“Una denominación de origen para la leche gallega sería una ayuda para el sector”

Entrevista a José Mouriño Cuba, impulsor de buena parte de las Denominaciones de Origen de Galicia. Destaca el importante papel de estos distintivos para promover la calidad de los productos alimentarios gallegos y actuar como barrera comercial. Lamenta que no se hubiera logrado en Galicia un pacto político por el territorio.

“Una denominación de origen para la leche gallega sería una ayuda para el sector”

José Mouriño Cuba

José Mouriño Cuba (Xermade-Lugo, 1948) es un rostro bien conocido para muchos agricultores y ganaderos gallegos, tanto como miembro del Cuerpo Especial de Ingenieros Agrícolas del Estado como después desde la Consellería de Medio Rural. Desde el año 1975 fue impulsor de buena parte de las Denominaciones de Origen de Galicia, implicándose especialmente en las DO Ribeira Sacra, San Simón da Costa y Queixo do Cebreiro. “Tenía claro que los productos gallegos no pueden competir por cantidad, pero sí por calidad, por lo que había que apostar por las denominaciones de origen”, asegura.

Lamenta no haber logrado este distintivo de calidad para los elaborados cárnicos del cerdo y, sobre todo, para la leche gallega, “pues en un momento de alza de precios, el sector productor no lo vio necesario y no apostó por ello”. Jubilado desde hace dos años, ahora prepara un libro sobre la recuperación del viñedo de la Ribeira Sacra a través de la Denominación de Origen. Este pasado viernes intervino en la Semana Verde en la jornada Ingeniería Técnica Agrícola y viticultura moderna en Galicia,, organizada por los Colegios Oficiales de Ingenieros Técnicos Agrícolas.

¿Cómo empezó a impulsar la creación de Denominaciones de Origen en Galicia?
La ley 25/1970 de Estatuto de la Viña y del Vino y de los Alcoholes fue clave para la creación de las Denominaciones de Origen, aunque ya había denominaciones que venían de atrás, como O Ribeiro o Valdeorras. Para las nuevas denominaciones, en aquellas zonas en las que había más empuje económico y de población rural, como Rías Baixas, enseguida comenzó su andadura, pero en aquellas zonas con más despoblación y con menos riqueza económica, tuvo que ser la Administración la impulsora de las Denominaciones durante los primeros años, hasta que el sector privado y las empresas vieron una oportunidad de negocio y comenzaron a invertir y a tomar el relevo de la Administración. Este fue el caso, por ejemplo, de las denominaciones de origen Ribeira Sacra, San Simón da Costa o O Cebreiro.

Por eso digo que las denominaciones en Galicia tienen una connotación diferente al resto de España: además de la promoción de la materia prima, tipificación….etc, en nuestra tierra son un reclamo para recuperar productos en vías de desaparición y para evitar que se pierdan.

Para eso fueron de gran ayuda dos decretos de la Xunta de Galicia, de los años 1983 y 1987 que, a parte de promover los productos alimentarios gallegos de calidad, ayudaron a crear un ambiente y una percepción social positiva para recuperar estos productos. Los productores solos no se animarían a recuperar y apostar por estos productos, por lo que fue esencial que la Administración estuviese a su lado.

¿Ahora no es tan fácil lograr una Denominación de Origen?
Ahora ya es más difícil porque nuestros competidores del Norte de Europa son plenamente conscientes de que las Denominaciones de Origen, extendidas sobre todo en el sur de la Unión Europea, son barreras comerciales para proteger nuestros productos, por lo que intentan poner todos los obstáculos posibles a conceder nuevas denominaciones de origen.

“Las Denominaciones de Origen son una barrera comercial, por eso quieren acabar con ellas nuestros competidores”

No es casual que, por lo tanto, que en las negociaciones del Tratado Trasatlántico de Libre Comercio y de Inversiones (TTIP) entre Estados Unidos y la Unión Europea, uno de los obstáculos que los estadounidenses quieren suprimir son las Denominaciones de Origen. Aunque al salir a la luz las negociaciones secretas pienso que no va a ir adelante este acuerdo.

