Río Ulla SAT, una huerta especializada en la judía y las fresas de variedades diferenciadas

La familia Touceda Matalobos trabaja desde hace más de 30 años en la producción hortícola en A Estrada (Pontevedra), en los que apostaron por castas adaptadas y con las que abrir mercado. También llevan más de 10 años con la producción de fresa condicionada por una plantación forestal colindante y el silencio de la Administración

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Río Ulla SAT, una huerta especializada en la judía y las fresas de variedades diferenciadas

Ramiro y Raquel junto a su padre en la plantación de fresa.

Ramiro y su hermana Raquel son la segunda generación de la empresa comercializadora de huerta Río Ulla Sat, que fundaron sus padres hace más de 30 años y que se especializó primero en la producción de fresa y luego en la de judía. Sus primeros pasos en el mundo de la huerta fueron recogiendo producciones de otros agricultores de la zona, pero enseguida se decidieron a plantar ellos.

Hoy producen y comercializan directamente tanto las fresas, que tienen como principal destino el mercado gallego, como la judía que destinan, en gran medida, para mercados como Mercabarna y Mercolleida, así como, en menor escala a otros puntos de venta mayorista a nivel nacional.

Las plantaciones se sitúan en la parroquia estradense de Berres (Pontevedra), en las cercanías del Ulla. En estos años, tanto en la producción de la fresa como de la judía, optaron por variedades especiales, con las que diferenciarse en el mercado. Las condiciones de la parcela donde han plantado la fresa les permiten producir variedades similares a las que se trabajan en Huelva, una de las zonas productoras más destacadas de la Península. «Llevamos muchos años investigando y trabajando muy directamente con productores de Huelva para lograr tener esta variedad», explica Ramiro.

Trabajan directamente con productores de Huelva para contar con variedades semejantes a las que cultivan en esa zona

También en el caso de la judía, en una parcela ubicada en el margen fluvial del río Ulla, cuentan con una variedad muy poco presente en Galicia, la Rique, muy apreciada y con buenas calidades, aunque laboriosa en su cosecha. «Es una variedad que aguanta produciendo muy bien hasta final de la temporada, pero que es muy dura para recoger de la planta», explica Manuel Touceda, el padre de Ramiro y Raquel, que ahora jubilado aún supervisa los trabajos en la plantación. «Para mí estar aquí, organizando el trabajo y viendo la plantación, es un gusto», reconoce.

Vista de la parcela en la que cultivan la fresa y en la que llevan años teniendo pérdidas por un plantación forestal colindante.

Una producción condicionada por la demora administrativa

Pese a las buenas condiciones con las que dicen contar en la parcela de una hectárea que tienen plantada de fresa, su producción lleva años condicionada por una plantación forestal colindante. «Aunque es una parcela catalogada como agropecuaria de protección especial, por lo que sólo podría tener árboles frutales, tienen fresnos y acacias, además de castaños. Todos ellos con un marco de plantación que no se ajusta para el aprovechamiento del fruto», explica la familia Touceda.

A esto se suma la falta de trabajos silvícolas en esa parcela y las buenas condiciones de la zona, con abundante agua, lo que ha permitido un importante crecimiento del arbolado y de la maleza, que lleva años asombrando su plantación. «En las zonas sin árboles, el sol comienza a dar en las plantas alrededor de las 9 de la mañana, mientras el arbolado hace que hasta al mediodía no llegue el sol», detalla Ramiro.

Además de las pérdidas de producción, la cercanía del arbolado ocasiona que tengan mayor incidencia de plagas como la araña roja, entre otras. «La Administración está encaminando las producciones hacia una reducción del uso de productos fitosanitarios, pero luego no se resuelven las ilegalidades que nos obligan a emplear más dosis de producto», valora el productor.

Una plantación forestal lindante lleva años ocasionándole pérdidas en la producción de fresa

Dadas las pérdidas de producción que le supone, en 2008 presentaron la primera denuncia para que el propietario cortara el arbolado, la cual siguió su procedimiento. Sin embargo, desde el 2009 indican que detectaron una paralización de la tramitación del expediente, por eso recurrieron al juzgado. «Ante la pasividad de la Administración en hacer ejecutar la ley nos vimos en el deber de acudir al juzgado. El juez de A Estrada falló en contra y sólo obligó a cortar a 2 metros de nuestro linde, cuando la ley dice que no puede haber plantaciones no frutales en esos terrenos», explica el propietario. Desde ahí, recurrieron el fallo en la Audiencia Provincial de Pontevedra, y la sentencia obliga a cortar 10 metros, sólo por su linde. «No tiene sentido que sólo se le obligue a mantener distancias en un sólo linde, cuando en este tipo de terreno la ley dice claramente que tiene que guardar las distancias también con las demás parcelas», apuntan. De cumplirse este requerimiento, la superficie forestal se reduciría notablemente.

En el año 2018, presentaron otra denuncia para que la Administración haga cumplir la ley de oficio, pero «por parte de la Delegación Provincial de Pontevedra todo son excusas para no obligar al cumplimiento de la misma y se demore en el tiempo», indica Ramiro. Así, llevan esperando a que esta resolución se haga cumplir por parte de la Administración mientras acumulan pérdidas.

