SAT As Cavadas, tres décadas de crecimiento sostenible

Esta explotación de Xermade fue pionera a principios de la década de los 90 en poner en marcha junto a otras tres ganaderías vecinas un sistema de recría conjunto que siguen manteniendo hoy. Su propietario, José Ángel Blanco Purriños, tiene que multiplicarse para poder seguir atendiendo la granja desde que hace un año y medio fuera elegido presidente de Clun

SAT As Cavadas, tres décadas de crecimiento sostenible

En 1990 José Ángel se incorporó a la explotación de sus padres. Tenían una docena de vacas. Constituyeron la SAT y un año después comenzaron una cuadra para 40 animales que tardaron en completar. «La hicimos con nuestros recursos y nuestra mano de obra y tardamos tanto en rematarla qué cuando llegó la subvención la gastamos ya toda en vacas, comprando animales de calidad, vacas con carta», recuerda.

Desde entonces el crecimiento fue continuo hasta hoy, que ordeñan 135 vacas de una cabaña total de unos 300 animales. Un ritmo de crecimiento constante de entre un 5 y un 10% anual que ahora piensan aflojar. «Seguiremos creciendo algo, pero de manera pausada y en menor cantidad que hasta ahora», explica José Ángel.

La explotación siguió creciendo incluso en las épocas de poco precio de la leche. «Para no quedar atrás», argumenta su propietario, que siempre mantuvo el criterio de profesionalizar el funcionamiento de la granja con una visión empresarial adelantada muchas veces a la mentalidad imperante en el sector.

De hecho, una de las características de As Cavadas es ser pionera en la externalización de la recría. Junto a tres vecinos, José Ángel constituyó, a comienzos de los años 90, Xercas, una SAT formada por otras tres ganaderías de Xermade: Ganadería Penas, Casa Gil y Portalousa. «Todos somos de la misma edad, somos vecinos, nos conocíamos de toda la vida y nos incorporamos también todos más o menos en esa misma época. Un día hablando uno dijo que tenía que hacer una nave para la recría porque, al ir creciendo, ya no le cogían en la explotación y otro dijo pues yo también. Todos teníamos esa misma necesidad así que decidimos alquilar unas tierras cerca de aquí, en Castiñeiras, y hacer una nave para los cuatro», relata José Ángel. Hoy tienen en ella entre 170 y 200 novillas.

«Éramos cuatro chavales que nos dio por hacer aquello y en aquel momento fuimos absolutamente pioneros en Galicia y no sé se en todo el Estado español.

«Recuerdo que la gente decía que estábamos locos, porque de aquella se veía mal tener las novillas fuera, al aire libre»

Recuerdo que la gente decía que estábamos locos, porque de aquella se veía mal por ejemplo tener las novillas fuera, al aire libre», dice.

Pero no solo no estaban locos sino que el sistema les funcionó tan bien que lo siguen usando aún a día de hoy. As Cavadas desteta las terneras de recría a los dos meses durante los que son alimentadas mediante amamantadora. Cuando tienen 4 meses de vida son enviadas a la nave de recría conjunta de Xercas, de donde vuelven a la explotación con casi dos años de edad y entre 7 y 8 meses de gestación. «Cada novilla es propiedad de la explotación en la que nació, lo único que hacemos es criarlas en conjunto, que es algo que nos facilita el trabajo y la gestión», explica.

Hacen un recuento de animales el día 15 de cada mes y pagan una cuota mensual de 60 euros por novilla que cubre los gastos de alimentación. «El trabajo lo hacemos nosotros, cada explotación se encarga una semana al mes», cuenta. En la cuota mensual no entra el semen porque cada uno usa el que quiere.

Un entusiasta de la mejora genética

Desde aquellas primeras vacas con carta que compraron a comienzos de los 90, As Cavadas siempre apostó por animales de calidad y está ubicada, con 2.399 puntos, entre las mejores explotaciones de la provincia de Lugo por ICO, una clasificación que mide los valores genéticos de producción, morfología y caracteres funcionales.

«Yo soy un entusiasta de la mejora genética y aquí siempre apostamos por la genética. En su momento fuimos de los principales clientes de la Finca de Bos, que tenía en Guísamo la Consellería y Fefriga, y hemos trabajado mucho con embriones. Ahora, por falta de tiempo, tenemos ese campo algo abandonado y lo que hacemos es poner algo de semen sexado en novillas, pero tampoco mucho, porque el semen sexado empreña menos y requiere estar más pendiente y en mi caso se dan dos circunstancias que no favorecen esto: por un lado tenemos la recría fuera de la explotación, y por otro yo paso ahora poco tiempo en ella, así que no es fácil estar tan pendiente», explica.

Desde que fue elegido presidente de Clun, José Ángel tiene que multiplicarse para poder seguir atendiendo su granja. «Me supone más esfuerzo, tener que madrugar más y acostarme más tarde y no tener la explotación tan atendida cómo la tenía», dice. En la explotación trabajan 2 empleados a tiempo completo y otro que hace las libranzas tres días a la semana.