¿En que denominaciones te implicaste más en su puesta en marcha?
Hasta que me jubilé, hace dos años, me impliqué en la creación de todas. Una de en las que más participé fue en la Denominación de Origen Ribeira Sacra, que entonces, hacia finales de los 70, sólo se conocía como Ribeira del Sil y Ribeira del Miño. La comarca sufría un tremendo proceso de despoblación y de abandono de los viñedos. Desde el principio ví claro que tenía mucha potencialidad ya que reunía todos los requisitos: arte, paisaje, una tradición histórica de cultivo de la viña…etc. Tuvimos que hacer mucha labor de convencimiento en el proyecto que teníamos, de muchas charlas para que en cada ayuntamiento por lo menos unos cuantos viticultores apostaran por la Denominación de Origen. Fue una labor ardua porque la gente estaba muy desanimada. Los objetivos que nos marcábamos eran recuperar la variedad Mencía, garantizar unos precios dignos para los viticultores y desplazar al Rioja. En el año 1996 logramos la Denominación de Origen y hoy la Ribeira Sacra es un referente de vinos de calidad y un destino turístico.

Pero considero que aún quedan sectores por desarrollar y explotar en la Ribeira Sacra, como son la fruticultura, especialmente la cereza, en la zona intermedia, y la castaña y las setas en las partes más altas. Y esto, combinarlo con el desarrollo de una oferta gastronómica que apueste por los productos de la zona.

¿Qué Denominaciones quedaron pendientes, perdiendo una oportunidad de crear esa protección comercial para nuestros productos?
Pienso que perdemos una oportunidad de crear denominaciones de origen para la huerta, jamón, butelo, androlla y chorizo. Pienso que las teníamos que haber impulsado y aprobado en su momento.

Yo era partidario de lograr denominaciones de origen para todos los productos tradicionales gallegos porque desde un principio fui consciente de que los productos alimentarios gallegos no pueden competir por cantidad y precio, porque estamos en un país de minifundio, pero sí que podíamos competir por calidad.

Pero había miedos por parte de los productores y cuestiones políticas que nunca entendí, ya que las Denominaciones de Origen siempre fueron positivas y acabaron mejorando la estructura productiva.

¿Por que no se impulsó una denominación de origen para la leche gallega?
Siempre estuve a favor de crear una Denominación de Origen para la leche gallega. Pero por entonces, en los años 80 y 90, era un momento de precios de la leche al alza y las cooperativas no lo vieron necesario. Evidentemente que una DO para la leche gallega no iba a resolver todos los problemas, pero sí que sería una ayuda y posiblemente con este distintivo de calidad ganaderías de leche de zonas de montaña no hubieran desaparecido.

“Una denominación de origen para la leche gallega habría sido una ayuda para el sector”

No es que las industrias estuviesen en contra de esta DO para la leche gallega, a ellas les daba igual tener productos diferenciados con tal de vender, sino que el sector productor, empezando por las cooperativas, no la apoyaron.

A veces las bodegas y las queserías quieren ir más allá en la innovación de los productos y critican las limitaciones que imponen las Denominaciones de Origen. ¿Comparte esta crítica?
Las denominaciones están vivas y van avanzando y adaptándose a los cambios del mercado y del consumidor. No pueden cerrarse, tienen que adaptarse, pero siempre respetando la calidad. Hay que adaptarse al mercado y apostar por las plataformas de exportación. Los productores y las industrias no pueden acomodarse.

¿Cómo ves el futuro de la agricultura y de la ganadería en Galicia?
Si queremos ser competitivos y tener futuro en Galicia tenemos que cambiar la estructura de las explotaciones agrarias y ganaderas. Es preciso apostar por la calidad que aportan las denominaciones de origen e indicaciones geográficas protegidas pero también ir al problema de la base territorial.

“En Galicia tenía que haber un pacto político por el territorio”

En este sentido, desde mi punto de vista, cuando se inició la autonomía en Galicia tenía que haber un pacto por el territorio y no se hizo por falta de valentía política. Ese pacto debería permitir evitar el abandono, aumentar el tamaño medio de las parcelas y la base territorial de las explotaciones. Debemos recordar que en Galicia nuestros recursos naturales principales para generar riqueza son la tierra y la pesca.

Te jubilaste hace dos años como funcionario de la Consellería de Medio Rural. ¿Cuál es el mejor recuerdo que te llevas de tu vida profesional?
El de recuperar productos autóctonos gallegos y evitar que se perdiesen. Y el de darle el enfoque a este proceso de buscar la complicidad de la industria para ese proceso de recuperación, ya que permitió ganar tiempo. Lo que buscaba primero era una industria que se implicase en el proyecto de la Denominación de Origen pues ella iba a ser la que tirara del sector productor para mejorar la calidad y aumentar la producción.

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