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Jornada técnica de la Evega sobre injertos y portainjertos en viñedo

La Estación de Viticultura y Enología de Galicia, centro dependiente de la Agencia Gallega de la Calidad Alimentaria (AGACAL), organiza el próximo 5 de noviembre una jornada técnica con el título "LA BÚSQUEDA DEL EQUILIBRIO VEGETATIVO- PRODUCTIVO Y LA DURACIÓN DEL VIÑEDO: EL INJERTO Y EL PORTAINJERTOS". Esta actividad se desarrollará bajo la modalidad ON LINE en el marco del "Xantar 2021. Feria Internacional de Turismo Gastronómico". En la misma colaboran Expourense y la Fundación Juana de Vega. Las plazas disponibles son 100. El plazo de inscripción rematará el día 2 de noviembre excepto que se agoten antes las plazas.

Programa:

09:45 - 10:00 Prueba de preprodución, presentación de la jornada y del "Proyecto VINIoT -Servicio de viticultura de precisión basado en red de sensores IoT para la transformación digital de pymes en el espacio SUDOE", desenvuelto por la Evega. 10:00 a 10:45 El injerto, ese gran desconocido. Ponente: Dr. Luis Gonzaga Santesteban. Responsable del área de Viticultura de la Universidad Pública de Navarra. 10:45 a 11:00 Pausa-café 11:00 a 11:45 Respuesta productiva-vegetativa de la variedad Albariño frente a distintos portainjertos. Una experiencia de la EVEGA. Ponente: Beatriz Castiñeiras Gallego. Técnico de la Evega. 11:45 a 12:15 Mesa redonda 12:15 a 12:30 Conclusión y cierre de la jornada. Moderador: Emilia Díaz Losada

Procedimiento de inscripción:

1.- Inscripción previa juntando la hoja de inscripción cubierta y remitiéndola a evega.medio-rural@xunta.gal. 2.- Dicha inscripción se confirmará a través de la dirección electrónica y el enlace al evento se suministrará con 24 h de antelación. Puede descargar el formulario de inscripción en este enlace.

“El injerto todavía es un gran desconocido dentro de la viticultura”

“La calidad del injerto en vid puede ser un factor clave no sólo en la longevidad de la planta sino también en su resistencia frente a los efectos del cambio climático”. Así lo asegura Diana Marín Ederra, investigadora del programa de doctorado en Biotecnología en la Universidad Pública de Navarra (UPNA), y una de las mayores expertas en España en el estudio de esta técnica milenaria de propagación y mejora vegetal. Con ella conversamos sobre cómo evaluar la calidad de un injerto y sobre los cambios que se avecinan en el sector viverista. Tu programa de investigación en Biotecnología en la Universidad Pública de Navarra se centra en el injerto en vid, y ha recibido el reconocimiento del XIII International Terroir Congress celebrado de manera online en Australia. ¿Qué te llevó a centrar tu trabajo investigador en el injerto en vid? En el año 2015 realicé mi Trabajo Fin de Grado sobre “Caracterización ampelográfica de accesiones de vid (Vitis vinífera L.) del Banco de Germoplasma de la Universidad Pública de Navarra”, bajo la dirección del profesor Bernardo Royo, y así empezó mi carrera en la investigación. Más adelante, ya como parte del grupo de Viticultura y Fruticultura avanzadas de la Universidad Pública de Navarra (UPNA)), se planteó la posibilidad de enfocar mi línea de investigación en el injerto, bajo la dirección de Gonzaga Santesteban y dentro del proyecto Vit-Foot (liderado por Vitis Navarra y teniendo por socio también a Viticultura Viva). Desde el principio me pareció una opción muy atractiva, sobre todo dada la importancia del sector de los viveros de vid en Navarra y la repercusión que podía alcanzar en la zona. El injerto todavía es un gran desconocido dentro de la viticultura y actualmente se ha convertido en una de las líneas de investigación prioritarias del grupo y del resto de socios. ¿Cuándo se podría datar los orígenes del injerto en vid y cuál ha sido la evolución histórica de las técnicas dominantes de injerto en vid en España? Algunos escritos del siglo IV a.C., como Parva naturalia de Aristóteles o De causis plantarum de su discípulo Teofrasto, ya hacen mención al injerto intencionado en muchas especies vegetales. Algunas fuentes incluso lo datan a principios del primer milenio a.C. En cuanto a la vid, las escrituras de Columela del primer siglo d.C. ya hablan del injerto de la vid en hendidura (o de púa) realizado en campo. También hace mención al injerto de escudete y al injerto de taladro. Las escrituras andalusíes (S.X – S.XIV) también citan para la vid esos tres tipos de injertado.
 “El injerto de la vid se popularizó en Europa a raíz de la invasión de la plaga filoxera a finales del siglo XIX”
Lo que está claro es que el injerto en vid se volvió realmente popular a raíz de la invasión filoxérica que devastó los viñedos europeos a finales del S.XIX. Inicialmente el injerto se realizaba manualmente en campo, pero con el desarrollo del sector de los viveros se generalizó el injerto de mesa en taller, primero el injerto inglés y después otros como el injerto en hendidura, el inglés mecanizado (conocido también como rayo de júpiter), el injerto en V o el omega, que actualmente supone la mayor parte de los injertos realizados en vivero, al menos en Europa. ¿Cómo valorarías la calidad del injerto en vid que se realiza en España y qué oportunidades de mejora detectas? Es una respuesta compleja ya que es imposible hacer un juicio general de toda la planta que se produce en España. Sin embargo, partiendo de la base de que todo viverista tiene por objetivo producir planta de calidad, el conocimiento de muchos de ellos, si bien amplio, es puramente autodidacta y empírico. Por una parte, sí que ha habido innovación en el proceso, pero por otra aún hay mucho desconocimiento sobre la parte más fisiológica y molecular del injerto. También parece existir cierto recelo a probar aspectos novedosos, como puede ser la producción de plantas en maceta. Esto supondría un cambio enorme en el proceso productivo y, por supuesto, un aumento del precio de la planta que no sé si los viticultores estarían dispuestos a asumir. La producción de planta en vivero es el primer eslabón de la cadena, pero creo que no se le ha dado el protagonismo suficiente. En mi opinión, si el sector tiene que sufrir un cambio, lo primero que hay que hacer es concienciar a los viticultores de la importancia de comprar planta de calidad. Lo bueno de todo esto es que el sector todavía tiene mucho camino por recorrer. Para ello, tiene que apoyarse en la I+D+i, y las administraciones y entidades financiadoras tienen que apoyarles con ayudas económicas, sobre todo a los pequeños viveros que tienen menor capacidad. En las últimas décadas se ha generalizado el injerto en Omega ¿Qué puntos a favor y en contra destacarías de esta técnica? Los aspectos positivos son muchos, empezando por su facilidad de mecanización y que no necesita atado, lo que permite una elevada productividad en vivero. También es un injerto sencillo de realizar, por lo que cualquiera con una pequeña formación previa puede realizar este tipo de injerto en taller. Además, por lo que hemos podido ver en laboratorio, si un injerto omega está bien hecho, apenas produce zona de madera necrosada. Si le damos la vuelta al aspecto de la sencillez y la rapidez, este puede ser un arma de doble filo ya que esto hace que cualquiera pueda trabajar en un vivero produciendo plantas a una velocidad enorme sin tener excesivo cuidado en su realización. En distintos ensayos que hemos realizado con injertos en omega respetando o no la igualdad de diámetros entre púa y portainjerto, hemos encontrado unas diferencias de tasa de éxito de hasta un 15%. Creemos que este valor es suficiente para justificar el extra de tiempo dedicado al buen calibrado de los materiales. ¿Qué relación existe entre calidad del injerto y longevidad de la vid? Se sabe que los factores que afectan a la longevidad de las plantas son muchos y, en lo que respecta al injerto, lo cierto es que todavía no existen estudios científicos a largo plazo con conclusiones claras. Lo primero que debemos hacer es definir qué es una planta de calidad. Para nosotros una planta de buena calidad fisiológica es aquella que tiene un injerto sólido, con un desarrollo de callo uniforme, vasos vasculares bien alineados, sin zonas de madera necrosada, y con un sistema radicular suficiente y bien distribuido. Partiendo de eso, nuestra hipótesis es que si no se cumplen esas condiciones es más probable que la planta tenga problemas en el futuro, sobre todo en relación con una mayor afección por hongos de la madera, y, como consecuencia, una menor longevidad.
“Hay una relación estrecha entre calidad del injerto y posible afección por enfermedades de la madera en el futuro”
Con el objetivo de tener datos a este respecto, hace unos años instalamos un ensayo dentro de un viñedo de la bodega Quaderna Vía, donde establecimos un total de 1.120 plantas injertadas mediante distintas técnicas, tanto de taller (Omega de buena calidad, Omega de mala calidad, Inglés manual, Rayo de júpiter, Hendidura y V) como de injerto en campo (t y chip). El objetivo de este ensayo es mantenerlo a largo plazo para poder extraer conclusiones al respecto sobre cómo influye el tipo de injerto y su calidad en la longevidad de las plantas y su afección por enfermedades de la madera. También relacionas la calidad y el tipo de injerto con la mejor adaptación del viñedo al cambio climático, y en concreto a la sequía. ¿Podrías explicarlo? Un injerto de buena calidad fisiológica tiene un mejor desarrollo del sistema vascular. Creemos que eso podría facilitar el flujo de savia entre el suelo y la parte aérea, lo que sería beneficioso en un momento de escasez hídrica. Por otra parte, los hongos suelen aprovecharse de esos momentos de estrés en los que la planta es más vulnerable, por lo que un injerto de mala calidad con mayor presencia potencial de hongos de la madera, sería también un aspecto desfavorable. ¿Qué técnicas de injerto consideras que cumplen mejor estos dos fines: mayor longevidad de la planta y mejor resistencia a la sequía? Aunque haya ciertas hipótesis, no tenemos aún estudios concluyentes como para responder a esta pregunta. Lo que sí creemos es que un injerto bien hecho, sea del tipo que sea, es determinante en la resiliencia de la planta ante diferentes factores de estrés, y como consecuencia en su longevidad. Una de las aportaciones de tu investigación que ha sido más reconocida es la utilización de medidas de conductividad hidráulica como método para evaluar las conexiones vasculares entre patrón y vástago. ¿Qué destacarías de esta técnica? La utilización de medidas de conductividad hidráulica para evaluar las conexiones vasculares en vid es bastante novedosa. Para su cálculo hemos probado distintas metodologías, unas sirviéndonos de dispositivos más complejos como el XYL´EM (trabajado en conjunto con el grupo del Dr. José. M. Torres-Ruiz del INRAe de Clermont-Ferrand) y el HPFM (en colaboración con el equipo de la Dra. Felicidad de Herralde del IRTA), o métodos más sencillos como el gravimétrico (con el equipo del profesor Gregory Gambetta del ISVV de Bordeaux). Respecto a este último, lo más interesante es que es muy sencillo de implementar en cualquier laboratorio y que apenas se necesita material muy específico. Dentro del proyecto Vites Qualitas mi grupo de investigación va a seguir profundizando en esa técnica. En general, aunque aún estamos en la fase inicial, se han observado diferencias significativas entre los distintos métodos de injertado, y nos parece interesante la coherencia encontrada entre los valores de conductividad hidráulica obtenidos en laboratorio y los datos de vigor obtenidos en campo. ¿Cuáles son los errores más comunes que detectar a la hora de realizar injertos en vid? Creemos que un calibrado adecuado del material es determinante en la tasa de éxito obtenida en vivero. Por otro lado, sin entrar en consideraciones muy técnicas, una de las cuestiones más fácilmente detectables (y con muchas implicaciones para el desarrollo de la planta) es la solidez del callo. Personalmente me sorprende que no todos los viveros evalúen de manera sistemática la calidad de la unión mediante la prueba conocida como “palanqueo” o prueba del pulgar. Esta prueba consiste en aplicar fuerza con los dedos o con la mano a la zona del injerto, y descartar aquellas plantas cuya unión se rompa. Aunque suponga un esfuerzo extra y tenga ciertas limitaciones, esta sencilla comprobación permite descartar muchas plantas mal injertadas y evitar sustos durante el primer año de implantación en viñedo.
 “Me sorprende que no todos los viveros evalúen de manera sistemática la calidad de la unión mediante la prueba conocida como “palanqueo” o prueba del pulgar”
¿Algo más que quieras añadir? Actualmente la normativa respecto a la certificación de material producido en vivero está siendo modificada a nivel general para todos los cultivos, en relación sobre todo con la nueva normativa de sanidad vegetal que viene desde Europa. Se sabe que muchas plagas están asociadas al material de plantación, por lo que cada vez se debe tener un mayor autocontrol por parte de los productores. Además, desde el año pasado los viveristas tienen la obligación de realizar cursos de formación y deben cumplir algunos requisitos que antes no eran obligatorios. Creo que esto a medio-largo plazo será un factor positivo para el sector, del cual los viveristas se deben aprovechar para diferenciarse por ofrecer un producto de calidad.

