La desaparición de una explotación al lado de su casa por el fallecimiento de uno de sus tres socios fue visto por José Luis Penelas Fernández como una oportunidad para hacer crecer su ganadería. Él no figura en la SAT, pero fue el verdadero ideólogo de este proyecto que puso en marcha junto a su mujer, Josefa Blanco, su hijo Diego, su prima Isabel Lenza y su hombre, José Henrique Domínguez.
Entre todos compraron las naves de la cooperativa que se deshizo y hace cinco años que juntaron en ellas las vacas de las dos casas tras una inversión de un millón de euros, que incluyó una sala de ordeño de 2×20 puntos, un tanque de frío de 30.000 litros y una fosa de purín con capacidad para 3 millones de litros. El hecho de comprar sobredimensionados estos tres elementos fue una decisión consciente. «La diferencia en ese momento de comprar una sala de 20 puntos a una de 40 como la que tenemos era de 14.000 euros. Gastamos más pero gastamos una sola vez, porque si hubiéramos puesto la otra y hoy tuviésemos que cambiarla sería doble gasto», razona José Luis.
Asesorados por el cántabro Juanjo Lavín Cobo, a quien José Luis conoció en otra explotación de Guntín, diseñaron desde el comienzo todos los elementos de la explotación para ordeñar 500 vacas, a pesar de que comenzaron con muchos menos animales, unos 80, los que sumaban José Luis y su prima. Hoy se encuentran en la mitad de ese proceso de crecimiento, con unas 350 cabezas (250 entre producción y secas y 100 novillas), y esperan sumar otras 100 vacas en el 2018.
«Si no hubiese sido por la multa de la supertasa que tuvimos que pagar en el año 2015, habríamos desdoblado ya el número de cabezas», explica. Ese había sido un año muy bueno de producción en SAT Agropegal y entregaron 2.225.000 kilos, el doble del que tenían de cuota. «Iban las cosas sobre ruedas y fue un estacazo», reconoce José Luis. Tuvieron que pagar 192.500 euros de multa por sobreprodución, la gran piedra en el camino de crecimiento de esta explotación. «Es un absurdo, porque por un lado nos dieron 200.000 euros de Plan de Mejora para poder crecer y luego nos lo sacaron por el otro, haciéndonos pagar 192.500 euros de supertasa. No tiene sentido que te den una ayuda para crecer y después no te dejen producir «, considera.
Gracias a que les dieron la opción de repartir la sanción a pagar en tres años, SAT Agropegal pudo seguir adelante, aunque el camino sea más cuesta arriba. «Tenemos estructura para ordeñar 500 vacas con lo que hicimos en el 2012, gastamos para 500 vacas y lo estamos manteniendo con la mitad. Si completásemos las previsiones iniciales, lo llevaríamos mejor», expone José Luis.
Lograr financiación para explotaciones de este tamaño no es fácil. «Comenzamos con Banesto, pero tuvimos problemas cuando estábamos en medio de la obra. Nos salvó Caixa Rural, gracias a ellos pudimos acabar el proyecto que teníamos. Pero todos los bancos miran mucho antes de dejar dinero», asegura.
Venden la leche a una quesería de Zamora
Otro freno al crecimiento de esta explotación fueron los bajos precios de la leche en los últimos dos años. Y eso que esta explotación de Pol cobra la leche más que las que se encuentran en su entorno. La razón, el tanque de frío de 30.000 litros con el que cuentan. Actualmente produce unos 7.000 litros diarios, por lo que tiene capacidad en el tanque para almacenar la producción de 4 días. Eso hace que el camión de la recogida no tenga que venir a diario y puedan venderle la leche a una empresa ubicada a mayor distancia de la granja.
En la actualidad se lo lleva Quesos El Pastor, de Zamora. «En esta zona sólo les vendemos nosotros. El camión viene cada tres o cuatro días, sólo con nuestra leche carga 28.000 litros y marcha, por eso nos pueden pagar un poco más la leche, porque ahorran mucho en portes», explica José Luis.
La explotación está en unas medias de 4,32 de grasa y 3,68 de proteína, con una producción de 32-33 litros diarios por vaca
La producción media por vaca de SAT Agropegal está en torno a 32-33 litros diarios, lejos de los niveles que alcanzan otras explotaciones intensivas de su tamaño. Sin embargo, explican que «nuestra producción por vaca no es muy alta porque no buscamos eso, buscamos calidad». Están en 4,32% de grasa y 3,68% de proteína. «Lo que más nos premia es la proteína, porque para el rendimiento quesero es fundamental. Tenemos unas primas importantes por calidad, si subimos 2 o 3 litros de producción por vaca y bajamos en calidad no nos compensa», justifica José Luis.
Comprar directamente los cereales en puerto para abaratar costes
SAT Agropegal maneja 141 hectáreas de terreno, de las que 100 son propias y el resto en alquiler. Este año echaron a maíz 72 hectáreas y obtuvieron «la mejor cosecha desde que comenzamos a funcionar en serio», dicen. El resto de la superficie está a hierba. «Probamos con alfalfa. La intención era ensilarla mezclada con hierba para mejorar la proteína, pero los técnicos de Mabegondo hicieron pruebas con hasta 17 variedades distintas y ninguna se adaptó a esta zona. Sin embargo, aún no la hemos descartado de todo, porque tenemos unas fincas que erosionan mucho y tenemos que buscar cómo fijar el nitrógeno», cuentan en esta ganadería.
El silo de hierba, el silo de maíz y la hierba seca son la base de la ración diaria de sus vacas, que se complementa con maíz en grano, soja, pulpa y un corrector. La compra y el almacenamiento de estas materias primas se lo hace Sarriana de Piensos, según los parámetros y directrices que le marcan desde la propia explotación. Juanjo Lavín es también nutrólogo y especialista en alimentación de ganado vacuno y José Luis asegura que «tener un buen asesor para nosotros fue fundamental, nos abrió los ojos en muchas cosas, porque teníamos ideas que eran erróneas», admite.
