“Tenemos los montes llenos de monedas de céntimo de euro que no cogemos”

Luis Miguel y Alejandro Lolo Bardasco son dos jóvenes de Os Ancares decididos y con las ideas claras y en solo cinco años lograron montar un potente grupo empresarial que este año va a procesar y vender un millón y medio de kilos de castañas.

“Tenemos los montes llenos de monedas de céntimo de euro que no cogemos”

Alejandro en la nave que construyeron en O Corgo

En vez de emigrar como muchos otros jóvenes de su edad, Luis Miguel y Alejandro, naturales de Pedrafita do Cebreiro, decidieron en 2012 quedar en la comarca de Os Ancares y vivir de sus potencialidades, con la miel y las castañas como punta de lanza. Están convencidos de que hay futuro en la agroecología y animan a otros jóvenes a seguir sus pasos porque consideran que en la zona hay recursos de sobra para salir adelante con un trabajo digno.

“Por desgracia, en comarcas como la de Os Ancares tenemos miles de hectáreas de monte abandonadas y muy poca población joven. Pero esa situación, negativa en sí misma, es al mismo tiempo una gran oportunidad, porque tocamos a muchas hectáreas por cada joven”, razona Alejandro, de 28 años.

“La gente no ve la castaña cómo algo rentable y sí que lo es. Un kilo de castañas vale un euro, así que cada castaña vale un céntimo de euro y tenemos montes y montes plagados de monedas de un céntimo tiradas en el suelo en forma de castaña que nadie recoge”, argumenta.

“Detrás de la castaña hay algo cultural porque es parte de nuestra historia, y recuperar un soto centenario es algo bonito porque la castaña es nuestro estandarte; pero yo no veo la castaña cómo algo nostálgico, yo veo la castaña cómo futuro y como negocio, no como pasado”, justifica, porque a mayores de los aspectos culturales o ambientales, Alejandro está convencido de que ese puede ser un medio de vida para mucha gente.

“Hoy en día una familia que se dedique a cuidar los sotos en dos meses cogiendo castañas saca la misma rentabilidad que con una explotación de 20 vacas durante todo el año”, afirma.

Alejandro: “Yo veo la castaña cómo futuro y como negocio, no como pasado”

Luis Miguel y Alejandro están tan convencidos del potencial de la castaña que hace dos años se embarcaron en una aventura de un millón de euros para procesar y vender castaña bajo la marca Ancarolo. Compraron una parcela en el polígono industrial de O Corgo, construyeron una nave e importaron de Italia maquinaria para clasificar, esterilizar, deshidratar y envasar castañas. La fábrica estará este año a pleno funcionamiento y cuentan procesar millón y medio de kilos de este fruto. Si la cosa va bien aún podrán seguir creciendo, porque la comarca de Os Ancares produce unos 8 millones de kilos de castaña, aunque la mayor parte de ella queda todos los otoños tirada por el suelo en los sotos sin recoger.

La comarca de Os Ancares produce unos 8 millones de kilos de castaña, pero gran parte de ella no se coge

Castañas de Os Ancares SL, que así se llama la empresa que montaron, pretende “darle un valor añadido a la castaña que tenemos aquí” y hacer que este fruto estacional pase de ser complemento de las rentas familiares, como acontece en la actualidad, a ingreso principal. La fábrica fue inaugurada en 2015 y en ella trabajan 10 personas durante la campaña. Tiene dos líneas de producción, una para producto en seco (deshidratado) y otra en fresco y este año incorporarán también un molino para hacer harina.

Cuando la castaña llega a la fábrica, a granel, el proceso comienza con una clasificadora que separa el fruto en cinco calibres diferentes. Los dos tamaños más pequeños van destinados a la industria de transformación, donde destaca la empresa Alibós, de Monterroso. “Tenemos en ellos un apoyo muy importante”, reconoce Alejandro.

