El confort y comodidad de las vacas es un factor básico que determina la producción. Concienciados de este hecho, los ganaderos gallegos ponen cada vez más el foco en la cama en la que descansan los animales. Paja, serrín, carbonato, arena… distintos sistemas con sus ventajas y inconvenientes pero, en todo caso, siempre un importante gasto para las explotaciones.
En SAT Ladera empleaban arena hasta hace tres meses. Les suponía un desembolso de 1.000 euros al mes, más otros 4.000 euros para sacar la arena que se iba acumulando en la fosa del purín. En total, unos 15.000 euros al año. Era un material que les daba buen resultado desde el punto de vista productivo e higiénico-sanitario, pero decidieron cambiarlo y probar una alternativa habitual en explotaciones de Inglaterra, Francia u Holanda pero inusual en Galicia.
El sistema consiste básicamente en usar en las camas a propia bosta de las vacas después de un proceso que separa, seca y fermenta la parte sólida del purín para convertirlo en un compost orgánico con el que cubrir los cubículos.
El proceso arranca con la separación de la parte sólida y líquida del purín. Se coloca un depósito intermedio antes del pozo de purín, de 25.000 litros, que dispone de un sinfín que separa la bosta de la orina. La parte sólida es bombeada a un silo de fermentación y la parte líquida continúa camino hacia el pozo de purín, con capacidad para 4 millones de litros. En el silo de fermentación la materia orgánica se somete la un proceso de secado mediante una turbina de aire caliente a 70 grados que esteriliza los excrementos matando microbios y bacterias al someterlas a un proceso semejante a la pasteurización.
Tres días después, convertido ya en un producto inerte, el compost está listo para usarse en los cubículos, donde se reparte con la encamadora, de igual forma que la arena. Al tratarse de un material orgánico, el resultante de hacer las camas o el que los animales arrastran vuelve a los canales de limpieza para reiniciar el proceso que permite su reutilización continua. El material sobrante puede esparcirse en las tierras como abono.
Gastaban 15.000 euros al año en arena
Con este material evitan el uso de las 27 toneladas de arena que necesitaban a la semana y con ello los problemas derivados de su utilización en las explotaciones: desgaste en las instalaciones y en los cascos de los animales, acumulación en el pozo de purín y depósito final en las tierras.
Factores medioambientales
Pero las ventajas van más allá de aspectos como la durabilidad de las instalaciones o el ahorro económico. “Vemos que en poco tiempo el tema del purín se va a poner muy restrictivo y que los aspectos medioambientales van a limitar el crecimiento de las explotaciones y condicionar su rentabilidad, como ya sucede en otros lugares de Europa, por ejemplo en Holanda, donde desaparecieron las cuotas lácteas, como en el resto de la UE, pero las granjas tienen cuotas de emisiones que acaban siendo igualmente límites a la producción. Aquí acabará pasando lo mismo, por lo menos para las explotaciones más grandes, porque a las pequeñas tendrán que dejarlas al margen de estas normativas, sino acabarán de hundirlas y les harán cerrar irremediablemente”, argumenta Toño López Mouronte, uno de los tres socios de SAT Ladera.
«Dentro de muy poco los factores ambientales van a condicionar el crecimiento de las explotaciones y con esta solución reducimos metano al purín»
Convertir un desecho en recurso es precisamente la base de la llamada economía circular y con el sistema aplicado en esta explotación logran reutilizar el principal residuo de las explotaciones lecheras y reducir su contenido contaminante. “De este modo, al eliminar la parte sólida, se retira metano del purín y se facilita su inyección en la tierra en caso de que acaben obligando a inyectarlo”, explica.
200.000 euros de inversión
Aunque el ahorro económico en un producto como la arena es importante, el sistema adoptado en esta explotación de O Páramo requiere de una inversión elevada y no está tampoco exento de gastos para su funcionamiento. La tecnología que permite la reutilización de la bosta de las vacas ronda los 200.000 euros. Lo más caro es el silo de fermentación, que supone casi la mitad de la inversión total.
Además, el funcionamiento de todo el sistema requiere de un consumo elevado de energía, unos 500 euros al mes, necesario principalmente para el secado de la materia orgánica. Para reducir este coste, en SAT Ladera instalaron paneles solares con una potencia de 24 Kw con los que ahorrar en un tercio la factura eléctrica de la explotación. “Gastamos 23.000 euros en la instalación, de los que nosotros pusimos 7.000. El resto, 16.000 euros, los recibimos a través de una subvención del INEGA”, explica José Manuel Rodríguez, otro de los socios de la SAT.
