
Parcelas convencional (izquierda) y regenerativa (derecha)
Aumentar la biodiversidad y la materia orgánica en el suelo, reducir el uso de agroquímicos y el laboreo del terreno o profundizar en el bienestar animal y la resiliencia climática son algunos de los principios básicos de la agricultura regenerativa. Bajo esas y otras premisas, los participantes en los cursos organizados por la Fundación Juana de Vega y Agroassessor aprendieron las claves para sacar adelante en Galicia proyectos vinculados a este tipo de prácticas. Y lo hicieron de la mano de Robert Madeo, de The Regen Academy, un centro formativo y consultoría internacional especializada.
¿Cuáles son las claves a tener en cuenta?. Antes de iniciar el proyecto previsto, hay que calibrar con qué medios se cuenta, en qué circunstancias se va a trabajar y, sobre todo, qué es lo que queremos hacer. Así, Madeo detalló una serie de ocho puntos en los que es necesario fijarse. Porque, de los resultados que se obtengan de esa observación, puede salir adelante la iniciativa o quedar descartada.
Lo primero a lo que aludió fue el rumbo, es decir, la responsabilidad que cada persona que participe en el proyecto va a tener que asumir para alcanzar el objetivo de crear una explotación regenerativa que sea sostenible en lo social, lo ambiental y, por encima de todo, lo económico. En este apartado hay que analizar incluso los sacrificios personales que se está dispuesto a asumir.
En segundo lugar, hay que hacer una valoración profunda del clima donde vamos a operar. Temperaturas medias, máximas y mínimas; cantidad de lluvia anual y momentos en los que se concentra, grado de humedad que se da en las parcelas a lo largo del año, frecuencia, fuerza y procedencia de los vientos, días en los que hay helada… todos los datos climáticos que se puedan recoger serán de utilidad para el trabajo futuro.
Después hay que analizar el entorno legal, comercial y geográfico en el que vamos a desarrollar la actividad. Los aspectos legales son de los más importantes: de ellos dependerá que obtengamos permisos para acometer determinadas acciones, que podamos acceder a subvenciones y certificaciones o que se nos reconozcan derechos para ejercer la actividad.
Y, por supuesto, hay que saber cuál es el mercado al que nos dirigimos, qué competencia existe, cuáles son las tendencias de consumo, cómo podemos diferenciarnos… En cuanto al aspecto geográfico, las claves son la altitud, la orografía y la orientación de las parcelas.
El rumbo es el primer paso y el más importante. Saber qué se quiere hacer, cómo hacerlo y hasta dónde se está dispuesto a llegar
La gestión del agua condiciona cualquier explotación agroganadera. También las regenerativas. Por eso, es preciso saber qué disponibilidad hay (canales, manantiales, pozos, fuentes, traídas…), qué sistema de almacenamiento vamos a usar, diseñar un plan de riego y aprovechar la lluvia.
Y hay que conocer el suelo desde tres puntos de vista:
-
Físico: textura, estructura, porosidad, capacidad de retención de agua
-
Químico: acidez, nutrientes, limitantes
-
Biológico: carbono y biodiversidad
Para que los análisis del suelo sean fiables, hay que recoger una muestra compuesta por cada tipo de suelo y manejo con un mínimo de 5 puntos en suelos idénticos. Y extrayendo no más allá de 30 centímetros de profundidad y eliminando la parte orgánica.
También se recomienda un análisis microbiológico, que deberá realizarse entre 10 y 15 cm de profundidad, no pesar más de 0,5 kilos, guardarse en una bolsa ventilada y entregarse antes de 24 horas desde su recogida.
El sexto punto se refiere a la biodiversidad. Es necesario estudiar los vertebrados, plantas e insectos que hay en las parcelas y los que pensamos introducir. Y no porque la biodiversidad sea un fin en sí mismo, sino porque nos facilitará alcanzar los objetivos que se trazan en la agricultura regenerativa.
Para los aspectos de manejo, hay que partir de la situación inicial de las parcelas y de lo que se quiere hacer de nuevo. Porque es muy diferente un suelo cubierto de uno descubierto, una fertilización química de una orgánica o un pastoreo racional de uno intensivo. Y valorar recurrir a balances minerales y aportación de microorganismos.
Finalmente, hay que hacer un recuento de todos los recursos con los que contamos antes de iniciar el proyecto. Tierras, maquinaria, instalaciones, ganado, personal, conocimiento… aunque lo más importante siempre será el dinero. Porque lo que se vaya a hacer tiene que ser rentable y no puede partir de un planteamiento con pérdidas.

