El ensayista Jaime Izquierdo Vallina ha abordado la situación actual del rural, aquejado por el abandono y el envejecimiento de la población, en varios de sus trabajos. Su conocimiento de este tema le ha valido que actualmente ocupe el cargo de
En su último libro La ciudad agropolitana / la aldea cosmopolita, publicado a finales del pasado año, ha entrado de lleno en analizar la situación del rural. Izquierdo Vallina incide en un nuevo enfoque y un cambio de paradigma para resolver el desgaste y el abandono que sufre el rural desde hace años.
-En su último libro parte de la idea de que la relación entre la ciudad y la aldea está rota y que es preciso reconstruirla, ¿a qué se ha debido esa ruptura?
La ruptura la marca la revolución industrial, ya que a partir de ese momento se pone en marcha una forma de producción en la que ya no se necesita a los aldeanos que son substituidos por la industria agroalimentaria. Se da también otro fenómeno que tiene que ver con un cambio en las preferencias en la alimentación. Hasta los años 50 del siglo XX, la alimentación de proximidad era la que nutría las ciudades y ahora estamos inmersos en una alimentación global. Se ha substituido al campesino por el agricultor industrial intensivo, entró gran capital en la producción y a partir de ahí entran también las multinacionales y la distribución alimentaria. Basta con abrir la nevera para comprobar que en la mayoría de hogares una buena parte de los alimentos proceden de lugares muy distantes.
“Se tiende a culpabilizar al alimento, en lugar de fijarse en la forma de producir ese producto”
-¿En qué otros aspectos nos afecta que esta relación esté rota?
Otra de las consecuencias de esta ruptura, y que apenas se valora pese su transcendencia, tiene que ver con el cambio climático. Se suele responsabilizar a la producción industrial de alimentos en lugar de buscar la solución en la aldea. Se recrimina que se produzca carne con soja traída de países lejanos y genera una contaminación, pero solo se culpabiliza y no nos centramos en valorar que en el pasado, cuando la aldea tenía un mayor peso, ese problema no era tan grave. Se tiende a culpabilizar al alimento en lugar de fijarse en la forma de producir ese producto. Últimamente está utilizándose una expresión muy acertada para entender este concepto: ‘No es la vaca, es el cómo” para explicar que la ganadería extensiva y producción local de alimentos no generan un impacto tan brutal en el cambio climático. Reivindicamos el papel de la aldea porque creemos que en ella están las soluciones.
-Su propuesta acuña el concepto de ‘aldea cosmopolita’. ¿Cómo es esta aldea?
La aldea cosmopolita debe de hacer dos cosas: Por un lado, debe retomar los principios agroecológicos originales, que combinaban la producción de huerta con la ganadería y el monte, todos ellos relacionados y complementándose. Por otro lado, ahora tiene la posibilidad de abrirse al mundo de mano de la tecnología y así, si la aldea quiere puede volverse cosmopolita. La única limitación vendrá de la originalidad y ya no de la falta de comunicación, como ocurría antaño. Antes, por muy original que fueran los productos de la aldea su expansión estaba limitada a la urbe más cercana, ahora puede expandirse mucho más, aunque aún quedan limitaciones en este sentido ya que muchas aldeas carecen de esa tecnología que lo permita, pero al menos, la tecnología de la comunicación virtual ya existe.
“La aldea cosmopolita es aquella que retoma los principios agroecológicos y se abre al mundo con propuestas innovadoras”
La aldea cosmopolita es aquella que retoma los principios agroecológicos y se abre al mundo con propuestas innovadoras que permiten relacionarse con mercados. Esta es una gran novedad que puede permitir el retorno a la aldea y desterrar esas concepción de ‘aldea maldita’, fruto del pensamiento industrial, una época en la que fue anulada y por eso a día de hoy está al borde de la extinción. En un pensamiento postindustrial, la aldea debe dar muchas soluciones a los problemas derivados de esa concepción industrial.
-¿La tecnología será clave para esta nueva transformación de la aldea?
Es fundamental en dos sentidos: Por un lado, las nuevas tecnologías de la comunicación y por otro, será clave el rescate innovador de las tecnologías o formas de organización del pasado. Tenemos que incorporar nuevas tecnologías pero también rehabilitar viejas técnicas que nos facilitan el día a día. A veces, damos por sentado algunos métodos tecnológicos por lo cotidianos que son, como el agua corriente… Lo mismo ocurre con algunas formas de organización que tenían en las aldeas y que se han perdido pero que resultaban muy útiles, como por ejemplo las vecerías, un reparto de tareas perfectamente reglado que organizaba el pasto del ganado de una forma comunitario de manera que un solo vecino se encargaba cada día de llevar el rebaño integrado por todos los animales de la aldea. Esas formas de organización son muy interesantes para superar uno de los problemas que más afecta a los ganaderos hoy en día, el tiempo liberado. Son formas de organización en desuso pero que pueden servir de inspiración. Muchas veces cuando repasamos conceptos de nuestra sociedad como la energía renovable nos damos cuenta que la aldea se movía ya en base a ellos. Esas formas innovadoras y antiguas de gestionar el trabajo, que no se consideran tecnología, creo que deberían considerarse como tal, ya que contribuyen a liberar la carga de trabajo.
“Al igual que ocurre en otros sectores, tenemos que conseguir un prototipo de aldea y verificar que funciona antes de replicarlo”
-Cada vez se habla más de la despoblación del rural, pero son pocas aún las acciones concretas para favorecer un regreso al campo, ¿en qué líneas cree que es preciso actuar?
