‘O Agro’, manejo de una ganadería extensiva en Cerdedo-Cotobade

Hablamos con Roberto Louzán, ganadero en extensivo en el municipio pontevedrés de Cerdedo-Cotobade. Nos explica cómo gestiona el ganado y las dificultades que afronta, como la de estar en una zona habitual en ataques del lobo

‘Explotaciones O Agro’ es una granja ubicada principalmente en un monte comunal de 65 hectáreas alquilado en Viascón, en el concello de Cerdedo-Cotobade (Pontevedra). En ella se creían cabras de raza autóctona gallega, vacas de raza frieiresa y caldelá, ovejas y algún caballo; “en total, unas 160 cabezas, más o menos”, afirma el ganadero y propietario de la granja, Roberto Louzán. En estos momentos “están las cabras recién paridas, con unos 68 chivitos, de los cuales casi 40 son hembras, por eso a partir de ahora nos vamos a centrar en aumentar en cabras y frieiresas”, avanza.

El método de trabajo que sigue es en extensivo, por lo que los animales “pastan todo el año en el monte, los 365 días del año están en libertad”, añade Louzán. Además de trabajar de esta manera, tiene la certificación en ecológico. «Los animales pacen cuando quieren, se acuestan cuándo quieren, y andan por dónde quieren”, afirma el ganadero.

Imagen de vacas de raza Caldelá en una finca aparte del monte comunal

Imagen de vacas de raza Caldelá en una finca aparte del monte comunal

El manejo

Louzán pone como una virtud el trabajo en extensivo, puesto que así se le hace “más sencillo porque con dos visitas al día -por la mañana y a la noche- queda el trabajo solucionado, excepto cuando paren o en invierno, que quizás hay que ir tres veces”, señala.

Otra de las ventajas asociadas al método extensivo es “la libertad para poder llevar a cabo otros trabajos”, comenta el ganadero.

Como aspectos problemáticos, Louzán señala dificultades que vienen dadas por el propio contexto: “el hecho de estar en la montaña, a 10 km. del centro de Pontevedra, implica que hay muy pocas explotaciones cerca, y las que hay son pequeñas, de dos o tres vacas, por lo que no hay mucho quien te haga trabajos”, explica. Por esto y por viabilidad, se ven obligados a comprar máquinas y hacer ellos mismos muchos de los trabajos.

“Uno de los inconvenientes es que no hay mucho a quien llamar para hacer un desbroce, una siembra de maíz o trabajos de 1 o 2 días” (Roberto Louzán)

MANEXO EXTENSIVO MASTÍNS CABRAS.jpg-min

Control del lobo

La zona de la montaña de Viascón es un punto problemático en lobo. “Los años 2017-2018 fueron en los que más ataques de lobo tuvimos”, afirma y añade que “hubo días que el lobo hizo una auténtica masacre con las cabras, de 17 y 18 bajas, e incluso atacó los mastines”.

“Hace unos años veíamos por la zona lobas con cuatro lobos pequeños, o manadas de seis lobos aquí en lo alto del monte”, comenta. Teniendo en contexto la amplitud de las zonas de pasto de los animales, Louzán fue aplicando medidas para el control de los ataques, tales cómo “un cierre de malla ganadera de 11,5 km alrededor, todo asentado con ángulos de hierro, metimos mastines, cuestión que frenó bastante los ataques, e incluso extremamos los cierres con una fosa para el lobo porque hubo momentos en los que pensé que tenía que cerrar la granja”, explica Louzán.

“Yo he tenido momentos de pensar en tener que cerrar la explotación, e incluso fui a Pontevedra, fui a Santiago, hice de todo” (Roberto Louzán)

En estos momentos tienen cinco mastines más un cachorro que viven con el ganado. “Cuando había más ataques tuve días de llegar aquí y ver que estaban los animales todos, pero que los perros estaban ensangrentados, lo que significa que vino algo por aquí pero que lo ahuyentaron”, concreta Louzán. “Una de las perras de mastín tuvieron que operarla después de un ataque, fue bastante grave, y llevó 87 puntos en el pecho”, amplía.

Costes de producción

Esta ganadería en extensivo aprovecha la extensión de los pastos y busca no cebar con pienso sus becerras, sino que “están fuera con las madres a la leche, y después al último de todo se meten para dentro, y se les da hierba seca, silo y agua para sacarles un poco de fibra”, detalla Roberto Louzán.

Trabajar en ecológico implica, en cierto modo, un ahorro, aunque en alguna ocasión específica, y debido a una carencia de alimento en los prados, “hemos traído algún saco de pienso en ecológico, pero tiene un alto coste; si la tonelada convencional anda por los 380 o 400 euros el otro debe estar por los 600 euros, y hay que tener en cuenta que, a un becerro, una tonelada no le llega para cebar”, detalla.

Otro de los inconvenientes que tienen relacionados con el terreno y la producción propia es la limitación de cultivo. Según afirma Louzán, tuvieron problemas para sembrar maíz, sin poder llegar a hacerlo debido a que “en terrenos con más de un 10% de desnivel no dejan hacer este tipo de sementeras, pero en nuestro caso se trata de un error del Sigpac que estamos intentando que nos corrijan para poder hacerlo”, incide.

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