Fusionar la alfarería y la viticultura, dos de las actividades tradicionales de la Ribeira Sacra, fue el objetivo con el que en el año 2016 nacía el proyecto de la bodega Rectoral de Gundivós SL. Sus cuatro socios, Elías, Manuel, José y José Antonio querían hacer unos vinos diferentes y, para conseguirlo, apostaron por recuperar los recipientes en los que desde los tiempos de los romanos se fermentaba el vino en esta zona.
Aquella primera cosecha del 2016 daba forma a una idea trabajada desde hacía varios años entre los cuatro socios, dos de ellos con muchos años de experiencia en el sector. Manuel Verao es el responsable técnico de la bodega, con puntuales asesoramientos de enólogos de su confianza. Él y José aportan el conocimiento en el ámbito de los viñedos y la experiencia en el mundo de los vinos.
Elías González es la otra de las patas necesarias del proyecto. Es el propietario de la rectoral donde se ubica la bodega y el alfarero del grupo, encargado de confeccionar las ámboas de barro, los grandes recipientes que servían en el pasado para la fermentación y almacenamiento del vino y que esta bodega ha recuperado para sus vinos de autor actuales. «Es un proyecto en conjunto de un alfarero con personas que se criaron debajo de las viñas», dice.
En el año 2016 sacamos la primera añada y empezamos un proyecto para poner en valor a alfarería y el vino de Amandi, una idea trabajada desde hacía varios años entre los cuatro socios
«Nuestra filosofía es intentar mezclar historia, tierra y paisaje, para hacer un vino lo más natural posible, conservando así la tradición de nuestros antepasados que con tanto sacrificio lograron hacer estos caldos desde épocas romanas. Fueron ellos los que organizaron las escarpadas laderas del río Sil en bancales, con pendientes que en ocasiones superan el 75% de desnivel y que dan su nombre a la famosa viticultura heroica de la Ribeira Sacra», explican.
Dos hectáreas de viñedo propio
La bodega cuenta con casi dos hectáreas de viñedo propio situadas en las laderas del Sil, dentro de la subzona de Amandi. «Basamos nuestro proyecto en una viticultura respetuosa con el medio ambiente, con la mínima intervención en los vinos, limitando las producciones por planta para conseguir la máxima expresión de los viñedos y recuperando variedades autóctonas como albarello, merenzao, negreda o blanco legítimo», añaden.
Las viñas, que pertenecen a los socios, son de difícil acceso y están todas en la subzona de Amandi
A las viñas propiedad de los socios se añade algo de uva comprada a otros productores para una producción total de 10.000 botellas en las cuatro marcas que elaboran. Todas llevan nombres relacionados con la tradición vinícola y alfarera y son producciones limitadas.
Del barro al vino
Elías es propietario de la Rectoral de Gundivós y maestro alfarero de esta parroquia, que mantiene, gracias a personas como él, una de las alfarerías más ancestrales de la península ibérica. Elías es quien se encarga de elaborar las ámboas de cerámica, unos depósitos de tradición milenaria que históricamente servían para fermentar y transportar el vino. «El vino antes se transportaba mucho en barro, nosotros nos inclinamos por rescatar depósitos de nuestros ancestros y adaptar nuevas piezas a las nuevas tendencias actuales del vino», explica Elías.
Además de reproducir depósitos y decantadores tradicionales, cuentan con nuevos diseños de enfriadores para el vino hechos en cerámica
Entre esas nuevas piezas se encuentran distintos tipos de enfriadores, adaptados a cada uno de los vinos que hacen. El Adobe, por ejemplo, «es un enfriador natural que funciona mediante el efecto botijo, tú mojas el recipiente de barro y el agua tiende a evaporarse y de este modo enfría el vino que hay en el interior», cuenta su autor. En el caso del recipiente para el vino blanco Ímbrice está pensado como cubitera, mientras que en el Ámboa puede meterse también hielo dentro.
Todos los nombres de nuestros vinos hacen referencia al barro y a la historia de la Ribeira Sacra
«Con este proyecto pretendemos fusionar vino y barro para poner en valor la alfarería y la viticultura de Amandi y hacer así un pequeño homenaje a tanta tradición y historia de nuestra tierra. Por eso, los nombres de nuestros vinos están relacionados con esta práctica», detalla.
La alfarería de Gundivós es una de las alfarerías tradicionales de Galicia que más se identifica con el vino, conservándose aun hoy depósitos de fermentación y decantadores hechos en barro, formas de siempre que Rectoral de Gundivós pretende ayudar a perpetuar de este modo, con un sentido estético y decorativo actual que se suma a su funcionalidad práctica original.