Se separa la parte sólida del purín y se pasteuriza con aire caliente a 70 grados para convertir la bosta en un material inerte
Como esta, el resto de las decisiones que toman en esta explotación son con miras a largo plazo. “Aunque es una inversión fuerte, pensamos que el sistema de compost va a resultarnos muy rentable a largo plazo”, considera. Hasta ahora, en los tres meses que llevan con el, los resultados son satisfactorios.
Inovación constante
SAT Ladera se constituyó en el año 2005 de la unión de tres ganaderos del ayuntamiento de O Páramo, de las parroquias de Vileiriz y San Vicente. Al año siguiente ya recibieron un premio en la Semana Verde de Silleda por la manera de constituir la SAT. “Arrendamos las fincas y las naves a nuestras propias explotaciones y no invertimos en las instalaciones, invertimos en dos robots y en el tanque de leche”, explica Toño. “A continuación fuimos poco a poco ampliando las naves, pero siguen siendo instalaciones simples, aquí no se gastó en una sola ventana de aluminio”, ejemplifica.
Poco a poco acabaron por concentrar todo el ganado en las actuales instalaciones, en la parroquia de San Vicente. Las últimas en llegar fueron las novillas. La nave que acoge a la recría la hicieron ellos mismos. “Empezamos en febrero del año pasado y acabamos en mayo”, explican.
Fue ahí donde comenzaron a probar las camas de compost, aunque con un sistema diferente, la llamada cama fría de compost, en la que se mezcla serrín con la bosta, que se grada todos los días. Los animales no están en cubículos, sino en un patio abierto. En esta SAT usan este sistema, que también emplean otras explotaciones de la provincia de Lugo, como Ganadería Varela, en las vacas secas y en la recría.
Todo automatizado para ganar calidad de vida
SAT Ladera es la explotación más grande que hay en esta zona. Cuenta con 400 cabezas, de las que 230 son vacas en ordeño. La producción anual se sitúa en 3,2 millones de litros.
La granja está toda automatizada, con cuatro robots de ordeño, acercador de comida y amamantadora. “En lo que más ganamos al juntarnos y apostar por la robotización fue en calidad de vida”, asegura Toño, que dice que “no es un trabajo físico, es más bien estar pendientes” y asegura que “la explotación la atienden perfectamente dos personas solas”.
Tienen un empleado, Mohamed, de nacionalidad marroquí, que lleva dos años en la explotación, y los tres socios se van turnando. “Somos tres socios, pero aquí solo trabaja uno por semana. Trabajamos por semanas completas, de martes a martes, y después libramos 15 días seguidos”.
Los tres socios se van turnando en la explotación: trabajan una semana completa y después libran 15 días seguidos
Cuentan con 4 robots de ordeño que logran medias de entre 3,1 y 3,2 ordeños diarios por animal y 40 litros de leche de producción. Para sacarle el máximo partido posible a la inversión realizada, están intentando crecer hasta las 260-270 vacas en producción porque “los robots una vez que los tienes hay que exprimirlos”, dice Toño. Pretenden llegar al límite máximo recomendado de las 65 vacas por robot dentro de un año.
Para eso apostaron por poner semen sexado a las primerizas y también en las de segundo parto a las que le detectan celo natural. “Tiramos de semen sexado para crecer pero no lo usamos en las que sincronizamos los celos”, cuentan. El 90% del semen que compraron el año pasado era A2 A2 y después de tres intentos inseminan con limusin. Hacen control reproductivo una vez cada quince días y aprovechan una vez al mes para hacer también el control de mamitis porque ya tienen a las vacas presas.
Además de la podología periódica, dos veces al año, en el final del otoño y en el comienzo de la primavera, les esquílan el rabo y les queman los pelos de la ubre a las vacas en producción para que estén más limpias y den menos fallos los robots.
No es habitual que den muchos problemas si están las puestas a punto bien hechas y el mantenimiento al día, dicen, aunque “a veces tenemos que venir por tonterías”, reconocen, por lo que decidieron poner cámaras en la explotación para hacer el seguimiento a distancia y valorar de este modo si es urgente o no acudir en función de la gravedad del problema.
“La báscula es como un perro grande, la uses o no ya asusta, y debería haberla en todas las explotaciones porque se amortiza ella sola y muy rápido”
Hace cuatro años decidieron también instalar una báscula. “La báscula es como un perro grande, cuando te acercas piensas si te morderá o no, pero ya mete miedo. Pues la báscula igual, la uses o no, ya asusta”, compara Toño. Por eso dice que “es una de las cosas que se amortiza rápido”, y asegura que “debería haberla en todas las explotaciones que tienen un cierto tamaño y que mueven grandes cantidades”. “En nuestro caso, es una herramienta imprescindible, todo lo que entra y sale de la granja pasa por ella: el pienso, el abono, el maíz, incluso la leche”, relata.
