Una vez recogido el maíz, la mayoría de las explotaciones lecheras se apuran a sembrar de nuevo sus tierras con especies como el raigrass. Pero, ¿compensa hacer la pradera para obtener, en la mayoría de los casos, un solo corte de forraje? Una buena parte de las fincas que quedan más alejadas de las granjas acaban quedando vacías a la espera de la siguiente cosecha de maíz, una situación que favorece a escorrentía cuando viene la lluvia y la aparición de malas hierbas que es necesario quemar con herbicida antes de volver a echar el maíz. Para evitar esta situación surge una alternativa: sembrar nabos como cultivo de invierno.
Su utilización tiene una triple ventaja: Por un lado el nabo sale rápido y al enraizar evita el lavado de la tierra y el arrastre de nutrientes por parte del agua de la lluvia. En segundo lugar, cubre bien la tierra evitando la aparición y propagación de malas hierbas y, de este modo, el uso de herbicida antes del sembrado del maíz. Y, por último, sirve de abono verde incrementando de este modo el aporte de materia orgánica en el momento de volver a echar el maíz en la primavera siguiente.
No son muchas, pero hay ejemplos en distintas zonas de Galicia de explotaciones que en los últimos años apostaron por echar nabos en vez de dejar vacías las tierras del maíz más alejadas o en las que hacer pradera resulta menos rentable. Llevan años haciéndolo en la Ganadería Xestoselo SC de Guitiriz en una parte de las 110 hectáreas de terreno que manejan en esta explotación que es excedentaria en forraje y también lo hizo el año pasado la ganadería Caseiro de Ernes de Cospeito.
En el ayuntamiento coruñés de Trazo tanto la Ganadería Liste SC como la SAT Castro Buxía han recurrido también en los últimos años al cultivo de nabos con buenos resultados. José María Castro, uno de los socios de Castro Buxía, lleva tres campañas haciendo rotación maíz-nabos en 30 o 40 hectáreas de terreno, dependiendo de las necesidades de hierba que tenga ese año. Esta explotación ubicada en la parroquia de Campo dispone de otras 20 hectáreas con pradera permanente y entre 10 y 15 hectáreas en las que rota maíz con hierba.
«Sale mucho más barato el nabo que el herbicida» (José María, SAT Castro Buxía)
Se trata de la fusión de dos granjas, por lo que tienen fincas alejadas. «Procuramos hacer la rotación con raigrass en aquellas fincas que están más próximas al establo por ahorrar costes a la hora de transportar la hierba para el silo. Estas fincas son también las que dejamos para el final cuando echamos el maíz, así mientras que echamos el maíz en las parcelas que están más lejos, que son las que tenemos la nabos, logramos sacarles dos cortes de hierba a estas otras», explica.
José María dice que el cambio de maíz a nabo es fácil. «Lo que hago cuando saco el maíz es sembrar los nabos primero y echar luego purín por encima. Después paso una grade rápida y ya queda así. Un año incluso probamos en alguna finca solo sembrar y echar purín, sin pasar la grade, para no mover tanto la tierra y tener menos lavado. Los nabos nacieron algo peor, pero cubrir cubrieron igual», cuenta.
La ventaja principal que él encuentra al hecho de no dejar las tierras vacías es que no se llenan de malas hierbas. «Te ahorras tener que quemar las fincas con el herbicida antes de volver a echar el maíz», dice. Y añade: «sale mucho más barato el nabo que el herbicida». «Por un lado no metes tanta química en la tierra y por otro es más fácil trabajar las fincas porque con los nabos la tierra se compacta menos que si echa hierba, así que precisas menos pases y ahorras en gasoil a la hora de echar el maíz», argumenta.
Entre 8 y 10 kilos de semilla de nabo por hectárea
Su vecino Carlos Liste, de la Ganadería Liste SC va a sembrar este año 43 hectáreas a nabos. Carlos es ingeniero agrónomo de formación y gestiona junto a su hermano Javier la explotación familiar. Sembró por primera vez los nabos el año pasado y se muestra contento con el resultado. «El nabo sale muy rápido y crece muy rápido, por lo que cubre muy rápido la tierra y evita escorrentías. Además de evitar el lavado también hace que no salgan malas hierbas. Desde el punto de vista de la fertilización, fija nitrógeno y aporta materia orgánica, por lo que ayuda a preparar la tierra para volver a echar el maíz al año siguiente en la misma parcela», explica Carlos.
Igual que José María, siembra los nabos en las fincas más alejadas, mientras que en las que están más próximas a la explotación hace rotación de maíz con hierba, en su caso, en unas 30 hectáreas. «Cuando sacamos el maíz priorizamos el sembrado de la pradera, estas fincas las sembramos con raigrass lo antes posible para que enraíce porque le lleva más tiempo que al nabo y crece también más lento. Después echamos los nabos en el resto de las parcelas», explica.
