Parcelarias en Agolada: casi 20 años de espera y a punto de enterrar 800.000 euros

A finales de este año expira el plazo de las 8 parcelarias paralizadas en otras tantas parroquias de Agolada lo que provocará que se pierdan los 800.000 euros invertidos hasta el momento. El colectivo Queremos Parcelarias lleva meses movilizándose para visibilizar la importancia de estos procesos que cuentan con uno amplio apoyo vecinal

Parcelarias en Agolada: casi 20 años de espera y a punto de enterrar 800.000 euros

Miembros de la directiva de la plataforma Queremos Parcelarias, en un agro que acusa el minifundismo de estas parroquias.

En el ayuntamiento de Agolada (Pontevedra), llevan más de 17 años esperando que se rematen las parcelarias iniciadas en 8 parroquias de la zona norte del municipio. Ahora está a punto de cumplirse el último plazo para activarlas, antes de que algunos de los trámites ya realizados caduquen, con lo que se cerraría el proceso y se perderían los más de 800.000 euros invertidos hasta el momento en los procedimientos.

Los trámites se paralizaron en el 2010 por la falta de fondos y en diciembre caducarán los estudios de impacto ambiental hechos

Desde 2018, y en los últimos meses de una manera más intenso, un amplio grupo de vecinos y propietarios del municipio constituyeron la asociación Queremos Parcelarias. Este colectivo, que integra a más de 80 personas que participan de manera activa, es una herramienta con la que impulsar el proceso y con la que están confirmando el apoyo que, a pesar de los años de espera, continúan a tener los procedimientos en las parroquias afectadas.

«Si dejamos que venzan los plazos después va a costar mucho más que se lleguen a hacer las parcelarias. Le pedimos a la Xunta que al menos las decrete antes de que expiren los plazos, ya que los vecinos y propietarios siguen a querer y precisar de esta reorganización del territorio», concreta Juan Carlos Sánchez Fuciños, presidente del colectivo Queremos Parcelarias.

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El colectivo llevó a cabo varios actos reivindicativos en el casco urbano de Agolada.

Los trámites que caducarán en diciembre de este año son los estudios de impacto ambiental realizados ya en el 2004, dos años después de que se iniciaran los procedimientos. Los procesos de parcelaria en estas 8 parroquias de Agolada están agrupados en dos núcleos: Por un lado, las concentraciones de Agra, Sexo, A Baíña y Val y, por otro, Berredo, Eidián, Basadre y Ramil.

Piden a la Xunta que decrete los procesos de los 2 núcleos para evitar tener que iniciar de nuevo la tramitación

En ambos grupos los estudios medioambientais fueron favorables a la realización de las parcelarias e incluso llegó a hacerse la medición de las fincas, la comprobación de éstas y su titularidad en varias parroquias. Sin embargo, todo fue paralizado en el 2010 ante la falta de presupuesto, como justificaron en aquel momento desde la Xunta.

«Feijóo aseguró que esta sería la legislatura del rural, por eso esperamos que cumpla las promesas y reactive las de Agolada», reclama Sánchez Fuciños que reconoce la buena disposición mostrada por el actual consejero de Medio Rural, José González, con el que ya mantuvieron varios encuentros y visitó la zona.

Apoyo a la reactivación del proceso

Pese a los años que hace que se activaron los procedimientos, las parcelarias siguen contando con el apoyo de buena parte de la población y propietarios. Así lo están comprobando desde la plataforma tanto en los encuentros informativos, que están realizando en los distintos lugares, como en las nuevas recogidas de apoyos.

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En estos meses han celebrado reuniones informativas en las distintas parroquias afectadas.

El año pasado consiguieron unas 800 firmas, que representan el 95% de los propietarios, y el 98% de los Códigos de Explotaciones Agrarias (Cenas) de los dos núcleos. Los titulares de fincas que reclaman las parcelarias suponen el 40% del censo de Agolada, un municipio que en los últimos 30 años perdió casi el 60% de su población.