Enoturismo como manera de aprovechar la historia que tiene la Ribeira Sacra
La Ribeira Sacra, candidata a Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, cuenta con elementos históricos, paisajísticos y patrimoniales de indudable valor. El proyecto de Rectoral de Gundivós pretende aprovecharlos. «Muchas empresas se gastan miles de millones de euros en inventarse un relato histórico con el que vender sus productos, nosotros aquí tenemos ese relato sin tener que inventarlo y eso es algo que tenemos que aprovechar», defiende Elías.
«En nuestras viñas aparecen restos de tégulas romanas, por eso nuestro vino blanco, Ímbrice, hace referencia con su nombre a esa época romana. Así era como denominaban los romanos a la pieza de cerámica que tapaba la unión de dos tégulas», explica.
Muchas empresas se gastan miles de millones de euros en inventarse un relato histórico con el que vender sus productos, nosotros aquí tenemos ese relato sin tener que inventarlo y eso es algo que tenemos que aprovechar
Del mismo modo, las ámboas eran los recipientes de barro donde se fermentaba y transportaba el vino en la época romana y medieval. «Es evidente la gran importancia de esta zona en la Edad Media, como atestiguan los monasterios románicos que hay salpicando toda la Ribeira Sacra, y se dice que la viticultura en esta zona comenzó porque los romanos empezaron a plantar vides y a llevar los vinos desde aquí en ámboas para los césares de Roma. Será leyenda o realidad, pero tenemos un potencial histórico tremendo que tenemos que aprovechar», dice.
Se pueden concertar visitas conjuntas a la bodega y al obrador de cerámica de la Rectoral de Gundivós, con demostración de alfarería en vivo y degustación de vino
Los vinos son solo una parte más en el proyecto de recuperación etnográfica, cultural y patrimonial iniciado hace ya casi 20 años. En el año 2003 fue adquirida la edificación de la vieja Rectoral de Gundivós y en el 2007 se finalizó su restauración y se comenzaron a hacer visitas guiadas al museo y demostraciones de alfarería en vivo. Se le suma ahora la bodega y la elaboración de los vinos y de las piezas hechas en barro que los acompañan.
«Buscamos la diferenciación incluso dentro de la Denominación de Origen Ribeira Sacra»
Si algo tenían claro Elías, Manolo, José y José Antonio cuando se lanzaron a este proyecto es que querían que fuese diferente. «Buscamos la diferenciación incluso dentro de la Denominación de Origen Ribeira Sacra», aseguran. A pesar de ser una bodega de nueva creación, su vino cuenta una historia, la que hay detrás de la tradición.
Adobe es el vino principal de la bodega, el más característico de la Ribeira Sacra, en el que se respeta la mencía como variedad principal de la zona y a la que se le mezclan otras como merenzao, brancellao y garnacha, que le aportan color y acidez y los matices que cada una de ellas tienen desde el punto de vista organoléptico.
Hacemos un vino de autor respetando como se hacía antes y usando el mínimo de productos químicos tanto en la viña como en la bodega
Ámboa es un vino de pizarra, con más mineralización y con un ligero pase por barrica para darle más longevidad en el tiempo. Es el vino de finca de Rectoral de Gundivós, con uvas procedentes de O Lombo y Lobeiras, con pendientes muy pronunciadas, en las que han instalado un elevador para poder sacar la uva. Se trata de una producción limitada de 1.200 botellas que tienen la particularidad de estar lacadas a mano.
En los recipientes de barro la temperatura nunca sube de los 20ºC, produciéndose una fermentación controlada de manera natural
Ámboa Lútum es el proyecto estrella de la bodega. Un vino tinto que fermenta en las ámboas de barro, con una fermentación controlada de manera natural. «En las ámboas nunca se superan los 18-20ºC sin necesidad de ningún tipo de frío artificial, cuando el acero, por ejemplo, llega a alcanzar los 30ºC si no lo corriges», explica Manolo. De este modo el vino consigue características y matices muy distintos. «Quisimos jugar con algo único que había en la zona, con un recipiente vinculado al vino con una forma milenaria y una capacidad de unos 200 litros cada una», añade. Tras la fermentación en las ámboas, el vino pasa a barricas de madera de roble durante 6 meses para que estabilice y tenga más recorrido.
Están recuperando la blanca legítima, una variedad autóctona de la zona que le aporta acidez y condición aromática al godello
Ímbrice es el nombre que lleva el vino blanco que elaboran. También una edición limitada de 1.200 botellas hecha a base de godello y otras castas, como treixadura, dona branca, o blanca legítica, una variedad de la zona que se está recuperando y que le da acidez al godello y una condición aromática floral muy particular que no tiene ninguna de las otras castas.