La procesionaria del pino es una plaga considerada secundaria en el sector forestal, pues sólo en casos extremos produce daños severos sobre los pinares, pero sí es un problema que precisa de control, pues debilita las masas y favorece la penetración de otras incidencias como hongos o insectos escolítidos. Durante el último año, la procesionaria obligó al tratamiento de 3.300 hectáreas en montes de gestión pública, la superficie más alta tratada contra la procesionaria en la última década. La provincia de Ourense fue la más afectada.
El 75% de los tratamientos aplicados por la Administración se desarrollaron en la provincia de Ourense, en especial en su parte oriental. Otro 22% correspondió a Lugo, principalmente en la zona del Sil limítrofe con Ourense, en tanto en la Coruña sólo hubo tratamientos puntuales en 55 hectáreas (1,6%).
El 2018 fue el año con mayor incidencia de la plaga en la última década, pues en años anteriores los tratamientos precisos habían sido inferiores, con 1.900 hectáreas tratadas en el 2017 y 2.150 en el 2016.
Para las aplicaciones, la Xunta utiliza un insecticida biológico, elaborado a base de ‘Bacillus thurienginensis’, una cepa de bacterias que se demuestran altamente efectivas en el combate de la procesionaria. Los tratamientos se desarrollan principalmente en septiembre y octubre, cuando las larvas son pequeñas, y se acompañan de medidas complementarias en mayo, junio y julio, cuando se hacen trampeos con cajas de feromonas que atraen a las mariposas hembra de la procesionaria, lo que impedirá que se reproduzcan y desoven, mermando el impacto de la plaga en los siguientes meses.
Problemas fitosanitarios
Con todo, la procesionaria es en la actualidad un problema menor en los pinares gallegos. La principal amenaza se centra en el nematodo del pino, una plaga de cuarentena que ya afecta al sur de la provincia de Pontevedra y que se espera que impacte también en los próximos años en Ourense, pues la plaga está expandiéndose por Portugal hacia frontera gallega y se espera la llegada de su frente principal al sur de Pontevedra y de Ourense en torno al 2021.
Otro foco de preocupación se sitúa en los hongos de la banda roja y marrón, que están causando serios daños en las masas de pino insigne del País Vasco. La incógnita por despejar es si esos hongos pueden llegar a representar un problema del mismo calibre en los pinares gallegos de ‘Pinus radiata’, que se encuentran principalmente en comarcas del interior de Lugo y, en menor medida, en Ourense.