Hablamos con Servando Álvarez Pousa, director técnico del Centro de Desarrollo Agroganadero de Xinzo de Limia, dependiente del INORDE (Diputación de Ourense), sobre el proceso de declaración de la comarca de A Limia como Zona Vulnerable a los Nitratos (ZVN) por parte de la Xunta de Galicia.
La Xunta acaba de iniciar el procedimiento para declarar A Limia como Zona Vulnerable a la Contaminación por Nitratos. ¿Cómo influye la orografía y el tipo de terreno en la comarca para que sea más sensible a la contaminación del agua por nitratos?
Efectivamente, la orografía no ayuda mucho a evitar este tipo de problemas. Tenemos que entender que A Limia es una depresión a nivel geológico, no deja de ser como una enorme palangana y por abajo está totalmente impermeabilizada, y la única salida natural es el río Limia por Ponte Limiares. Entonces, todo lo que se acumula en la comarca—fertilizantes, orgánicos o inorgánicos, todo lo que pueda resultar de depuradoras de aguas residuales… todo lo que proviene del modo de vida de los habitantes de A Limia—se va concentrando en ese cauce de agua y sale por Ponte Limiares.
Por otro lado, hay que considerar que es una suerte, porque aquí en Galicia tenemos unos niveles de materia orgánica muy elevados. Si en el resto del estado les hablas de niveles de un 8%, 10%, 40%, dirán: qué suerte tenéis. Y efectivamente, tenemos suerte porque tener esos niveles de materia orgánica conlleva una conservación del suelo. ¿Qué pasa? Que esa materia orgánica, por su forma de conservarse, se va degradando, se va descomponiendo y va liberando nutrientes al suelo, y claro, esos nutrientes se van concentrando, los recoge el río Limia y terminan en ese cauce de agua.
Aunque la actividad agraria de A Limia fuera nula, probablemente todas esas transformaciones de la materia orgánica que se transfieren en forma de compuestos nitrogenados se recogerían y aparecerían en los análisis. Resumiendo un poco, A Limia es el modelo perfecto de un sistema en el que todo lo que entra en esas 25.000 hectáreas que tiene la comarca se va a concentrar y recoger en un único punto: el río Limia, en su salida natural por Ponte Limiares.
– La orografía influye, pero el origen principal está en la actividad humana. ¿Qué causas considera que están detrás de esta vulnerabilidad a la contaminación por nitratos?
La declaración de zona vulnerable a nitratos de la zona de A Limia no deja de ser un aviso de que algo en el proceso de producción de las actividades humanas que se realizan en esta llanura está generando algún desajuste en la forma en que el ser humano se comporta con el medio. Lógicamente, teniendo en cuenta que A Limia es una zona con gran potencial agrícola y ganadero, estos dos grandes sectores están implicados. ¿Qué pasa? Que tanto los agricultores como los ganaderos de A Limia tienen claro que deben conservar de forma sostenible este medio en el que viven y del que dependen.
A Limia es una de las comarcas de Galicia con más relevo generacional, por lo que agricultores y ganaderos son los principales interesados en que se mantenga su forma de vida. Por supuesto, la declaración de zona vulnerable a nitratos conllevará maneras distintas de trabajar respecto a lo que se hacía hasta ahora.
– ¿Podría concluirse que, con la carga ganadera que hay en la comarca, sería viable y recomendable prescindir de la fertilización química?
No me siento capacitado para decir eso… Realmente, la declaración es precisamente eso: la declaración de una zona vulnerable. Tiene que ir acompañada de un plan rector y de gestión sobre cómo se va a trabajar en esa zona vulnerable. Pero cuando te refieres a sustituir abono químico por abono biológico u orgánico, tenemos que tener en cuenta que lo que ahora nos toca en Galicia lleva muchos años en Cataluña, Aragón, Andalucía… Todos los planes de gestión encaminados a reducir esos desajustes que mencioné antes están relacionados con el manejo de abonos orgánicos.
Las limitaciones de 170 kg por hectárea que marca el Real Decreto, la norma que regula las zonas vulnerables, afectan únicamente a los abonos orgánicos, no a los químicos. Hay que esperar a la legislación que se publique en la Comunidad Autónoma de Galicia para poder comentar estas salvedades. Dicho esto, y sin perjuicio de lo que acabo de decir, siendo un poco más generalista, dentro de las corrientes económicas del mundo actual, está cobrando mucha fuerza la economía circular y el aprovechamiento de las distintas cadenas de valor para que todo esté más interconectado.
Independientemente de que cada legislación permita o no el abonado químico u orgánico, si en una comarca como esta disponemos de suficiente abono orgánico como para cubrir al menos las necesidades nutricionales del nitrógeno en los cultivos, habría que utilizarlo. Primero, porque será económicamente más rentable y, segundo, porque fomenta la sostenibilidad.
