Tras la universalización del certificado de bienestar animal, la reducción de emisiones de CO2 se convertirá en los próximos años en la nueva exigencia de las industrias lácteas a las ganaderías a las que compran la leche.
Multinacionales como la suiza Nestlé o la francesa Danone han introducido ya programas enfocados a este objetivo en sus granjas proveedoras, con primas asociadas para incentivar las buenas prácticas en materia medioambiental y de huella de carbono de sus ganaderías.
En el caso de Danone, que recoge la leche en Galicia a unas 60 explotaciones, aplica en todas ellas un programa de reducción de emisiones que incluye una auditoría anual por granja que se centra en aspectos como la gestión de purines y estiércoles y su utilización como abono orgánico o la sustitución de soja por colza en las raciones de alimentación del ganado.
La empresa prima el compromiso de sus granjas proveedoras con la reducción de emisiones de CO2 con un plus de 0,3 céntimos por litro de leche, instaurado por primera vez en la renovación de contratos de enero de 2022.
Empresas como Pascual o Naturleite han empezado también a incluir aspectos medioambientales en sus contratos
Nestlé, por su parte, aplica un bonus con tres baremos (de 1 céntimo, 1 céntimo y medio o 2 céntimos por litro de leche) en función del nivel alcanzado por cada granja en su auditoría de medio ambiente, que supervisa una consultora internacional independiente.
Otras industrias, como Pascual o Naturleite han empezado también a establecer primas medioambientales específicas, que la empresa perteneciente a la cooperativa andaluza COVAP desvincula de la certificación de bienestar animal. Así, esta prima por sostenibilidad, de medio céntimo por litro, el mismo importe que por superar la puntuación requerida en la auditoría de bienestar, está condicionada únicamente a firmar un documento de compromiso medioambiental y a la adopción del Plan Nacional de Reducción de Antibióticos (PRAN).
Financiar mejoras en los establos a cambio del carbono
Para ayudar a sus ganaderías a lograr avances significativos en la reducción de su huella de carbono Nestlé aporta asesoramiento especializado y financia hasta el 50% de las inversiones necesarias en las explotaciones, tanto cubrición de fosas de purín e instalación de separadores de la fracción sólida, como placas solares.
A cambio, las ganaderías firman un contrato a 10 años en los que se comprometen a entregarle su producción de leche a la empresa y a permitirle computar como propia esa reducción de emisiones de CO2, que pasarían a ser créditos de carbono de la empresa.
Nestlé pretende lograr una reducción del 20% de las emisiones en sus granjas el próximo año
La multinacional suiza se ha propuesto, como compañía, reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a la mitad en 2030 y alcanzar las cero emisiones netas en 2050. Para conseguirlo, está llevando a cabo programas de reducción de emisiones a nivel de granja en los países en los que está presente con el objetivo de que sus explotaciones agrícolas y ganaderas proveedoras sean también neutras en carbono a mitad de siglo.
La multinacional suiza está llevando a cabo acciones similares en otras de sus líneas de negocio en España, que incluyen chocolates, cacao (Nesquik), cereales, cafés (Nescafé y Bonka), alimentación infantil, pastas (Buitoni), bebidas (Nestea), agua (Aquarel y Viladrau), sopas (Maggi), platos preparados (Litoral), salsas (Solís), o alimentación de mascotas (Purina).
Nestlé facturó 1.526 millones de euros en el mercado español durante el año 2023, lo que supone un incremento del 5,3% respecto al año anterior
Nestlé posee 10 centros de producción en España. En conjunto, todas las fábricas han reducido un 24% las emisiones de dióxido de carbono respecto al año 2022 y la compañía está empezando a trabajar también en ese ámbito en la parte de logística. Además de un tráiler 100% eléctrico, está en marcha un proyecto piloto que usa aceites vegetales transformados en biocombustible avanzado para camiones que logra reducir un mínimo del 80% de las emisiones.
Aditivos en los piensos que reducen las emisiones de metano
Alrededor de un tercio de los gases de efecto invernadero que produce una explotación láctea procede del metano generado debido a la fermentación entérica en el rumen de las vacas. Por eso, actuar en este campo se convierte en esencial para lograr una reducción significativa de las emisiones de CO2 totales en las ganaderías.
Desde hace dos años existe en el mercado un aditivo que logra reducir estas emisiones hasta en un 30%, según los ensayos con animales llevados a cabo por un equipo de investigación de la Estación Experimental del Zaidín de Granada (CSIC), que ha probado la eficacia de este compuesto.
Su uso está autorizado únicamente a fábricas de piensos, pero no directamente por parte de las ganaderías
Tras un informe positivo de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) la comercialización de este aditivo está autorizada en Europa, aunque su uso está permitido únicamente en piensos elaborados por empresas fabricantes y no directamente por parte de las ganaderías.
Por eso, empresas como Nestlé están trabajando en estos momentos con fábricas españolas, varias de ellas en Galicia, con el objetivo de que suministren a sus granjas este compuesto en los piensos que fabrican de forma personalizada para ellas, siguiendo la formulación proporcionada por la empresa láctea, que se hace cargo del coste del producto.
