«Vinos con Memoria», el regreso a la viticultura más apegada a lo natural

Iria Otero elabora vinos de autora de distintas zonas de Galicia respetando los tiempos, variedades y los materiales empleados antaño, como el hormigón o el castaño. El resultado son vinos muy apreciados tanto fuera de nuestras fronteras como en la restauración

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«Vinos con Memoria», el regreso a la viticultura más apegada a lo natural

La viticultora Iria Otero en uno de los viñedos.

Iria Otero llegó al mundo del vino «sin tradición familiar, ni bodega» pero eso no la frenó y hoy sus Vinos con Memoria, son conocidos ya fuera de nuestras fronteras. Apuesta por una viticultura apegada al pasado y a la tradición para lograr vinos de variedades con carácter, trabajadas a mano y sin apenas modificaciones.

«Intentamos volver un poco al pasado, a la manera más tradicional de elaborar los vinos de cada zona»

Esta viticultora asentada en pleno Ribeiro desde hace algo más de un año y medio, comenzó a aproximarse al mundo del vino hace casi 20 años. Después de estudiar Farmacia, decidió apostar por la enología y en el 2004 se licenció como enóloga en la Rioja, desde aquella «ya no me desvinculé del sector», comenta.

Iria estuvo primero trabajando en bodegas en la Rioja, para después regresar a Galicia para realizar la tesis doctoral y comenzar a trabajar en bodegas gallegas. Fue en el 2015 cuando dio el paso de iniciar un proyecto personal: Vinos con Memoria. «Son vinos en los que intentamos volver un poco al pasado, a la manera más tradicional de elaborar los vinos de cada zona», indica.

«En el viñedo trabajamos todo a mano, sin herbicidas, que da mejor calidad de uva, aunque sea más costoso y laborioso»

Una de las máximas que impera tanto en los viñedos como en la bodega es la de procurar procesos que alteren lo menos posible la producción de la uva y también de los vinos. Así, recogen uvas de parcelas antiguas, que estaban quedando en desuso al no poder mecanizarlas. «En el viñedo trabajamos todo a mano, sin herbicidas y optando por una viticultura tradicional que para nosotros es la que da mejor calidad de uva, aunque sea más costosa y laboriosa», concreta la viticultora.

Lo mismo ocurre en la bodega, Iria apunta que busca elaborar vinos sin mucha intervención, donde priman las largas crianzas que ayudan a conseguir buenos resultados sin recurrir a añadidos.

Una de las parcelas del Ribeiro con las que elabora sus vinos.

Tres zonas de producción

Vinos con Memoria reúne tres proyectos diferenciados en una misma filosofía de trabajo, puesto que tiene cosechas de tres zonas distintas de producción de uva. Por una parte, cuenta con viñedos en las Rías Baixas. Se trata de 3 parcelas de otros tantos viticultores que trabajan de una manera sostenible, casi sin intervención y con pequeños rendimientos. Procesa unos 9.000 kilos de uva Albariño con lo que elabora, en una bodega alquilada de Ribadumia, unas 5.000 botellas de su vino Sacabeira.

Sus vinos proceden de viñedos de las Rías Baixas, a Ribeira Sacra y el Ribeiro

Con una producción más reducida, que apenas llega a las 700 botellas, Iria incluye entre sus Vinos con Memoria, dos vinos elaborados en la Ribeira Sacra y comercializados como 4 Muras. Proceden de dos pequeñas parcelas, una en propiedad y otra de un amigo, que a la par de cederle la producción de la finca, también le permite elaborar el vino en la bodega.

Uvas de Treixadura del Ribeiro.

Desde que se asentaron en Leiro (Ourense), disponen de una bodega propia. «Compramos una bodega de cosechero, que está en el bajo de la casa. Restauramos ambas y nos trasladamos desde Vigo a vivir aquí», explica Iria. La primera cosecha en el Ribeiro la hicieron en el 2018 procedente de parcelas que trabajan directamente y complementada con otras uvas de productores con una manera de entender la viticultura semejante. Su producción total en las tres zonas ronda las 10.000 botellas.

«A excepción del vino de las Rías Baixas, donde quise que fuera solo Albariño, al estar hecho en el Salnés, el resto de los vinos que elaboro en las otras zonas son todo mezclas de variedades locales», concreta la enóloga. De este modo, en los blancos del Ribeiro abundan Treixadura, Godello, Loureira, Torrontés o Albariño. En el caso de los tintos, hay Caíño, Sousón o Brancellao. Mientras, en la Ribeira Sacra combina Mencía, Brancellao y Mouratón.

Los vinos que elabora en la Ribeira Sacra y en el Ribeiro son mezclas de variedades locales

Al recuperar viñedos antiguos, está encontrando también variedades menos valoradas como el Jerez, que están injertando y que usan para elaborar un vino específico que no comercializan. Mientras, otras como la Garnacha Tinturera, optan por incorporarla a sus vinos. En el caso de los elaborados en la Ribeira Sacra emplean un 10% de estas uvas y en los vinos del Ribeiro incluyen todas las uvas que tenga la parcela. «Son viñas bien adaptadas que nos permiten hacer vinos frescos», concreta Iria.

