nuestras ventas y aumentar valor, seguir promoviendo la variedad Treixadura y el territorio del Ribeiro, mantener y mejorar la calidad de nuestros vinos; generar valor en toda la cadena, para que un mayor precio de venta también se traslade a un mejor precio de la uva y trabajar todo lo que podamos en fomentar el relieve generacional.
Precisamente el envejecimiento de los viticultores y la falta de relevo es un problema estructural del sector. ¿Como debemos encarar este reto de incorporar gente joven?
En la DO Ribeiro tenemos que crear alicientes para que la gente joven siga cuidando las viñas. Y para eso evidentemente ayuda que los precios de la uva compensen el trabajo de los viticultores, pero también que se pueda mecanizar todo lo posible las labores de las viñas, algo que nos afecta especialmente en el Ribeiro. Yo por ejemplo no tengo ninguna viña en la que pueda entrar el tractor. ¿Soluciones? Hay que buscarlas entre todos porque es un reto muy difícil y evidentemente el propietario que decide no seguir cuidando de las viñas está en su derecho.
¿Como está la situación de precios de la uva y el mercado para los vinos del Ribeiro?
El pleno del Consejo Regulador, no puede acordar ni mucho menos imponer precios, sí hacer políticas de promoción para intentar generar más valor. En todo caso, sí que e los últimos años hubo una evolución positiva del precio de la Treixadura en el Ribeiro y en general, en este momento, hay buena salida comercial para nuestros vinos, aunque todo depende de la cada bodega, de la evolución del consumo o del tipo de vino. Pero en general, nuestros vinos blancos tienen una buena salida en el mercado, especialmente de la Treixadura, la variedad propia del Ribeiro.
¿Y como se presenta la cosecha de este año?
Aún es muy temprano y hasta que se vendimie creo que es aventurado hacer previsiones. En general, el mildio, nuestro mayor problema a nivel fitosanitario, está controlado en la viña, gracias a las temperaturas inusualmente bajas, y las lluvias favorecen que no haya estrés hídrico en verano.
Sí que es cierto que nació mucho vino y lo que se escucha es que se presenta una cosecha buena. Pero con toda la precaución porque dependemos del clima totalmente y aún queda mucho hasta la vendimia.