El Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo desarrolló la aplicación RAX, a partir de la cual se pueden calcular las dosis de purín necesarias para utilizar como fertilizante orgánico en praderas. El uso del purín ofrece amplias ventajas, como son una mejor gestión de los residuos de las ganaderías y una fertilización menos dependiente de abonos minerales. Además, hace falta tener en cuenta que tiene unos efectos positivos a largo plazo para el suelo y el cultivo. Las cantidades resultantes recomendadas por las aplicaciones RAX varían en función de la composición de los purines (contenidos de nitrógeno, fósforo y potasio, o NPK) y de los contenidos de fósforo y potasio de los suelos.
Estas y otras cuestiones se abordaron en el CIAM, en la última jornada técnica sobre mejora en la fertilización de las praderas. Durante la cita, también se mostraron las claves para lograr la eficiencia de la utilización del nitrógeno del purín, las técnicas más idóneas para su aplicación, así como los resultados en diferentes campos de ensayo. Esta actividad fue realizada en el marco del ‘Plan de transferencia para o apoio ás actividades de demostración e de información ao agro galego 2022’, cofinanciado con el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader) en el marco del PDR de Galicia 2014-2020.
Gestión eficiente en la incorporación del purín y los programa RAX de praderas
“Las praderas constituyen un gran sumidero de carbono por una menor labranza del terreno, lo que permite la estabilización de la materia orgánica aportada al suelo con purines y estiércoles, debido a un gran desarrollo radicular y una gran biomasa residual. Esto contribuye a la sostenibilidad ambiental de los sistemas de producción de vacuno y, asimismo, el mayor contenido en materia orgánica en los suelos de las praderas tiene otros beneficios añadidos, como el incremento de la fertilidad y de la biodiversidad del suelo”, afirma la investigadora del CIAM María Isabel García.
El nitrógeno aplicado en las praderas se puede disminuir con la presencia de especies de leguminosas que contribuyen a la fijación de nitrógeno. Además de esto, “es necesario incrementar la eficiencia de utilización del nitrógeno del purín evitando la volatilización del nitrógeno amoniacal, donde influye desde la técnica de aplicación, al punto y a las condiciones meteorológicas en las que se realiza”, amplía la investigadora. Estas circunstancias son consideradas por los programas RAX para calcular la eficiencia en el uso del nitrógeno, bien mediante una tabla o de una manera más precisa, a través del modelo de simulación Alfam.
Las eficiencias son mayores con el enterrado, lo ideal sería hacerlo en el momento de la aplicación, y si no es posible, en menos de cuatro horas; en las aplicaciones de cobertera el momento más adecuado es a finales de invierno. En cuanto a las condiciones meteorológicas para su aplicación lo excelente sería hacerlo con una elevada humedad relativa del aire -con llovizna, al amanecer o incluso al atardecer-, viento en calma, y bajas temperaturas.
“Las condiciones meteorológicas excelentes de aplicación del zurro serían con una elevada humedad relativa del aire -con llovizna, al amanecer o incluso al atardecer-, viento en calma, y bajas temperaturas”
En condiciones adversas, con tiempo seco, altas temperaturas y fuerte viento no es recomendada la aplicación. Así, “haciendo una simulación de aplicación de purín con el modelo Alfam, para un purín aplicado sin enterrar, su aplicación con malas condiciones en comparación con una realizada en buenas condiciones supone que la pérdida de nitrógeno amoniacal se reduce de un 100% a un 58%, lo que nos permite lograr una mayor disponibilidad de este nutriente por el cultivo”, explica María Isabel García.
El Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo introdujo recientemente una nueva mejora en la aplicación RAX disponible en su web: el cálculo de la eficiencia del nitrógeno aplicado con los purines a partir del modelo Alfam. Las aplicaciones RAX de fertilización de establecimiento y de fertilización anual en pradeiras, a partir de ciertos parámetros, hacen una recomendación de las cantidades necesarias para una correcta fertilización. Las dosis varían en función del suelo, del tipo de zurro -de vacuno o porcino-, y de su contenido en nutrientes. Por este motivo “es necesario hacer un análisis de laboratorio del suelo, y conocer la composición química del purín”, afirma María Isabel García.
Los programas RAX, “permiten varias opciones para introducir los valores de nutrientes de los purines: da pie a poner unos valores medios tanto para porcino -permitiéndonos diferenciar si es de cebo o de gestación lactancia- como para vacuno; se pueden añadir los valores resultantes de una analítica de laboratorio, o bien, hacer una estimación a partir de la medida de su densidad y conductividad”, especifica la investigadora del CIAM.
