«Producir más contaminando menos, nosotros pensamos que eso es factible»

Ricard Ramón i Sumoy, Jefe de Unidad Adjunto de Perspectivas de la PAC de la Comisión Europea, avanza cambios legislativos importantes en los próximos tres años en materia de fitosanitarios, fertilizantes, antibióticos, etiquetado de productos y bienestar animal para aplicar la Estrategia 'De la granja a la mesa' y defiende las bondades de la nueva Política Agraria Común para el periodo 2021-2027

Ricard Ramon i Sumoy Comision Europea PAC

El pasado 20 de mayo, la Comisión Europea publicó dos documentos que avanzan las directrices de las políticas agrarias comunitarias para los próximos diez años: el programa De la granja a la mesa y Biodiversidad Horizonte 2030. La Estrategia De la granja a la mesa contiene un Plan de Acción con 27 medidas para los próximos años que, sin duda, marcarán la agricultura en esta década. Entre ellas, destacan la reducción en el uso de los pesticidas agrícolas y de los antibióticos en el ganado en un 50%, disminuir los fertilizantes en un 20%, aumentar a cultivo ecológico hasta llegar al 25% de la superficie agraria en el conjunto de la UE, que la agricultura contribuya al enfriamiento del planeta y mejorar el bienestar animal y la posición de los productores en la cadena de valor.

Leída por encima, la estrategia De la granja a la mesa suena muy bien e incluye muchas iniciativas y finalidades que, aparentemente, deberían ser positivas para el campo, los consumidores y la sociedad en su conjunto. Pero las nuevas exigencias en materia de sostenibilidad ambiental que los agricultores y ganaderos deberán cumplir en los próximos años podrían encarecer los costes de producción y reducir los ya de por sí mínimos márgenes de beneficio de las explotaciones.

Para abordar los aspectos que traerá consigo la nueva estrategia para la producción de alimentos de la Unión Europea y los desafíos que se presentan al sector la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) celebró este lunes una jornada de debate online en la que participó el Jefe de Unidad Adjunto de Perspectivas de la PAC de la Comisión Europea, Ricard Ramón i Sumoy, nacido en Tarragona pero que acumula una larga experiencia en Bruselas, donde lleva más de 20 años trabajando en la gestión comunitaria.

El alto funcionario de la Comisión Europea considera que es posible «producir más contaminando menos». «Nosotros pensamos que esto es factible, porque hay que producir más para alimentar al aumento de población mundial», asegura en relación a las proyecciones de la ONU, que estiman que en 2050 habrá más de 9 billones de personas habitando el planeta.

«Los avances técnicos nos tienen que permitir romper esa aparente contradicción, que se daba hasta hace años, entre la seguridad alimentaria y la huella climática, para que sea compatible aumentar la producción de alimentos y contaminar menos, aunque esta es una transición global, que no puede hacer sólo la UE, porque si Europa reduce su huella climática pero el resto del mundo no lo hace tendremos un problema», asegura Ricard, por eso apuesta por implicar al resto de países productores del mundo a través de los acuerdos comerciales que firme la Unión Europea en adelante.

Aunque admitió que la decisión final en relación a la Estrategia De la granja a la mesa no la va a tomar la Comisión Europea, ya que es el Parlamento Europeo junto con los Ministros de Agricultura de los 27 países comunitarios los que tienen que aprobarla, explicó que el documento presentado refleja «la voluntad política» del Ejecutivo comunitario «en consonancia con las tendencias del mercado y las preocupaciones de los consumidores».

No queremos hacer de esto buenos y malos, lo que se trata es de hacer entre todos esta transición y acompañar este cambio hacia una agricultura que sea sostenible y también rentable

Restó importancia al hecho de que la Estrategia De la granja a la mesa esté liderada por la comisaria de Sanidad europea, Stella Kyriakides, y que el comisario de Agricultura, Janusz Wojciechowski, ni siquiera estuviese presente en la presentación del documento. «Las decisiones son colegiadas, independientemente de quien salga en la foto o haga el discurso», justificó.