Ahora mismo la empresa que les suministra estos cereales y leguminosas les hace de mayorista, pero la mezcla diaria la hacen en la propia explotación con un carro mezclador propio. Sin embargo, su intención a corto plazo pasa por comprar directamente la materia prima en puerto, sin intermediarios, en grandes volúmenes y almacenarla en la propia explotación para abaratar costes. Calculan un ahorro de entre 1 y 2 céntimos por kilo de materia prima.
«Con el volumen que manejamos nosotros, son unos 3.000 euros mensuales, que multiplicado por 12 meses es mucho dinero a final de año y ese ahorro repercutiría en los beneficios de la explotación, pero todo son problemas para crecer», insiste José Luis. «Nos estorba un poste de la luz para poder ubicar el almacén para los insumos, pero Barras Eléctricas nos pide 17.500 euros por cambiar el poste, que está en nuestra finca, a un lado de donde tenemos los silos», explica.
Compra de vacas en Francia
El crecimiento de esta explotación desde las 80 vacas iniciales hasta las 250 actuales se logró importando animales recién paridos en Francia. «El primer camión que trajimos fueron vacas de Menorca, pero después todas vinieron importadas de Francia. Cada año venían entre 2 y 3 camiones, más o menos 60 animales al año, todas vacas acabadas de parir de raza frisona, de las que ahora criamos para seguir creciendo», cuenta José Luis, que explica que empezaron a hacer recría hace solo dos años.
«Las vacas que compramos en Francia tienen otra configuración corporal y acumulan más carne, lo que repercute en la venta del desvieje» (José Luis Penelas)
«Antes no teníamos donde hacer la recría, ahora tenemos unas naves alquiladas de otra explotación que cerró a dos kilómetros de aquí, en Vilar de Infante, y a la que le cogimos tierras y naves», relata. En los establos viejos no podían tener las novillas, porque tienen las vacas secas y también el almacén de maquinaria.
José Luis viaja acompañado por Juanjo a Francia a escoger los animales que traen. Se los compran a Firma Dekker, propiedad de un holandés. «Nosotros escogemos allá, sino siempre te ofrecen lo que ellos no quieren, lo que no van a usar ellos. Pero nosotros somos exigentes, para hacer un camión de 30 vacas una vez allá echamos una semana», recuerda. Las vacas puestas aquí les salen a un promedio de 2.000 euros.
Son animales con buena genética y producción pero «vienen muy mal nutridos», reconoce. Aunque «mejoran enseguida con la alimentación que aquí les damos», dice. «Nos duran un promedio de entre 3 y 4 partos pero no las exprimimos con más partos porque perderíamos mucho después para desvieje». Ahí es donde le ve José Luis la ventaja a este tipo de animales. «Más que por la mejora en producción con respecto a una vaca de aquí, optamos por las vacas de fuera por la mayor repercusión que logramos en el desvieje. Por ejemplo, a los últimos 6 animales que mandamos para Silleda les sacamos de promedio 1.800 euros, hay mucha diferencia con una vaca de aquí por la configuración corporal y la cantidad de carne que acumulan», considera.
Módulo separado para parir y para los animales enfermos
Mientras en los últimos años buena parte de las explotaciones intensivas de este tamaño se pasaron a tres ordeños diarios, SAT Agropegal se mantiene en dos. «No pensamos en dar al salto a tres ordeños porque implicaría más personal y porque pienso que ganaríamos en litros pero perderíamos calidad y los animales durarían menos», argumentan.
En esta ganadería no tienen hoy por hoy empleados fijos y solo contratan puntualmente por necesidades concretas. «Hacemos el trabajo los miembros de la SAT, pero si duplicamos las vacas en producción, como hemos pensado, tendremos que coger a alguien porque la calidad de vida también es necesaria», dicen. También por eso optaron por un robot para acercar la comida al ganado.
«El arrimador es el mejor empleado de la cuadra con diferencia, cuando lo compramos nos parecía que no le íbamos a sacar provecho, pero se paga el solo, hoy vemos que fue una inversión bien hecha», considera José Luis. Desde que tienen el arrimador automático notaron una mayor ingesta diaria en el ganado y dejaron de tener que retirar todas las mañanas las sobras de la ración del día anterior, en la mayoría de los casos porque quedaba fuera del alcance de las vacas. Hoy eso no pasa.
Otra de las peculiaridades que tiene esta ganadería es contar con un módulo separado de la nave principal donde paren las vacas y están los primeros días. En ese espacio también están los animales enfermos, que se ordeñan en un circuito aparte porque esa leche no va para el tanque y así no tiene que ir por los mismos conductos que el resto de la producción.
Toros blonde de Aquitania para los cruces con carne
De la mejora genética y la reproducción en la explotación se encarga Diego, con la ayuda del Centro Veterinario de Meira, que realiza el control reproductivo y lleva también el control de enfermedades de la granja. Hacen control reproductivo semanal y diagnosis a partir de 30 días. Si las vacas están preñadas se revisan a los dos meses y se les hace otra revisión a los siete meses y medio de gestación, coincidiendo con el secado y con el cambio de lote y de alimentación hasta el momento del parto.
Las novillas se inseminan todas con toro sexado y al resto de los animales en la mitad de los casos les ponen dosis genómicas. De las vacas que no se recria se hacen cruce con carne con dos toros que tienen en la casa. Son dos sementales de la raza blonde de Aquitania adquiridos a Granxa Caxigueira, de Ortigueira. «Tenemos dos para asegurar un mayor índice de fertilidad», explican.