«Tener las fincas medio año paradas no te aporta nada» (Carlos, de Ganadería Liste SC)
En la forma de echarlos invierte el proceso con respeto a su vecino. «Yo echo el purín y luego paso una vuelta de grade y voy sembrando y si hace falta le doy una pasada de pisón en aquellas fincas que están en cuesta para que no haya lavado», cuenta.
Ganadería Liste también tiene fincas alejadas. «Tenemos 10 hectáreas que están a una distancia de 7 kilómetros y que antes quedaban siempre libres. Eso hacía que después, en el mes de febrero, tuviésemos que usar glifosato para quemarlas pero aún así cada año salían malas hierbas diferentes. Teníamos que buscar una alternativa a eso. Ahora echamos en ellas nabos, que es algo que para las malas hierbas funciona muy bien», considera.
En cuanto al coste, Carlos emplea entre 8 y 10 kilos de semilla de nabo por hectárea. El precio de la semilla está en unos 3 euros el kilo. No cuenta el trabajo ni el coste del abonado y la grade, que es algo que hace él. «Lo hago yo todo, tanto echar el purín como pasar la grade. Este año tenemos una grade rápida con sembradora incorporada, así que haremos todo en un único pase. El nabo requiere de muy poco movimiento de tierra, con un par de centímetros es suficiente», explica.
Pruebas en busca de una alternativa al glifosato
La empresa Comercial Agropres, asentada en el polígono industrial de Barres, en Castropol, y que sirve la ración diaria para la alimentación del ganado a 60 explotaciones del occidente de Asturias y de A Mariña, probó hace dos años a sembrar nabos en una parte de las tierras en las que echa maíz. La experiencia no resultó satisfactoria aunque «no serviría para sacar conclusiones», asegura José Portela, responsable del departamento técnico y comercial de semillas de la empresa asturiana.
«La siembra se hizo muy tardía porque las tierras no estuvieron preparadas hasta mediados o finales de noviembre y los nabos nacieron mal en la mayoría de las fincas, por lo que la prueba no aportó nada concluyente», explica.
La prueba llevada a cabo en el año 2017 fue efectuada en un total de 25 hectáreas probando con distintas dosis de semilla y también con fincas de todo tipo, unas más secas y otras más mojadas. El año pasado no pudieron repetir el experimento porque de nuevo a siembra resultaría muy tardía. «La siembra del maíz hubo que hacerla el año pasado muy tarde y la cosecha también vino tarde y luego comenzó a llover y optamos ya por no probar a echar los nabos», recuerda.
Ensayos con tremocilla
Pero este año tieñen pensado repetir el experimento, tanto con nabos como con tremocilla, una leguminosa de ciclo anual de flor amarilla como el nabo. «Vamos a hacer ensayos con las dos cosas, algo con nabo y algo con tremocilla», avanza José, que explica que «el coste de sembrar nabos y tremocilla es distinto, ya que la tremocilla precisa dosis más elevadas (50 kilos por hectárea), aunque el coste de la semilla sea menor que la del nabo (1 euro por kilo)».
El objetivo si estas pruebas resultan efectivas, dice, es «no tener que usar tanto glifosato y por si lo prohíben tener una alternativa, algo ya conocido y probado que funcione para no dejar desnudas las fincas en invierno».
La mezcla que sirve Agropres no incluye silo de hierba, por lo que la rotación de cultivo en las hectáreas que cosechan para ellos es algo minoritario. «No empleamos silo de hierba para la ración, por lo que la mayoría de las fincas de maíz quedan vacías hasta la siguiente cosecha», explican.
«Si prohíben el glifosato queremos tener una alternativa, algo ya probado y que funcione, para no dejar desnudas las fincas en invierno» (José Portela, Agropres)
Comercial Agropres siembra en total unas 1.200 hectáreas de maíz al año, de las que 900 tienen como destino final sus instalaciones. Con ellas llenan los silos con los que después, a lo largo del año, hacen la mezcla que sirven a sus clientes en sus explotaciones. En las 300 hectáreas restantes la gestión de los forrajes es de los propios ganaderos, que los contratan solo como empresa de servicios agrícolas para el sembrado y la recogida.
En estos casos, algunos de estos ganaderos que ensilan para hacer la ración en la propia explotación deciden volver a sembrar las tierras del maíz con raigrass o con mezclas de distintos tipos de raigrass y trébol para ensilar en primavera, bien para las vacas en producción o bien para alimentar a las secas y las novillas.