Al margen del apoyo que tienen los procedimientos, desde Queremos Parcelarias reclaman la reorganización de la tierra de estas parroquias aduciendo que se trata de zonas con un minifundismo extremo. Buena cuenta de ello dan que haya casos en los que 25 hectáreas llegan a repartirse en más de 220 parcelas, lo que hace muy complicado el aprovechamiento de alrededor de 470 hectáreas de terreno agrícola que están inutilizadas.

Además, insisten en la viabilidad de afrontar estas parcelarias por las propias características de la zona. «Hay varios condicionantes que hacen de este un proyecto sencillo de llevar a cabo», reivindican desde la plataforma. Una de las principales ventajas que se presenta es que de las más de 5.000 hectáreas que abarcan, hay ya cerca de unas 1.102 hectáreas localizadas en pequeños núcleos que ya están aparceladas o pertenecen a montes comunales.

Más de 800 firmas, el 95% de los propietarios y el 98% de los CEAS, avalan el apoyo de los procesos en la zona

A eso se añade la capacidad productiva que alberga esta zona. «La mayor parte de estas parroquias se sitúan en la ribera del río Ulla, un espacio muy fértil y que hace años ya demostró su valía para la producción de forrajes con cultivos como el maíz o los girasoles. Hay unas 1.000 hectáreas en el conjunto de las 8 parroquias que serían válidas para estos cultivos «, concreta Sánchez Fuciños.

Las parcelarias serían también claves para abordar la importante producción de purines que se localiza en algunas de estas parroquias, derivadas de una destacada actividad ganadera, entre las que se localizan algunas punteras, como la Granxa Sueiro, reconocida por su labor a favor de la sostenibilidad. «Poner a producir estas tierras es una manera más de fomentar la economía circular, dándole salida a estos residuos, aprovechándolos para producir en vez de emplear fertilización química y reduciendo el impacto ambiental de su traslado», apuntan desde la plataforma.

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Hay fincas en las que solo cabe plantar una hilera de árboles por sus dimensiones.

No son las únicas potencialidades que tiene esta zona, ya que desde la Asociación Forestal de Galicia también elaboraron un informe en el que se concreta que se trata de una zona donde abundan los terrenos de gran capacidad productiva y propicia para llevar a cabo programas de fomento de la producción forestal con especies destinadas a la producción de madera de alto valor. En concreto contemplan especies como el cerezo, el castaño, nogal híbrido, roble americano o pino del país, todas ellas muy bien adaptadas a las condiciones ecológicas de estas comarcas.

«Esta es una zona muy variada y excelente para las frondosas por lo que sería muy viable para muchas especies pero no se le puede exigir a los propietarios que cuiden las parcelas y tengan una silvicultura idónea con este minifundismo que limita la gestión», reflexiona Manuel Lorigados, miembro de la junta directiva de la Asociación Forestal de Galicia y oriundo de la parroquia de Eidián.

En la actualidad, en estas zonas hay varios proyectos condicionados por el avance de los procesos y por la disponibilidad de tierra. Iniciativas como plantaciones de manzanos para sidra, olivares, sotos de castaños para el aprovechamiento del fruto o nuevas granjas avícolas esperan por las parcelarias. «Hoy, en estas parroquias se contabilizan ya más de 50 puestos directos en distintas empresas ganaderas, más de lo que se contabiliza en el polígono industrial», reivindican desde la plataforma. Con los proyectos ganaderos que están pendientes estiman que se crearán otros tantos puestos de trabajo.

Basta un recurrido por las parroquias para conocer de primera mano las reclamaciones de vecinos y propietarios para que activen y rematen estos procesos y disponer de una organización de la tierra que facilite un mayor aprovechamiento a la par de combatir el abandono.

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Uno de los proyectos a la espera es una plantación de manzanos de sidra, para el que ya cuentan con una parcela experimental.

Proyectos pendientes de terreno

Buena parte de estas parroquias acusan a las limitaciones del minifundismo que está dejando yermos muchos terrenos. Un ejemplo es el lugar de Basadroa, en la parroquia de Eidián, donde sólo queda una ganadería, cuya propietaria está a punto de jubilarse, y el campo esmorece desde hace tiempo. «Es una zona muy buena pero los cierres de losa y el reducido tamaño de las parcelas hace que ni siquiera ningún vecino se interese por trabajarlas y queden año tras año sin segar», apunta Ángel Méndez, un vecino de la parroquia que retornó hace poco a esta zona desde A Coruña.