Una vez introducidos todos los parámetros necesarios y presionando sobre “obtener recomendación” de la una salida. “En este punto daños, por una parte, cuantas unidades fertilizantes de nitrógeno, fósforo, potasio y nitrógeno amoniacal hay en un metro cúbico de zurro; luego nos dicen a cuanto equivalen los nutrientes de 10m3 a precio de fertilizantes simples, y después, nos dan un resumen de los datos que metemos sobre analítica de suelo”, señala María Isabel García.
“El uso del modelo Alfam nos indica la eficiencia de utilización de ese zurro bajo las condiciones aplicadas. Esa cifra será mejor cuanto más se aproxime a 1. Por último, el programa nos muestra una salida que son los metros cúbicos necesarios de purín por hectárea que tendríamos que aplicar para satisfacer las necesidades de nitrógeno, fósforo y potasio de la pradera”, afirma la investigadora.
“El programa nos muestra una salida que son los metros cúbicos necesario de zurro por hectárea que tendríamos que aplicar para satisfacer las necesidades de nitrógeno, fósforo y potasio de la pradera” (María Isabel García)
Una vez seleccionado la dosis de purín (m3/ha) el programa indica las unidades fertilizantes de nitrógeno (kg/ha de N), de fósforo (kg/ha de P2El5) y de potasio (kg/ha de K2Lo) que faltarían por aportar a la pradera, cantidades que pueden ser suministradas seleccionando un fertilizante mineral del listado que se muestra.
La fertilización de establecimiento tiene como objetivo generar un contenido base de nitrógeno, fósforo y potasio para la pradera, y asimismo, acercar estos nutrientes a capas más profundas del suelo. Hace falta tener en cuenta que las necesidades de las praderas varían en función de la producción y de la fertilidad del suelo, “en un suelo con un nivel medio en fósforo y potasio, en establecimiento lo que se recomienda es aplicar unas 40 unidades fertilizantes, 100 de fósforo y 150 de potasio por hectárea, para una producción estimada de 10 toneladas de materia seca por hectárea y año”, detalla María Isabel García.
La fertilización anual de las praderas tiene que aportar lo que la pradera extrae en los años sucesivos a la implantación, las necesidades anuales variarán según el tipo de manejo: pastoreo, ensilado (1 corte), ensilado (2 cortes), la composición de la pradera (% de leguminosas), la producción esperada y el nivel de fertilidad del suelo. “Siempre se recomienda tener los suelos con un nivel de fertilidad medio”, aclara María Isabel García.
Para niveles de fertilidad medios en fósforo y/o potasio el programa RAX da unas recomendaciones y, si existen unos niveles bajos en uno de los nutrientes, el programa recomienda una cantidad ligeramente mayor “para evitar inmovilizaciones, de tal forma que se alcance un suelo medio de forma progresiva”. Por lo contrario, si existen niveles altos en uno de los nutrientes, el programa recomienda cantidades menores para utilizar los nutrientes que ya tenemos disponibles en el suelo.
Efectos a largo plazo de la aplicación de purín en el suelo y el cultivo
El uso de purines tiene un gran valor fertilizante en las tierras de cultivo, principalmente en el caso del de vacuno. Este último, respeto a la fertilización mineral con NAC, “mejora las propiedades químicas del suelo provocando un aumento en los contenidos de materia orgánica, carbono y nitrógeno en la capa de 0 a 10 centímetros en el suelo, y con una tendencia a incrementar los stocks de carbono sobre capas más hondas, comprendidas entre los 0 y los 90 centímetros”, destaca la investigadora del CIAM María Dolóres Báez.
Del mismo modo, Báez expone que “con ambos tipos de zurro se observa un incremento del pH respeto a la fertilización mineral con NAC, además de un aumento en las bases del complejo de cambio y una merma de la saturación por acidez con el consiguiente ahorro en la aplicación de encalantes”. Además, en mediciones hechas en Mabegondo, se observa que considerando períodos largos, como puede ser tres años “las producciones de materia seca y extracción de nitrógeno pueden ser semejantes o superiores a aquellas resultantes de la utilización de fertilizante mineral”.
“En períodos largos, las producciones de materia seca y extracción de nitrógeno pueden ser semejantes o superiores a aquellas resultantes de la utilización de fertilizante mineral” (María Dolóres Báez)
La evolución de materia orgánica presente en el suelo, a lo largo del tiempo, varía con la aplicación de purines con respeto al uso de abonos minerales, principalmente en la capa de 0 a 10 centímetros del suelo, manifestando un mayor crecimiento en aquellos campos abonados con purines. Igualmente, es necesario llevar a cabo “técnicas para reducir la volatilización de amoniaco, como puede ser una correcta aplicación de los purines mediante cisternas con inyectores”, afirma la María Dolóres Báez.