¿Qué se puede aprender del trágico incendio de Portugal?

Factores meteorológicos, forestales y humanos se alinearon en el mismo punto para desencadenar la mayor tragedia forestal del país vecino, con más de 60 muertos y unas 30.000 hectáreas calcinadas. ¿Está Galicia a salvo de una catástrofe así?. Hablamos con ingenieros de montes, propietarios forestales y personal de los servicios de extinción para tirar lecciones de lo sucedido en Pedregao Grande

¿Qué se puede aprender del trágico incendio de Portugal?

Vehículo calcinado en la zona afectada por el incendio de Pedragao Grande. / Foto: Bombeiros de Portugal.

«Hasta la década de los 80, en la zona de Pedragao Grande había mucha gente explotando pequeñas parcelas agrícolas, bastante ganado y se producía un cierto control del paisaje. A medida que las personas fueron saliendo, desapareció el ganado y el monte acabó por cubrir todo, de forma artificial o natural, porque llega con no hacer nada en el terreno para que se llene de matorral». Así habla de la zona cero del incendio de Portugal Antonio Louro, presidente del Forum Florestal, una federación de propietarios forestales del país vecino.

El problema del abandono se acrecienta por la progresiva despoblación del territorio. «Hay en esa región ayuntamientos en que más del 75% de la tierra pertenece a personas que no viven en su territorio y que, por tanto, no hacen gestión directa de sus propiedades», valora Louro en declaraciones al periódico portugués Público.

El escenario descrito no es muy distinto del que se vive en parte de Galicia. Hablamos con ingenieros de montes, colectivos de propietarios forestales y personal de los servicios de extinción para valorar si una catástrofe de la dimensión de la portuguesa sería posible en Galicia. ¿Qué se puede aprender de lo ocurrido en Portugal?.

1) Factores meteorológicos extremos

«Los ingredientes para un incendio amplio y descontrolado estaban presentes el 17 de junio por la tarde: sequía y ausencia de precipitación en los días anteriores, muy altas temperaturas, muy baja humedad, bosque y matorral en ambiente seco, tormentas secas amplias y generalizadas, con relámpagos incendiarios y vientos intensos descontrolados originados por dichas tormentas», resume el meteorólogo Francisco Martín León.

«La concatenación de hechos llevó a que el infierno apareciese en una región concreta de Portugal el 17 de junio. Otros potenciales infiernos están por venir, si no se está atento en su lucha, ya que los ingredientes potenciales siguen ahí», concluye el meteorólogo.

¿Puede desencadenarse un ‘infierno’ de fuego en Galicia?
Galicia no está libre de escenarios similares al vivido en Portugal. «Si se llegan a combinar esos factores de altas temperaturas, viento y ambiente seco, no es fácil pero es posible que en Galicia vivamos fuegos de alto riesgo» -valora Alejandro Rodríguez, personal de los servicios de extinción e integrante de Comisiones Obreras-. «En circunstancias semejantes a las vividas en Portugal, el fuego es como una riada que lleva todo por delante y no se puede parar, por mucho que en Galicia estemos mejor organizados que en Portugal», señala.

Uno de los factores que explican el infierno que se vivió en Portugal, con fuego que avanzaba en todas las direcciones, radica en los vientos descontrolados originados por la tormenta. «Falta mucha información, pero por los datos que tenemos, había un viento que movía el aire en todas las direcciones en el mismo momento. Es uno de los elementos que explica la catástrofe» -apunta el presidente del Colegio de Ingenieros de Montes de Galicia, Juan Picos.- «La meteorología es un factor que no se puede modificar, pero sí se puede saber qué va ocurrir», valora.

Quemas
Desde los sindicatos de los servicios de extinción de incendios de Galicia, como UGT o Comisiones Obreras, llaman la atención sobre el hecho paradójico de que estos días, con temperaturas superiores a 30 grados en la mayor parte de Galicia, continúen autorizadas en la comunidad las quemas de restos agrícolas. La Agencia Española de Meteorología, por su parte, advierte de riesgo elevado de incendio en Galicia.