Ángel es un entusiasta del rural, un visionario según él mismo dice, y de las potencialidades del campo, que están desaprovechadas. En su afán por ver un rural dinámico y productivo visitó explotaciones en Galicia, Portugal y Extremadura. Allí vio como existen fincas donde se hace la recogida mecanizada de la castaña y los productores están organizados en cooperativas obteniendo un rendimiento muy importante.

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Ángel Méndez y su hijo Santiago en el agro de Basadroa, que en los últimos años está infrautilizado.

«La sorpresa fue a descubrir que están llevando planta y tecnología de Pontevedra para Extremadura y aquí, zona de Indicación Geografía Protegida de la castaña, está yermo o con eucaliptos. Tenemos muy cerca la empresa transformadora de la castaña más grande de Europa que tiene que importar porque aquí hay muy poca producción», concreta. Ángel y su hijo Santiago proyectan dedicar la mayor parte de las 22 hectáreas de las que disponen a plantar castaños si consiguen concentrar las tierras, sino Santiago será uno más de los que abandonen el rural.

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En este agro de Berredo, se contabilizan al menos 9 parcelas.

No es la única plantación que espera por disponer de fincas adecuadas para un mayor aprovechamiento. Otro proyecto contempla una plantación de 5 hectáreas de castaños micorrizados para combinar la castaña con la producción de setas. «Estas son zonas que pueden tener un futuro, que no debieran estar condenadas a esmorecer. Cabe el aprovechamiento de la tierra, adecuándose a lo que se adapte mejor. Hay zonas para ganaderías de carne y de leche, para granjas y otras muy buenas para plantaciones de fruto pero, si no hay un tamaño idóneo y unos accesos a estas parcelas esto es inviable», indica Ramón Moreira, impulsor de la plantación de castaños micorrizados.

A la par de frenar este proyecto, el vecino acusa ya las limitaciones del tamaño de las parcelas en esta zona. «Ahora mismo resulta imposible sembrar maíz o trigo para las gallinas porque tienes que estar cerrando todas las fincas por el jabalí y no es viable cerrar parcelas tan pequeñas porque pierdes mitad de ellas», apunta Ramón.

En la zona de Val de Sangorza, iniciaron ya los primeros trámites para la plantación de manzanos para sidra. Una parcela experimental es el primer paso de cara a la una plantación impulsada por el grupo Galitec que quiere llegar a plantar unas 30 hectáreas. Al margen de la plantación, la firma también proyecta la construcción de una explotación avícola de 40.000 gallinas camperas para lo cual también precisan contar con fincas con dimensiones adecuadas.

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En algunos casos un mismo rebaño se reparte en distintas fincas de reducidas dimensiones para pastar.

Ganaderías condicionadas por el minifundio

El día a día de las ganaderías de vacuno de estas zonas también está condicionado por la limitación del acceso a parcelas apropiadas para el cultivo. «Te preguntas muchas veces si la actividad es viable porque estamos muy limitados por las condiciones de las parcelas. Ya no es sólo el tamaño reducido de las fincas, sino también las dificultades que tienes para acceder a ellas», apunta José Casal, un ganadero de la parroquia de Basadre con una ganadería de vacuno de carne.

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Para sembrar una finca de 6 hectáreas de máiz, Alberto tuvo que reunir unas 18 parcelas de distintos propietarios.

En la misma situación se encuentra su vecino Alberto Varela, uno de los pocos ganaderos de vacuno de leche que quedan en la zona. Con una granja de 80 animales, donde ordeña unas 40 vacas, la falta de parcelas adecuadas hace que tenga que incrementar los esfuerzos para que la actividad sea rentable. «Con los costes que hay hoy en día en la alimentación tienes que producir la mayor cantidad de forrajes posible y aquí estamos muy lastrados por la tierra. Es muy difícil ser competitivos así», indica el ganadero.