Emplea barricas de madera de castaño o depósitos de hormigón.

Recuperar materiales y procedimientos

En sus vinos, Iria opta por crianzas largas donde sus vinos tardan al menos 2 años en salir al mercado. Así, por ejemplo, en este 2020 comercializará el Albariño Sacabeira que elabora en las Rías Baixas, en depósitos de acero inoxidable, y que permanece un año de crianza y 10 meses en botella.

A veces, utiliza otros recursos más recientes, como la nieve carbónica, para conseguir bajarle la temperatura y la maceración.

«Las parcelas que empleo para la elaboración de este Albariño tienen una capacidad de acidez muy alta, por lo que con ese año de crianza consigo que se equilibre ese frescor, esa acidez, con la estructura del vino, puesto que para este vino no hago una segunda fermentación», detalla la enóloga.

Además, está procurando emplear materiales muy usados hace años en la viticultura y que fueron cayendo en desuso, como el hormigón o algunos tipos de madera. «Tradicionalmente en el siglo XX en el Ribeiro buena parte de las bodegas usaban hormigón, que cada vez se está empleando menos», indica Iria.

Por eso, dos de los vinos que elabora en el Ribeiro, y que comercializa bajo el nombre de Seara, están elaborados en barricas de hormigón. «Nosotros queríamos usarlo de nuevo. Además, en la Rioja también he trabajado mucho con este material y me parece que ofrece muchas posibilidades para hacer vinos frescos», comenta la experta.

A la par del hormigón, en el Ribeiro también utiliza maderas con una honda tradición en esta zona como es la de castaño. «La dificultad que tiene trabajar la madera de roble para hacer las barricas hizo que, durante muchos años, en las casas más humildes se empleara el castaño y quise volver a emplearlo también en mis vinos».

Iria opta por crianzas largas donde sus vinos tardan al menos 2 años en salir al mercado

De hecho, decidió comprobar el aporte que le proporciona al vino esta madera realizando en barrica de roble y de castaño dos vinos blancos de las parcelas de cosecha propia a base de Treixadura y Loureira. «El castaño es una madera que me gusta mucho para las variedades de aquí. Es más brava y consigue ofrecerle una mayor rusticidad al vino», explica.

Algunos de los vinos que elabora Iria Otero.

Algunos de los vinos que elabora con viñedos de tres denominaciones de origen diferentes.

Vinos para la exportación

Sus vinos están orientados a un público especializado que se centra en la restauración y en las tiendas gourmet. Casi la mitad de su producción está destinada a la exportación y EE.UU. es uno de los principales destinos. Sin embargo, la medida del gobierno de Trump de grabar con un impuesto adicional de un 25% la entrada de vinos en el país desde el verano les está afectando de manera notable. Este año, el volumen de ventas a este país cayó un 10%. «Puede parecer una cantidad pequeña, pero en las proporciones que nosotros nos movemos está siendo una cuestión muy importante», apunta la emprendedora. Otros de los destinos internacionales para estos vinos están siendo países como Australia, Alemania o Dinamarca.

Se vieron afectados por el impuesto adicional de EE.UU. a los vinos españoles, lo que redujo en un 10% las exportaciones a este país

Este año verán la luz tres nuevos vinos elaborados en el Ribeiro, se trata de dos blancos y un tinto que comercializará bajo los nombres de Bubela, Teixugo y Esquío. Los nombres son también una marca de indentidad, ya que están vinculados a la zona de producción y tienen mucho que ver con su pareja, Miguel, que es biólogo y que está ahora volcado de lleno en el cuidado de los viñedos. «Son todos nombres de animales que fuimos viendo en el Ribeiro. El caso del Teixugo incluso decían que había mucho que no se veían por esta zona y nosotros lo tuvimos junto a la casa», recuerda Otero.

Junto con los nuevos vinos, Iria tiene en mente también abrirse paso hacia otros ámbitos como el enoturismo, una idea que ya valoraba al comienzo de este proyecto. «A veces quieres hacer muchas cosas al mismo tiempo y no eres quien de centrarte», comenta.

Precisamente, este es uno de los aspectos que más valora de la formación que recibió al participar en el programa de apoyo a empresas agroalimentarias para emprendedores de la Fundación Juana de Vega. «Sientes que no estás sólo en esta andadura profesional y me ayudaron a centrarme y a descartar lo que no era positivo para echar a andar el proyecto», apunta.

Para esta vitivinicultora la formación fue y sigue siendo clave. «Aunque pueda parecer que en ese momento no te va a servir, todo lo que te formes te va a servir a lo largo de tu trayectoria», ratifica.

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