Una estrategia similar está empezando a implantar también Danone en Galicia en colaboración con fabricantes de pienso como Aira o Nudesa. El grado de reducción de metano logrado por este aditivo químico que actúa sobre una encima que inhibe su producción en el rumen no es el mismo en todas las granjas, ya que depende de varios parámetros de la composición de la ración con la que se alimentan las vacas, sobre todo de la fibra neutro detergente (FND), el porcentaje de grasa y la materia seca.
Cuanto más fibrosa sea la ración menos emisiones reduce, por lo que sus efectos son mayores en ganaderías que aplican cantidades importantes de concentrado y mucho más reducidas en dietas basadas en pastoreo y forrajes de hierba.
El aditivo contiene la molécula 3-nitrooxypropanol (3-NOP), que inhibe la actividad de las bacterias ruminales que emiten el metano
El aditivo contiene la molécula 3-nitrooxypropanol (3-NOP), que inhibe directamente la actividad de las arqueas metanogénicas, los microorganismos responsables de la producción de metano en el rumen, consiguiendo una reducción significativa de las emisiones sin afectar a la digestión ni a la salud del animal.
Paso a la agricultura regenerativa
Nestlé ha empezado a trabajar también en España con la Fundación Global Nature, dedicada a la protección de hábitats y biodiversidad en zonas agrícolas, con el objetivo de reducir las emisiones asociadas a las granjas que conforman el suministro lácteo de la compañía suiza.
En 2021 la empresa y la ONG pusieron en marcha su proyecto piloto Net Zero, que se ha extendido ya a más de 70 granjas, que representan en la actualidad más del 50% de su aprovisionamiento lácteo, donde se miden las emisiones que generan cada una de ellas y se revisan las buenas prácticas realizadas para reducirlas.
Partiendo de estos estudios en campo, Nestlé ha creado un catálogo de medidas de mitigación a implantar de forma progresiva en las 200 granjas ubicadas en Galicia y en la cornisa cantábrica que proveen de leche a la empresa.
Nestlé está desarrollando otros proyectos similares en Suiza (Climate-friendly Milk), Reino Unido (First Milk) y en el resto de países en los que está presente
A nivel agrícola, la empresa está fomentando entre sus granjas prácticas más respetuosas con el suelo con el objetivo de que el próximo año (2025) el 20% de la leche que compra proceda de explotaciones que apliquen en sus cultivos forrajeros prácticas de laboreo, siembra o abonado bajas en carbono, tales como la rotación de cultivos, la introducción de especies mejorantes, la siembra directa con mínimo laboreo o dedicar el 10% de la superficie de la explotación a elementos que fomenten la biodiversidad, como setos o muros de piedra en los lindes de las parcelas.
Todas estas medidas van en sintonía con lo promulgado por la Comisión Europea en la nueva PAC, aunque tras las recientes protestas de agricultores y ganaderos en diversos países europeos Bruselas ha optado por flexibilizar su cumplimiento. Pero ya sea vía normativa o por incentivos de las industrias, todo hace prever que la reducción de su huella de carbono será el próximo reto para las explotaciones lácteas.
Distintas estrategias de reducción: desde programas oficiales en países como Irlanda o Suiza a impuestos en Dinamarca o Nueva Zelanda
Mientras en España los primeros pasos para la reducción de gases de efecto invernadero en granjas lácteas parten del propio sector, en este caso de las industrias lácteas (el Ministerio de Agricultura ha iniciado tan solo un estudio incipiente sobre el contenido en carbono de los suelos agrícolas españoles), en países como Irlanda o Suiza se desarrollan desde hace años programas estatales dirigidos a la reducción de emisiones en las ganaderías y al secuestro de carbono en los suelos agrícolas.
La Autoridad de Desarrollo de la Agricultura y la Alimentación de Irlanda (TEAGASC) es un referente en toda Europa ya que conjuga al mismo tiempo una importante red de centros de investigación agroganadera con un cuerpo de 250 asesores que trasladan directamente este conocimiento a las alrededor de 15.000 granjas que existen en la República de Irlanda.
El Ministerio de Agricultura ha iniciado un estudio aún incipiente para medir el contenido en carbono de los suelos agrícolas españoles
A través de sus especialistas, este organismo público asesora a las explotaciones irlandesas en prácticas de abonado, gestión del pasto, alimentación del ganado o incremento de la eficiencia productiva, con un programa específico para la medición del carbono orgánico en los suelos.
Mientras, en Suiza, el Gobierno helvético ha lanzado en 2023 su nueva estrategia climática para la agricultura con el fin de mejorar su sostenibilidad. El país alpino se propone reducir en un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes del sector agrícola con respecto a los niveles de 1990 y cuenta también con un programa específico para aplicar en las 19.000 ganaderías lácteas familiares existentes.