De hecho, las 80 hectáreas de terreno de las que dispone están repartidas en unas 200 parcelas. «Hay fincas que, por su tamaño, no puedo ni acceder con maquinaria. Algunas son tan pequeñas que no sé ni localizarlas bien pero, aun así, estoy pagando los impuestos por ellas», recuerda Alberto.

Una larga espera

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Manuel Moure, un ganadero de Berredo, ya jubilado, recuerda el apoyo que tuvieron los procesos ya en su inicio.

Vecinos y propietarios coinciden en señalar en los estragos que hizo la larga espera por esta reordenación del territorio. Manuel Moure, ganadero ya jubilado y vecino de Berredo ratifica que el proceso llega con retraso. «Tenían que tenerlo hecho antes. Firmamos ya en aquel momento porque veíamos la necesidad de hacer cambios. Ahora muchos marcharon o fueron muriendo y sus herederos ni saben localizar las tierras», apunta Manuel que aún tiene esperanza de que se acometan las parcelarias. De hecho, en uno de los campos de Berredo se juntan unos 12 de propietarios en una superficie que no llega ni a los 5.360 metros cuadrados.

Hay propietarios con poco más de 20 hectáreas repartidas en más de 260 parcelas

Casi parejo al inicio del proceso de concentración, Martín Vázquez constataba que «la ganadería no era viable y tuve que rematar echando el cierre y buscando otras opciones», indica. En su caso contaba con una ganadería familiar e incluso había realizado ya una inversión, tanto en maquinaria como en las instalaciones, pero las dificultades para hacerse con tierra y para gestionar las 21 hectáreas en propiedad, repartidas en 265 fincas, hicieron que se decidiera a cambiar de actividad.

Martín sigue apegado a la zona y piensa en aprovechar la tierra si consiguen disponer de parcelas que le faciliten su gestión mediante plantaciones o para ganado. «No podemos dejar que quede todo abandonado, eso lo que propicia es que cada vez haya también más fuegos incontrolados y en esta zona ya estuvimos muy castigados por los incendios», detalla.

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Manuel Mosquera es uno de los jóvenes de la zona que valora aprovechar las tierras familiares en un futuro.

También terminaron vendiendo las vacas de la ganadería familiar que tenían en Agra, Luis Mosquera y María José Fociños. «Con mis abuelos ya mayores y con las 20 hectáreas que teníamos repartidas en 119 fincas resultaba muy complicado mantener esta actividad», recuerda Manuel Mosquera, hijo de los propietarios. Su padre compaginaba la granja con otra actividad y terminó por resultarles más factible la venta de la ganadería. «No queremos dejar las tierras abandonadas, pueden ser rentables en un futuro pero tal y como están ahora es muy difícil incluso tenerlas atendidas o alquilarlas para el ganado», indica Manuel.

Incrementar las partidas destinadas a las parcelarias

Desde la plataforma también le trasladarán a la Administración una petición formal para que incremente las partidas destinadas a las parcelarias, sobre todo de los fondos procedentes de la Unión Europea a través de los Planes de Desarrollo Rural (PDR).

Le piden a la Xunta que destine un 20% de los presupuestos europeos de los que dispone para las parcelarias

Le piden a la Xunta que destine a las parcelarias un 20% de los presupuestos europeos de los que dispone, con lo que se multiplicaría por 5 los fondos disponibles, que además representan el 75% del presupuesto de los procesos. «Este incremento de los presupuestos serviría también para evitar las disputas entre municipios para conseguir contar con parcelarias», reivindican.

Al margen de reivindicar la necesidad de acometer estos dos procesos de parcelaria iniciados, desde la plataforma también están solicitando un tercero para las parroquias de Brocos y Sexto. «Todas estas parroquias forman una comarca natural, con características similares, y en el caso de estas dos fueron seriamente castigadas por el embalse de Portodemouros, quedando anegadas las mejores tierras, por lo que bien merecen desde la Administración un reconocimiento a su aportación al sector energético», concretan desde la plataforma Queremos Parcelarias.

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