En el viñedo estamos acostumbrados a presumir del suelo, a hablar de la materia inerte, de la roca madre, de la erosión, de calcárea… Esto enriquece y condiciona el crecimiento de las plantas, pero indudablemente lo que mantiene vivo el ecosistema son los microorganismos, que son los verdaderos hacedores de los ciclos de mineralización, desmineralización y fijación de materia orgánica, de carbono y nitrógeno de los que se nutren posteriormente las plantas. Sin ellos el suelo es inerte e infértil y, por lo tanto, nada de lo que se conoce a nivel vitícola ocurriría sin ellos.
El profesor de la Universidad de La Rioja y director del laboratorio Excell Ibérica, Antonio Palacios, recuerda que de cara a 2030 hay fijados unos objetivos en la Unión Europea: reducir un 50 % el uso de plaguicidas y un 20 % en el uso de fertilizantes (sobre todo sintéticos), disminuir un 50 % los antimicrobianos que contaminan el medio y alcanzar el 25 % de la superficie agrícola europea con certificación ecológico. “Esto va a favor de la salud del planeta y también de la propia de los seres humanos; de ahí la gran importancia del suelo, ya que hay un mundo subterráneo muy desconocido que no podemos banalizar, sino darle la importancia que tiene”, puntualiza.
En cuanto a datos, el profesor destaca que un suelo puede tardar unos 150 años en formarse, que es más que la vida de un humano. “La generación del suelo es extremadamente lenta y si lo destruimos costará mucho trabajo recomponerlo”, detalla. Añade que los mínimos de 150 años llegar a ser 1.000.
Indicadores de calidad del suelo
Hay algunos indicadores que son físicos (textura de suelo, profundidad, estabilidad de agregados) y químicos (materia orgánica, N, P, K extraíble, capacidad de intercambio catiónico), además de los biológicos, “que son los que nos interesan”, como la biomasa microbiana, la respiración edáfica, el número de lombrices, el rendimiento del cultivo o el N potencial mineralizable.
Lo que hoy en día se estudia mucho es el efecto de ciertos hongos, que forman las micorrizas. Es decir, “crean un consorcio que es una forma de simbiosis entre los hongos y las raíces de las plantas, como pueden ser ciertas leguminosas, aumentando la superficie de absorción entre las raíces y el propio suelo”. Promover las micorrizas para aumentar la absorción de nitrógeno una vez que los microorganismos se los ceden a las plantas es importante.
En un gramo de suelo puede haber más de 10.000 especies diferentes de microorganismos
Las micorrizas lo que hacen es mejorar la absorción de nutrientes (además de aumentar la superficie de contacto), mejoran la absorción de agua por lo que modifica que las plantas sean más resistentes al estrés abiótico, desplazan a microorganismos patógenos haciendo más resistente a la propia planta, pero una de las cosas más importantes que se consigue es la mejora de la estructura del suelo a partir de la estimulación hormonal que la planta este tipo de consorcios conllevan.
Bioestimulantes agrícolas
A través de la explotación agronómica del suelo se han descubierto fenómenos muy erosivos, suelos pobres, suelos deshabitados y que, a día de hoy, conociendo la importancia de la microbiología, “debemos solucionar por eso estamos en plena revolución del desarrollo de bioestimulantes agrícolas”. Se trata de sustancias naturales, también algunas sintéticas-comerciales, que aplicándolas incluso con las semillas o inyectándolas en el suelo con las raíces desarrolladas se mejora el cultivo.
Los más conocidos son los ácidos húmicos y fúlvicos. Pero existen otras como cyanophitas clhorella y anabaena, que son ya ocultadas en viñedos y funcionan bien porque no es necesario esperar los 150 años, sino que realmente a corto plazo, incluso en un solo año se puede empezar a medir ciertas mejoras. También existen hidrolizados de proteínas de origen animal o vegetal.
Otro ejemplo, es cómo se puede realizar un biocontrol frente al Mildew con Bacilius subtilis. Se puede inocular el bacilius para controlar la muerte no súbita, pero sí lenta. Por lo tanto, el mildew se puede ver como realmente se ve desplazado por el bacilius.
La vida de los suelos
En un gramo de suelo puede haber más de 10.000 especies diferentes de microorganismos, entre el millón y los cien millones de bacterias, el millón de actinomicetos, casi el millón de hongos, medio millón de protozoos… “Es absolutamente increíble la vida que cabe en una cucharadita de café, que muchas veces ignoramos y obviamos como si el papel suyo no fuese fundamental”, aclama Palacios.
A medida que hay menos cobre en una parcela, hay una correlación positiva de la actividad biológica
Entre las funciones de los microorganismos en el suelo se encuentra la descomposición de materia orgánica para el reciclaje de nutrientes. Segundo, mejora la estructura del suelo con la formación y estabilización de agregados por medio de la excreción de compuestos que aglutinan las arcillas y e material orgánico. Luego, la mejora de la absorción de nutrientes por las plantas. Las micorrizas emiten mayor explotación del suelo para absorber los nutrientes quelados como el fósforo. Finalmente, producen compuestos estimulantes del crecimiento. Exudados de las raíces que atraen a bacterias que a su vez producen compuestos que estimulan el desarrollo de la planta.
