Una vez
realizada la siembra, que debiera poner fin a la primera fase del plan de cultivo, debemos prestar atención a la evolución del maíz y aplicar los tratamientos necesarios para limitar la afectación por malas hierbas e insectos. La vigilancia desde el nacimiento de las plantas, hasta la fase de 8-10 hojas será vital para detectar posibles problemas y tratar de resolverlos a tiempo, aplicando el producto idóneo.
El objetivo a conseguir es limitar el impacto de malas hierbas para que el cultivo de maíz no tenga competencia y pueda alcanzar todo su potencial de producción. Asimismo, el control de los insectos que pueden ocasionar grandes pérdidas en cuanto al número de plantas en producción, debemos prevenir su presencia masiva en el cultivo y vigilar continuamente hasta que el maíz consiga una altura de en torno a los 30-40 cm.
“En los herbicidas de preemergencia es muy importante aplicarlos con humedad en el suelo”
Para realizar el control de malas hierbas, podemos optar por herbicidas de pre-emergencia, que se deben aplicar antes de la germinación de las mismas. Son productos que se aplican a dosis altas de caldo (500-700 litros/Ha) para favorecer su correcta difusión y penetración en la tierra, siendo recomendable aplicarlos en condiciones de humedad en el suelo. Este tipo de productos, tienen por objetivo bloquear la germinación de las plántulas de malas hierbas, y limitar así su evolución mientras el maíz no cubre totalmente el espacio entre los sucos. Debemos tener en cuenta, que este tipo de productos deben llegar a la tierra, por lo que dejan de tener eficacia si los aplicamos cuando la superficie foliar del maíz o de las malas hierbas impiden que lleguen al suelo.
Los herbicidas de post-emergencia deben aplicarse en ausencia de humedad
La otra gama de herbicidas son los productos de post-emergencia, que se aplican una vez las malas hierbas ya están presentes y visibles. Son productos específicos de acción vía foliar y se suelen aplicar a dosis más bajas de caldo (100-200 litros/Ha). Estos productos deben ser aplicados en ausencia de humedad para fomentar la adherencia a la superficie foliar de las malas hierbas. Cuando se emplean este tipo de productos, debe tenerse en cuenta las recomendaciones de uso, prestando especial atención a la compatibilidad con el número de hojas que tenga la planta de maíz, para que no le resulte lesivo a la misma.
Combinar distintas materias activas
En los últimos años, en parte por las resistencias a los herbicidas habituales, en una misma parcela encontraremos malas hierbas de hoja ancha y de hoja estrecha, por lo que podemos contemplar como opción la combinación de diferentes materias activas. En estos casos es necesario disponer de información para determinar si los herbicidas son compatibles entre sí, tanto a nivel físico cómo químico. Toda combinación de herbicidas debe de realizarse con precaución, tanto en lo que se refiere a la dosis máxima combinada, como en lo que tenga que ver con las condiciones de aplicación. Si cometemos algún error, o aplicamos en condiciones adversas, lo más probable es que el resultado sea negativo sobre el maíz y en la mayoría de los casos será irreversible.
Debemos considerar siempre los condicionantes legales sobre la aplicación de productos fitosanitarios a los cultivos destinados a la alimentación animal, y realizarlas disponiendo de las autorizaciones legales correspondientes o contratarlos con empresas autorizadas. En el momento de valorar los tratamientos herbicidas a aplicar en las diferentes parcelas de la explotación, debemos conocer cuáles son las principales malas hierbas, valorar el grado de infestación y establecer una estrategia idónea para cada caso. Además, debemos considerar las condiciones de climatología, especialmente en lo que tiene que ver cosa previsión de lluvias y del viento en el momento de aplicación.
“Puede ser muy interesante optar por boquillas de “baja deriva”
En cuanto al viento, puede resultar muy interesante optar por boquillas de “baja deriva”, que generan unas gotas más grande que son proyectadas el suelo con mayor precisión y son notablemente menos sensibles a la deriva. Al mismo tiempo, debemos vigilar la presión de trabajo, ya que cuanto mayor sea la presión, menor tamaño de gota y mayor sensibilidad al viento. Por otra parte, el tamaño de gota también debe adaptarse al tipo de tratamiento, ya que si lo que queremos es “pegar” las gotas a las hojas, deben tener un tamaño medio-fino, para evitar el lavado. En este ultimo caso, resulta muy efectivo emplear “mojantes” que ayudan a que las gotas del tratamiento se queden sujetas las hojas y mejoren la difusión del mismo en la plántula.
Empleo de abonos líquidos de acción foliar
En los últimos años, es habitual el empleo de abonos líquidos de acción foliar, que se pueden aplicar solos o en combinación con herbicidas. En este sentido, si los aplicamos combinados con herbicidas, debemos hacerlo con precaución ya que los planteamientos de abonos foliares tienden a incorporar “fijadores foliares” para que el producto se “pegue” a las hojas. Por lo tanto, si añadimos herbicidas debemos tener esto en cuenta y aminorar la dosis, pues ese efecto de fijación foliar puede suponer una “alteración” de la efectividad del herbicida y resultar en un daño a nivel foliar para la planta de maíz.
Al mismo tiempo, si el herbicida seleccionado no es el “correcto” para las malas hierbas a eliminar, debemos tener en cuenta que las que persistan les aportamos también fertilizante, por lo que puede resultar que el efecto sea contrario el deseado.