El Ministerio de Agricultura recomienda como buenas prácticas no exceder las 210 unidades de nitrógeno por hectárea y año. Hay quienes dicen que los límites del Ministerio son cuestionables, ya que habría que tener en cuenta las extracciones de los cultivos cuando se realizan dos cultivos anuales, así como la pluviometría y la tipología del suelo de cada zona. ¿Qué opina al respecto?
Totalmente de acuerdo, pero cuando el Ministerio habla de los 210 kg por hectárea se refiere al nitrógeno orgánico. Además, el mismo decreto establece que, en caso de que las extracciones del cultivo sean superiores a esas 210 unidades en primera instancia y 170 en segunda instancia, se podría complementar con aportes minerales o químicos.
Podemos considerar una contradicción el hecho de que haya que limitar el uso de abonos orgánicos y, al mismo tiempo, fomentar una producción basada en abonos orgánicos. Siempre van a ser mejores las fuentes orgánicas, por la defensa del suelo y la biodiversidad. Sin embargo, cuando utilizas un abono químico, sabes perfectamente cómo se va a comportar, conoces su solubilidad y cómo reaccionará ante la temperatura, la humedad… Es decir, cuando lo aplicas al suelo, sabes cuánto tiempo permanecerá allí. En cambio, cuando usas un abono orgánico, necesitas darle tiempo para que sus componentes se mineralicen y se conviertan en moléculas que la planta pueda absorber. Este proceso lleva su tiempo y, además, se comporta de forma distinta según la humedad y la temperatura. Por eso, el gobierno hace especial énfasis en la cantidad de nitrógeno orgánico.
La orden ministerial se refiere a abonos orgánicos, no a cantidades totales.
¿Qué sucede con los abonos químicos? Cuando utilizas un abono químico, lógicamente debe ser en base a un análisis del suelo. En muchos casos, te recomendarán o incluso te obligarán a no aplicarlo de golpe, sino a distribuirlo en diferentes aplicaciones a lo largo del ciclo del cultivo. Esto es algo que se ha mencionado en prensa últimamente: se habla mucho de esos 210 kg por hectárea o 170 kg por hectárea, pero la orden ministerial se refiere exclusivamente a abonos orgánicos, no a cantidades totales. De hecho, sin hablar de patatas, un cultivo de maíz rentable con solo 170 kg de nitrógeno por hectárea no sería viable. No se obtendría una producción suficiente para que la explotación fuese rentable.

Vista aérea de cultivos en Xinzo de Limia
¿Qué niveles medios de unidades fertilizantes por hectárea han venido empleando hasta ahora los agricultores de A Limia?
Depende del cultivo. En el caso de la patata, habría que analizarlo según la variedad, si es para freír o para consumo… Pero, en términos generales, te puedo decir que ni de lejos se superan las cantidades que el propio Ministerio indica en su publicación sobre la fertilización racional de los cultivos. El Ministerio a veces menciona 250 kg por hectárea, mientras que en A Limia nos movemos en un rango de 200 kg por hectárea. Es decir, estamos por debajo de la publicación del Ministerio en condiciones normales. Lo único que habría que hacer es adaptar la fertilización orgánica a esas cantidades máximas y combinarla con rotaciones y fertilización química distribuida a lo largo del ciclo del cultivo.
En cuanto a los cereales, hablo de memoria, pero creo que en la publicación de fertilización racional de los cultivos el Ministerio menciona unas 150 kg de nitrógeno al año para cultivos como el trigo. En A Limia, rara vez se superan los 100 kg. Es decir, no se pueden hacer normativas generalistas, aplicables a todo el mundo por igual. Hay que adaptarlas al terreno, la orografía y las condiciones climáticas, y quiero pensar que eso es lo que está haciendo la Xunta de Galicia en este momento.
¿Es viable alcanzar los mismos rendimientos en los cultivos de A Limia con un límite máximo de 170 unidades de nitrógeno?
Si el límite es de 170 unidades de nitrógeno, lógicamente, las producciones bajarán. Sin embargo, debemos ceñirnos a la normativa vigente. Aún no sabemos qué normativa sacará la Xunta de Galicia, así que habrá que esperar. Pero a nivel estatal, en el Ministerio y en otras comunidades autónomas, se reitera que el límite de 170 kg de nitrógeno se refiere al orgánico. La propia norma menciona que, si las extracciones del cultivo son superiores a ese límite, se debe complementar con fertilización química.
Para A Limia, al menos en el caso de la patata, y especialmente en variedades para freír, con los niveles de producción actuales de 50.000-55.000 kg por hectárea, 170 kg de nitrógeno se quedarían cortos.