«La Estrategia De la granja a la mesa responde a un cambio importante de la Comisión para los próximos años, queremos dar un salto importante de sostenibilidad para el conjunto de la economía dentro del Pacto Verde Europeo y pensamos que el relanzamiento de la economía tras la Covid tiene que ser verde. No queremos hacer de esto buenos y malos, lo que se trata es de hacer entre todos esta transición y acompañar este cambio hacia una agricultura que sea sostenible y rentable», argumentó en defensa de los planes de Bruselas.

Por primera vez, objetivos concretos medibles

Ricard Ramón explicó que dentro de las intenciones del Ejecutivo comunitario «se combinan dos elementos de la gobernanza y este documento, a diferencia de otros que hemos presentado hasta ahora, tiene metas cuantificables, que son objetivos y marcan una dirección, son aspiraciones políticas a las que nos gustaría llegar. No es tan importante el objetivo como el camino», aseguró.

En este sentido, resumió en cinco las prioridades de aquí a 2030: reducción del uso y riesgo de pesticidas, con un descenso del 50% en el volumen total de productos fitosanitarios usados en agricultura y una reducción también a la mitad en la utilización de aquellos que presentan una mayor toxicidad; evitar en un 50% la pérdida actual de fertilidad del suelo y con ello aminorar en un 20% el uso de fertilizantes; usar la mitad de antibióticos en la producción ganadera; incrementar hasta el 25% de la SAU comunitaria la superficie ecológica y lograr que el 10% de la superficie agraria europea contenga elementos de valor ambiental.

La Directiva de Uso Sostenible de Pesticidas de 2009 no ha funcionado y por eso debemos seguir empujando

Justificó que no haya habido un análisis de impacto previo de estas medidas porque, explicó, «se hacen cuando hay actos legislativos firmes, no cuanto se hacen propuestas de objetivos de carácter político», pero indicó que «estas cifras tienen en cuenta las tendencias de los últimos años y las proyecciones existentes, pero en último término su establecimiento es un objetivo y una decisión política», admitió.

«La Directiva de Uso Sostenible de Pesticidas de 2009 no ha funcionado y por eso debemos seguir empujando, y la reducción de antibióticos es quizás el objetivo más fácil de cumplir, porque depende básicamente del porcino y avicultura y en esos sectores ya ha habido grandes avances en los últimos años», ha destacado.

Cambios legislativos importantes en los próximos tres años

La Estrategia presentada el pasado 20 de mayo por la Comisión dará lugar a partir de ahora a todo un cuerpo legislativo con distintas leyes y normativas, indicó. «A partir de ahora se van a ir desglosando las medidas concretas en distintos actos legislativos y las propuestas legislativas irán acompañadas de estudios de impacto para analizar cómo afectarán a la producción agrícola», avanzó.

Se autorizará en los piensos el uso de encimas que mejoren la digestión en rumiantes para reducir de esta forma las emisiones de metano

Muchas de estas nuevas propuestas normativas (o modificación de las ya existentes) tendrán lugar en los próximos tres años, tales como la aprobación este mismo año del Plan de Acción de Agricultura Ecológica, previsto para finales de 2020; la modificación de la Directiva de Pesticidas, cuya aprobación se espera en 2021; la revisión del Reglamento de Antibióticos, que tendrá lugar también el próximo año; la inclusión de ajustes en las Normas de Competencia para favorecer la cooperación en el sector primario, fijada en el calendario en 2021; la revisión del Reglamento de Aditivos para piensos, que autorizará el uso de encimas que mejoren la digestión en rumiantes para reducir de esta forma las emisiones de metano, que se espera también a finales del año que viene; los cambios a nivel de etiquetado de los alimentos, para aportar mayor información al consumidor, en 2022; o la revisión de las Normas de Bienestar Animal, incluido el transporte y el sacrificio, previstas para 2023.

Avances tecnológicos aplicados a la producción de alimentos

Para este alto funcionario comunitario, el Ejecutivo europeo pretende «poner a remar en la misma dirección a las distintas piezas del puzle, fundamentalmente tres: el productor, el consumidor y la ciencia. «Hay que facilitar que el desarrollo tecnológico llegue cuanto antes a nuestros agricultores y ganaderos», insistió

Defensor de democratizar la modernización tecnológica porque sino las pequeñas explotaciones no podrán competir con las grandes, Ricard defiende el modelo de explotaciones familiares europeas a las que ve futuro. «A veces nos cuesta darnos cuenta de la gran revolución tecnológica en curso que se está produciendo y que se está democratizando y llegando a las pequeñas explotaciones, estos avances no son ya cosa sólo de las grandes explotaciones», afirma.