El tamaño intermedio, de 28 milímetros de diámetro, se pela y se deshidrata en la propia nave de O Corgo, que tiene capacidad para deshidratar y envasar al vacío 6.000 kilos al día en un proceso que dura 32 horas. Los dos tamaños más grandes, de 30 y 32 milímetros, van destinados a la venta en fresco.

“Una buena parte de la producción ya la exportan”

La línea de fresco es, de hecho, “la joya de la corona” de la empresa. Primero esterilizan la castaña sumergiéndola en agua caliente a 60 grados; las castañas pasan después a una piscina de agua a solo tres grados donde la que está dañada flota y es retirada, sirviendo de alimento para cerdos. El resto continúa camino hacia un túnel con 5 ventiladores en línea que la secan antes de pasar a una mesa de seleccionado y a la envasadora, de la que sale en dos formatos, un grande en sacos de 20 kilos y un pequeño en mallas de 2 kilos. El producto final, ya envasado, pasa a una cámara de frío en la que se conserva a una temperatura de entre 2 y 4 grados.

Alejandro y Luis Miguel piensan vender en fresco este año un millón de kilos de castaña. Otro medio millón será producto elaborado. Una buena parte de la producción ya la exportan a mercados como el italiano o el francés y los siguientes objetivos son entrar en Inglaterra y en Alemania.

Del boom inmobiliario al boom de la castaña

Pero a pesar de abrirse camino en los mercados internacionales, la historia de Luis Miguel y Alejandro está tan hondamente anclada en la tierra como las raíces de los castaños centenarios de sus sotos de Os Ancares, y es además una historia a medio camino entre decisión y necesidad.

Su padre Manuel trabajó durante 17 años en la mina de zinc y plomo que la empresa Exminesa tenía en Rubiais, en Pedrafita. Cuando la explotación cerró, en el año 1992, montó en Zanfoga una taberna con ultramarinos y empezó a vender piensos, cereales y abonos. Y dentro de ese negocio compraba castañas en la zona, a veces como simple intercambio por otros productos.

Años más tarde, cuando los tres niños tuvieron que estudiar, la familia se trasladó a vivir a Lugo, aunque mantenía el negocio de Zanfoga, a donde Manuel se desplazaba todos los días. Eran los años del boom de la construcción, así que Luis Miguel, que ahora tiene 33 años, escogió ser ingeniero técnico en Topografía y Alejandro, 5 años más pequeño, se decidió por un ciclo superior de FP en Desarrollo de Proyectos Urbanísticos.

“Pero nos estalló la burbuja en la cara”, reconoce Alejandro. Justo cuando acabaron de estudiar vino la crisis y aquello para lo cual se habían formado ya no tenía salida laboral. Luis Miguel nunca llegó a ejercer de Topógrafo y Alejandro trabajó un año como jefe de obra, pero en el 2011 la empresa fue al garete.

Le ofrecían trabajo en Francia pero estaba a punto de tener un hijo y no estaba dispuesto a marchar, así que entre todos tomaron una decisión: dejar de lado las obras, aquello para lo cual se habían formado, y centrarse en los recursos naturales que tenían alrededor impulsando el negocio del padre, que por aquel entonces vendía 20 toneladas de pienso al mes y compraba 50 toneladas de castañas al año pero era cada vez menos viable por la dispersión y la pérdida de población de la comarca, ya que incrementaba los costes.

Decidieron aprovechar los recursos de la zona para no tener que emigrar

Dentro del plan de viabilidad familiar lo primero que hicieron fue trasladar en el año 2012 el negocio de Zanfoga a Becerreá, a 45 kilómetros, una localidad más grande que ejerce de cabecera de comarca, que tiene mercado y donde están además ubicados servicios como la Oficina Agraria, por lo que la afluencia de ganaderos es mayor.

CASTAÑAS_ANCARES_1Desde Becerreá ampliaron las rutas de distribución, añadieron los fitosanitarios al listado de productos y multiplicaron por diez la compra de castañas, pasando de 50 a 500 toneladas el primer año. “Era un sector sin competencia, la castaña estaba devaluada completamente y se compraba incluso a 50 céntimos”, explica Alejandro.