2) Abandono ‘versus’ gestión forestal

El director técnico de la Asociación Forestal de Galicia, Francisco Dans, atravesó en varias ocasiones el área de Portugal castigada estos días por los fuegos. Su diagnóstico apunta al abandono como una de las causas de fondo de la catástrofe. «Se trata de un territorio densamente poblado en el que hubo un abandono de la cultura tradicional agrícola portuguesa. De manera paralela, se produjeron cambios de uso del territorio, sin un adecuado control, que aumentaron la continuidad de la biomasa», explica.

«Ese es uno de los riesgos que también identificamos en Galicia, que en determinadas zonas no haya discontinuidad de biomasa y que el matorral se acumule en todo tipo de terrenos. No estamos ante un problema de x especies forestales, como el eucalipto o el pino -las que predominan en el área calcinada-. Si abandonas, arde. Da igual mezclar robles con uz que eucaliptos con uz. Arde todo, casas incluidas», sentencia.

El mismo análisis es compartido por Jacobo Feijoo, responsable de la Asociación Sectorial Forestal Galega (Asefoga), ligada a Unións Agrarias. «Nos enfrentamos a escenarios que en cierta medida son nuevos. Todo núcleo de población estaba antes rodeado de agras y cultivos que separaban el monte de las casas. Al desaparecer la actividad, esas agras se llenaron de matorral y árboles. Antes teníamos cortafuegos naturales y ahora hay que buscarlos mediante la gestión forestal e intervenciones directas, algo complicado y costoso», advierte.

Actividad agraria
«La mejor prevención -valora Jacobo Feijoo- es siempre tener un territorio en uso y gestionado por la mano del hombre. Hay que ver el rural como un todo, en el que tiene que tener cabida la actividad humana, que se debe facilitar y no estorbar. Lo que no gestione el hombre con su actividad ordenada y juiciosa pasa a gestionarlo el fuego», apunta.

«Si no hay esa actividad agraria y ganadera, si no hay agricultura a tiempo parcial porque tener un animal precisa de más papeles que tener un hijo o porque lo que siembras de día te lo deshace el jabalí por la noche, la gente va abandonando, el combústible se cierra, los caminos dejan de estar abiertos y se va configurando un escenario donde cada vez serán más probables los eventos catastróficos», concluye Jacobo Feijoo.

3) Zonas de encuentro entre superficie forestal y viviendas

La alta disponibilidad de combustible en el monte, unida a la presencia de poblaciones desperdigadas en el territorio, es una de las claves que pueden explicar el fatal desenlace del fuego de Portugal, al entender de Juan Picos, del Colegio de Ingenieros de Montes de Galicia.

¿Qué conclusiones se pueden tirar de lo ocurrido en Portugal? «El ordenamiento del territorio en las zonas de interfaz agrícola, forestal y urbana es una cuestión a cuidar. También hay que pensar en definir áreas de seguridad en los núcleos y en formar a las personas y definir rutas de escape. De cara al futuro, será importante que la gente tenga claro cómo actuar ante un fuego. Estuve hace poco en Chile, un país con riesgo de terremotos, y todos saben qué hacer si hay un temblor», compara.

«En determinadas zonas de Galicia -valora Francisco Dans- tenemos la misma interfaz industrial, urbana y agrícola que se da en el fuego de Portugal, donde el problema, repito, fue de falta de gestión. Lo paradójico del caso portugués es que a apenas 20-30 kilómetros de la catástrofe tenemos el que probablemente sea el pinar mejor gestionado de Europa, el de Leiria, con más de 25.000 hectáreas. A una distancia similar del fuego está también el eucaliptal de Montagua, un monte con cortafuegos, control de la biomasa y un ejemplo de gestión forestal», compara.