‘Flatulence Tax’ en Nueva Zelanda
En Nueva Zelanda, al igual que está valorando también hacer Dinamarca, las autoridades han optado por establecer un impuesto específico para gravar las emisiones ganaderas. A partir del año 2025 los productores de ganado de Nueva Zelanda (que tiene 5 millones de habitantes pero 26 millones de ovejas y 10 millones de vacas) deberán cumplir nuevas condiciones al aplicarse este nuevo impuesto (Flatulence Tax) que gravaría las emisiones de metano y óxido nitroso del ganado.
Según el plan presentado en octubre de 2022 por la entonces primera ministra Jacinta Ardern, a partir del próximo año los ganaderos neozelandeses deberán pagar una tasa basada en el cálculo de las emisiones de sus rebaños. El dinero recaudado por el impuesto se devolvería al sector para investigación, tecnología y el pago de incentivos a los agricultores y ganaderos por sus esfuerzos para reducir los gases de efecto invernadero (plantando árboles en sus tierras, por ejemplo).
A partir de 2025 los ganaderos neozelandeses pagarán un impuesto basado en el cálculo de las emisiones de metano y óxido nitroso de sus rebaños
En Nueva Zelanda la contribución proporcional de la agricultura y la ganadería al total de gases de efecto invernadero es del 40%, 4 veces más que en España y el doble que en Francia. En Irlanda ese mismo porcentaje se sitúa en el 35%.
Aunque Nueva Zelanda ha estado investigando sobre el secuestro de carbono en los suelos, no tiene un sistema de bonos de carbono como el de Australia, algo que los productores neozelandeses proponen impulsar. También reclaman cambiar el sistema de cálculo, ya que la métrica GWP100 utilizada por el Gobierno sobreestima el impacto del metano biogénico en el calentamiento global y critican la política de forestación de pastos y tierras agrícolas.
El país busca cumplir su objetivo de emitir un 10% menos de metano para 2030 y avanzar hacia una reducción de al menos el 24% para 2050. También para mediados de siglo, Nueva Zelanda pretende llegar a cero emisiones netas de gases de efecto invernadero de larga duración, como el dióxido de carbono y el óxido nitroso.
El ejemplo de la cooperativa Arla en Dinamarca
En el caso de Dinamarca, el Gobierno danés también prepara actualmente una tasa por emisión de CO2 en las explotaciones que está levantando polémica en el sector, que reclama que se tenga en cuenta también para el cálculo el secuestro de carbono por parte de los cultivos.
Hay varios escenarios posibles para este nuevo impuesto, que podría suponer entre 200 y 1.000 euros por vaca y año, vinculado a la introducción de tecnologías y prácticas en las granjas que permitan reducir las emisiones.
El Gobierno danés prepara una tasa por emisión de CO2 en las explotaciones
Como en Irlanda, donde el 90% de la leche del país es procesada por cooperativas (la principal es Kerry Group), la producción láctea danesa está controlada por la cooperativa Arla Foods. Con sede en Viby (Dinamarca) es el resultado de la fusión en el año 2000 de la cooperativa láctea sueca Arla y la danesa MD Foods. Esta cooperativa multinacional es la cuarta compañía en volumen de recogidas a nivel mundial. Está presente en toda Escandinavia, así como en Alemania y es el mayor productor de lácteos del Reino Unido. Cuenta además con factorías en lugares como Argentina o Baréin (Oriente Medio es el principal mercado de Arla fuera de Europa).
Junto con las normativas aplicadas por el Gobierno danés, Arla es muy exigente con la sostenibilidad ambiental y bienestar animal en las explotaciones, aplicando unos incentivos para las granjas con prácticas positivas.
Desde 2023, el precio de la leche de los ganaderos de Arla depende en buena medida de sus prácticas ambientales, ya que hasta 3 céntimos por litro (que representan un 7% del precio que perciben por la leche), está relacionado con sus actividades de sostenibilidad, además del céntimo a mayores por enviar datos dentro del programa Climate Check, puesto en marcha en 8.000 granjas de siete países europeos.
Hasta 4 céntimos por litro de leche dependen en Arla de las prácticas ambientales implementadas por las granjas
El modelo de Incentivo a la Sostenibilidad hace que el precio de la leche que los productores de Arla reciben no dependa en exclusiva de la grasa, la proteína y otros parámetros de calidad, sino también de sus actividades en materia de sostenibilidad. Los ganaderos que entregan leche a la cooperativa son recompensados en función de los puntos que logren dentro de un baremo con hasta 100 puntos como máximo en el que cada punto genera 0,03 céntimos por litro de leche producida.
Las distintas categorías en las que las granjas pueden obtener puntos son: manejo de purines y estiércoles, uso de piensos sostenibles, utilización de fuentes de electricidad renovables, técnicas de cultivo que primen la captura de carbono y la biodiversidad, eficiencia alimenticia y proteica, reducción en el uso de fertilizantes químicos, longevidad del rebaño, etc.
La compañía pretende lograr de este modo el objetivo de reducir un 30% las emisiones de gases de efecto invernadero por litro de leche tomando como año base 2015.