Así que vieron ahí negocio y apostaron con decisión por este producto, que empezaron a enviar producto también para Italia, uno de los grandes productores europeos y que estaba sufriendo de lleno la plaga de la avispilla, que ahora afecta ya a Galicia, por lo que no tenían producto para abastecer el mercado interno y las industrias de transformación allí asentadas.

Ese aumento de la demanda exterior hizo que el precio que Luis Miguel y Alejandro pagaban a los productores de Os Ancares subiera de 70 céntimos a un euro, lo que fue un auténtico punto de inflexión para la recuperación de la producción de castaña en la comarca. “Con la subida en el precio la gente se animó y hubo una especie de boom y se recuperaron sotos abandonados desde hacía décadas”, cuenta.

Más de 100 hectáreas de sotos recuperadas

Además de comprar castaña, primero para vender y más tarde para procesar ellos mismos, Luis Miguel y Alejandro comenzaron hace cuatro años a recuperar sotos y ponerlos a producir. Arrancaron en el 2013 con 10 hectáreas y hoy pasan de las 100 hectáreas recuperadas en distintas parroquias del ayuntamiento de Navia de Suarna. Todas son alquiladas mediante acuerdos con particulares o comunidades de montes.

“Es un trabajo muy arduo, porque hay que luchar contra el minifundio y la desconfianza de la gente; hay personas mayores que prefieren tener sus montes abandonados y no alquilarlos, es una cuestión de mentalidad que cuesta cambiar”, relata Alejandro, que dice que “yo no me voy a quedar con los castaños y evidentemente cuanta más rentabilidad les saque más podré pagar al propietario”.

 “Rehabilitamos sotos que llevaban 100 años abandonados”

Hace arrendamientos por cinco años, porque de otro modo no cubre el gasto de rehabilitar y poner a producir los castaños. “Cuando recuperas un soto, hasta el tercero año da pérdidas, pero después triplica la producción y aumenta el tamaño del fruto. Rehabilitamos sotos que llevaban 100 años abandonados y hicimos pruebas con árboles centenarias que pasaron de producir 60 kilos de castañas a 200”, cuenta.

Lo primero que hacen es limpiar el suelo y cortar los árboles bravos que fueron naciendo con el paso de los años. Después se podan los castaños dejando sólo las tres ramas principales para que la savia de la árboles no se pierda con tanta ramificación y concentre de este modo la producción en frutos de mayor tamaño. Con esta poda importante se pierde producción en el año siguiente, pero se multiplica en los sucesivos. A partir de ahí, el proceso es de simple mantenimiento anual, juntando con sopladores las hojas y los erizos cuando pasa la campaña en otoño dejando el suelo de los sotos limpio para que no se críen larvas que se transmiten al árbol y desbrozando en primavera para facilitar la recogida del fruto.

“En el mercado europeo hay más demanda que oferta de castaña ecológica”

El proceso es muy agradecido en cuanto a resultados pero de mucho trabajo y mucho gasto. “La inversión inicial es grande, de unos 1.000 euros por hectárea, la mitad para el desbroce y la otra mitad para la poda”, explica Alejandro. Cuentan con asesoramiento técnico especializado, pero reconoce que “quien más nos asesora es la gente mayor de las aldeas; normalmente les hacemos caso porque por un lado quedan más a gusto cuando haces las cosas en su soto como ellos quieren, pero también por los resultados que obtenemos, que son mejores, porque ellos conocen cuáles son las variedades que mejor se dan en cada lugar y también las técnicas de injerto que mejor funcionan”, reconoce Alejandro.

Además de hacer los trabajos siguiendo las técnicas tradicionales, la recuperación de los sotos se lleva a cabo mediante desbroces y podas ecológicas, porque tanto Alejandro como Luis Miguel apuestan por la concienciación agroambiental de la población. “Cambiar el manejo en la gente es muy difícil, y hay muchas personas que complementan sus ingresos con las castañas que simplemente cogen las que dan los castaños sin hacer ningún tipo de trabajo en el monte durante todo el año”, lamentan. Ellos quieren que su empresa sea responsable con el medio ambiente, así que apuestan por producir en ecológico, “un mercado donde a nivel europeo hay más demanda que oferta”, dicen.