Taller de prácticas: «Injertos en Frutales»

La Oficina Agraria Comarcal de Lugo organiza los próximos días 20 y 21, viernes y sábado, un Taller de prácticas: Injertos en Frutales Esta acción de transferencia, de carácter gratuito, tiene plazas limitadas y está destinada las personas fruticultoras y en especial a las personas jóvenes incorporadas en esta orientación productiva. Está incluida dentro del plan de transferencia del campo gallego 2019:

Programa:

JORNADA TEÓRICA: En el aula de formación del edificio administrativo de la Xunta de Galicia en Lugo. Viernes, 20 de septiembre de 16.00 a 21.00 JORNADA PRÁCTICA: En una parcela de frutales en Lugo. Sábado, 21 de septiembre: Mañana: de 9.00 a 14.00 Tarde: de 16.00 a 21.00 INSCRIPCIÓN: Presentar las solicitudes en la OAC de Lugo antes de las 14.00 h del día 19 de septiembre, por fax: 982294937 o mail: xbruna@xunta.es

Descarga aquí la ficha de inscripción.

Cuntis inicia un programa de cursos sobre el castaño

Cuntis acoge a lo largo de los próximos meses un Proyecto de gestión integral para el aprovechamiento sostenible de los sotos de castaños. Es una iniciativa en la que se llevarán a cabo varios cursos, tanto presenciales como de formación mixta, con parte online. La primera edición de estas sesiones formativas comenzó ayer y se prolongará hasta el 7 de mayo, los martes y jueves en horario de 16.00 a 21.00 horas. Estas acciones tienen como objetivo capacitar a los alumnos en métodos eficaces de aprovechamiento para recuperar el cultivo del castaño. En estos cursos se abordarán distintos aspectos relacionados con la ecología y la gestión sostenible de los sotos de castaños. El docente, José Carlos Brea, será el encargado de tratar, entre otras, las siguientes cuestiones: - Labores de poda e injerto de los castaños. - Fitopatologías de los castaño. - Recolección, conservación, transformación y comercialización de las castañas. - Estrategias de empleo relacionadas con los castaños. - Otras actividades asociadas con el cultivo de la castaña: apicultura, cultivo de plantas aromáticas y micología. Estos cursos de formación, que se imparten en el Centro de Ocupación Formacional de A Ran, en Cuntis, tienen una duración de 50 horas y están destinados a personas desempleadas inscritas como demandantes en el servicio público de empleo. En la modalidad mixta, se impartirán 10 horas presenciales en el centro y las 40 restantes de manera online. Las siguientes ediciones del curso formativo, tanto en la modalidad presencial como semipresencial, se prevé que puedan comenzar a finales de abril, aunque por el momento no están fijadas las fechas ya que están confeccionándose los grupos y los horarios, en función de la demanda que se está registrando. Los cursos cuentan con 20 plazas y para poder impartirse, deben contar con un mínimo de 15 inscritos. También disponen de varias plazas a mayores para aquellas personas que puntualmente quieran asistir como oyente a alguna sesión, aunque también será preciso anotarse por cuestiones organizativas. Las personas interesadas pueden solicitar más información en el correo electrónico cfoaran@concellodecuntis.es o en los teléfonos 986 548 708 / 986 532 579 en horario de 9.00 a 14.00 horas. Todas las acciones formativas son gratuitas y están cofinanciadas por el Fondo Social Europeo.

Jornada sobre injertos en frutales autóctonos

El Sindicato Labrego Galego organiza para este sábado, 16 de marzo, en Melide, una jornada de injertos en frutales autóctonas.

Esta jornada, que comenzará a las 16:00 horas, se enmarca dentro del proyecto de recuperación de frutales autóctonos, especialmente variedades locales de manzanos y de perales, en la Terra de Melide y en la comarca de Arzúa, en el que está colaborando el Sindicato Labrego.

Todas las personas que participen, además de aprender a injertar, podrán llevar para casa las frutales para plantarlos donde quieran. Para participar es preciso inscribirse llamando al 686 936 429.

