Un soto propiedad de Saúl Sánchez, castañicultor del lugar de Renche, en Samos, fue el lugar elegido por la Asociación Gallega de las Castañas y de los Soutos (AGCS) para realizar una demostración de la efectividad del uso de drones en la aplicación de tratamientos en los árboles. El producto empleado fue un bioestimulante, uno de los pocos que por ahora permite la legislación en Galicia, junto con algunos fertilizantes. El acto fue financiado por el Área de Medio Rural de la Diputación Provincial de Lugo.
David Blanco, fundador de Beniu, explicó cómo se trabaja con drones en el sector forestal. Un trabajo que consta de dos pasos: primero la teledetección y después la aplicación de los tratamientos. La teledetección –con un dron de pequeño tamaño– permite recoger información sobre el estado sanitario y el vigor del cultivo, así como los datos topográficos del terreno. Con esa información se decide qué tipo de tratamientos aplicar, en qué fechas, en qué formato y en qué cantidad.
Blanco habló del “círculo de la agricultura de precisión”, un procedimiento en el que los datos recogidos en la teledetección son transmitidos al dron que aplicará los tratamientos, para que los deposite exactamente en el lugar y la cantidad necesarios. “De ese modo, evitamos utilizar más cantidad de la necesaria y en zonas que no lo precisan. Optimizamos los recursos”, afirmó.
Por otro lado, el dron también permite acceder a zonas con mucho barro y facilita los trabajos en terrenos con excesiva pendiente o con abundante maleza. “Los castaños son una de las especies más adecuadas para el trabajo con drones. Por su morfología, por las necesidades de nutrientes que pueden tener y, cuando la ley lo permita, por las plagas que los afectan.”
Respecto a los formatos con los que se aplican los tratamientos en diversas zonas de España, pueden ser líquidos, pulverizados, sólidos de pequeño tamaño o mezclados con líquido, diluidos… teniendo en cuenta que en algunas zonas donde ya se utilizaban avionetas, la legislación permite esparcir herbicidas o pesticidas.
El dron utilizado en Samos esparció 20 litros de producto, pero podría cargar hasta casi 40. Su autonomía de vuelo está entre 8 y 10 minutos. El fundador de Beniu informó además sobre el sistema UGV Agrícola, una gama de vehículos terrestres teledirigidos que acceden a las zonas donde se aplican los tratamientos para recopilar información y completar los trabajos que no puedan hacerse desde el aire.

David Blanco y Manuel Pastor cargan el dron con los bioestimulantes
Alejo Soler, de Agrobío –una empresa especializada en control de cultivos con sede en Almería– explicó que durante la pandemia comenzaron a trabajar con macro y microorganismos causantes de plagas. En el primer grupo estarían las chinches, ácaros o parasitoides; y en el segundo, bacterias, nematodos y algunos hongos.
Lo que hacen se conoce como “control biológico” y consiste en emplear unos organismos para frenar a otros que están causando problemas. Un ejemplo de ello fue en su día el uso del parásito Torymus sinensis para combatir la plaga de la avispilla que llegó a afectar a buena parte de los castaños gallegos y que aún no ha podido ser erradicada.
“En los laboratorios analizamos qué organismos son los más útiles para cada situación de problemas sanitarios en cada territorio y desarrollamos su cría o cultivo. Posteriormente, el equipo técnico asesora a cada productor sobre cómo debe aplicar los tratamientos. Y, con esas experiencias, realizamos una labor divulgativa para que los productores conozcan qué herramientas biológicas están disponibles y cómo pueden utilizarlas”, señaló Soler.
Manuel Pastor, también técnico de Agrobío, explicó que sus productos y el manejo que se hace de ellos está siempre orientado a la utilización de elementos naturales que sean lo más inofensivos posible para la biodiversidad. Porque, destacó, la propia biodiversidad ya es un mecanismo de defensa y enriquecimiento de los cultivos. Actualmente trabajan con 40 especies de insectos para combatir distintas plagas.
Ya centrados en la actividad de Samos, desde Agrobío señalaron que “lo que hacemos es volver a lo de antes. Hoy se detecta un uso excesivo de productos químicos que están convirtiendo los cultivos en fábricas. Con la aplicación de bioestimulantes volvemos a aportar materia orgánica como lo hacía, por ejemplo, el estiércol. La diferencia es que ahora podemos envasar y transportar esos organismos”.
El producto empleado en Samos fue un inóculo microbiano con rizobacterias del género Bacillus, promotoras del crecimiento vegetal (PGPR), y hongos micorrícicos que potencian la microbiota del suelo durante las primeras fases del cultivo. Según explica Agrobío, los microorganismos presentes estimulan rápidamente los procesos metabólicos de la rizosfera, mejorando la fertilidad del suelo.

La AGCS reclama permitir el uso de drones para la aplicación de fitosanitarios
José Luis Liñares, presidente de la AGCS, destacó que el trabajo con drones sería de gran utilidad para mejorar el estado sanitario de los soutos y, sobre todo, para garantizar que se mantenga la actividad en un sector que se está debilitando por la falta de mano de obra, la dispersión de los castaños y la escasa mecanización existente a día de hoy.
De hecho, en las próximas semanas mantendrán reuniones con la administración para solicitar que se establezcan protocolos que permitan la aplicación de fitosanitarios mediante drones, algo que hasta ahora está prohibido por la legislación autonómica gallega, aunque ya se está aplicando en otras zonas de España donde se hacían fumigaciones con avionetas. Hoy en Galicia solo pueden aplicarse con dron fertilizantes foliares y bioestimulantes.
“Este sistema es mucho más preciso que los que se vienen aplicando actualmente. Al esparcir el producto de arriba hacia abajo, la aplicación es mucho más efectiva porque escurre por las hojas y las ramas. No se pierde tanto producto como cuando se aplica desde abajo, que además forma ‘nubes’ de tratamiento que acaba llevando el viento.”
Liñares destacó el ejemplo de BENIU, que tiene proyectos en Extremadura y Valencia donde emplearon drones para combatir plagas con resultados mejores que los obtenidos con tratamientos desde tierra. En el caso de Valencia fue contra Ceratitis capitata o mosca de la fruta, que afectaba a los naranjos, y en Extremadura contra Nezara viridula o chinche verde, que daña los cultivos de arroz.
En la jornada también intervino el funcionario de Extensión Agraria de Sarria, José Flores, que hizo un repaso por la historia reciente del cultivo de la castaña en la comarca de Sarria. A mediados de los años 80 del pasado siglo, llegó a haber proyectos que implicaban a 2.000 agricultores para la mejora de 500 hectáreas de castaño.
Flores señaló también que en la zona hubo importantes cultivos de lúpulo y tabaco, así como cosechas de maíz de alta calidad. Y tanto los castaños como esos otros cultivos tenían el denominador común de emplear bioestimulantes, siendo el principal de ellos de procedencia del estiércol. Por eso, quiso destacar el avance que puede suponer recuperar técnicas antiguas aplicadas con la tecnología más moderna, como son los drones.