Pero para poder adoptar todas estas tecnologías, como la agricultura de precisión, «tiene que haber cobertura de banda ancha en todo el territorio rural de la UE en 2025», remarca. «Este objetivo existía ya, pero la Comisión insiste en él para que los fondos de la PAC permitan lograr alcanzar este objetivo con los fondos de desarrollo rural», anuncia.

La discusión sobre los Organismos Modificados Genéticamente está aparcada

Los avances técnicos deberían permitir a los agricultores y ganaderos europeos reducir su dependencia de plaguicidas y fertilizantes y aumentar su producción, algo que también se podría lograr con la introdución y autorización de los productos transgénicos, aunque Ricard explicó que «la discusión sobre los Organismos Modificados Genéticamente está aparcada actualmente en la Unión Europea» ante la falta de unanimidad de los Estados a este respecto.

Fomento de la agricultura ecológica y reducción del consumo de carne

El responsable adjunto en Bruselas de la futura PAC defendió que «estamos en un momento en el que se abren oportunidades» y animó a los productores a aprovecharlas: «Se marcan objetivos a largo plazo, a una década vista. Eso nos permite anticiparnos, porque la sociedad y el consumidor van también en esta misma línea y dos tercios de los consumidores afirman estar dispuestos a cambiar sus hábitos de consumo en pro de la sostenibilidad», indicó.

«Nuestra intención es que en 2030 el 25% de la superficie agrícola sea ecológica, pero esto no lo podemos imponer, es el mercado el que nos tiene que llevar ahí a través del aumento de la demanda de este tipo de productos biológicos», afirmó.

El 40% de los productos ecológicos que demanda la sociedad europea son importados, ahí hay un nicho de mercado interesante

Dado que en la actualidad el 40% de los productos ecológicos que demanda la sociedad europea son importados, «ahí hay un nicho de mercado interesante», defendió. Explicó además que según las perspectivas y los estudios realizados a nivel comunitario, donde la agricultura ecológica representa en estos momentos el 8% de la superficie agraria, «sin hacer nada acabaría la próxima década en el 12%, por lo que se trataría de empujar la demanda para doblar esa cifra».

Aunque aclaró que «lograr ese 25% es un horizonte político europeo, lo que implica que no tiene por que ser en todos los países esa cifra ni en todas las regiones», explicó que España se encuentra ya en estos momentos en un porcentaje entre el 10 y el 11%, con regiones como Andalucía donde la agricultura ecológica equivale ya al 18%, pero «hay otras regiones españolas y otros países dentro de la UE que están por debajo del 6-7%», dijo.

Al tiempo que aumenta la demanda de productos agrícolas ecológicos, insistió en relación a los planes de la Comisión Europea para que se reduzca la producción de carne en que «hay una realidad en Europa, con independencia de que se promueva o no, que es la tendencia a la reducción del consumo de carne en la sociedad, y que es sustancial en las generaciones más jóvenes».

Fortalecimiento de la posición de los produtores en la cadena

Ricard Ramón consideró necesario mejorar la posición de los ganaderos en la cadena de valor, ya que, ejemplificó, «hay zonas donde se produce en ecológico pero después esos productos se venden como convencional porque los circuitos de comercialización en ecológico no están bien estructurados».

La nueva Estrategia De la granja a la mesa de la Comisión Europea para el sector agroalimentario incluye como medida número 11, datada en 2021-2022, la aprobación de «iniciativas legislativas para mejorar la cooperación de los productores primarios a fin de apoyar su posición en la cadena alimentaria y de iniciativas no legislativas para aumentar la transparencia».

Hay zonas donde se produce en ecológico pero después esos productos se venden como convencional porque los circuitos de comercialización en ecológico no están bien estructurados

La principal novedad que presenta la nueva PAC en este sentido, además del Reglamento de la Organización Común de Mercados y la Directiva sobre Prácticas Comerciales Desleales, es el apoyo decidido a las intervenciones sectoriales. La piedra angular de este sistema es la cooperación de los productores, lo que les permite fortalecer su posición en la cadena de suministro así como su resistencia a los desafíos económicos y ambientales. En España existe el ejemplo de la aplicación de las intervenciones sectoriales en el sector de frutas y verduras, que ahora se intenta hacer extensivo a más sectores.