Material necesario para injertar el viñedo

Después de explicar en el anterior artículo los tipos de injertos y las claves del éxito en cada uno de ellos, abordaré en este otro aspecto no menos importante, el de los materiales necesarios para injertar en invierno Una buena navaja de injertar es imprescindible. La hoja, mejor de acero al carbono, tras el afilado ha tener un buen corte que además debe durar, siendo capaz de ejecutar muchos injertos sin necesidad de andar corrigiendo el hilo a cada instante. Cosa aparte son los pases de limpieza, para simplemente tirar los residuos vegetales que se van acumulando en el hilo al ir injertando. Piedras de grano muy fino, cueros o tacos de madera pulida impregnados de arcilla muy fina cumplen este fin. Las navajas de injertar de más fama son las de Solingen (Alemania). Referente a las que he manejado, debo decir que bien merecida. Hay igualmente alguna francesa muy reconocida. Las navajas de injertar tienen formas y tamaños variables, según los métodos para los que vayan a ser destinadas. En general, para métodos invernales con especies en las que haya que labrar púas gruesas y de madera dura se requerirán navajas más grandes y fuertes. Una buena navaja precisa de una buena piedra de afilar. Una navaja mal afilada o de mala calidad es peligrosa para quien la maneja. Las navajas de injertar, dependiendo del proveedor, hay veces en que vienen casi que listas para trabajar y otras en que hay que echar bastante tiempo en prepararlas hasta dejarlas con un filo conforme es debido. Caso de tener que acomodarlas, se comenzará con una piedra de grano algo grueso, para dolar, y se continúa con otra más dulce. Una de grano muy fino irá bien para el afinado y sentado final. Ejemplos de piedras naturales, si no se da encontrado una buena autóctona, son las de Arkansas o las de las Ardenas, estas no hace muchos años usadas por los barberos. Son caras, pero cuidándolas duran mucho tiempo. Es bueno andar con cuidado para no extraviarlas ni que caigan y rompan. Hay piedras artificiales japonesas de distintas finuras de grano que según he oído van bastante bien. Estas piedras generalmente tienen forma rectangular. En el comercio pueden presentarse como piedra única. O venir con dos caras distintas. La sueca Fallkniven de diamante/cerámica es un ejemplo. Hay piedras que afilan con agua y otras con aceite. Depende de que material sean, pero en general cuando solo es necesario dar leves correcciones no hace falta mojarlas. Las hojas de las navajas de injertar pueden ser afiladas por las dos caras o bien afiladas por una y asentadas por la otra. Las segundas (filo con bisel a modo de trencha) son las que consiguen cortes más rectos. Las hojas afiladas por un lado deben entrar en la madera de manera que la parte asentada (plana) cuadre del lado de la vara y por tanto la afilada (biselada) del lado de fuera. De hacerlo al revés el corte tiende a curvarse como queriendo “escapar” hacia fuera. ¿Cortar tirando hacia el pecho o hacia fuera? Hay injertadores que cortan tirando hacia el pecho mientras que otros (la mayoría de los que yo conozco) cortan hacia fuera. También se debe considerar que hay personas diestras y zurdas. Las hojas de las navajas de Solingen y algunas francesas, italianas y portuguesas vienen con el bisel preparado para injertar tirando hacia el pecho. Si un injertador opera hacia fuera y no obstante le gusta un modelo que viene preparado para tirar en sentido contrario, mejor que andar perdiendo el tiempo en dolar la navaja para cambiarle el filo, le será solicitar un ejemplar de ese mismo modelo en la versión para zurdos, que viene biselada al contrario. Cuando se injerta tirando hacia dentro los que se inician tienen temor a rasgar la ropa e incluso a herirse en el pecho. No tiene por que pasar. Deberá ser la mano izquierda (o la derecha en los zurdos) la que, agarrando fuertemente la púa, empuje con un movimiento enérgico hacia fuera. Por el contrario, la mano derecha, que es la que porta la navaja (o la izquierda en los zurdos) sólo tiene que direccionar la hoja para hacer el corte que convenga, y hacer firme para que quede casi que inmóvil en el sitio. Cuando se corta hacia fuera es la mano izquierda (o la derecha en los zurdos) la que tiene que que agarrar fuertemente de la vara con tres dedos y el pulgar. El dedo índice, extendido, hace fuerza en la parte inferior de la vara para mantenerla afirmada. Para que los cortes queden bien, deben darse de tal manera que la navaja avance precisamente por encima de la cabeza del índice. Los novatos no las tienen todas consigo en cuanto a la integridad de este dedo. Un dedal o unas vueltas con esparadrapo alrededor de la punta del índice son ideales para coger confianza y así en poco tiempo se finalizará prescindiendo de estas protecciones. Las navajas de injertar de Taramundi que manejé vienen afiladas por las dos caras, con lo que no es preciso fijarse de que lado del filo está el bisel.Una buena navaja afilada por ambas caras también puede hacer cortes rectos, con buen pulso y algo más de práctica. ¿Para que trabajos de injertar se puede utilizar un cutter? Los cutters no tienen mangos ergonómicos como los de una buena navaja, pero para hacer unos pocos injertos cumplen de sobra la función. Su lámina es intercambiable. Está integrada por varios tramos, que se pueden ir separando según se van gastando. Es preciso adquirir modelos que permitan asegurar la hoja firmemente a la guía, para que no “baile” al trabajar con ella. Se ajustará para que sólo sobresalgan del mango unos 2-3 cms. Sólo sirven para labrar las púas. Aunque vienen bastante bien de fábrica, un buen afilado aparte de la lámina que va sobresaliendo de la guía no está de más. La hoja de los cutters es cortante pero muy fina. No resiste la presión que hay que ejercer para hendir o cortar patrones leñosos gruesos y duros. Al intentar hacerlo es seguro que va a romper por el resquicio que la une al tramo siguiente. Por tanto, en métodos en los que es preciso hendir madera dura, el cutter hará el trabajo más delicado, el de labrar las púas, combinando con otro instrumento de corte más fuerte para abrir el portainjerto. Máquinas manuales para los injertos de campo En los comercios del ramo se encuentran máquinas manuales para los injertos de campo. Son interesantes para quien no se dé habituado a injertar a mano. En los últimos tiempos se han perfeccionado bastante. Es importante que el mecanismo produzca un buen efecto multiplicador, a fin de que las cuchillas entren a velocidad para que corten y no aplasten. Es bueno que se puedan afilar y que haya recambios. Muchas de estas máquinas funcionan presionando con la mano como se hace con las tijeras de poda. No todos tenemos la misma fuerza en las manos, y después de repetir y repetir viene el cansancio y puede acontecer que los cortes ya no salgan tan bien. Por esto mismo sería conveniente que las casas comerciales que las venden diesen la posibilidad de hacer pruebas sobre vides para que cada cliente pueda apreciar que tal se siente con ellas, y de escoger, si ofrecen más de un modelo. Existe un modelo antiguo que sirve para hacer cuñas. Viene siendo como una garlopa que se desliza por unos raíles engrasados. Para colocar las púas lleva integrada una placa con varios encajes de distintas honduras, redondos y planos, para adaptar a los diversos grosores. Colocada la púa, la cuchilla da un primer corte. Después se gira media vuelta y se coloca la parte labrada en un encaje plano, para finalizar el labrado de la cuña con un según corte. El trabajo de esta máquina, aunque parezca lento, porque haya que dar dos cortes, es bastante perfecto, porque la fuerza y la velocidad de acción así lo propicia. Las buenas navajas de injertar son caras. Por esto mismo antes de comprarlas sería bueno asesorarse en cursos prácticos o acompañando en el trabajo a un injertador veterano. De este modo el aprendiz irá conociendo cuál es manera de operar que mejor le va y en consecuencia que material le conviene adquirir. Después de tener estas nociones básicas, y ya suministrado del material adecuado, será el momento de recoger unos manojos de vides de las que se retiran en la poda. Aprovechando horas muertas, durante varios días, sentado tranquilamente en un lugar recogido y practicando con toda la calma, será la mejor manera de irse familiarizando con los instrumentos, ganando práctica, o sea precisión en los movimientos y por tanto calidad en los cortes resultantes. “Hacer mano” como dicen los injertadores. Tijeras de poda Unas tijeras de poda ergonómicas y con hoja de buen acero van a ser las otras compañeras imprescindibles del injertador, a la hora de recortar, limpiar varas y recortar los patrones. Cuando estos son gruesos, una sierra viñera o frutera, que las hay de magnífico corte, hará perfectamente su cometido. Ataduras, material de cobertura, sachos para tapar y tutores Sobre los materiales de atadura y la cobertura nos extenderemos en el apartado del injerto de cuña. En los métodos en que los injertos se cubren con tierra es fundamental que el operario que maneja el sacho sea extremadamente cuidadoso. Movimientos mal dados pueden tocar e incluso mover algunas púas, echando a perder un trabajo previo bien hecho. Hay quien prefiere los sachos de contorno redondeado antes que los cuadrados, pero la esencia está en la pericia de quien aporca la tierra. Relativo a los tutores, estos se pueden clavar tanto para evitar que los animales muevan los injertos como para guiar los brotes después de que prendan. En los métodos en que el injerto se tapa con tierra, mejor será clavar previamente la estaca, con la unión a la vista. De hacerlo después habrá que tener cuidado de apuntar bien, para no derramar el trabajo hecho.
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Los pertrechos del injertador