Protocolos semanales

A pesar de tener mano de obra contratada, la explotación sigue dependiendo en buena medida de José Ángel. «La supervisión de la granja la sigo haciendo yo y todo depende un poco de mí, así que como ahora no puedo estar todo el día con las vacas trato de la adaptarme a las circunstancias y aplicamos unos protocolos semanales para la mayoría de los trabajos», relata. Por ejemplo, todos los viernes por la mañana hacen control reproductivo y una vez al mes vacunación de vacas secas para mamitis. «Prefiero prevenir que curar, yo no quiero dar tratamiento para la mamitis, prefiero vacunar antes las vacas para que no tengan mamitis», justifica.

También para el día a día usan protocolos fijos y pautas horarias. «Yo a las 6 de la mañana todos los días estoy en la cuadra. Es cuando hago las inseminaciones y los tratamientos. Tengo detector de celos en la sala y me baso en el podómetro para revisar la actividad diaria de cada animal y tomar decisiones», explica. «Ya sé que no es lo ideal, porque las vacas son animales vivos pero yo hoy por hoy tengo que adaptarme a las circunstancias y no tengo más remedio que hacerlo así, actuando cómo si fueran máquinas», matiza.

El trabajo rutinario diario funciona casi de manera automática porque los obreros hacen todos los días a la misma hora el mismo trabajo. A las 5 de la tarde y a las 6 de la mañana se hacen las camas (con una mezcla de serrín, paja pinchazo y carbonato, que se repone una vez a la semana, se limpia y rastrilla 2 veces al día y se le echa cal una vez al día), luego viene el ordeño (As Cavadas ordeña dos veces al día) y a continuación se limpian los comederos.

«No tengo maquinaria, subcontrato todos los trabajos a la cooperativa»

Después es cuando viene el carro mezclador de la cooperativa Os Irmandiños, a la que José Ángel pertenece desde hace 20 años y preside desde hace 8. «No tengo maquinaria, subcontrato todos los trabajos a Irmandiños, el abonado, el sembrado el segado y el ensilado», dice.

Maneja unas 80 hectáreas de superficie, en las que dejó de sembrar maíz por culpa de los daños que le producía el jabalí. «El pasado año 2017 no sembré maíz porque el año anterior sembré unas 30 hectáreas, tuve que plantarlo dos veces y aún así tuve muchas pérdidas», se queja.

También les causa daños el lobo, que no hace mucho les comió tres terneras en Xercas, por lo que decidieron traer dos mastines. «Desde que los tenemos no volvimos a tener más problemas y eso que donde tenemos la recría no hay casas cerca», explica. Para evitar riesgos, también redujeron las horas que las terneras pasan fuera. «Antes pasaban más tiempo fuera, pero ahora casi siempre las tenemos dentro de la nave de recría para evitar riesgos», cuenta.

«Las explotaciones tenemos que ofrecer algo que les interese a las industrias para que nos vengan a comprar la leche»

José Ángel entrega a Celega y conoce en carne propia lo que es tener problemas para que le recojan la leche y lo que es cobrar una parte de las entregas a un precio diferente y que no cubre ni los costes de producción. «Va a haber un antes y un después con el fin de las cuotas lácteas, aunque de momento llevamos poco tiempo para comprobarlo. Siempre se le vio, por parte de los ganaderos, a la cuota a parte negativa, limitante de la producción, pero la cuota era también un derecho y a ti con ese papelito la industria te venía a buscar la leche. Hoy no es obligatorio que te recojan la leche. Ahora es cómo si tuvieras un bar, nadie obliga al cliente a entrar. Pues aquí igual, las explotaciones tenemos que ofrecer algo que les interese a las industrias para que nos vengan a comprar la leche», argumenta.

Por eso considera que «indistintamente de la empresa en la que estés, hay que tener leche de calidad», por lo que está apostando por mejorar los componentes de su leche (grasa y proteína), que se sitúan en el 3,86% y en el 3,27% respectivamente, según el promedio del año 2016, con una producción por vaca de más de 11.000 litros.

«Si empresas como Goodleit se va a instalar en Teixeiro y Entrepinares decidió venir para Vilalba lo hacen buscando calidades. Además, en Galicia somos excedentarios en leche y mandar leche es caro si lo que se manda tiene pocos sólidos», argumenta.

José Ángel defiende una relación transparente y de igual a igual de los productores con la industria en busca del beneficio para ambas partes. Dice que sigue habiendo ganaderos sin mentalidad empresarial en la gestión de sus granjas y dice que la asignatura pendiente del sector es sobre todo la comercialización. Orgulloso de ser ganadero, trata de inculcarles eso incluso a sus hijos y se muestra preocupado por el futuro del rural gallego. «La vida en el rural, tal como estaba concebida hasta ahora, ya es historia», concluye.

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