Si me hablas de una variedad como la Kennebec, amparada por la IXP (Indicación Xeográfica Protexida), en la que se busca más calidad organoléptica que cantidad, entonces sí podría ser suficiente. Pero hoy en día, en A Limia, lo que más se produce son variedades para freír, y si quieres competir en ese mercado, debes estar por encima de los 50.000-55.000 kg por hectárea.
«Hay que encontrar la manera de manejar el abono orgánico para que se pueda compostar e incluir cultivos de abono en verde en las rotaciones.»
¿Qué alternativas agronómicas considera más viables para mantener la rentabilidad de las explotaciones agrícolas de A Limia en este nuevo contexto?
Esto no es algo nuevo: es la rotación de cultivos. Los agricultores deben incluir más rotaciones y aportes. Si nos limitan a 170 kg de nitrógeno orgánico, eso implicará que podremos aplicar menos estiércol en la forma en la que se está haciendo ahora. Debemos encontrar maneras de manejar el abono orgánico, como compostarlo o producir otros tipos de productos más manejables.
Para compensar el posible déficit de materia orgánica debido a la limitación de abonos orgánicos, habrá que integrar cultivos de abono en verde dentro de las rotaciones.
Sin embargo, aunque esto suene bien en teoría, llevamos unos años observando que los patrones climáticos en A Limia están cambiando. Tradicionalmente, los cultivos de invierno como el trigo, el centeno o la colza se sembraban en otoño. Pero en los últimos 2-3 años ha sido imposible, porque la precipitación anual, que solía repartirse a lo largo del año, ahora se concentra entre octubre y marzo-abril.
En primavera ocurre lo contrario: no llueve y las temperaturas son más altas que hace unos años, lo que dificulta el uso de otros cultivos. Hay que buscar soluciones, y para ello, las Administraciones y los colectivos afectados deben sentarse juntos y encontrar una alternativa común que permita que las explotaciones sigan siendo rentables, pero con la sostenibilidad del medio como prioridad.
«En A Limia estamos bastante por debajo del límite máximo que marca el Ministerio en la Guía de Fertilización Racional de los cultivos.»
-¿Tienes información sobre los límites máximos de abonado que se establecerán para cada cultivo?
A día de hoy, la información que tenemos o lo que está escrito es la Guía de Fertilización Racional de los cultivos en España del Ministerio, que ya tiene varios años, y esos son límites bastante altos, y en la Limia en todos los casos se está muy por debajo de ellos. Y en el resto, cuando después de la aplicación de la normativa de zona vulnerable, la Xunta de Galicia tiene que sacar un Plan Rector o una Orden. Y ahí tendremos las cosas un poco más claras.

Muestras de tierra en las instalaciones de INORDE
-¿Hay también aspectos clave en el manejo de los purines y estiércoles de la Limia que se podrían mejorar para ser más eficientes y reducir las pérdidas de nitrógeno? ¿Cuáles?
A día de hoy, los números son claros. Usando un abono de pollo, que es bastante común en la zona de la Limia, el gallinazo, usas un producto que tiene entre un 2-4% de nitrógeno total. Claro, esto implica que la cantidad que puedes aplicar por hectárea va a ser muy pequeña, entonces hay que buscar una manera de manejar estos productos manteniendo los niveles de materia orgánica, pero bajando la concentración de nitrógeno. ¿Cómo puede ser eso? Hoy en día, la tecnología te permite hacer compostajes, crear plantas de recuperación de nitrógeno, hacer plantas de biogás, la tecnología es mucha. Tanto las Administraciones implicadas como el sector agroganadero tienen que ponerse de acuerdo para ver cuál es la forma de evitar que lo que debería ser un recurso, esa riqueza en nitrógeno que tenemos en la zona, a día de hoy lo estemos considerando un problema porque no sabemos qué hacer con él… Eso es lo que habría que cambiar.
-¿Qué papel puede y debe jugar el Centro de Desarrollo Agroganadero en esta nueva situación?
Estamos a disposición, sobre todo, de los agricultores y ganaderos, porque este centro se creó para apoyar técnicamente al sector… Ya llevamos años con el laboratorio de análisis y demás, procurando que la fertilización sea lo más rentable posible, tanto a nivel económico como medioambiental… Impartimos formación, probamos cultivos, y justamente en relación con esto estamos a punto de instalar un nuevo equipo… Porque lo que no hacíamos hasta ahora era la determinación de las distintas formas de nitrógeno en el suelo, y ya con la puesta en marcha de esta declaración de zona vulnerable a nitratos, con el apoyo de la Presidencia de la Diputación y del INORDE, se dio el apoyo para poder comprar este tipo de equipos y poder ofrecer a los agricultores ese análisis de las distintas formas de nitrógeno en su suelo, lo cual va a ser fundamental a la hora de realizar planes de abonado y determinar las calidades químicas y nutricionales de los compuestos orgánicos. Quizás sea una herramienta más para poder hacer esos planes de fertilización un poquito más adecuados al medio y darles una herramienta más para cumplir con la legislación que les van a exigir.