Injertar es un trabajo duro, continuo. No es raro que por culpa de una climatología inestable el número de días útiles quede bastante reducido. Como consecuencia, el tiempo apremia, los horarios de sol a sol son habituales, habiendo de sumar las horas nocturnas y las del amanecer empleadas para la preparación de injertos y puestas a punto del instrumental. Períodos de frío, de calor, de humedades, de vientos, puede aparecer de todo. Es necesario pertrecharse adecuadamente a lo que venga. Sombreros o gorras, buena ropa de abrigo, impermeables para los días de llovizna, botas térmicas, guantes de los que dejan libres los dedos, chalecos o macacos con bolsillos amplios para guardar materiales de trabajo diversos...etc. Injertar a nivel del suelo exige bajarse y levantarse cada vez que se pasa de una planta a otra, que son muchas veces en el día. Hay injertadores que trabajan de rodillas y otros sentados. Las rodillas sufren mucho y conozco más de un injertador que comenzó el oficio arrodillándose y finalizó sentándose. Rodilleras, que se encuentran en las ferreterías, o cojines forrados de lona o cualquier otro material semejante para sentarse, son imprescindibles para estos profesionales.
  Una cesta ligera y de material resistente, convenientemente departamentada para transportar materiales y púas, debe acompañar al injertador, principalmente si los departamentos del chaleco o macaco son insuficientes o inadecuados para el sistema de trabajo empleado. Esto en tiempo fresco. En días de calor el uniforme de los injertadores irá aligerándose, en adecuación a la época. Al mismo tiempo habrá que tener especial mimo con el material vegetal. Las varas que van a dar lugar a los injertos han de conservar su humedad, no permitiendo que se resequen. Recepción a cada instante de remesas de material procedente de sitio fresco, suministrado por un asistente, o la disposición al lado de un cubo de agua que mantenga la humedad de las varas, son alternativas a considerar.

Claves para injertar la viña

El injerto es la unión de dos plantas mediante una operación física que consiste en la inserción de un trozo de una en la otra. La planta receptora, o sea la que va aportar el sistema radicular, lleva el nombre de patrón o portainjerto El trozo de la parte donante, procedente de la parte aérea, que se inserta en el patrón recibe el nombre de injerto. La forma de este trozo y las fechas de realización del injerto van a depender tanto de los métodos empleados cómo de las “querencias” de las distintas especies. En las especies de hoja caduca, entre las que está la vid, hay las opciones de injertar en invierno o con la vegetación en desarrollo. En cuanto a la forma del injerto, puede tratarse de un trozo de vara, portante de una o más yemas, que se labra en la parte inferior y que recibe el nombre de púa. La mayoría de los métodos de púa no precisan de que el patrón suelte la piel. Las excepciones son los de corona y algunas púas laterales, poco empleadas en el injerto de la vid. También puede ser una yema sólo, acompañada de un trocito de madera; es el escudete, también conocido como ojo o burbuja. Según épocas y métodos, esta madera puede ser conservada o bien separada, quedando solamente la piel. En algunos métodos a la yema es acompañada por un trozo de piel más grande, con forma de cuadrado o rectángulo. Esta variante de escudete es conocida como chapa o placa, muy usada en cítricos y diversas plantas tropicales. Los injertos en escudete precisan de que el portainjerto permita separar la cáscara de la madera. La excepción es el método mallorquín o chip-bud, empleado en la viña y otras frutales, que describiremos más adelante. La necesidad de insertar una determinada variedad o especie vegetal puede obedecer a varios motivos: -Aumentar o diminuir (según convenga) el vigor en relación a lo que le proporcionarían las raíces propias. -Posibilidad de realizar plantaciones con determinadas especies y/o variedades de plantas en suelos con unas características químicas o estructurales que dificultarían que las raíces prosperaran. -Capacidad de vegetar en suelos contaminados de patógenos gracias a la resistencia de las raíces del patrón. Hay casos en los que patrón e injerto son de la misma especie y otros en que pertenecen a especies próximas pero diferentes. Siempre debe haber una compatibilidad suficiente para permitir que este trasplante vegetal pueda ser viable. El injerto salvó a los viñedos europeos de la desaparición En la vid europea (vitis vinífera) el injerto fue la tabla de salvación ante la invasión de un insecto chupador, a philloxera, a finales del XIX. Este pulgón norteamericano está en coexistencia con las especies de vides nativas de allí. Resultado de un proceso de adaptación mutua de muchos millares de años. El injerto cumplió su misión, pero tuvo y continúa teniendo algunos problemas: -Es un trasplante, y en algunas combinaciones patrón-injerto con el paso del tiempo o en situaciones de gran stress pueden surgir deficiencias de afinidad. Es difícil que una planta injertada llegue a durar tanto como otra en pie directo (se entienda esta en hipotética ausencia de philloxera). -Las raíces americanas proceden de distintos puntos de Norteamérica (actual Sur de los USA), con diferentes terrenos y mesoclimas, que no tienen por que parecerse a los europeos de destino. -La mayoría de los portainjertos actuales soy resultado de hibridaciones entre distintas especies de esas vitis americanas (principalmente riparias, rupestris y berlandieris) e incluso con participación de seiva de vitis vinífera en algunos de ellos. Estas hibridaciones procuraron la mejora de la compatibilidad entre las variedades y los patrones. Fueron aumentando las opciones a efectos de escoger las combinaciones de vigores y ciclos vegetativos más acomodadas en relación a los requerimientos de las diferentes variedades y terroirs vitícolas. Se fueron aproximando a los objetivos, pero no del todo. Buena parte de las selecciones hechas hasta la actualidad priorizan una resistencia aceptable a la caliza. Sin embargo, la mayoría de las viñas gallegas están en terrenos ácidos, con lo que la elección de portainjertos queda más restringida. Los métodos de injerto invernal en la vid son varios. Vamos a mencionar los de cuña en cabeza, los de cuña lateral, los de espejo (ingleses) y el mallorquín o chip.

A) Injerto de cuña:

Sin duda el injerto más extendido y conocido en toda Galicia, no solo para la viña, sino también para otras especies frutales, y el de cuña. En las tierras de viña, según que zonas, se hace de dos modos. -En las viñas bajas, que conforman la mayoría de los territorios vitícolas gallegos, la unión del injerto queda a unos 4-8 cms del suelo. -En las parras y otras formaciones altas, comunes en el sur de la provincia de A Coruña y en la de Pontevedra, es frecuente que los injertos se hagan más elevados respecto al suelo. Este injerto recibe el nombre de cuña porque una vez labrada la base de la púa, el resultado se asemeja a una pequeña cuña alargada. Para conseguir los dos cortes iguales y perfectamente rectos que deben tener las púas en cuña, las mejores navajas son las que se afilan por una cara y se asientan por la otra, a modo de "trencha". La navaja debe manejarse de tal manera que la parte plana de la hoja entre del lado de la madera y no al revés.La púa puede llevar una sóla yema, pero en el caso de la viña lo habitual es dejar dos. En este método de injertar el porta injerto, que los viticultores llaman bravo, se rasga de por medio. Si es de un o dos años, la propia navaja hace perfectamente su cometido. Cuando se trata de re-injertas en vides adultas, si la navaja que usamos se hace pequeña, puede ser precisa otra más grande, u otro instrumento más fuerte para abrir. Un buen cuchillo de herrero puede servir. Una pequeña haca muy bien afilada también es útil para hendir patrones gruesos y duros. Injertadores profesionales que reinjertan cepa adulta o cuando además de la viña trabajan con frutales de madera gruesa y dura, utilizan un artilugio de herrero que viene siendo un cuchillo abridor que en uno de los márgenes lleva soldada una pletina con la punta finalizada en forma de cuña. Esta pletina tiene por objeto mantener abierta la hendedura del patrón en cuanto se colocan cómodamente las púas. Un destornillador de punta plana o una rama de boj (que tiene la madera muy dura) labrada en cuña en su punta sirven para el mismo cometido. Cuando a la navaja o cuchillo les cuesta entrar a hender un patrón de madera muy dura, unos golpes con un pequeño mazo de madera facilitan la operación. Martillos o mazos de cabeza de acero pueden valer o no, dependiendo de cual sea el aparato hendidor sobre el que van a batir. Si es una pequeña hacha no hay problema, pero si es una navaja pueden desformar la hoja. La importancia del cambium en el injerto en cuña Si el patrón es más grueso que la púa, esta se colocará adosada a un lado de la hendedura, nunca en medio y medio. La razón está en que es precisamente en la entrecasca donde se sitúa el cambium, capa generatriz de los nuevos tejidos que van a formar la unión. Al insertar la cuña en el boquete, los cambiums deben coincidir al menos por un lado. En caso de que la sección del patrón y la de la púa a insertar tengan el mismo diámetro, el contacto será más completo, porque habrá coincidencia de cambiums de las dos bandas de la cuña con las correspondientes del boquete. Cuando el patrón es suficientemente grueso , se podrán colocar dos púas adosadas a las bandas del boquete para que coincidan los cambiums de sendas partes de fuera. Injerto de cuña. Foto: Paco Rego En re-injertos sobre patrones de muchos años, conviene fijarse en la cáscara, que puede estar bastante gruesa. En la parte exterior del ritidoma se van acumulando capas de material seco (corcho). Es preciso limpiar con cuidado hasta que aparezca a la vista la epidermis viva del portainjerto y así colocar la púa en el sitio exacto para buscar la mejor coincidencia de los cambiums. Con buena vista (o buenos lentes de cerca en los veteranos) no hace falta sacar la cáscara muerta, pero yo aconsejo a quien se inicia que sí lo haga. No es recomendable insertar púas en portainjertos de sección más delgada. Se puede jugar con el hecho de que a veces las secciones de las maderas no son exactamente cilíndricas sino más bien elípticas para así buscar la acomodación oportuna para la plena coincidencia de los cambiums púa-patrón. De cualquier manera, si un pie de portainjerto se aprecia endeble en la altura en que se anda injertando y siempre y cuando no se deba a enfermedades de la madera, heridas de maquinaria o cualquier otro accidente que recomiende reemplazarlo, lo mejor es esperar a que engrose un poco. Pies que aún no sirven para enjertar en invierno pueden estar a punto para otros métodos a finales de la primavera. Aunque así no sea, no pasa nada por esperar un año más. Lo que hay que hacer es atender muy bien esos pies atrasados para que vayan desarrollando su sistema radicular y así se irán igualando a los otros. Cuando plantamos una viña con barbados (injertos enraizados), el acondicionamiento del terreno debe ser igual de bueno que si lo hiciéramos con planta injertada. Los cuidados a dar en la viña hasta el momento de injertar también deben ser los mismos, excepto el de la aplicación de fungicidas, que normalmente los bravos no precisan. De este modo, los barbados arrancarán con más fuerza, la plantación será más homogénea, y al año siguiente la mayoría estará pronta para injertar. No obstante, puede acontecer que estemos ante una viña de fuerte pendiente, de suelo pobre y con una exposición ardida al sur-poniente. También que tras la plantación surjan una primavera y verano extremadamente secos. En fin, que los barbados desarrollen menos de lo que se esperaba. En estas situaciones adversas no es raro que haya que esperar dos años después de plantar para comenzar a injertar. Aun así, el resultado no va a ser peor en comparación a la plantación con viña injertada. Al contrario, el bravo va a aguantar mejor las condiciones adversas que unas plantas de vivero que cada día sirven más cortas. “A día de hoy hay demanda de injertadores profesionales” Teniendo que esperar dos años, y aunque quedara algún resto para enjertar en el tercero, nada se retrasa porque lo que realmente importa es que mientras se espera se vaya formando un potente sistema radicular en el suelo. A día de hoy lo peor de injertar en el campo está en la dificultad de contratar el servicio de buenos profesionales, escasos y por tanto muy solicitados. La climatología de las semanas que siguen a la ejecución de los injertos de invierno varía de año en año. Hay que contar con que en estas fechas van a venir días de lluvia y de frío, a veces coincidentes y con persistencias mayores de lo que quisiéramos. Cada zona y cada viña tienen sus peculiaridades. Allí donde sea habitual injertar en campo, la experiencia de los viticultores más veteranos va a ser de enorme utilidad. Recordar que aunque la cuña de invierno es el método más extendido, hay otros que vamos a describir más adelante, que en ciertos casos van a ser de interés para sustituir o combinar con él, según se encuentren en cada caso los porta injertos y la viña. A mayores aun queda la oportunidad de complementar con los métodos de primavera-verano. Las ataduras de las cuñas Cuando el portainjerto es grueso, las cuñas (siempre y cuando fueran bien labradas y bien colocadas) quedan muy apretadas por la propia hendidura, siendo prácticamente innecesario atar. Aun así, es mejor hacerlo, porque una buena atadura siempre es una defensa más en caso de roce de animales o cualquiera otro evento que pueda moverlas. Los mimbres cuando los patrones son gruesos, y la rafia nos de diámetro normal, son los materiales tradicionales de atar las cuñas más usados por nuestros injertadores Desde tiempos más recientes, el uso de bandas de cinta elástica de caucho natural (flexiband) está extendiéndose en este método de injerto. La tensión de apretado debe ser la justa para evitar que las púas se muevan. Con la flexiband hay que tener mucho cuidado, porque es capaz de hacer una gran presión, llegando a estrangular el injerto. En los de invierno es menos probable que pase esto. Sí lo es más adelante, cuando se opera en injertos con componentes herbáceos. La flexiband es biodegradable a la intemperie. Esto es aplicable a injertos aéreos en que la cinta queda descubrimiento. Pero no lo es cuando está tapada con tierra o cualquiera otros elementos que priven la entrada de los rayos UVA. De ser así cuando el patrón engrosa se puede producir una cintura estranguladora. Antes de que eso acontezca, es mejor soltar la goma, volviendo a atar, con menor presión, si fuere necesario. Las bolsas de flexiband deben guardarse en la oscuridad para que se conserven en buen estado. La cobertura de las púas Tiene por objeto proteger de la desecación la herida del injerto y las propias púa. El material empleado normalmente es la tierra de la misma viña. Sólo se hubiera mucha pedregal o fuera excesivamente barrosa sería conveniente traer un remolque con otra tierra más indicada para cubrir. La tierra debe tapar, evitando así a desecación. Al mismo tiempo ha de estar esponjosa, para evitar que las púas se ahoguen. Por esta razón, al ir acercando y aposando la tierra para hacer los montículos, jamás deberá estar apretada.
Los montículos bien hechos crean un microclima ideal para la formación del callo de unión
Las tierras barrientas, por efecto de lluvias abundantes seguidas de días de sol fuerte, tienen tendencia a dilatar y contraerse, formando grietas por donde entra el aire, pudiendo afectar a la misma unión. Si las púa no estuvieran firmemente atadas, podrían moverse por causa de estos movimientos de la arcilla. En este tipo de terrenos los injertadores normalmente acumulan montículos muy grandes, tapando los dos ojos de la púa. La razón estriba en que de este modo la costra externa protege el interior, tal y como la cáscara del pan protege la miga, cosa que no pasaría con un montículo pequeño. Aun así, si las inclemencias propician la aparición de una costra muy gruesa y dura, es conveniente deshacerla con mimo para no tocar las púas, con un pequeño sacho cebollero. Se desmenuza la tierra con las manos y se reubica, para recuperar el aspecto grumoso, mejorando la respiración del montículo, imprescindible para el éxito del injerto. Las tierras arenosas no tienen estos problemas. Airean muy bien y los movimientos de contracción-dilatación son mucho menos acusados que en las barrientas. Al hacer el montículo, se pueden tapar los dos ojos de la púa, pero generalmente llega con que se cubra bien el primero. Al ser menos consistentes, sobre todo se el porcentaje de área es muy elevada, es fácil que después de una lluvia fuerte se desmorone parcialmente la cumbre de los montículos, pudiendo quedar las uniones al aire. Habrá que rehacerlos inmediatamente, antes de que un sol fuerte o un viento secante estropee el trabajo. Los tubos de plantación Después de la popularización de los tubos de plantación, hay quien los usa para proteger los injertos, acumulando o dentro y alrededor de los tubos. Siempre que la tierra esté bien esponjosa, y que las lluvias no provoquen encharcamientos dentro de los tubos, el resultado debería ser bueno. Si no son porosos, será conveniente colocarlos un poquito levantados sobre el nivel del suelo para que el agua excesivo evacúe por los fondos. En dichas viñas de pedregal o con tierras menos apropiadas para cubrir, que precisan acarrear tierra de fuera para cubrir los injertos, si la cantidad necesaria fuera mucha existe un modo de ahorrar. Puede ser con el uso de estos propios tubos. O bien preparar unas bandas de plástico normal, que se van recortando a la medida y luego grapando. De este modo quedan unos cilindros semejantes a dichos tubos. Estos cilindros se colocan de manera que los injertos queden dentro de ellos. Con una paleta semejante a la de los tenderos estos tubos se van llenando con la tierra esponjosa. Después, con el sacho, se acerca alrededor la tierra de la propia viña. Esta manera de operar es bastante extendida en las tierras esquistosas del Duero. Creo que allí ya se consiguen plásticos hechos a medida. Para cantidades pequeñas, tetrabriks recortados cumplirían la función. Para los injertos de vid hechos en alto, la protección con cucuruchos es lo más usual. Cucuruchos que son frecuentes de ver en Galicia además de en las parras, en injertos de manzanos, perales, ciruelos, cerezos y otros frutales. Se improvisan materiales varios: cartones, botellas de plástico invertidas las que se les cortó el fondo, etc. En las viñas altas los injertadores profesionales lo que más están utilizando son bandas de plástico, que van recortando en la medida necesaria. Ya en la planta, les dan la forma de cucurucho y las afirman atándolas al patrón para que cumplan con su cometido. La tierra ha ser suelta, opcionalmente se puede colocar un poco de musgo en el fondo del cucurucho. La tierra se llegará hasta casi la cima, debiendo cubrir al menos el ojo inferior de la púa y ha de tener humedad suficiente ("lentura"). En caso de lluvias fuertes el cucurucho deberá tener capacidad para evacuar el exceso de humedad acumulado, haciéndole unos agujeteros en la base para purgar si fuere necesario.
 Los cucuruchos acostumbran a ir bien en el injerto invernal de la viña en lugares de marcada influencia marítima
Los cucuruchos acostumbran a ir bien en el injerto invernal de la viña en lugares de marcada influencia marítima. Hay más humedad ambiental y la oscilación térmica es menor. Pero no por esto se debe olvidar que el volumen de tierra que contienen es muy escaso. Igual que hay que tener cuenta de que no se encharquen ni que baje el nivel de la tierra, es preciso estar atentos a que no se resequen cuando surgen períodos de tiempo seco y caliente, regándolos cuando haga falta. Tierras de cobertura que posean buena porosidad, además de proporcionar la oxigenación necesaria, contribuyen a la evacuación del exceso de humedad cuando en el post- injerto surgen las temidas lluvias persistentes, y peor aún si estas vienen frías. En los injertos bajos, cuando no hay suficiente filtración, las púas podrían llegar a asfixiarse dentro de los montículos, malográndose todo el trabajo. Esto tiene más posibilidad de ocurrir cuanto más llana sea la parcela y cuanto más fuerte sea la tierra. He aquí la importancia de la meticulosidad en todo el proceso. Hay que evitar a toda costa el encharcamiento de los injertos En injertos hechos sobre patrones vigorosos, especialmente si los segundos tienen más de un año de plantados y están plantados en terrenos fértiles, y aun más si coinciden primaveras de mucha agua, afloran “manantiales” de savia por el corte que inundan las uniones, llenando de humedad los montículos. He ahí la importancia de que la tierra de cobertura tenga una buena estructuración a la hora de evacuar el exceso de agua, evitando encharcamientos nefastos. Otros años puede acontecer todo lo contrario, que le dé por no llover y por encima venir muchos días seguidos con picos de altas temperaturas coincidentes con vientos re-secantes. En esas circunstancias es vital mantener la humedad en el interior del pie, para no malograr el proceso de unión. El peligro es mayor cuando el bravo es joven, del año anterior. Repartiendo agua con una manguera, conectada a la cuba del atomizador del tractor, aplicada en gotas finas y presión reducida para no afectar a la estructura de los montículos, se hacen milagros. Allí donde esté instalada el riego por goeteo el problema aún es más cómodo de solventar. Voy a transcribir lo que me dijo un viejo injertador hace muchos años: “Lleva un cubo de agua y un vasito. En la cima del montículo, en medio y medio, haces un agujerito redondo, más o menos del tamaño de un huevo, con mucho cuidado para no mover las púas. Coges el vaso lleno de agua y lo vacías muy lentamente. Rehaces el montículo y pasas al siguiente..”. De este modo tan simple, la humedad baja directa al corazón del injerto, saliendo del apuro con muy poco gasto de agua. Los montículos, si están bien hechos, crean un microclima ideal para la formación del callo de unión. No sólo es la defensa contra la sequía, sino el equilibrio oxigenación-humedad, así como una relativa protección contra las excesivas oscilaciones de las temperaturas exteriores. Yo tengo hecho injertos de cuñas de invierno protegidas con diversos mástics, tanto comerciales como caseros. Con otras frutales me fue bien con muchos de ellos, pero en lo relativo a la viña el que me ha dado mejor resultado, con gran diferencia, es la cobertura con tierra. La cuña con hombros es una variante que a la vista parece más perfecta. Sin embargo, la conclusión más clara que tiré es que me llevaba más tiempo labrar la púa. Relativo a los resultados de prendimiento no vi diferencias significativas. Por esto mismo sólo la labro con hombros en muy contadas ocasiones.
“Las fechas ideales para injertar van hasta finales de marzo e incluso abril”
Como manifesté anteriormente, las bondades invernales cambian de unas zonas a otras. Y los inviernos vienen distintos cada año. Con estos condicionantes, las fechas ideales pueden oscilar entre mediados de febrero y fines de marzo, pudiendo prolongarse por abril adelante en caso de que el mal tiempo hubiera impedido finalizar antes. Las yemas de las púas deberán estar cerradas. Sin embargo, cuando se injerta sobre patrones potentes, el hecho de que dentro de un manojo de varas haya algunas yemas que estén queriendo hinchar por lo general no va a suponer un gran perjuicio. La razón está en que el brote que acostumbra a reventar en la yema es el procedente de su cono principal. Pero además, dentro de esa misma yema, están los conos secundarios que lo rodean, permaneciendo dormidos, pero que actúan como suplentes dispuestos a reventar cuándo el principal se malogra por cualquier motivo. Hay veces en que revienta más de un cono por yema, pero no es lo habitual. Hay portainjertos que brotan muy temprano. Si en la altura de ejecutar el injerto vemos que hay algún bravos brotados, esto no suele tener mayor inconveniente. Como en invierno las lluvias son o deberían ser lo normal, la tendencia a los encharcamientos va a estar ahí. Aparte de las medidas antes señaladas, en las situaciones en que haya más propensión, la preparación y la colocación de las púas en los boquetes debe ser tal que se facilite la evacuación de líquidos. Además de las lluvias abundantes, la acumulación de humedad en el montículo puede deberse a emanaciones de patrones vigorosos o de varios años. Hay muchos injertadores que recomiendan recortar el patrón unos días antes de injertar. Moderar la emanación de savia o adelantar los estímulos a la callogénesis pueden ser las ventajas. En cualquiera caso, al estar el bravo podado y el terreno bien limpio alrededor, el injertador va a agradecer el trabajo hecho. Esto avanza mucho la labor, sobre todo cuando se trata de reinjertas de vides adultas, en las que hay que serrar unos patrones gruesos, cuando no hacer un minucioso descalzado previo con el sacho. Yo tengo enjertado cortando tanto en el momento como con recortado previo. A mi entender, contando con que se hayan hecho las labras en las púas adecuadas a cada situación, tal vez más que el hecho de haber recortado previamente va a contar la climatología reinante en las semanas que siguen al injerto. Realmente son los profesionales que han realizado cientos de millares de injertos los que saben lo que va mejor para cada situación.