Además, apuntan que en estos años detectaron diversas irregularidades en la tramitación del procedimiento. «Hubo una manipulación total del expediente, desde copias que muestran información diferente de los originales, hasta informes de agentes forestales que aseguran que se cortaron los árboles cuando no se hizo», comenta Ramiro. De hecho, incluso realizaron un acta notarial del estado actual de la parcela, sin embargo «para la Administración el expediente está ya resuelto, aunque no acataron la resolución de Pontevedra», detalla.

Llevan más de 100.000 euros invertidos en la parcela y continúan esperando una resolución de la Administración

Ahora, acaban de presentar un nuevo escrito a la Administración reclamándole que agilice el expediente o informe de los motivos por los que no se resuelve. Además, tramitaron una nueva queja dado que en estos momentos se está incumpliendo también la exigencia de mantener limpias las fajas forestales para reducir el riesgo de incendios.

Con una inversión que supera los 100.000 euros solo en las infraestructuras y en el acondicionamiento de la parcela, a los que se suman la inversión en la planta, la familia desestima rendirse o cambiar de parcela, como asegura, ya le aconsejaron cargos de la Administración. De hecho, han previsto incrementar la plantación en una parcela próxima de unos 5.000 metros cuadrados.

Con la temporada a punto de finalizar, aún siguen recogiendo de mañana las últimas fresas.

En esta parcela cuentan con unas 80.000 plantas de fresa, algunas de ellas plantadas en invernadero, aunque este año también tienen una parte de la parcela produciendo sin cubrir. «El problema son las lluvias, que pueden estropear la producción, por eso habitualmente optamos por trabajar en invernadero», explican. La temporada de la fresa está a punto de terminar, aun así por las mañanas dos personas se encargan de revisar las plantas e ir recogiéndolas.

La mayor parte de la cosecha de la fresa la comercializan directamente, ya que cuentan con un puesto de venta en Mercacoruña, que luego distribuye por las fruterías gallegas. También vende en la Plaza de A Estrada. «En la temporada, en A Estrada solemos vender unos 200 kilos de fresa al día», detalla Ramiro.

Manuel ha optado por un sistema de parra para sus judías.

La judía, en parra

Junto con la fresa, también tienen una hectárea plantada de judía, al lado del lecho del río Ulla. Al margen de la variedad que escogieron, su plantación es una de las pocas de Galicia en parra. Desde hace 6 años disponen las plantas en un sistema semejante al que emplean cultivos como la viña o los kiwis, pero para sostener las plantas tienen una red, de la que cuelgan cordeles por los que se encaraman las judías. «Es una variedad que termina creciendo mucho y con la red conseguimos controlarla y facilitar su recogida», detalla Manuel, impulsor de la solución.

Su producción es convencional, pero apuestan por prácticas sostenibles como el empleo de productos ecológicos para realizar los abonados puntuales durante la campaña. Optan tanto por soluciones en grano como por el aporte durante la riega.

La parcela cuenta con un importante caudal de agua que utilizan para regar directamente cada día.

Además, emplean abono de ganado vacuno para preparar la tierra. «Tenemos un rebaño de 7 vacas sólo para contar con abono para las plantaciones», concretan. Tampoco utilizan ningún tipo de herbicida en la parcela y las malas hierbas las atajan con la azada. «Ahora mismo tenemos una persona que sólo se dedica a cavar en las plantas más jóvenes y que aún no están produciendo», explican.

La campaña de recogida de la judía en esta plantación comenzó hace ya 2 meses y se prolongará hasta finales de septiembre. Cuentan con una parte de la parcela que está ya a plena producción y en otra las plantas aún están desarrollándose y comenzarán a producir más tarde.

La mayor parte de las judías las comercializan directamente en Cataluña. Cada semana preparan envíos directos para ciudades como Barcelona o Lleida. Este año la crisis sanitaria del Covid-19 está condicionando mucho la producción. «Al no haber casi turismo han bajado mucho las ventas y también los precios», comentan. En la temporada, el precio puede oscilar entre los 0,80 y los 4 o 5 euros el kilo, en función de la demanda. Sin embargo, además de la recogida, también deben realizar una selección y clasificación de las judías previa a su envío. «Cuando comenzamos, la judía se mandaba en sacos de red, sin ningún tipo de clasificación, era todo más sencillo. Ahora se envía en cajas todas clasificadas», recuerda Manuel.

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Judías con la medida adecuada para su recolección.

Dificultades para garantizar la recogida

En plena producción precisan unas 14 personas para garantizar la recogida tanto de la fresa como de la judía, lo que está suponiendo un problema en las últimas campañas. «Es muy difícil encontrar gente que quiera trabajar en la recogida, pese a que cobran el sueldo base, están asegurados y tienen una jornada de 8 horas y días de libranza», apuntan. Sin embargo, a diferencia de otros años, cuentan con más personal de la zona, aunque continúan con el proceso de selección.

En plena producción emplean a unas 14 personas para garantizar la recogida

Suelen organizar turnos de trabajo en horario partido, para evitar la recogida en las horas centrales del día, lo que supone un inconveniente para los trabajadores de zonas más lejanas, al no le compensar los desplazamientos. «El actual sistema hace que tengamos que entrevistar a gente de toda Galicia, aunque muchos ya saben que no les compensará y que no van a venir a trabajar», apuntan.

Así, algunos años también optaron por traer personal de otros países, pese a la burocracia que supone el procedimiento. Por eso, garantizar la cuadrilla de trabajadores es una de las problemáticas que están intentando atajar codo a codo con otras empresas y productores de la zona de cara a las próximas campañas.

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