Lo primero que se debe hacer es un prototipo de aldea. Se trata de, en base a las teorías que hemos explicado, abordar la posibilidad de ponerlo en práctica y diseñar una aldea que funcione con estos principios. Es lo mismo que ocurre en sectores como la automoción, donde los fabricantes de coches antes de sacar un nuevo modelo en serie realizan distintas pruebas con el prototipo, nosotros tenemos que conseguir ese prototipo de aldea y verificar que funciona antes de replicarlo. Lo mismo pasó con el turismo rural. Hace 30 años, nadie sabía cómo podía resultar este tipo de turismo y hubo que hacer iniciativas experimentales en este campo.
-¿Cuáles considera que son actualmente los mayores obstáculos para que el campo y la aldea sea una alternativa?
Hay tres elementos que van a ser consustanciales y en donde reside la dificultad. Por un lado está la comunidad, es decir, la capacidad de actuar de forma concertada en el territorio con un objetivo común. Es lo mismo que ocurre en los equipos de fútbol o en las bandas de música que persiguen, en común, un mismo propósito.
Otro de los pilares es la dignidad, un concepto moral que reivindica el trabajo en la aldea, ya que el trabajo del aldeano produciendo alimentos es tan digno como un oficio en la ciudad. Además, no solo es digno en el sentido de que esté bien retribuido, sino que esa dignidad también implica que es una profesión que la quisiera para mis hijos, ya que actualmente aún se busca que los hijos se marchen a la ciudad porque no consideramos que la aldea sea una alternativa de éxito al asociarse a un modelo muy atado y esclavo. Ahí es donde entra la comunidad, ya que si eres ganadero la comunidad puede ayudarte a romper ese modelo tan atado de tener que estar 365 días cuidando del rebaño. Si la ganadería fuese de toda la aldea, eso permitiría tener tiempo libre. En definitiva, la comunidad te da fuerza para afrontar procesos que en solitario es más difícil.
“La aldea cumple una función ya no solo en la economía local, sino para mejorar las condiciones del territorio”
El otro elemento por el que es importante la aldea es la funcionalidad. La aldea cumple una función ya no solo para mejorar la economía local sino para mejorar las condiciones del territorio: previene incendios, fomenta la biodiversidad, produce alimentos prácticamente sin huella de carbono… Estos son los tres armazones de la aldea del futuro y es también donde reside la dificultad ya que el individualismo también está afectando a la aldea.
-España es de los países más despoblados de Europa. ¿Considera positivo tomar ejemplos de otros países para afrontar esta problemática? ¿Qué iniciativas foráneas considera interesantes para aplicar con el objetivo de frenar la sangría demográfica del campo?
Es muy difícil copiar exactamente modelos de otros lugares pero sí son, en muchos, casos inspiradores. De nuevo tomando como ejemplo el turismo rural, Francia fue el pionero en poner en marcha iniciativas rurales en contraposición del turismo industrial. Nos inspiramos en aquellas propuestas y ahora puede pasar algo similar. Cuando aún no hay una solución clara lo que tenemos es que inspirarnos en lo que algunos llaman iniciativas de transición, es decir, propuestas de escala local que aspiran a concretar todas las iniciativas globales, llevándolas a la práctica y viendo que funcionan. Yo soy partidario en inspirarnos en otros ejemplos realizados por distintos países.
-En los últimos años, en el caso de Galicia ha habido iniciativas por parte de la administración autonómica para fijar mayor población en el rural que han pasado por reducciones fiscales, pero que han tenido un mínimo impacto por el momento, ¿pueden realmente ser efectivas estas políticas para frenar esta situación?
No una sola medida va a solucionar la problemática, ya que es un problema con muchas implicaciones. Si bien, este tipo de medidas fiscales pueden formar parte de la solución. Un trato fiscal diferenciado para esos negocios que hay en los pueblos, que además de generar una actividad económica también tienen una labor social, es una medida más para evitar que cierren, igual que se puede recurrir a otros mecanismos de incentivo. El gobierno gallego está ahora impulsando sus llamadas ‘aldeas modelo’, que es una propuesta en la que tenemos la vista puesta para ver cómo resulta, ya que estamos todos intentando ver lo que se va haciendo para tratar de aprender de las experiencias que se van aplicando.
“La solución para el rural vendrá con la superación de la sociedad industrial”
-Al igual que Galicia y Asturias, otras comunidades como las dos Castillas, Aragón o La Rioja también se encuentran en una situación crítica en cuanto a despoblación rural, y las previsiones para los próximos años hasta hace poco para todas ellas tampoco parecían ser muy halagüeñas ¿sigue la misma tendencia?
Las previsiones siguen siendo muy malas, todo parece indicar que todavía no hemos tocado fondo. Creo que la solución para esta situación vendrá con un cambio de paradigma provocado por la superación de la sociedad y el ordenamiento industrial que dará paso una época postindustrial. No se trata de liquidar la sociedad industrial sino de sucederla, sacando de ella lo mejor para seguir teniéndolo en el futuro y eliminando lo que nos perjudica.
«No se trata de liquidar la sociedad industrial sino de sucederla, sacando de ella lo mejor y eliminando lo que nos perjudica»
Exactamente igual que ocurre cuando se plantea rescatar la sociedad aldeana preindustrial, para lo que habrá que recuperar sus principios agroecológicos y superar cuestiones como la separación de roles y la discriminación hacia la mujer, ya que aunque la mujer era clave para la aldea era la más desfavorecida. Esto no será un cambio inmediato sino que habrá una transición.
-¿Es posible dejar de ver la despoblación como un problema y verlo como una oportunidad?
Ciertamente es un problema pero la clave muchas veces está en convertir los obstáculos en potencialidades. Si conseguimos superar esta situación será gracias a que conseguimos hacer realidad los conceptos que manejamos y logramos ajustarlos a lo que necesitamos.