Hacer el ensilado en el momento óptimo y una mayor autonomía. Son las razones que llevaron a SAT Esteba a hacerse con un importante parque de maquinaria que le permite no depender de contrataciones externas a la hora de completar el proceso de siembra y recogida del forraje con el que posteriormente alimentar a su ganado.
Esta es una de las características principales de esta ganadería familiar situada en la parroquia de San Miguel de Penas, en el ayuntamiento lucense de Monterroso, y que cuenta en la actualidad con 240 cabezas, de las que 120 son vacas en ordeño. «Tenemos mucha inversión hecha en maquinaria, es cierto, pero da buen resultado porque cosechamos, tanto el maíz como la de hierba, en su momento idóneo», defiende Carlos Rodríguez, su propietario.
La SAT, constituida en el año 2005, está formada además de por su mujer, Sonia Vilar, por sus padres, Abel Rodríguez y Carmen Carnero, ya jubilados pero que siguen figurando en la sociedad. Fueron ellos los que comenzaron con 9 vacas de leche. En el año 2000 se incorporó Carlos y hicieron el primer establo para 85 vacas en estabulación libre y sistema de alimentación mediante carro mezclador. En el 2005 Carlos se casó y se sumó al proyecto su mujer Sonia.
Carlos: «Crecemos mucho en poco tiempo y con mucho esfuerzo»
La explotación siguió creciendo y fue necesaria la construcción de una nave de producción, otra para novillas preñadas y otra para vacas secas. El establo viejo fue reconvertido para acoger las becerras pequeñas hasta el momento de su inseminación, en torno a los 15 meses de vida. La última mejora de las instalaciones tuvo lugar en el año 2017 con la construcción de una sala de ordeño nueva y de una lechería. «Crecemos mucho en poco tiempo y con mucho esfuerzo», resume Carlos.
“Hacemos el ensilado de manera escalonada en función del estado de cada finca y logramos recoger las cosechas en el momento óptimo”
Para atender la explotación cuentan además con un empleado, Hugo, natural de Paraguay, que lleva año y medio trabajando con ellos. Ese refuerzo les permite que la granja no quede desatendida en las épocas en las que es mayor la carga de trabajo fuera, por ejemplo en las épocas de sementera, ensilado o abonado.
Tienen a medias con otra explotación, Zarralleiro SC, de Palas de Rei, la maquinaria necesaria para el laboreo de las tierras, la siembra y la recogida y ensilado tanto del maíz como de la hierba. «También nos ayudan otras dos explotaciones, con las que hacemos el trabajo a medias», explica Carlos.
«Si la explotación funciona igual sin ti pienso que este sistema da buen resultado porque hacemos el ensilado de manera escalonada en función del estado de cada finca y logramos recoger las cosechas en el momento idóneo. Pero claro está que si no tienes gente en la casa que te supla en las épocas de trabajo en las tierras tienes que desistir de este sistema porque donde están los euros es en los animales que están en la granja, no en las tierras», argumenta.
Poca superficie agraria disponible en esta zona
SAT Esteba cuenta en total con unas 50 hectáreas de terreno, entre propias y alquiladas. En 33 de ellas hace rotación de cultivos anual entre maíz y hierba. «Con las fincas que tenemos no podríamos sembrar más maíz, porque las restantes no son muy buenas y en el maíz si no obtienes ciertos kilos por hectárea no es rentable», razona Carlos, que reconoce que «la superficie que tenemos es poca».
La totalidad de las fincas se encuentran en un radio de 4 kilómetros desde la explotación. «No somos de ir a alquilar tierras muy lejos y en esta zona no hay muchas fincas disponibles porque aún quedan explotaciones pequeñas de leche y hay muchas de carne», explica.
La falta de superficie disponible es una de las razones que hacen que esta explotación no piense en crecer por el momento. Pero hay más. «Crecer significa depender de mano de obra externa y tener que comprar más insumos», justifica. Con la superficie forrajera que tienen, en años de cosechas flojas andan bastante justos pero en ese caso Carlos prefiere «meter un kilo más de pienso en la ración en vez de tener que andar comprando forraje».
Carro propio
Al igual que la explotación cuenta con la maquinaria precisa para cerrar el ciclo de la producción de forraje, también dispone de carro mezclador propio para la elaboración de la ración diaria para la alimentación del ganado. «Tenemos un carro autopropulsado que compramos hace dos años con el que hacemos la ración dos veces al día para las vacas en producción para tratar de aumentarles la ingesta de alimento» cuenta Carlos. «No sé si es lo más rentable tener carro propio, pero lo que somos es más autónomos y eso nos permite adaptarnos mejor a las necesidades de los animales», argumenta.
La ración de las vacas en ordeño está en esta granja en 25 kilos de silo de maíz, 12 kilos de silo de hierba, 2 kilos de paja molida y 12,5 kilos de pienso. Carlos tiene claro que merece la pena gastar en la alimentación del ganado y dice que «lo que haya que comprar hay que comprarlo para las vacas en producción y darles productos de calidad».
