SAT Loucenzo, una unión entre vecinos para ganar calidad de vida y mejorar la producción

Los socios de esta ganadería de Lalín (Pontevedra) buscaban tener unas buenas condiciones de trabajo al crear la SAT. Con ella consiguieron además incrementar su producción y progresar en la genética de sus animales. Conocemos más de esta granja

SAT Loucenzo, una unión entre vecinos para ganar calidad de vida y mejorar la producción

Isabel, David e Inés extreman esta temporada la distancia social en su día a día en la granja por la amenaza sanitaria actual.

Hace 15 años que los dos matrimonios que integran la Ganadería Loucenzo, situada en la parroquia lalinense de Cercio (Pontevedra), decidieron formalizar la SAT. «Desde entonces ganamos en calidad de vida, pero también mejoramos en la genética de los animales y en la producción. Juntarnos fue un gran acierto», explica David Gómez Blanco, que junto con su mujer Inés Carrón Baldonedo, es uno de los socios de la ganadería de leche en intensivo.

Los otros dos miembros de la sociedad son el matrimonio formado por Ramón Vilar Asorey e Isabel González Molina. «Cada uno de los socios tenemos el 25% de la sociedad, lo que nos permite tener un sueldo y también los días de libranza correspondientes, tanto por la semana como las vacaciones», detalla.

La ganadería cuenta con unas 245 cabezas de ganado frisón y en los últimos años ha apostado por mejorar la genética y bienestar de los animales

Hoy cuentan con un rebaño de 245 cabezas de ganado frisón. Trabajan apostando por el bienestar de los animales para conseguir la mayor rentabilidad de cada uno de ellos. «Hubo un tiempo que se buscaba producir la mayor cantidad de leche posible, pero ahora procuramos tener mejores animales, que generen menos gastos y dejen mayor rentabilidad en la granja», concreta el ganadero.

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Vista de la nave donde se encuentran los animales en producción.

La rentabilidad, más allá de la leche

Mejorar en las condiciones de trabajo que tenían en sus granjas y hacer una apuesta conjunta fue su principal objetivo a la hora de formalizar la sociedad. «En aquel momento no tenías derecho ni a enfermar un día, no podías faltar nunca», recuerda David. «Aún hoy, ese sigue siendo uno de los mayores problemas de las granjas familiares y pequeñas, al igual que hicimos nosotros, creo que hay muchas que lo podrían hacer para mejorar sus condiciones», valora.

«Hicimos la SAT porque si no, no tenías ni derecho a enfermar un día. No podías faltar nunca»

Por aquel entonces, sus granjas, situadas a pocos metros en la aldea de Loucenzo, que da nombre a la ganadería, se encontraban con retos y en situaciones dispares. La fusión fue también positiva para afrontarlos. «Nosotros acabábamos de ampliar y reformar la granja y ellos estaban mirando de mejorar el rebaño, lo hicimos en un momento de cambio para las dos ganaderías», comenta David. La unión hizo que hayan mejorado en la producción y en la genética de sus animales.

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 David se encarga de realizar los acoplamientos y la inseminación en la granja. Los tableros informativos sobre los celos de los animales facilitan el trabajo y la coordinación entre los ganaderos.

«Fuimos apostando por tener buenos animales, haciendo nosotros los acoplamientos y contando con sementales canadienses y de los toros de Fontao», explica el ganadero. La vida productiva promedio de las vacas en la granja es de 3 partos. Llevan años apostando por aprovechar también aquellos animales cuyas condiciones no se ajustan para la producción de leche, optando por engordarlos antes de venderlos.

«Incrementar la producción de leche es rápido, es lo que más pronto se consigue, pero no es la manera de hacer rentable la ganadería»

Durante años, trabajaban procurando incrementar la producción láctea, pero en los últimos tiempos decidieron buscar la rentabilidad de la ganadería centrándose en la calidad y bienestar de sus animales. «Tener las vacas en buenas condiciones y que cuenten con una buena genética es la manera de conseguir una mayor rentabilidad en la granja. Incrementar la producción de leche es rápido, es lo que más pronto se consigue, pero no es la manera de hacer rentable la ganadería», comenta el ganadero.

Consiguen una producción anual de 143.000 litros con unas 130 vacas en muxido.

Consiguen una producción anual de 1.430.000 litros con unas 130 vacas en ordeño.

En la actualidad, ordeñan unas 120 vacas, a las que se suman unas 20 vacas secas y el resto de recría. Tienen un promedio de 36 litros por vaca y la última analítica del mes de julio muestra unas calidades de 3,81% en grasa y 3,27% en proteína, con un recuento de células somáticas de 166.000 células por mililitro.

En las instalaciones más nuevas tienen las vacas en producción, mientras que en las naves más antiguas, situadas a escasos metros, reparten el resto del ganado. «Siempre hemos tenido mucha recría. Para nosotros, es fundamental contar con animales que podamos incorporar a la producción en cuanto detectamos que alguna de las vacas comienza a tener problemas. No es rentable aguantar animales si están dando pérdidas, preferimos invertir en genética para contar con vacas con buena cualidades», concreta el productor.

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Parte de la recría dispone de patios exteriores a los que salir.