Importaciones de terceros países

En relación a la competencia desleal de productos importados por la Unión Europea con menores exigencias en materia medioambiental, de seguridad alimentaria o de condiciones laborales, Ricard destaca que «por primera vez la Comisión dice que se van exigir los mismos estándares a los productos de terceros países, pero esto es muy difícil de cumplir a nivel global y va a llevar años», admite.

La Comisión tiene la voluntad de exigir los mismos estándares y normas en los acuerdos con terceros países para la importación de productos agroalimentarios pero esto es muy difícil de cumplir a nivel global y va a llevar años

Pero insiste en que «la Comisión tiene esa voluntad política, la de exigir a los agricultores de aquí lo mismo que a los agricultores de fuera, y se va a empezar a aplicar en los nuevos acuerdos que se firmen. Mientras tanto, dice, los Estados podrían hacer más de lo que hacen en la importación de productos de terceros países, porque es su competencia controlar y vigilar el cumplimiento de la normativa comunitaria en las entradas de productos alimentarios a su territorio.

Aunque Bruselas también tiene intención de reducir la dependencia externa de cereales y de productos que favorecen la deforestación, como la soja, «las importaciones de soja están ahí y las necesitamos para mantener nuestro modelo de alimentación animal», asegura.

«Lo mejor que podría pasar a los agricultores y ganaderos es que el Consejo de Comisarios se encerrara cuanto antes y aprobara la actual propuesta para la PAC 2021-2027»

vacas producionEl Jefe de Unidad Adjunto de Perspectivas de la PAC de la Comisión Europea ha defendido también la actual propuesta económica para el periodo 2021-2027 realizada por la presidenta Úrsula Von der Leyen dentro del marco presupuestario de la UE y del Plan de Recuperación post Covid, que prevé repartir entre los Estados miembros 750.000 millones de euros en distintos sectores, y de los que a España le tocarían 15.000 millones más en el Feader para el segundo pilar de la PAC, aunque este incremento no compensa el recorte previsto en los pagos directos del primer pilar. En conjunto, la propuesta de la Comisión mejora la propuesta inicial realizada en 2018 pero no alcanza a igualar los fondos de la PAC actual, a respecto de los cuales, según diversos cálculos, España perdería 585 millones de euros anuales.

Ricard Ramón rebate estas cifras y afirma que «si a la ficha financiera de la PAC de 2020 le sacamos el Reino Unido y lo multiplicamos por siete ejercicios nos sale que la PAC aumenta en conjunto un 2%, que el desarrollo rural aumenta un 1,6% y que los pagos directos disminuyen sólo un 0,4%», calcula.

¿Quién tiene hoy una renta mínima garantizada hasta 2027? Yo pienso que es un lujo tal como están hoy las cosas en el mundo tener una cantidad garantizada hasta 2027

Pero independientemente de los números concretos, defiende las bondades de la actual propuesta hasta el punto de afirmar que «lo mejor que podría pasar a los agricultores y ganaderos es que el Consejo de Comisarios se encerrara cuanto antes y aprobara esta propuesta». «Yo pienso que hoy tener una cantidad garantizada hasta 2027 es un lujo tal como están las cosas en el mundo y con el nivel de inestabilidad que existe. ¿Quién tiene hoy una renta mínima garantizada hasta 2027?», razona.

Leves cambios en la propuesta realizada hace dos años

La propuesta de reforma de la Política Agraria Común para el periodo 2021-2027, presentada por la Comisión Europea en 2018, focalizaba ya en los aspectos medioambientales buena parte de los cambios previstos en el reparto de ayudas en los próximos años. Por eso Ricard asegura que «la PAC que hemos propuesto hace dos años puede ser útil y puede satisfacer las aspiraciones de sostenibilidad de la Estrategia De la granja a la mesa, porque ya se había adelantado a esos objetivos ambientales».