4) Dispositivo de extinción

Los 150 fuegos simultáneos que se produjeron en la tarde del sábado en Portugal, la gran mayoría intencionados, son uno de los factores que dificultó el combate del gran incendio de Pedregao Grande, que las autoridades consideran que se originó por un relámpago, si bien también se trata de una cuestión en discusión.

Alejandro Rodríguez, de Comisiones Obreras, entiende que Galicia está mejor organizada que Portugal para encarar una ola de fuegos, aunque considera que el operativo es mejorable. «Las brigadas municipales deberían estar integradas en un servicio público y único», valora.

De Portugal, Rodríguez cuestiona la supresión de la figura del agente forestal, que pasó a integrarse en la Guardia Nacional Republicana. «La desaparición de un personal específico que vela por los montes y por el cumplimiento de la normativa es un condicionante serio», apunta.

Colaboración internacional
El país vecino pidió la colaboración internacional por el fuego de Portugal en la madrugada del sábado al domingo, si bien no fue hasta hoy lunes que salieron brigadas y camiones de Galicia hacia Portugal. «Debería haber una mayor previsión, haber identificado el personal que está dispuesto a ir de voluntario a un escenario así y actuar con mayor agilidad», reconoce Alejandro Rodríguez.

Desde el sector forestal gallego se declaran muy afectados por lo sucedido en Portugal y han trasladado sus condolencias, vía telegramas y contactos personales, a instituciones y colectivos de propietarios del país vecino.

Distancias a mantener en Galicia de las masas forestales a viviendas y vías de comunicación

Una de las cuestiones que llama la atención de las imágenes con coches calcinados en Portugal es la cercanía del monte a la carretera, que discurre entre hileras de pinos pegados al asfalto y con la copa invadiendo en ocasiones la zona de vuelo de la calzada. «El factor de mayor peligro no estuvo en que fuesen pinos, fueron las circunstancias extremas de sequedad ambiental y temperatura, que los árboles no estuviesen retranquedadas de la carretera y que tuviesen contacto de copas» -resume Jacobo Feijoo-. «Al lado de los pinos se ven castaños y robles también calcinados de arriba abajo».

En Galicia, hay una legislación clara al respecto de la separación que deben guardar las masas forestales con viviendas y con vías de comunicación, aunque no siempre se cumple.

«Que el Diario Oficial de Galicia (DOG) diga que a tantos metros no tiene que haber vegetación, no significa que la vegetación se retire. Alguien tiene que retirarla y alguien tiene que garantizar el cumplimiento de la ley» -recuerda Juan Picos.- «Se podría comenzar por identificar los peores escenarios y los emplazamientos en los que se deben hacer actuaciones prioritarias de control», sugiere. «Queda bastante por trabajar», reconoce.

Con carácter general, en Galicia a menos de 30 metros de viviendas o núcleos de población no puede haber ni matorral ni pinos o eucaliptos, en tanto las frondosas deben estar bien separadas entre sí. De los 30 a los 50 metros, el terreno debe estar libre de matorral.

Distancias para nuevas repoblaciones marcada por la Lei de Montes

– A suelo rústico de especial protección agropecuaria: 10 metros. En zonas de labradío y pastos que no tengan esa clasificación, la distancia se reduce a 4 metros, salvo con eucaliptos, que mantienen los 10 metros.

– A autovías, carreteras convencionales y vías férreas: 10 metros los eucaliptos y pinos (salvo el silvestre), 4 metros el resto de especies.

– A pistas forestales principales: 2 metros frondosas, 4 metros eucaliptos y pinos (salvo el silvestre) con carácter general (6 metros en zonas de alto riesgo de fuegos).

– Con edificaciones, suelo de núcleo rural, suelo urbano, suelo urbanizable delimitado: 30 metros pinos y eucaliptos, 15 metros las frondosas caducifolias.

– A cámpings, gasolineras o industrias: 50 metros pinos y eucaliptos, 25 metros las frondosas caducifolias.

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