Ana Castaño Doce y los hermanos Recaredo y Lino López Franco forman Penenza SL, una ganadería ubicada en el lugar de O Mato, en la parroquia de Friolfe, perteneciente al ayuntamiento de O Páramo. Decidieron hacer una apuesta por la modernización y por conseguir un volumen competitivo que les permita seguir produciendo leche.
«Los inicios son complicados, porque solo te llegan letras para pagar»
«Somos una fusión de dos explotaciones de la misma parroquia que comenzamos en noviembre de 2018 a trabajar en conjunto. Sumamos la base territorial de las dos y ampliamos una de las naves para juntar en ella las vacas en producción y hacer en la otra la recría», cuenta Ana.
Hoy ordeñan 105 animales y cuentan con 160 cabezas totales, pero su intención es seguir creciendo hasta completar la capacidad máxima de los dos robots de ordeño que instalaron. «Empezamos con un robot de segunda mano en esta nave. Yo seguía ordeñando en la sala en mi casa. Luego, al hacer la ampliación, juntar las vacas y traerlas para aquí, ya pusimos los dos robots nuevos en funcionamiento», explica.
«La idea que tenemos es completar la capacidad del segundo robot. Para eso estamos recriando todo y poniendo sexado a las primerizas», añade. Tendrían que crecer alrededor de un 20% en las vacas en producción para maximizar de este modo la inversión hecha. «Los inicios son complicados, porque solo te llegan letras que pagar», dice Ana.
Inseminan a los 13 meses
Aprovecharon las instalaciones de la otra ganadería para hacer la recría, que tienen de este modo separada de la producción. Destetan a las terneras cuando tienen dos meses de vida y con 5 meses las llevan para esa otra nave, en la casa de Ana, donde continúan el proceso de recría tratando de acelerar el crecimiento de las terneras. «Intentamos inseminar a los 13 meses, aunque alguna se retrasa por tamaño», explica. Una vez preñadas, cuando se acercan al momento del parto, las novillas próximas vuelven para O Mato.
«Las vacas dentro están por comodidad nuestra, pero no de ellas, los animales nacieron para estar fuera»
«Las traemos para junto de las secas, que están en una finca de 4.000 metros cuadrados al lado de la nave de producción. Las vacas secas están todo el año fuera, es donde mejor están. Las vacas dentro están por comodidad nuestra, de los ganaderos, pero no de ellas, los animales nacieron para estar fuera», considera.
Mejora de los cubículos
La comodidad y el confort de las vacas es uno de los aspectos que priman en esta ganadería. La ampliación que hicieron en la nave de producción mejoró el diseño de la zona de descanso de los animales. «En los cubículos nuevos hay mucha diferencia a la hora de trabajarlos nosotros y también en la comodidad de las vacas, porque son más amplios», reconoce Recaredo. Para la cama de las vacas en producción emplean colchoneta de goma y carbonato. «Aquí nunca hubo arena ni la va a haber, a mí no me convence», afirma.
«Aquí nunca hubo arena ni la va a haber, a mí no me convence»
Cuando hicieron la ampliación de la cuadra construyeron una fosa nueva para el purín con capacidad para un millón seiscientos mil litros. «Es una de las mayores inversiones de una explotación, con el dinero de la fosa comprabas un piso, pero a nosotros nos hace más falta la fosa que el piso», bromea Ana.
Es una fosa cubierta y con capacidad suficiente como para gestionar el purín según las necesidades de fertilización de las distintas fincas, de manera que lo pueden guardar para cuando les hace falta. «Te da tranquilidad, porque sabes que tienes el purín almacenado y que puedes usarlo cuando lo necesitas. Antes tenías que estar pendiente de sacarlo, a veces lloviendo o sin tener mucho sitio donde echarlo porque se te llenaba la fosa y luego cuando te hacía falta de verdad no lo tenías. Muchas veces desperdiciabas ese valor que tiene el purín como abono y que te permite reducir costes en el gasto en fertilizantes químicos», explican.
La falta de concentración de las fincas dificulta el trabajo
La explotación la atienden entre los tres: Ana, Recaredo y Lino. «Hacemos falta todos porque también hacemos el trabajo agrícola, aunque con los robots, tal y como lo tenemos ahora, una persona sola, no habiendo complicaciones, atiende perfectamente la cuadra un día o dos», cuentan. Eso les permite organizarse para hacer los descansos o para librar un fin de semana, por ejemplo.
Una circunstancia que les dificulta el trabajo es la dispersión de las fincas. La falta de concentración parcelaria complica y encarece las labores agrícolas. «Los trabajos de campo los hacemos nosotros, solo traemos maquinaria de fuera para las campañas y solo contratamos lo que es la cosechadora», explica Ana.
«Se empezó con la parcelaria hace 17 años pero está aún sin ejecutar. Cuando la den finalizado igual ya no estamos nosotros en esto»
«Aquí no hay concentración parcelaria y es complicado trabajar. Está empezada, se comenzó con ella hace 17 años pero está aún por ejecutar, hicieron las mediciones de las parcelas hace tres años pero cuando la Xunta dé finalizado la parcelaria igual ya no estamos en esto nosotros, igual ya nos jubilamos o tuvimos que dejar la actividad», se queja.
60 hectáreas de terreno
Penenza SL maneja una superficie de unas 60 hectáreas de terreno, de las que sembraron a maíz en la última campaña un total de 13. «No toda la tierra que tenemos vale para echar maíz y menos aun así, con fincas pequeñas y dispersas», evidencian.
Hacen el ensilado en la propia explotación y diariamente les viene el carro mezclador de la cooperativa Aira a hacerles la ración, en la que echan 15 kilos de silo de maíz, 6 de silo de hierba y 8 de concentrado.
«No nos centramos en aumentar grasa y proteína, lo que buscamos son litros, porque la empresa que nos recoge no paga la calidad, solo te descuenta si no llegas al mínimo fijado»
El promedio de producción diaria que logran es de 37,5 litros por vaca y día, con un 3,70% de grasa y un 3,20% de proteína. Los dos robots están por ahora con pocos animales, menos de los que podrían asumir, por lo que la media diaria es de 3,1 ordeños por vaca.
Su estrategia de producción está enfocada a la empresa que les recoge la leche. «Vendemos la Naturleite desde enero de 2019, antes llevábamos ya muchos años en Celta», cuentan. Por eso en esta explotación no buscan calidades, sino aumentar en volumen producido. «Ellos lo que quieren es leche y no te pagan la calidad, solo te penalizan si no llegas. Por eso nosotros no nos centramos en los porcentajes de sólidos porque con tener lo justo para que no nos descuenten nos llega», argumenta Ana.