Tenemos una herramienta fundamental que nos permitirá llegar a los objetivos ambientales de la Estrategia ‘De la granja a la mesa’ y es la PAC

Aunque para que sirva a esos objetivos de sostenibilidad, asegura, la nueva PAC post 2020 debería mantener los aspectos clave propuestos hace dos años (como por ejemplo que el 30% de los fondos de desarrollo rural del segundo pilar se destinen a aspectos medioambientales) e incorporar dos cambios a mayores: fijar un mínimo de fondos para los llamados eco-esquemas (la Comisión no estableció en su propuesta cantidad alguna pero el Parlamento Europeo hace dos años propuso reservar a este fin un 20% de los fondos del primer pilar) y fijar objetivos concretos a respecto de la reducción en el uso de antibióticos en las explotaciones.

Sin la mayoría suficiente para establecer un techo de fondos por perceptor

La reforma de la PAC lleva dos años de tramitación (el Parlamento la paralizó por la falta de un Marco Presupuestario y ante la incertidumbre sobre las consecuencias del Brexit) y se encuentra ya en estos momentos en su proceso final, aunque llegar a un acuerdo entre los distintos países no está resultando fácil al generarse grandes controversias entre los intereses de los diferentes Estados.

Una de las discrepancias gira alrededor de la propuesta de poner un techo en las ayudas por explotación. La Comisión proponía fijar el tope en 60.000 euros por explotación y año y el Parlamento se mostró partidario de aumentar esa cifra hasta los 100.000 euros, pero no hay mayoría actualmente en la Eurocámara, donde grupos de derecha y países del este lo rechazan.

Los puntos de partida y las realidades en cada país son muy distintas, por eso la propuesta de la Comisión sobre los objetivos alcanzables no será igual para todos los Estados

Otro de los cambios en la futura PAC es su mayor grado de descentralización, ya que los distintos Estados tendrán capacidad de asignar fondos según sus propios criterios y prioridades dentro del marco de los objetivos comunes europeos. Distintas voces alertan, en este sentido, de que si Bruselas abre mucho la mano con la subsidiariedad de los Planes Estratégicos hará que exista una PAC en pequeño para cada Estado dejando de ser de este modo una política europea.

Ricard no tiene ese temor y anuncia «mayor implicación de la Comisión en la aprobación de los Planes Estratégicos de la PAC para guiar a los Estados y facilitar que se cumplan esos objetivos medioambientales establecidos con carácter general para el conjunto de la UE», aunque admite que «los puntos de partida y las realidades en cada país son muy distintas, de modo que el potencial alcanzable también es distinto por países, por eso la propuesta de la Comisión no será igual para todos los Estados».

No criminalizar a la agricultura y la ganadería convencionales

Aunque la apuesta de la Comisión Europea es clara a favor de incrementar la agricultura ecológica, Ricard considera que «hay otros modelos que también son sostenibles y sería un error llevar a pensar que solo la agricultura ecológica es sostenible».

«No se puede trasladar la idea de que sólo es sana la agricultura ecológica y estigmatizar la agricultura y la ganadería convencional, que son saludables, cumplen con todos los estándares de calidad y pueden ser sostenibles medioambientalmente introduciendo una serie de prácticas que figurarán en la condicionalidad reforzada de la PAC, como el control integrado de plagas o medidas para favorecer la biodiversidad», avanza.

«Con el apoyo de todos los nuevos fondos de la PAC vamos a impulsar todos estas prácticas dentro de la agricultura y la ganadería convencional», anuncia, explicando que «los eco-esquemas no son como las ayudas agroambientales, que solo pueden compensar el lucro cesante, mientras que los eco-esquemas, sin embargo, pueden ir más allá para incentivar las prácticas sostenibles y financiarlas», indica.

Los sindicatos agrarios alertan del incremento de costes «inasumibles» para las pequeñas y medianas explotaciones

Como anfitrión del webinar en el que participó Ricard Ramón y la exconsejera de Agricultura de la Junta de Andalucía y ahora europarlamentaria Clara Aguilera actuó el secretario de Relaciones Internacionales de UPA, José Manuel Roche, quien avanzó la postura de este sindicato en relación a la Estrategia De la granja a la mesa.

