La procesionaria del pino, una plaga que debe su nombre a las características hileras que forman las orugas cuando bajan al suelo, está generando en las últimas semanas alertas locales en zonas verdes y áreas forestales de uso público. El problema tiene escaso impacto en los pinares, pero sí es un riesgo para personas y perros por los pelos urticantes de las orugas, lo que genera preocupación en concellos como Vigo y Baiona (Pontevedra). También en Guitiriz y Begonte (Lugo) o en Ares y Cabanas (A Coruña) se han trasladado alertas en las últimas semanas.
La Estación Fitopatolóxica de Areeiro, dependiente de la Deputación de Pontevedra, explica que la procesionaria es una plaga que apenas causa daños directos. En Galicia, la principal afección se produce en el pino insigne (‘ Pinus radiata’) y es detectable fácilmente por los característicos bolsones blancos que forma la plaga en la copa de los pinos. “Es una plaga que sí es cierto que indirectamente puede debilitar al pino radiata, favoreciendo que actúen plagas secundarias, como escolítidos u hongos oportunistas, pero que por sí sola no causa daños directos, salvo situaciones puntuales”, explica Rosa Pérez, de la Estación Fitopatolóxica de Areeiro.
En cualquier caso, la Estación sí suele lanzar avisos cuando se detecta el inicio de la bajada de las orugas al suelo, pues los insectos proceden a lanzar pelos urticantes en caso de acercamiento de personas o animales, lo que puede causar fuertes urticarias y alergias.
Adelantamiento de las procesiones
Estos últimos años, el descenso de las procesiones se está adelantando varios meses por factores climáticos. “Si hasta hace unos años, lo habitual era que las procesiones de enterrado se iniciaran a comienzos de febrero, los últimos ejercicios detectamos su inicio desde fines de noviembre” -explica Rosa Pérez-. “Esta campaña vimos procesiones a finales de diciembre y siguen produciéndose a finales de enero. Las colonias están teniendo un comportamiento muy desigual, no puedo decir el motivo, pero parece estar relacionado con cuestiones climáticas”, considera.
Desde el sector forestal, se valora la procesionaria como una “gripe del pino”, en palabras de Francisco Dans, director de la Asociación Forestal de Galicia. “Hay años que tenemos más y años de menos, pero no es un problema grave para el pino. En ocasiones se generan pequeñas alarmas a nivel local, pero no es un plaga que preocupe a nivel forestal. El verdadero problema lo tenemos con el nematodo del pino o con una posible expansión de las bandas marrón y roja”, concluye.
Tratamientos de la Xunta sobre 3.280 hectáreas de pinares
La Administración autonómica mantiene un programa de control de la procesionaria en los montes de gestión pública, tanto en los montes vecinales conveniados como en los montes de titularidad pública. La Xunta realiza todos los años prospecciones para conocer los niveles de infestación de la plaga y decidir las zonas de actuación, si bien precisa que el impacto en Galicia es escaso.
Durante 2018, Medio Rural actuó en 3.280 hectáreas, para lo cual destinó un presupuesto de 200.000 euros.
Los tratamientos aplicados por la Administración son de dos tipos. Por una parte, un tratamiento fitosanitario en el que se suelta de forma aérea un parásito que las propias larvas de la procesionaria comen, lo que les crea una bacteria intestinal que acaba con ellas. Son tratamientos que se desarrollan en los meses de septiembre y octubre, cuando la larva es pequeña.
Previamente, en los meses de mayo, junio y julio, la Administración usa una técnica de trampeo, con cajas dotadas de feromonas que atraen a las mariposas hembras, de manera que no podrán reproducirse ni desovar.