Ganado en agroforestería regenerativa
Una vez conocida la posición de partida, el siguiente paso es seleccionar lo que se quiere y se puede hacer. El divulgador Madeo explicó muy detalladamente las claves de un proyecto que se desarrolló en la provincia de Girona y cómo se fueron descartando opciones porque no se ajustaban ni a los objetivos ni a la situación de partida.
Entre las opciones iniciales, estaban desde la producción de cestas ecológicas hasta la elaboración de quesos ecológicos de cabra o trigo panificable y pollos también ecológicos.
En la agricultura en general y en la regenerativa en particular no hay blancos y negros. Sólo grises. Hay miles de matices que influyen en todos los procesos (Robert Madeo, The Regen Academy)
Mediante un sistema de preguntas preestablecidas, se determina si el plan cumple con las expectativas de la agricultura regenerativa, si hay recursos para sacarlo adelante, qué cambios requiere y qué implicaciones tiene. Como ejemplo, Madeo presentó un esquema de permacultura, donde los espacios se dividen en función de la actividad que requieran, situándose más lejos los que menos trabajo necesitan y quedando más cerca los que más labor requieren.
Con todo, el divulgador recalcó que cada modelo es diferente y lo que vale para uno puede ser negativo en otro similar. “En la agricultura todo son grises. Es muy raro que algo sea blanco o negro. Siempre hay miles de matices”, dijo.

Esquema básico de ordenación del terreno en permacultura
Madeo recordó que la agroforestería (la integración de ganado, árboles y cultivos) siempre es positiva en la agricultura regenerativa porque aumenta la calidad y cantidad de las producciones. Y describió además el Key-line o línea clave, un sistema de manejo de las aguas que las mantiene el máximo tiempo posible en las parcelas, reduciendo la erosión y aumentando la infiltración y retención.
En una segunda jornada, el especialista habló de las diferentes opciones informáticas que tienen los emprendedores en agricultura regenerativa para diseñar sus explotaciones. Entre ellas, citó los programas QGIS, ArcGIS, AutoCAD y SketchUp, pero señaló como el más adecuado el que ofrece Google Earth.
Madeo hizo una demostración práctica del funcionamiento de ese programa y los alumnos realizaron un ejercicio en el que aplicaban las herramientas de Google Earth al diseño de sus proyectos.
El objetivo era comprobar cómo la informática es cada vez más una aliada de los agricultores y cómo estos programas pueden mejorar la gestión diaria mediante la introducción e interpretación de datos. Tipos de cultivo, cantidades recogidas, altitud de las parcelas, presencia de materia orgánica, fechas de más lluvia… son casi infinitos los datos que se pueden volcar en este y otros programas y apps similares.
Cuando ya tenemos toda la “visión” que nos ofrece el programa pasamos a trabajar con ella en la vida real, en lo tangible. De ese modo, lo primero es comprobar que se ajusta a nuestro plan de negocio. De ser así, y por poner un ejemplo, para delimitar una parcela por las características diferenciales que nos informa Google Earth, podemos contratar a un topógrafo que nos haga las mediciones y fije los lindes o también recurrir a un tractor o un dron que nos marque los puntos de linde.
Más allá de permitirnos planificar cada ejercicio y tener conocimiento del estado de las parcelas, estas herramientas informáticas hacen que haya más tiempo disponible para centrarse en el trabajo del día a día.
El diseño de la parcela es posterior al análisis que se hace para empezar el proyecto, pero siempre hay que volver a contrastarlo con el plan de negocio
Además de los ejercicios prácticos con el programa de diseño de parcelas, Madeo recordó que los objetivos de la agricultura regenerativa son muchos y muy variados y, por eso, no siempre podemos medir cuántos de ellos estamos cumpliendo. Lo que se puede hacer es priorizar cada año la observación de un grupo de 9 metas y analizar en qué punto estamos, qué falta y qué hicimos bien. Un aprendizaje continuo. Cuidado de los suelos, rentabilidad económica, usos del agua, biodiversidad en la explotación y captura de carbono son los grandes parámetros, pero hay muchos otros apartados.
La segunda jornada finalizó con la explicación de proyectos de agricultura regenerativa que ya están en marcha y que en la mayoría de los casos sirven como referencia para todas las personas que desean comenzar una actividad profesional en este sector.
Las granjas Polyface, de Estados Unidos, dirigidas por Joel Salatin, son una de las más conocidas. O el Market Gardener Institute, de Canadá, que a pesar de su reducido tamaño ya tiene fama en todo el mundo por su método de cultivo. Como también empieza a tener renombre mundial el proyecto de Can Font, una granja familiar situada en el Alto Ampurdán, en Girona, y que será visitada por los participantes en este curso organizado por la Fundación Juana de Vega y la empresa Agroassessor.