Cerveza de castaña y ‘O mel de sempre’

Si abrir mercados e innovar es uno de los éxitos de la familia Lolo, el otro es diversificar. “Nosotros no tiramos castaña, la dañada va para alimentación de los cerdos y la que rompe para harina y con el destrío de las pruebas de las máquinas de secado el primer año probamos a hacer una cerveza artesana”, explica Alejandro. La bebida, en la que colaboró un maestro cervecero italiano, salió bien, así que patentaron la receta y comenzaron a comercializarla con el nombre de “Pilonga”, que es el nombre que reciben en Galicia las castañas secas.

En el proyecto colabora también otra empresa de la zona, Archy, de Baralla, y el año pasado, el primer año en el mercado, produjeron 12.000 litros de esta cerveza. Este año han pensado hacer el doble y sacar también una versión de castaña ecológica y un licor de castaña deshidratada, que está aún en fase de pruebas.

CASTAÑAS_ANCARES_CERVEXA_1Otra de las apuestas firmes de Luis Miguel y Alejandro es la miel. Es el siguiente paso en la recuperación de los sotos, donde también se pueden producir setas. Comenzarán este año con la primera cosecha de las 1.000 colmenas que tienen repartidas en una docena de sotos por toda la comarca, en ayuntamientos como Pedrafita, As Nogais, Navia y Cervantes. La producción es en ecológico y no ponen más de 80 o 90 colmenas en cada soto, por un lado para prevenir enfermedades y por otro para que las abejas no tengan que desplazarse mucho en busca de polen y puedan producir más. Estar en los sotos le proporciona a la miel mayor sabor e intensidad. Lo comercializarán bajo la marca “O mel de sempre” (La miel de siempre).

La apertura de nuevos mercados es uno de los objetivos de Alejandro, así que incluso se reunió con el número 20 de la Casa Real de Dubai, donde había una empresa interesada en la miel de Os Ancares, pero le exigen crear una empresa allí, al 50% con un socio saudí, y aun no decidió si se lanzará la esta nueva aventura.

Otra aventura la que sí se lanzó de cabeza fue a la exportación de fruta y verdura desde Marruecos y Andalucía hacia el norte de Europa. “Comencé hace tres meses con Italia, donde tuvieron una helada que les quemó toda la producción. Un cliente al que le vendía castañas me pidió si le podía buscar proveedores en España y así comencé. En este momento estamos sacando tres camiones cada semana para países como Rumanía, Reino Unido o los países nórdicos. Me sirve para introducirme en los mercados europeos, que hasta ahora para mí eran unos desconocidos, y abrir mercado en ellos para la castaña y la miel. Gracias a la verdura, ya tengo una cartera potencial de clientes muy importante”, explica Alejandro, que piensa colocar su miel, por ejemplo, en el mercado londinense, donde los productos ecológicos tienen grande acogida.

 

2 ideas sobre ““Tenemos los montes llenos de monedas de céntimo de euro que no cogemos”

  1. Manuel González abril

    Felicidades por el momento y la buenas formas de ver el oro en el monte pues te doy toda la razón lo qué tú bien comentas nuestros antepasados y estés abuelos lees cuesta cambiar el chip ahora bien también a la administración pues todo son buenas palabras pero no hechos pues mis más sinceras felicitaciones por ese gran empredimiento y la mano de obra qué estáis dando espero que tu ayuntamiento te tenga en consideración de lo bien que lo estáis haciendo muchas felicidades este qué suscribe abril

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  2. xosé andarivel

    ¿UN KG. DE CASTAÑAS = 1 EURO?, PUES AQUI EN BARCELONA SE ESTÁN PAGANDO EN LOS SUPERMERCADOS «CASTAÑAS DE GALICIA» A 8 EUROS.

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