José Manuel García Ferrería, un veterinario asturiano que lleva ya 30 años afincado en Monterroso, lleva la parte clínica, de reproducción y de nutrición en la explotación. «Se preocupa de que todo nos vaya bien. El apoyo técnico es una parte importante en una explotación», defiende Carlos.
Sala de ordeño nueva en vez de robots y la importancia de reducir los tiempos
La última mejora puesta en marcha en esta SAT fue una sala de ordeño nueva de 2×10 puntos de ordeño trasero. Tiene el doble de capacidad que la anterior, de 2×5 puntos, lo que les permitió reducir considerablemente los tiempos de cada ordeño.
«Fue un cambio enorme, tanto para nosotros cómo para el ganado, porque al ordeñar en la mitad de tiempo conseguimos reducir a la mitad también los tiempos de espera de las vacas. Antes por las mañanas echábamos casi tres horas ordeñando y ahora como mucho es hora y media por la mañana y hora y cuarto por la tarde. Son más de dos horas de tiempo que ahorramos todos los días. Pienso que reducir los tiempos de ordeño es una cosa muy importante en la explotación y que le saca mucho estrés también al personal que trabaja en ella», defiende Carlos.
Cuando hace un año decidieron modernizar esta parte de la granja valoraron la posibilidad de introducir robots de ordeño pero finalmente se decantaron por una sala nueva. «Lo valoramos, pero nos decidimos por la sala y no por los robots, a pesar de que con la inversión que hicimos en maquinaria, 130.000 euros, más lo necesario para hacer una nave nueva para la sala casi podríamos comprar dos robots, pero pensamos que es mejor ordeñar nosotros en vez de una máquina y tenemos claro que si en algún momento tenemos que dejar de hacer algo porque no damos atendido a todo, dejaríamos los trabajos agrícolas y nos centraríamos en atender el ordeño», indica. En esta SAT ordeñan dos veces al día, a las 7 de la mañana y a las 6 y media de la tarde.
Más comodidad durante el secado
Otra de las obras recientes en las instalaciones fue la construcción de una nave para las vacas secas, con cubículos más amplios, de 1,25 metros de hueco frente a los de 1,20 metros de la nave de producción. Además, las vacas secas disponen de una finca de media hectárea. «Están en abierto y salen y entran cuando quieren. Para su movilidad es muy importante. Nosotros conseguimos mejores lactaciones desde que adaptamos esta zona para las vacas secas con cubículos de la arena más amplios y cómodos y desde que habilitamos esta zona para salir fuera. Desde que hicimos eso pienso que las vacas llegan más fuertes al punto de parir y de producir», defiende Carlos.
“Desde que mejoramos el bienestar de las vacas secas, llegan más fuertes al parto y tienen mejores lactaciones”
También da importancia al hecho de adelantar el secado. «Intentamos secar a los 7 meses de preñadas pero a veces tenemos que alargar el período de ordeño un par de semanas, hasta los 7 meses y medio, porque llegan a los 7 meses dando mucha leche», explica.
Las camas de la zona de producción son de carbonato con serrín, mientras que las de las vacas secas son de arena por ser algo más económica. Arreglan las camas dos veces al día, coincidiendo con los ordeños. «Gastamos unos 1.000 euros al mes en las camas para tenerlas en condiciones, pero lo que gastas por un lado lo ahorras por otro, por ejemplo en tratamientos. Nosotros de mamitis no tenemos ningún problema», indica Carlos.
Superpoblación en la zona de recría
La próxima obra que precisa acometer esta explotación es aumentar las instalaciones para las terneras. La cuadra vieja, que fue adaptada para ellas en el momento de la construcción de la nave nueva, ya quedó pequeña. «Recriamos casi todo y en las novillas ponemos semen sexado en todas, en las vacas no, seleccionamos sólo las mejores», explica. En el que fue el establo viejo están las becerras hasta los 15 meses de vida, edad en la que son inseminadas y pasan a otra nave.
«Ahora en las explotaciones se alimentan muy bien y ves novillas de 14 meses que tienen un desarrollo corporal que hace años no se lograba hasta los 18 meses», compara Carlos. Al lograr adelantar la edad de inseminación consiguieron también hacer que las primerizas estén paridas antes de los dos años de vida. «Mandamos a matadero vacas que incluso harían otro parto sin problema ninguno, pero el excedente de recría que tenemos nos empuja a eso», cuenta.
“El dinero gastado en cuota se fue todo al garete»
SAT Esteba entrega la leche a Lactogal (Celta) desde el año 2005. En aquel momento aún estaba plenamente vigente el sistema de cuotas lácteas. Carlos recuerda la importante inversión hecha en su explotación para adquirir derechos de producción suficientes que le permitieran crecer en número de cabezas. «Empezamos con 89 toneladas de cuota y acabamos con 710, todas compradas. Todo eso que gastamos se fue al garete», lamenta, mientras reflexiona sobre si no habría sido ventajoso para las explotaciones gallegas el mantenimiento de las cuotas lácteas después de la fuerte reconversión a la que se vieron sometidas para poder crecer y ser competitivas con el sistema anterior.
El problema tras la desregulación, dice, son los precios bajos de la leche. «Mueves mucho dinero, pero queda poco en el bolsillo», concluye.