Trabajos de laboratorio en las instalaciones de INORDE
-¿Las plantas de biogás para los purines y estiércoles que propone la Xunta cree que pueden ser una solución para el caso de la comarca de la Limia? ¿Qué errores habría que evitar en su opinión?
Cualquier tecnología que sea capaz de revertir esa idea que tenemos de que los purines o estiércoles son un problema, bienvenida sea. Lógicamente, ahí tendrán que hacer las Administraciones y colectivos implicados un análisis de coste-beneficio para ver qué tecnología se adapta más a la zona. Hoy en día, en el mercado hay tecnología suficiente para resolver este tipo de problemas. ¿Qué errores se pueden cometer? Hay que concienciar tanto al sector agrícola y ganadero como a la producción en general de que estas plantas son necesarias, porque normalmente cuando hablamos de hacer una serie de estas infraestructuras, nadie las quiere al lado de su casa. Hay que hacer mucha formación y concienciación y mirar, en base a un análisis de coste-beneficio, si la mejor opción es hacer una planta centralizada que sea capaz de absorber todos esos subproductos que hay en la zona o si quizás sería más recomendable hacer más plantas más pequeñas o combinar distintos sistemas, que fueran capaces de diversificar un poco más el tratamiento de estos subproductos y quizás buscar distintas salidas. Pero repito, hoy en día hay tecnologías, esto se tiene que basar en un análisis de coste-beneficio en el que también la opinión y carga social tiene mucho que decir.
-Sin embargo, el digestato resultante del proceso seguirá manteniendo unos niveles de fertilizantes similares a las deyecciones ganaderas, pero mucho más concentrados. ¿Qué retos supone su aplicación para que no volvamos a cometer los mismos errores?
A día de hoy, este tipo de tecnologías no se pueden contemplar como un conjunto cerrado, es decir, efectivamente el manejo de los purines, si les sacas agua y tienes un digestato concentrado rico en nitrógeno, fósforo, potasa… Pero realmente eso no es un problema, ya que partes de un producto líquido que es muy difícil de manejar porque transportar agua es caro, a un producto sólido. Y ese producto sólido, que después puedes compostar o añadirle otra serie de inertes o procesos que lo hagan un producto manejable, repito, tenemos que cambiar la idea de que los subproductos ganaderos son un problema, y tenemos que considerarlos una oportunidad para mejorar el aspecto medioambiental y también el económico. Es decir, hace 3 años, con el tema de la Guerra de Ucrania, el precio de los fertilizantes químicos subió casi un 200% porque no había nitrógeno inorgánico en el mercado, y resulta que en la misma época nos planteamos un problema, que tenemos un exceso de nitrógeno orgánico en la Limia… Algo no estamos haciendo bien a nivel medioambiental y económico, porque por un lado tenemos la carencia de un producto y por otro lado decimos que tenemos un exceso de producto.
-Con la previsible declaración de la Limia como Zona Vulnerable a la Contaminación por Nitratos para el mes de mayo, ¿cómo ve la situación de la agricultura y la ganadería de la comarca dentro de 5 años?
El agricultor está concienciado respecto al medioambiente porque es su forma de vida y su herramienta de trabajo, y repito, es una de las pocas comarcas a nivel gallego en la que hay un cierto relevo generacional, es decir, los hijos de los agricultores de hoy están dispuestos a quedarse con las explotaciones. Entonces, hay que mantener eso. La declaración de zona vulnerable es un aviso de que algo está fallando. Entonces, tenemos que poner todos los hombros para procurar que eso deje de fallar. Falta ver cómo van a ser tanto las limitaciones como las recomendaciones de las Administraciones responsables, en este caso la Xunta de Galicia, y falta ver cómo podemos llevarlas a cabo, dada toda la problemática que hemos hablado, el cambio climático, que en invierno no se pueden sembrar cultivos, etc. Yo pienso que, quizás, espero que la agricultura de la Limia salga reforzada de este proceso que vamos a vivir, porque por fin se le va a demostrar que hay que aprovechar todas estas normativas para demostrarle al consumidor final, que es el jefe último de los agricultores, porque es quien compra los productos… Y sí, llevamos años con el rumor de que en la Limia se están haciendo las cosas mal, que hay contaminación difusa… Pues quizás demostrarle al consumidor final que los productos que salen de la Limia son de calidad, por supuesto lo son y seguirán siéndolo. Son productos sanos porque los estándares de calidad y las pruebas que deben pasar los productos son muy altos. Además, vamos a poder demostrar al sector del consumo que los productos de la Limia llevan asociada una conservación del medio natural y del medio ambiente.

Trabajos de laboratorio en las instalaciones de INORDE