«Las vacas no son máquinas», afirma Segundo Vázquez López. Por eso cuando hace dos años Pascual, la empresa que les recoge la leche, los obligó a bajar casi un 30% su producción, esta explotación de Guitiriz tuvo que poner en marcha medidas drásticas para poder sobrevivir.
«De aquella el golpe fue importante, estábamos mandando 5.600 litros diarios y nos obligaron a bajar a 4.000. Pero es difícil calcular y acabamos reduciendo más, pasando a entregar sólo 3.600», explica Segundo, que junto a su mujer, María Jesús Gómez Iglesias, es cotitular de esta explotación ubicada en el lugar de Xestoselo.
La ganadería, que cuenta con 110 hectáreas, ha acumulado silo de millo para dos campañas
La limitación a la producción duró un año. «Después la flexibilizaron, pero aun hoy no te dicen produce lo que quieras», aclara Segundo. Hacía solo un año que esta explotación había acometido su última ampliación, para 80 vacas más, así que aquella limitación repentina les trastocó todos los planes previstos. Apostaron inicialmente por bajar la ración del ganado y reducir concentrado, antes de tomar la dolorosa decisión de comenzar a sacrificar animales. «Estábamos ordeñando en aquel momento 160 vacas y tuvimos que mandar 30 de golpe al matadero», recuerda Segundo.
«Para hacer los descartes usamos, en primer lugar, criterios sanitarios, después mandamos aquellos animales con problemas de patas y de ubres y finalmente vacas que llevaran 120 días en leche sin estar aún preñadas. Pero mandamos vacas muy buenas, muchas de ellas dando mucha leche, porque si no mandas las de más producción, en vez de 30 para lograr reducir esos litros tendríamos que haber sacrificado 50», cuenta Segundo, que recuerda que «el tratante que nos llevaba las vacas fue a continuación a recoger otra a una explotación de al lado y le mandaron bajar del camión una de las que nos llevaba a nosotros y quedaron con ella», y lamenta que «a pesar de muchas de ellas ser aún aprovechables, esas 30 vacas casi las tuvimos que mandar regaladas, porque hubo la misma situación en otras explotaciones y el mercado estaba saturado».
Pero aquella selección obligada de animales «tuvo también su parte buena: se saneó mucho el rebaño del que disponemos y eso también te hace crecer más rápido después porque todo el ganado que queda en la casa es muy sano», justifica.
Hoy en Xestoselo hay 170 vacas en ordeño de las 314 cabezas totales. La explotación retomó las cifras anteriores a la bajada de producción, de la que guardan muy mal recuerdo. «Son situaciones muy complicadas, porque tienes que mantener los empleados, las fincas, todo igual; los gastos fijos son los mismos, pero con muchos menos ingresos», explican.
Segundo no puede trabajar (está jubilado por enfermedad desde hace 3 años), pero sigue dirigiendo y aconsejando en el funcionamiento de la explotación. Su mujer, Chus, es veterinaria y se encarga de la parte clínica, además de ayudar a los ordeños. Junto a ellos trabaja su sobrino Álex y los hermanos Abdeslam y Laarbi, originarios de Marruecos pero que ya llevan 8 años como empleados de la granja.
«Somos una explotación casi autosuficiente»
La granja hace con medios propios la mayoría de los trabajos agrícolas en las 110 hectáreas de superficie de las que disponen, la inmensa mayoría en propiedad y todas en un radio de menos de 2 kilómetros. «Ayuda ser la única explotación que queda en este lugar», aclara Segundo.
Gracias a la superficie con la que cuenta, Xestoselo SC es excedentaria en forraje. «Supone un alivio muy grande y estamos sacando muy buenas producciones. Por ejemplo, la de maíz este año fue muy buena y tenemos silo de maíz para dos años. Aunque el próximo año de maíz fuera catastrófico a nosotros no nos afectaría», dice.
Otro tanto pasa con el silo de hierba. La corta del otoño de unas 20 hectáreas fue triturada, no la aprovecharon, y echaron unas 10 hectáreas a nabos para fijar nitrógeno y más tarde envolverlos como abono verde en el momento de echar el maíz. «Libre no dejamos nada, a las 50 hectáreas que echamos a maíz luego les sembramos hierba o nabos», cuenta Álex.