B) Injerto por el método inglés o de espejo:

El injerto por el método inglés o de espejo ha sido utilizada por los viveristas en el injerto de mesa de la vid antes de que se generalizara el uso de las máquinas (especialmente la omega). Se llama de espejo porque al bravo y al patrón se le dan dos cortes en bisel (tal como si fueran dos injertos de cuña a medio hacer) y con la misma longitud. Aproximadamente a las 2/3 partes, contadas yendo de la base a la punta del bisel, se abren sendas pestañas o lengüetas, en sentido contrario, que penetran muy poco en la madera, casi que paralelas a los biseles. Estas pestañas sirven para realizar un encastre perfecto bravo-manso. Cuando bravo y manso tienen igual sección, el resultado es un acople perfecto, con un contacto inter-cambial total. Por eso a este método le llaman de espejo. Si el portainjerto tiene mayor sección, por las mismas razones antes expuestas para el método de cuña, la púa se adosa a un lado. En patrones mucho más gruesos que la púa se puede hacer el injerto inglés lateral en cabeza. Cuando el patrón es bastante grueso, pueden coger dos púas, que se adosan cada una a su banda para que coincidan los cambiums de los lados de fuera. Hay veces en que se pueden colocar cuatro púas, dos la cada lado del patrón. Los injertos ingleses hechos en la viña se atan y se cubren igual que los de cuña. El injerto inglés simple es el mismo, pero sin lengüetas. No es peor, lo que pasa es que se hace más engorroso para dar atado bien y por esto mismo casi que no se usa.