Para UPA, las intenciones de la Comisión Europea «generan bastante incertidumbre y preocupación». «Esta estrategia tiene que ser una oportunidad para la agricultura y la ganadería y no una amenaza. En ningún otro lugar del mundo se está produciendo de manera más sostenible que en la UE pero no se valoran esos avances producidos en las últimas décadas. Hemos sido uno de los sectores que más hemos reducido las emisiones, un 24% desde 1990, el 12% el consumo de energía y el 30% de agua. Sin embargo, el documento presentado es una patada al sector con una Estrategia que pone en entredicho nuestra forma de trabajar», ha asegurado Roche.

«Los agricultores y ganaderos hemos demostrado que somos un sector esencial y queremos que así sea considerado y lo que esperemos es que se cambien aquellos objetivos que ponen en peligro el modelo de agricultura y ganadería familiar. Reducciones inasumibles en los insumos usados en la agricultura, como fitosanitarios y fertilizantes, buenas prácticas agrarias como agricultura de conservación, siembra directa, márgenes multifuncionales o rotación de cultivos, enumeró. «Si tenemos que llevar a cabo todos estos objetivos con nuevas exigencias y un presupuesto menor vamos a poner en peligro la viabilidad de las explotaciones», aseguró.

Esta Estrategia tiene que ser una oportunidad para la agricultura y la ganadería y no una amenaza. Si tenemos que llevar a cabo todos estos objetivos con nuevas exigencias y un presupuesto menor vamos a poner en peligro la viabilidad de las explotaciones

Además, se preguntó: «¿Vamos a ser capaces de aumentar la producción de alimentos para el incremento de población mundial prescindiendo de fitosanitarios, hoy por hoy la principal herramienta para salvar las cosechas? Porque las plagas van seguir existiendo, no van a desaparecer», razonó. 

Roche es productor de 100 hectáreas de cereal de secano en Aragón y afirmó que «este año sin fitosanitarios habríamos tenido un 40% menos de producción». «¿Alguien ha preguntado al consumidor de la UE si estaría dispuesto a pagar un 40% más por el pan o los alimentos que consume?», cuestionó.

En su opinión, para «alcanzar los objetivos de reducción de fitosanitarios y fertilizantes la producción alimentos en la UE se va a reducir inevitablemente», por lo que propuso que las medidas incorporadas a la Estrategia De la granja a la mesa sean «de carácter voluntario», ya que «los alimentos que producimos son saludables y los productos que usamos están avalados por la EPSA, la Agencia de Seguridad Alimentaria Europea».

«Los agricultores y ganaderos buscamos el equilibrio en la palabra sostenibilidad en su sentido máis amplio: sostenibilidad ambiental, por supuesto, pero también social y económica», reclamó. Además, insistió, «nos preocupa que se incentive a la sociedad a reducir el consumo de carne roja con lo que eso podría suponer, ya que sería muy dañino para la ganadería extensiva de vacuno o ovino, pero también para la ganadería intensiva de porcino y pollo».

Una nueva vía de negocio para las multinacionales

Por su parte, el Sindicato Labrego Galego considera la Estrategia De la granja a la mesa «una operación de marketing consistente en maquillar de verde y ecológico lo que no lo es», es decir, «una nueva mano de pintura verde para la misma política agraria industrial y contaminante de siempre» que llevará aparejados «costes inasumibles» para las pequeñas y medianas explotaciones y que abre una nueva vía de negocio para las grandes industrias agroalimentarias y las multinacionales del sector.

«Para empezar, esta estrategia pone como causantes de todos los impactos negativos del sistema alimentario en el clima a los labradores y a las labradoras. Todas las medidas van dirigidas a regular las actividades agroganaderas. Para el resto de agentes del sistema alimentario (industrias, fabricantes de insumos, distribuidoras, transportes, maquinaria, etc.) simplemente se propone un código de conducta y de buenas prácticas que bien sabemos, por experiencia, que no se va a cumplir», denuncia el SLG.