Del corte del mes de junio hicieron 420 rollos de hierba seca para las novillas que decidieron encintar como si fuera silo para poder tenerlos fuera y que no les ocupara sitio en el pajar. «Hacemos una compra de paja y alfalfa para todo el año y así abaratamos, porque pienso que este año va a haber una subida de precio importante por la sequía», considera. «Además, decidimos probar este año a encintar la hierba seca por primera vez porque aún tenemos 150 pacas del año pasado y al ser un corte de hierba sembrada es casi imposible secarla bien, y más en esta zona, donde a pesar de estar a 540 metros sobre el nivel del mar hay mucha humedad, así que hicimos ensilado de hierba seca o hierba seca humedecida. A ver cómo funciona», dice.
Las vacas secas están un mes en pastoreo
Al sobrarles terreno y forraje disponible les permite también tener todo el año en pastoreo las vacas secas. «Hacemos el secado a los 237 días de preñadas y con 265 vuelven a la nave de preparto. Durante ese tiempo están fuera. Es más o menos un mes pero es muy importante, porque es la época de rehabilitación y mejoran mucho las articulaciones, sobre todo en las vacas viejas. En ese caso secamos antes, a los 210 días, para que tengan un poco más de tiempo de recuperación», explica Segundo. Hacen revisiones de podología cada 6 meses y las camas que usan son de carbonato. «Estamos contentos con ellas», dice.
Cuando Segundo enfermó hace 3 años decidieron contratar la elaboración de la ración. Desde entonces les va todos los días el carro mezclador de Irmandiños, que hace dos raciones para las vacas de producción y una para las novillas todos los días y otra cada segundo día para las secas. El carro echa en la explotación un promedio de una hora diaria y el servicio les cuesta unos 1.700 euros al mes.
Los 170 animales en ordeño están divididos en 2 lotes simplemente como manera de reducir los tiempos de espera a la hora del ordeño, pero sin criterio alimenticio o por edad a la hora de separar los animales en los lotes. «Lo único que buscamos dividiendo las vacas en dos grupos es que no pasen más de una hora de espera para el ordeño, pero la ración es la misma en los dos lotes porque con el punteo por ordenador en sala la alimentación es individualizada para cada animal, porque el ordenador le da pienso a cada vaca en función de la producción que tenga y el resto de la mezcla es igual para todas», explica Segundo, que tampoco defiende separar las primerizas del resto de las productoras.
«Nosotros hicimos pruebas de todo tipo y funcionamos mejor con los animales mezclados porque hacer el ordeño sólo de novillas es más complicado porque son más nerviosas y quedan más flojas en la sala de ordeño, y al ir mezcladas quedan más sujetas en medio de las otras vacas», argumenta. En esta explotación están la tres ordeños (a las 6:30, 14:30 y 22:30 horas) y ordeñar les lleva dos horas.
3.000 euros al año en semen
Xestoselo SC es desde hace más de una década una explotación cerrada. «No compramos ni metemos nada que venga de fuera», dice Álex. Hacen ellos mismos también la recría y van a hacer una reforma para meter una amamantadora en un local donde tener las novillas separadas hasta los 6 meses. «Pienso que este es un proceso que hay que automatizar porque sino al aumentar el número de vacas te desborda el trabajo», afirma.
La explotación instaló placas solares para ahorrar en la factura eléctrica
Él es el encargado del trabajo de mejora genética, en el que están buscando mayores calidades, algo que les está reclamando la empresa que les recoge la leche. «Hace dos años teníamos más producción por vaca pero cuando nos obligaron a reducir litros también se pusieron más exigentes en las calidades», cuenta. Hoy por hoy andan en unos 11.000 litros de producción media por vaca, con 3,50% de grasa y 3,15% de proteína.
Han contratado el control reproductivo, que hacen una vez al mes (dos en el caso de las novillas) y siguen un programa de apareamientos para evitar la consanguineidad. Hacen una compra anual de semen y no gastan más de 3.000 euros al año en dosis. «Es una vida tan corta la de las vacas que no merece la pena. Pienso que los ganaderos tenemos que trabajar mejor en la recría de las novillas y enloquecer menos con la genética», opina Álex.
En la busca de esa mayor autosuficiencia de la explotación y de una menor dependencia del exterior a finales de 2017 colocaron placas solares encima de la sala de ordeño, con una inversión de 23.000 euros y una potencia instalada de 13,2 quilowatios, equivalente a la que tienen contratada. Al coincidir de momento con los meses de invierno y, por lo tanto, con la época de menor rendimiento de las placas, no cuentan aún con datos fiables de ahorro y Segundo es de esas personas que quiere tener datos de todo. «En una explotación, tienes que tener datos, sino andas a la deriva», afirma. En el caso de las placas y a falta de confirmación numérica fidedigna, intuye que serán rentables.