C) Injerto mallorquín:

El injerto mallorquín, en los tiempos actuales más conocido como de chip-bud, viene siendo una variante anticipada de escudete, ya que no es preciso esperar como en los otros de ojo a que el patrón dé la cáscara. Al patrón se le da un primer corte en ángulo agudo respecto a su eje longitudinal, que penetra en la madera aproximadamente entre 1/3-1/2 de la sección. Desde unos 1,5-2 cms. mas arriba, se hace otro corte que baja hasta encontrar la base del primero. El resultado es un encaje en el que se acomodará el escudo. La extracción de la yema de la vara de la vinífera, la ejecución es semejante a la descrita para el portainjerto. El chip o escudo resultante se incrusta en el encaje del portainjerto. Caso de ser delgado, se acerca a un lado para que el cambium coincida de ese lado. En encajes labrados muy anchos, se pueden acoplar dos chips, uno a cada banda. Cuando son muchos los injertos a hacer, yo recomiendo labrar muchos chips, y depositarlos en un cubo con agua fresca. Según se van labrando los encajes en los patrones, se van escogiendo del cubo los chips más acomodados para insertar. Los primeros mallorquines eran hechos a finales de verano. Los escudos se cubrían con tierra, previo depósito de hojas mojadas encima de la herida, para garantizar unos primeros días de ambiente húmedo que ayudaran al inicio de la formación del callo. Hoy es más fácil que entonces llevar el agua a muchas viñas, lo que facilita el éxito. Actualmente, la variante conocida con el nombre de chip-bud, se ejecuta en invierno-primavera. Se hace aérea y se ata con cinta de plástico, que además sirve de protección. El ojo debe quedar a la vista Punto débil del chip-bud El chip-bud es un injerto con un punto débil, ya que cuando las raíces del patrón mandan mucha savia tiene tendencia a ahogar. Por culpa de este detalle el proceso de unión se malogra muchas veces. Cuando se da la circunstancia, sea por mucho vigor o por primaveras húmedas de más, es conveniente practicar unos centímetros por debajo de la unión un pequeño corte de drenaje que evacúe el exceso de savia. El chip en la viña es muy utilizado para el sobreinjerto. A diferencia del reinjerto, que se hace bajando al bravo, en el sobreinjerto se opera sobre la vid mansa.

D)Injerto de cuña lateral:

El injerto en cuña lateral de invierno es muy parecido en su ejecución al de cuña en cabeza. Muy fácil de realizar una vez que se practica un poco, da muy buen resultado tanto en injerto de invierno como en los métodos de primavera-verano. A diferencia de la cuña tradicional, la lateral, al igual que el injerto de espejo, puede dar lugar a encajes plenos. Hay variantes en que se deja un quita-savias y otras en las que no. La cuña lateral, generalmente más corta, es semejante a la de injertos en cabeza. Hay injertadores que la dejan un poco asimétrica, con el corte que va a ir colocado del lado interior es algo más largo que el del lado de fuera. Yo no lo encuentro imprescindible, al menos en vid. En el patrón se realiza una hendidura lateral, en ángulo muy agudo respecto al eje longitudinal del tronco. Una navaja bien afilada a un lado, es la más indicada para realizar un corte recto. En cuanto no se gana práctica, la navaja, sobre todo si está afilada por las dos caras, tiende a curvar, el boquete no queda bien hechao y el encaje va a ser defectuoso. Si los cortes tanto en la púaa como en el patrón son rectos, el resultado será un excelente contacto. Las ataduras y la cobertura son los mismos que los del injerto de cuña en cabeza o los de espejo.

Resumen en imágenes de las claves para injertar la viña:

Conclusiones

Los métodos de injerto de invierno y principios de primavera son una herramienta más en la multiplicación de la vid en campo. El de cuña en cabeza se adapta tanto para injertar en bravo joven como para mudar de variedad mediante el reinjerto sobre bravo viejo. Su hándicap está en que en los fallos que se produzcan, además del injerto, también se puede perder algún que otro pie de bravo, especialmente si este es del año anterior, con un sistema radicular aún débil. Por esto mismo, siempre que sea posible recomiendo injertar un poquito más alto. Así se evitan franqueamientos futuros (raíces emitidas por el manso). Y en el caso de alguno que otro fallo, el bravo siempre tendrá mejor oportunidad de rebrotar. El chip va bien para injertar en bravo joven, pero se está empleando mucho más para cambio de variedades en sobre-injertos en el manso, sobre vides relativamente jóvenes y con troncos bien formados. Por su propia forma, de los cuatro métodos descritos es el menos susceptible a ser afectado por toques de animales. Al tratarse de un método en el que se enjerta relativamente alto, en aquellos pies con injertos fallidos la vid rebrotará sin problema, especialmente cuando se deja un tira-savias, pudiendo hacer reintentos a posteriori con el método de escudete “T-bud”. Tanto el espejo pleno como la cuña lateral van muy bien en patrones jóvenes, porque en ambos tipos de encaje hay un contacto cambial muy completo, a agradecer cuándo el empuje de la savia aun es escaso, y peor aún si surgen altibajos que comprometen el éxito. La cuña lateral después de atada queda muy bien afirmada al patrón. Sin embargo, el espejo, pese a su perfección, da lugar a uniones más fácilmente movibles por lo que conviene prevenir clavando tutores cuando hay peligro de roces de animales.
“Tenemos de procurar hacer el injerto con el mayor rigor”
Tenemos de procurar hacer el injerto con el mayor rigor. Aun así la climatología es imprevista y algunos fallos de prendimiento son inevitables. Hay que cuidar los patrones cuyo injerto falló para que se recuperen y ganen vigor, con opción para reintentos en el mismo verano o en la campaña siguiente, según como vayan respondiendo las brotaciones. Si al estar en la faena del injerto de invierno algunos portainjertos no nos parecen aún competentes para ser recortados, mejor será dejarlos quedar, esperando a que se fortalezcan para injertaros por otros métodos a fines de primavera-verano o en la campaña siguiente. Esperando a que aumente su expansión radicular disminuiremos el riesgo de que fallen y de que por encima parte de ellos sequen de cuajo por no soportar tanto shock. Hay varios métodos de injertar la vid, que se pueden practicar desde mediados de febrero hasta fines del verano. Eligiendo los más adecuados para cada circunstancia, y salvando campañas ruines, que siempre las hubo y las va a seguir habiendo, tras un trabajo bien hecho la tasa de marras deberá entrar dentro de los márgenes de lo razonable. “Un buen injerto de campo no va desmerecer jamás en relación al viñedo injertado” Siendo así, el injerto de campo no va desmerecer jamás en relación al viñedo injertado. En general la evolución debería ser como mínimo igual, cuando no mejor. La realidad se imponen, y cuando se está hablando de grandes superficies, con muchos de millares de pies, el injerto en campo se hace impensable habida cuenta el poco personal especializado disponible en la actualidad. Mas también hay otra situación, la más común en las viticulturas gallegas, la de los pequeños productores. Pequeños sí, pero varios de ellos con un objetivo grande: el logro de vinos de altísima calidad. Algunos ya lo han logrado. De desconocidos hace dos días, hoy ya son alguien en la viticultura. Y los vinos de parte de estos pioneros ya traspasan fronteras a precios muy decentes. Plantando patrones adaptados a la cada parcela, injertándolos con clones y variedades autóctonos provenientes de viejos ejemplares de la zona, bien acomodados a sus terroirs. Según en que estado se encuentren las viñs viejas, el cambio de foráneas por esas mismas variedades mediante el reinjerto es otra opción a considerar.
“Es en las parcelas de los pequeños viticultores donde tiene mejor cabida el injerto”
Una vez que se aprende a enjertar en el campo, puede que al principio se vaya más lento de lo que se desea. Pero por algo se comienza y lo que importa es irse soltando más cada año. La meta será recuperar las variedades perdidas, hacer vino con ellas y darlo a conocer al mundo. Es pues en las parcelas de estos pequeños viticultores donde tiene mejor cabida ese arte que es el injerto en el campo. Valiéndose de ella cada uno de ellos puede organizar los repartos de variedades y clones como mejor le conviniere. Variedades y clones procedente de viejos ejemplares de sus viñas o de las de familiares y vecinos. Garantiza de este modo la perpetuación de este patrimonio local dentro de sus parcelas. Será bueno que estos pequeños viticultores puedan encontrar portainjertos acomodados a sus terroirs, y con garantía de que no porten patógenos extraños a la zona. Un vivero de pies madres de portainjertos, productor de estacas y barbados a nivel gallego, es necesario. Los barbados y las estacas serían de longitudes variadas, las más idóneas para los diversos terrenos receptores. Este vivero que no sólo suministraría a los viticultores que opten por el injerto en la viña, sino también a nuestros viveristas que en la actualidad están trayendo de fuera las estacas de bravo. Se contribuiría a preservar así la sanidad y a conservar biodiversidad que es propia en cada zona. Es muy necesario un vivero de pies madres de portainjertos productor de estacas y barbados a nivel gallego Habiendo los viticultores recuperado, conservado y estudiado su patrimonio varietal, disponer de un vivero gallego de portainjertos de los que se fueran suministrando según sus necesidades, daría lugar a algo así como un “ciclo completo”. Evitarían tener que recurrir, directa o indirectamente, a las importaciones de material, cuya sanidad no siempre se corresponde con lo que viene explicitado en las tarjetas que acompañan los fardos. Tratemos de obrar con sensatez y con prudencia, para que las enfermedades que nos puedan caer en el futuro sean ocasionadas por la ignorancia o imprudencia de otros, nunca por la nuestra. La formación de injertadores profesionales es necesaria para atender las demandas anuales de aquellos viticultores que por diferentes razones no puedan realizar por ellos mismos la tarea.
 