La Estrategia ‘De la granja a la mesa’ incluye exigencias legales de obligado cumplimiento para los productores y un simple código de buenas prácticas voluntario para los restantes eslabones de la cadena agroalimentaria

Así, denuncia el sindicato, «sorprende que no haya una visión crítica con aspectos altamente contaminantes y provocadores de cambio climático, como la agresiva vocación exportadora de la Unión Europea o los tratados de libre comercio en los que la producción alimentaria es siempre moneda de cambio y que se están firmando con multitud de países a miles de kilómetros con los que se fuerza un intercambio comercial de alimentos que se podrían producir y consumir en los mismos países de origen para no contribuir al calentamiento global del planeta».

De la misma manera, indica el Sindicato Labrego, «cuando se habla de aumentar la superficie de agricultura ecológica entendemos que serán bienvenidas las producciones ecológicas industriales y deslocalizadas para ahorrar mano de obra a costa de los derechos laborales y humanos de miles de personas y consumiendo cantidades ingentes de combustibles fósiles para llevarnos los alimentos de la granja a la mesa.

Es una operación de marketing consistente en maquillar de verde y ecológico lo que no lo es, una nueva mano de pintura verde para la misma política agraria industrial y contaminante de siempre

Del análisis de las medidas concretas que se establecen, el SLG critica que «cuando se habla de reducir el uso de fertilizantes, no se distingue entre abonos orgánicos producidos y utilizados en la propia granja y fertilizantes de síntesis industrial. Tampoco diferencia el pastoreo y la ganadería extensiva, ni habla del modelo de agronegocio que propicia las zonas más críticas de la ganadería intensiva. En este sentido, al culpar a la ganadería del 70% de las emisiones de gases con efecto invernadero de la agricultura (que en sí misma es la causante del 10’3% de las emisiones globales), no diferencia entre la ganadería intensiva y sin tierra y la que se hace en base a pastos. Este meter todos los modelos ganaderos en el mismo saco se repetirá en cuestiones como el bienestar animal», pronostica.

En definitiva, para el Sindicato Labrego Galego, más que una estrategia para el campo, De la granja a la mesa parece una estrategia de marketing, un lavado de cara de las políticas agrarias de la Unión Europea frente a una sociedad cada vez más concienciada con el cuidado del planeta y con el ecologismo y, por lo tanto, «contraria al tremendo impacto que está teniendo el sistema alimentario industrial dominante sobre el medio ambiente y el clima. Ese lavado de cara consiste en etiquetar de ecológicas y sostenibles producciones intensivas y deslocalizadas, con miles de kilómetros y de toneladas de combustibles fósiles entre la granja y la mesa a la que alude el eslogan, y altamente dependientes de los paquetes tecnológicos de las industrias agrarias, químicas y farmacéuticas. Parece que lo que se hace es privatizar definitivamente el control de la producción y la gestión de las crisis y que la posición en la cadena de valor de los labradores y de las labradoras sigue siendo la de suministradores de materia prima barata», denuncia.

Parece que lo que se hace es privatizar definitivamente el control de la producción y convertir a los productores y productoras en suministradores de materia prima barata

«Muchos proyectos verdaderamente sostenibles quedarán fuera del sistema porque les resultará imposible cumplir todos los requisitos burocráticos que estas medidas van a llevar consigo: documentar las reducciones de los porcentajes propuestos va a ser un gasto y un proceso que muchas pequeñas y no tan pequeñas granjas en Galicia probablemente no serán capaces de asumir. Como siempre, todo quedará en manos del asesoramiento privado y, en muchas ocasiones, en un asesoramiento proporcionado por las propias empresas que les venden insumos o les compran el producto a las granjas», alerta el SLG, que pone ejemplos de grandes multinacionacionales que están reconvirtiéndose para aprovechar el nuevo nicho de negocio creado por la UE.

«Syngenta tiene proyectos de biodiversidad agrícola muy variados e invertirá 2.000 millones de euros en los próximos cinco años para acelerar la innovación en la agricultura sostenible en todo el mundo. Bayer dice que las propuestas de la estrategia De la granja a la mesa reflejan muchos de sus compromisos: fitosanitarios biológicos, fitomejoramiento, semillas mejoradas, agricultura de precisión, agricultura digital. Que industrias directamente implicadas en la contaminación química y en el cambio climático se posicionen ahora como salvadoras de una crisis a la que contribuyeron y contribuyen ya lo dice todo», argumentan desde el Sindicato Labrego.

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