Monte Penide (Redondela) es una de las áreas forestales de Galicia que presenta mayor densidad de patrimonio arqueológico, pues el lugar alberga una necrópolis megalítica con alrededor de medio centenar de mámoas. Este escenario representa para las comunidades de montes del entorno una riqueza patrimonial y, a la vez, un problema importante, pues tienen que afrontar numerosos gastos y burocracia.
Hablamos con una de las comunidades de montes vecinales afectadas, la de Cabeiro (Redondela). Su presidente, Antonio Soliño, nos explica las dificultades de gestión que enfrentan.
– Para ponernos en contexto, explícanos las características de vuestro monte vecinal.
– Nuestra comunidad de montes tiene unas 145 hectáreas, no es el monte más grande del entorno, pero posiblemente sea el mejor porque tiene mucha riqueza en agua, es bastante llano y fácil de trabajar, y además presenta bastante materia orgánica en el suelo.
A nivel forestal, está ocupado por pino en un 75% de la superficie, por frondosas caducifolias sobre un 20% y el resto son pinos nuevos que plantamos. En la comunidad, somos unos 112 comuneros.
– ¿Y cuál es el patrimonio arqueológico que tenéis en vuestro monte?
– Es un patrimonio histórico grande, en nuestro caso tenemos unas 14 mámoas, pero hay bastantes más por la zona, por otros montes próximos, por ejemplo Candeán, Vilar o Trasmañó. Nosotros petroglifos no tenemos, que sepamos (pero sí los hay también en el entorno).
Es decir, toda esta zona formó en la Prehistoria un conjunto poblacional que en su momento debió ser bastante grande, seguramente dedicado a la agricultura, porque se ve que esta tierra fue trabajada.
Las mámoas, por desgracia, en este momento están bastante ocultas. Son mámoas que no lucen porque no se ven completas, solo asoman las puntas por la tierra, es decir, habría que excavarlas para poder dejarlas en su estado original. En su momento no se les prestó atención, pero ahora mismo en la parroquia sí que existe un interés porque se conserven y se vean.
– Háblenos de cómo es la convivencia de vuestra gestión forestal con el patrimonio arqueológico.
– Siempre se dice que la convivencia es complicada, y ciertamente nuestra relación es bastante complicada, principalmente por las limitaciones y obligaciones marcadas por la Dirección Xeral de Patrimonio.
Como las mámoas están dispersas por todo el monte y tienen un área de protección, al final la zona afectada es muy grande, diría que un 60% de nuestra superficie. El área de especial protección abarca un radio de 10 metros a partir del centro de cada mámoa, pero hay 200 metros de radio que se cataloga como área de cautela.
En el área de especial protección no puede entrar maquinaria, sólo se pueden hacer desbroces manuales, y en el área de cautela puede trabajar maquinaria, pero siempre con permiso previo de Patrimonio.
La cuestión es que cada vez que tenemos que hacer trabajos forestales, tenemos que pedir permiso a Patrimonio. Sea una tala, una plantación, un desbroce o gestionar las ramas de una poda, tenemos que pedir permiso.
Cada mámoa tiene 200 metros de protección a su alrededor y es necesario contratar a un arqueólogo antes de ejecutar cualquier trabajo forestal en esa zona
Eso implica que tenemos que contratar a un arqueólogo que certifique como está la situación inicial y que vigile los trabajos que se hacen ahí, y que al final emita otro informe diciendo cómo queda la cosa. Esto supone un coste muy grande, ya que ese trabajo de un arqueólogo ronda los 1.000 euros, cuando menos.
Muchas veces hay que pedir permisos sucesivos para la misma zona, porque queremos hacer un desbroce, recogida de ramas de poda… Son dificultades, porque genera mucho gasto, burocracia y tiempos de espera por los permisos.
«Toda esta historia lo que provoca es que las mámoas, en lugar de estar protegidas y cuidadas, estén cubiertas de matorral y acacias»
Por ejemplo, tenemos una zona alta en la que este año queríamos hacer una plantación a inicios de año con los niños de una escuela, pero tuvimos que retrasarlo hasta mayo por los permisos de Patrimonio.
– Este tipo de problemas ya fueron abordados en los últimos años de manera reiterada ante Patrimonio, sin soluciones. ¿Qué medidas crees que habría que adoptar?
– Estamos ante una situación que nos causa bastantes perjuicios y enfado. Ya no es sólo el gasto y el retraso de los trabajos, es que esta historia lo que provoca es que las mámoas, lejos de estar cuidadas y protegidas, lo que provoca es que estén totalmente desprotegidas, cubiertas de matorral y acacias, sin que se pueda acceder a ellas.
«La solución pasaría por hablar con Patrimonio y entenderse. Una posible solución es que se habilite un equipo de arqueólogos públicos para controlar los trabajos forestales»
¿Qué se puede hacer en una situación así?. Habría que limpiarlas, vallarlas, señalizarlas y acometer un trabajo de desbroces y mantenimiento periódico. Eso cuesta un dinero. A nosotros se nos ponen limitaciones y deberes, tenemos que aportar, pero no recibimos nada a cambio.
Para nosotros, la solución pasa por hablar y entenderse con Patrimonio. Una posible solución sería que Patrimonio contase con un equipo de arqueólogos públicos que controlasen los trabajos forestales, reduciendo nuestros costes, y que se estableciesen pautas de trabajo en función de las zonas delimitadas en el plan de ordenación del monte, con las inspecciones públicas que fuesen pertinentes, sin tener que incurrir nosotros en gastos adicionales por la contratación de un arqueólogo con cada trabajo que tenemos que acometer.
“A cualquier hora del día, tenemos gente caminando o en bicicleta”
– Estáis en una zona con mucha población, cerca de Vigo. ¿Qué uso social se hace de vuestro monte?
– En nuestro caso no tenemos un parque forestal, que son puntos en los que se suele concentrar mucha gente, pero aun así tenemos mucha actividad. Puedes venir a cualquier hora del día que siempre te vas a encontrar con gente, caminando o en bici mayormente, o gente corriendo también. Tenemos el ejemplo del atleta que ganó un diploma olímpico en Atenas 2004, Santi Pérez, que entrenaba aquí, en esta zona.
– De cara a el futuro, ¿cómo ves las perspectivas de vuestro monte vecinal?
– La perspectiva de cara a los próximos años es que continúe con una gestión forestal. Nuestro monte tendría posibilidades desde el punto de vista agrícola, pues es llano y rico en agua y materia orgánica, pero hay que tener en cuenta también que está en la parte alta de la parroquia y que alberga nuestros manantiales de agua. Por tanto, no seríamos partidarios de que aquí se emplearan fitosanitarios ni nada que pudiera contaminar el agua, ya que las consecuencias se vivirían en toda la parroquia.