Primera CUMA de Galicia
Para los trabajos agrícolas, la explotación no cuenta con maquinaria propia. Forman parte de una CUMA, la primera que se constituyó en Galicia. “Nacimos a partir de un parque de maquinaria, éramos 13 ganaderos y la propuesta inicial era juntarnos todos, a continuación hicimos la SAT”, explica José Manuel.
La CUMA está compuesta en este momento por dos SATs y 5 ganaderos individuales. Les hace todo la CUMA, incluida la siembra, la siega o echar el purín, pero decidieron comprar un carro mezclador para uso de la propia explotación para poder adaptar mejor la ración a los distintos lotes.
“Hacemos cuatro raciones diarias: dos para vacas en producción, una para secas y otra para la recría. El carro de la CUMA nos costaba 500 euros al mes por ración, así que serían 2.000 euros mensuales, por eso decidimos hacer la inversión necesaria para comprar un carro propio. Nos es más rentable porque a partir de cierto volumen compensa, para pocas vacas no, es mejor alquilar”, dice José Manuel.
Sin contar el carro, que es suyo, pagan 7.300 euros al mes por las tareas que realiza la maquinaria de la CUMA en su explotación. La cuota está fijada en función de las horas de trabajo realizadas.
“El mayor handicap que tenemos es el minifundio”
SAT Ladera dispone de unas 100 hectáreas de superficie, entre las que pertenecen a los tres socios (70 hectáreas) y otras alquiladas (unas 30 hectáreas). Pero se encuentra con un problema gravísimo que incluso pone en riesgo la viabilidad de la explotación: el minifundio.
“Estamos mirando de diversificar en otros sectores en vez de aumentar en este porque en estas condiciones nos parece inviable”, alerta José Manuel. Pone un ejemplo: “Para la PAC tenemos declaradas 64 hectáreas, formadas por 370 parcelas. Tenemos que trabajar unas 500 parcelas para sumar las 100 hectáreas actuales de la explotación”, relata.
Para reunir 100 hectáreas tienen que trabajar unas 500 parcelas
Este fue uno de los motivos que hizo que hayan disminuido considerablemente la superficie dedicada a maíz. “Antes dedicábamos a maíz la mitad de la superficie que tenemos, echábamos unas 50 hectáreas. Pero desde el año pasado sólo echamos 20 hectáreas. Dedicamos más a raigrass y el maíz para ensilar lo compramos porque aquí son todo parcelas pequeñas, fincas de poco tamaño y así no compensa echar maíz”, dice José Manuel.
Gastan un 30% más en horas de trabajo de la maquinaria por culpa del minifundio
“Si las fincas fuesen grandes podríamos incluso poner sistema de riego y tener maíz, pero para un ferrado no puedes poner el riego”, se queja. “En esta zona terreno hay, pero aunque te dejen trabajar las fincas gratuitamente no merece la pena trabajarlas. En la CUMA gastamos un 30% más por el problema del minifundio que tenemos en esta zona”, calcula.
Solicitud conjunta de 5 parroquias para pedir la concentración parcelaria
El ayuntamiento de O Páramo supera las 5.000 cabezas de ganado concentradas en las parroquias de Friolfe, Grallás, Vileiriz, Gondrame y San Vicente fundamentalmente. Es una zona llana de unas 3.000 hectáreas de superficie.
“Tenemos pedida la concentración desde el año 2001. En el año 2002, cuando Diz Guedes era conselleiro de Medio Rural y vino a inaugurar el parque de maquinaria nos dijo que recogiésemos firmas. Pasamos el trabajo de ir casa por casa, las presentamos y no valió para nada. Ya van más de 15 años, presentamos la solicitud las cinco parroquias juntas y la única que tiene algo hecho a día de hoy es Friolfe”, se queja José Manuel, que recuerda que “en esta parroquia, en San Vicente, no hubo un solo vecino que no firmara, así que no sería conflictiva”. “Si simplemente facilitasen y simplificasen las permutas y los cambios entre los vecinos ya estaba medio hecha la concentración”, asegura.
“Hace 15 años recogimos firmas para la concentración parcelaria y no volvimos a saber más nada”
“Las concentraciones parcelarias eran facilísimas de hacer si hubiera voluntad política, habría que tocar la fiscalidad de los que se niegan”, añade Toño. “Dieron dinero para cierres, si en vez de dar ayudas para eso las hubiesen dado para permutas, para juntar tierras y para pagar los gastos de notario y te hubiesen mandado un técnico para hacer el proceso, ya estaba”, dice.
Más información
– Gestión de la fracción sólida del purín para la cama de las vacas.