El reparto de las tareas

En la ganadería tienen un reparto de tareas estable y también han conseguido complementarse bien en esta distribución de las labores. La supervisión y control del ganado es uno de los encargos de David, mientras que los trabajos de campo son responsabilidad de Ramón, excepto en las campañas, cuando también colabora. «A él le gusta más trabajar con la maquinaria y encargarse de preparar las fincas. Yo prefiero estar en la granja con los animales. Cuadramos bien también en el reparto de las tareas», indica.

El ordeño, que realizan dos veces al día, es un trabajo que asumen las dos socias la mayor parte de las jornadas de forma conjunta. Cada matrimonio libra de viernes a domingo cada 15 días. «En el fin de semana nos encargamos sólo de atender los animales y ordeñarlo, se trata de hacer lo imprescindible, puesto que sólo estamos 2», explica.

 Inés e Isabel se acostumbran a encargar a diario del muxido del rebaño.

Inés e Isabel acostumbran encargarse a diario del ordeño del rebaño. 

Las vacas en producción y las secas las tienen en camas de cascarilla de arroz. «Es una alternativa que sale cara, pero las vacas descansan muy bien en ella y a nosotros es la que mejor resultado nos ha dado», reconoce. Han probado otro tipo de cama como la de bicarbonato, pero la descartaron al tener los pozos del purín colocados justo debajo de la granja y resultarles casi imposible acceder con maquinaria para retirar lo que se vaya acumulando en el fondo. Por este mismo motivo tampoco emplean la arena. Tuvieron también camas con serrín, pero detectaron un incremento de las infecciones mamarias, por lo que decidieron dejar de utilizarlas.

Renuevan y limpian las camas dos veces a los día y las llenan una vez a la semana. El gasto en la cáscara de arroz, que compran en la cooperativa Cobideza, situada en la misma parroquia, y de la que son socios, suele suponer unos 800 euros al mes. La recría la tienen en colchonetas de goma y cuentan con una zona de patios a los que salen directamente.

Las vacas en producción las tienen en camas de cascarilla de arroz por la comodidad y limpieza de los animales, así como para evitar atascos en el pozo del purín.

Las vacas en producción las tienen en camas de cascarilla de arroz por la comodidad y limpieza de los animales, así como para evitar atascos en el pozo del purín.

Para la alimentación del ganado han contratado a la cooperativa el servicio del carro mezclador. La ración de las vacas de leche se basa en el maíz, puesto que le aportan 38 kilos de ese silo, a los que añaden 13 kilos de silo de hierba, 11,5 kilos de pienso y 1 kilo de paja. «Nosotros basamos la alimentación en el maíz, por eso también dedicamos mucho esfuerzo en producir un silo de maíz de buena calidad y abundante», explica David.

En el caso de las vacas secas, la ración es de 9 kilos de silo de hierba, 2,5 kilos de paja y otros 2,5 de concentrado. Esta mezcla es también la que reciben las novillas preñadas. El silo de hierba para este ganado lo realizan también aparte y optan por hacer bolas de silo. «El silo para las vacas secas queremos que vaya mucho más seco, por eso preferimos hacer bolas aparte», concreta el ganadero. La recria más jóven, hasta los 6 meses, la alimentan a base de concentrado y paja.

El maíz, su plato fuerte

La ganadería maneja una superficie de 55 hectáreas de terreno, buena parte de ellas en las cercanías de la granja, y de ellas unas 16 son alquiladas. La mayoría de las parcelas, unas 32 hectáreas las dedican a maíz. Siempre optan por ciclos largos de maíz y por sembrar temprano. El primer maíz lo echan a comienzos de mayo y como también escalonan el ensilado, realizan un segundo turno a finales de ese mismo mes. «Si temprano tienes problemas, en esta zona si lo echas tarde sabes que el maíz no te valdrá nada», explica.

En la campaña pasada obtuvieron una producción de 50 toneladas por hectárea

Este año temieron que la sequía redujera mucho la producción. «Este agua le vino muy bien. Hubo momentos en los que incluso temimos que esta campaña tuviéramos que comprar maíz», reconoce. Algunas de las parcelas más próximas a la ganadería también cuentan con un sistema de riego. Las tareas más importantes, como la siembra o el ensilado, se las realiza la cooperativa. «No nos es rentable tener una gran inversión en maquinaria que sólo usas dos veces al año», valora el ganadero.

Esta campaña incluso registraron daños por el jabalí en parcelas próximas a la granja.

Habitualmente llenan dos silos de 8 metros por 45 de largo de maíz y disponen de otro, de un tamaño similar para la hierba. El año pasado lograron una producción de 50 toneladas por hectárea. Tienen también otro pequeño silo de maíz que emplean para alimentar el ganado mientras esperan por el silo nuevo. «El forraje es siempre de ese mismo año, preferimos que no nos quede de una temporada para otra», comenta. Por eso, dependiendo de las previsiones de maíz también van variando la cantidad de hierba que ensilan. «En los últimos años, la superficie que dedicamos a maíz siempre va a más, mientras que de hierba vamos reduciendo», apunta.

En la zona también acusan importantes daños del jabalí. Esta temporada están teniendo daños incluso en las parcelas más próximas a las granjas y al lado de la aldea. Sin embargo, los daños más importantes los están teniendo en una finca de unas 10 hectáreas. «Buscan la manera de entrar y salir aunque tengas cercado con hilos del pastor», comenta.

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