En cuanto a las bacterias, hay muchos tipos, pero “hay unas que destacan, que son aquellas que reducen el manganeso para que sea realmente útil, o las que están en la rizosfera para transformar el hierro o las fijadoras de nitrógeno, entre otras muchas”. Hay que puntualizar que estos minerales libres no sirven de nada, por eso se necesita el complejo arcillo-húmico, porque la planta no será capaz de asimilar los nutrientes en su estado.
Cálculos de la actividad biológica
La microbiología del suelo es el concepto vivo que se debe desarrollar para pensar en la gestión y ver los efectos nutricionales del propio suelo. Ver cómo es el impacto de la fisiología de la vid. “Probablemente estamos descubriendo la rueda de la microbiología del suelo y de la viticultura. Indudablemente, hemos ignorado a los seres vivos que residen en el suelo y saber de ellos nos pueden dar una oportunidad mejora”.
Ha habido muchos métodos de cálculo de la actividad biológica:
Estos cálculos de la actividad biológica se resumen en cinco métodos de cálculo:
- Biomasa microbiana: conjunto de microorganismos del suelo
- Pool de materias orgánicas: humos+ biomasa microbiana
- Mineralización de carbono y nitrógeno: tasa de renovación del carbono vivo
- Actividades enzimáticas del suelo: ureasa, proteasa, fosfatasa y de B-glucosidasa
- Mediciones microbiológicas: medios de cultivo, PCR, metagenómica
Resultados obtenidos
En los estudios realizados en diferentes parcelas, viñedos y períodos observan que un mes interesante para la actividad biológica de los suelos es marzo. Aun así, observan que, de las ocho parcelas evaluadas en una misma bodega, “entre ellas hay diferencias. Por eso, “cuando tenemos un concepto parcelario en la elaboración de vinos, tener este tipo de información es relevante porque, no solo conoceremos las parcelas más longevas, sino porque sabremos también si hay vida y si hay vida probablemente los vinos tengan una mayor representación del saber hacer y del esfuerzo en el campo y la bodega”, destaca el profesional.
A través de las experiencias con clientes, bodegas y viticultores han desarrollado conceptos asilados. Por el momento saben, por ejemplo, que cuando se aplican tratamientos abusivos de cobre, el daño que se puede sufrir es alto. “En este caso, en la parcela donde más cobre total tenemos en el suelo, es la que tiene una respuesta de vitalidad biológica más pobre, y a medida que hay menos cobre hay una correlación positiva de la actividad biológica, en este caso medida en ADN total”, describe. También observaron que el cobre libre les da una idea más correlacionada con la toxicidad del suelo porque se relaciona con los índices de vitalidad.
Las cubiertas vegetales no siempre son posibles, hay una limitación importante que es la pluviometría
Así mismo, está relacionado con valores que se obtienen de la relación carbono/nitrógeno. “Hemos visto que valores del ratio carbono/nitrógeno bajo es nocivo, y alto también. Podríamos tener una horquilla entre 10-15 el valor del ratio carbono/nitrógeno como óptimo para el desarrollo microbiano”.
La pregunta que surge es si los viñedos que se tratan mediante técnicas integrales, sostenibles, de reconstrucción, regeneración, orgánico, biológico funcionan, a lo que el profesional responde contundente: “Hay que medirlo”.
Cubiertas vegetales
Lo primero que destaca Palacios de las cubiertas vegetales es que no siempre son posibles, hay una limitación importante que es la pluviometría. Por debajo de 400 mm de lluvia por metro cuadrado “podemos tener ciertas dificultades”. Es necesario saber cuándo empezar a practicarlas porque son soluciones interesantes ya que ayudan a nutrir el suelo y a formar la estructura de manera cimentada y estable frente a la erosión.
Cuando se empieza, hay que hacer plantaciones que sean capaces de disgregar el propio suelo para empezar a romperlo, a formar la estructura. Entonces las primeras plantas podrían ser anuales y que formen raíces un poco más profundas y que sean capaces de disgregar sin utilizar mecanismos físicos del propio suelo para pasar a plantas anuales que sean más fijadoras de nitrógeno que tengan raíces superficiales, que no roben el agua del viñedo.
“Cuando hacemos la transición a la certificación en ecológico no se puede pensar que será en automático. Hay dos o tres años que hay que aguantar históricamente el cambio porque la transacción es tan bruta que la planta se tiene que ir acondicionando para formar parte de ese consorcio. Por lo tanto, las cubiertas vegetales si son soluciones cuando se pueden aplicar y aumentan mucho la biodiversidad”.
Abono foliar u orgánico
El abono foliar es más puntual, es decir, tiene una respuesta rápida si se hace en el momento preciso. Hay una modificación de ese metabolismo secundario casi inmediato, por lo que se trata de un sistema interesante para tener respuesta al momento.
Sin embargo, el del suelo, el orgánico, es a largo plazo. “Hay que pensar en nuestras futuras generaciones”, subraya el profesional y añade que es necesario “pensar en las personas que seguirán con los viñedos” y para eso, el abono orgánico tiene una respuesta más lenta, pero duradera. De esta manera se trabajará su resiliencia.
Charla
Antonio Palacios ofreció estas claves en una sesión informativa organizada por la revista especializada Infowine. La charla la llevó a cabo bajo el título ‘Del suelo inerte a la vida microbiana edáfica en el viñedo’.