Recomendaciones para la conservación de las vides para injertar

Los sarmientos a seleccionar para injertar es normal que se fraccionen en varas, limpiándolos de nietas, por simple operatividad. Esto no quiere decir que conservarlos enteros sea peor (cortando únicamente las puntas mal curadas, si fuere el caso), sino todo lo contrario. Lo que pasa es que no siempre se dispone de un local donde poder extenderlos en toda su longitud. Los modos de conservación son diversos. El período de espera, que irá en función de las fechas estimadas para la injerta, va a decidir cuáles son los idóneos. También el mesoclima de cada zona y las características del local donde se vaya a guardar el material. No es lo mismo conservar la madera para un injerto de cuña que como muy tarde se va a finalizar entre fines de marzo o principios de abril, que para otra en T-bud, que se ejecuta a finales de mayo y en todo el mes de junio. Tampoco sería igual guardar las vides en un local de la costa que en otro situado a 1.000 m. de altitud.
 “El ambiente debe ser fresco y húmedo y sin corrientes de aire”
Para los injertos de finales de invierno, excepto en años raros, no se precisan las cámara frigoríficas. Los viñedos arrasados por la philloxera a finales del XIX fueron recuperados mediante el injerto y sin necesidad recurrir a ellas, porque por entonces aun no existían, al menos a nivel de difusión.

Métodos de conservación natural de los sarmientos

Las maneras “naturales” de conservar son varias, y todas tienen el denominador común de procurar un ambiente suficientemente fresco y húmedo, y sin corrientes de aire, con mínimas oscilaciones de temperatura, para retrasar lo más posible el resecamiento de la madera y la brotación de las yemas. Nuestros viticultores han recurrido a diversos locales y maneras de hacerlo. Las cuevas de Valdeorras, las minas de la Baixa Limia, el interior de túneles hechos en las laderas en la búsqueda de manantiales, son locales que reúnen las mejores condiciones para conservar las vides. Los rincones más recogidos de las bodegas tradicionales son igualmente adecuados para este cometido. Si el tiempo de espera no va a ser largo se pueden conservar en el exterior, semienterrando las vides en una gavia. Si lo hacemos al lado de una pared que esté orientada al norte, la conservación será más larga. Si no tenemos pared, mejor será abrir la gavia en una finca de buena pendiente y norteada. Cuando se tenga la suerte de vivir cerca de un torrente que traiga agua fría de la montaña, la colocación de los manojos de vides por debajo de su chorro garantiza la recepción continua de agua fresca y bien oxigenada, siendo un modo de conservar cómodo y efectivo. El ambiente de conservación debe ser fresco y de cierta humedad, para evitar la desecación, pero ambiente húmedo no quiere decir encharcado. Cuevas, minas o bodegas tradicionales tienen el piso natural, sea de tierra, de esquistos, de pizarras o de “sábrego” (en castellano: granito semidescompuesto). Estos suelos (excepto que sean extremadamente barrientos) “respiran” y son ideales para la conservación. Dependiendo del grado de aislamiento del local, de la existencia o no de corrientes de aire, y también del período previsto de conservación, las vides se pueden extender sin cubrir, o bien hacerlo con tierra suelta, o mejor (para disminuir riesgos de contaminaciones) con arena de cantera o “sábrego”. Cada local es como es. Y los inviernos también varían. El material hay que controlarlo a cada instante por la cuenta que nos tiene. Habrá casos en que no hará falta hacer nada y otros en que será necesario humedecer un poco sobre la arena o “sábrego” con una regadera o con una manguera (con su pitorro en posición de nebulización). En locales de suelo natural el agua sobrante debería filtrar sin problemas. Si las vides a conservar van a estar colocadas sobre un piso de cemento, baldosa o similares, este deberá tener cierta caída para evitar la acumulación de humedad.
“Si las vides se tapan con un plástico, este debe tener unos agujeros”
Hay viticultores de “nueva generación” que tapan los manojos de vides simplemente con un plástico. Lo que pase debajo de él va a depender de la temperatura ambiente y de la clase de piso. Yo tendría cuidado de evitar una acumulación excesiva de humedad, especialmente si el piso no es natural, sino de alguno de los materiales que acabo de citar. Hacerle algunos agujeros al plástico, o reemplazarlo por coberturas que permitan algo de transpiración podrían ser una solución si el problema apareciera. Conocí viticultores que conservaban las vides en la bodega, pero con otro método. Aprovechaban una cuba de las que no usaban para introducir en ella las vides. Luego la sellaban con los métodos tradicionales. En este ambiente de oxigenación mínima pero suficiente las vides aguantaban en buen estado y por bastante tiempo. Cuando la primavera avanza, las temperaturas van subiendo, y en los locales que acabo de mencionar las yemas arrancarán a brotar antes o después dependiendo de cómo vaya yendo el tiempo, y por supuesto de la situación geográfica y de las características peculiares de aislamiento de cada uno de ellos. Yo he observado, en una misma bodega, campañas en las que las vides, que habían sido cubiertas con “sábrego” en invierno, en los principios de junio aún estaban igual de frescas que en el día en que se habían colocado. Por contra, otros años, en los que se había seguido idéntico procedimiento, ya comenzaban a reventar a principios de mayo. Como curiosidad, me recuerdo de un año en que, en otra bodega, los sarmientos sobrantes del injerto de cuña se dejaron en el “sábrego” con vistas a hacer reintentos más adelante sobre aquellas púas que el viticultor se fuera apercibiendo de que no habían prendido. Bien avanzada la primavera las yemas comenzaron a reventar dentro del “sábrego”, hecho que se aprovechó para hacer injertos leñoso-herbáceos, con gran éxito por cierto.

¿Como comprobar si los sarmientos se están conservando bien?

Los viticultores veteranos que año tras año vienen guardando material, gracias a su experiencia, con unos pocos vistazos periódicos intuyen cómo ve yendo la conservación de las vides. A los que comienzan en la viticultura les es conveniente hacer más revisiones, tanto más cuanto si el local nunca había sido usado antes para este fin. Descubrir con mucho cuidado el material, fijarse en el aspecto de los sarmoentos, en su olor, si es normal o fuerte a hongos. Luego coger una muestra de ellos y si el sitio está oscuro marchar para donde haya una buena luz. Con la navaja de injertar o con un cutter dar un corte superficial y levantar la cáscara de los sarmientos. Si lo que aparece debajo está húmedo, verde brillante, es señal de que la conservación va por buen camino. Puede pasar que, por inexperiencia, descuido o porque el local no reúna condiciones, haya casos en que en el decurso de la conservación la madera sufra alguna deshidratación. Signos de ella son un verde menos brillante debajo de la piel del sarmiento; también que los sarmientos pierdan peso, de manera que si cogemos un trozo y lo echamos en un cubo con agua, flotará. Cuando la madera está algo deshidratada hay que comprobar inmediatamente cuál es el estado de las yemas. El proceso consiste en dar una sección transversal a las yemas, con un cutter, un bisturí o una navaja, muy bien afilados. Su interior tiene que aparecer verde. Hay que tomar muestras bastantes, y contando con que puede haber más deshidratación en las puntas que en los tramos medios de las vides.
“Hay que humedecer las vides de vez en cuando para evitar la deshidratación”
Comprobado que las yemas están bien, hay que regar como antes se explicó. Si sólo nos percibimos de la deshidratación al final del período, cuando estamos retirando los sarmientos para injertar, entonces se procederá a la rehidratación introduciéndolos uno o dos días, según la afectación, en bidones o capachos con agua limpia. Si el estrés no fue excesivo, y por tanto las yemas aguantaron bien, no debería haber mucha merma en el éxito del injerto. Pero mejor será, si aconteció, aprender de la primera experiencia para evitarlo en las siguientes campañas. Si el piso del local no transpira, y por encima tenemos el material cubierto con un plástico que impide la aireación de la masa, puede acontecer justo lo contrario, que por exceso de humedad los sarmentos sean pasto de los hongos descompositores, que provocan la pudrición. El olor intenso a hongos va a delatar el problema. Es preciso hacer las mismas comprobaciones que acabamos de describir en los sarmientos y en las yemas, y si llegamos a tiempo, lo mejor es sacar inmediatamente de allí el material, limpiarlo bien, aplicarle un fungicida para tener a raya a los oportunistas, y buscar otro sitio con mejores condiciones de aireación y drenaje para el resto del período de conservación. Hace unos años fui a visitar a un recién llegado a la viticultura, que andaba injertando con mucho afán e ilusión. Miré las vides y no les ví buena pinta. Cogí unas pocas púa y les levanté la cáscara con la navaja. Lo que aparecía debajo no era ni verde brillante ni verde apagado, era marrón. Menos mal que el chaval aún estaba comenzando el trabajo. Yo por un acaso sabía de otro viticultor que tenía vides de sobra, en buenas condiciones. Así pudo evitar el desastre y de paso quedó aprendido. “De ser necesario, se pueden sumergir los sarmientos en fungicida” En los locales tradicionales de conservación, por sus condiciones de temperatura regular, frescura y drenaje naturales, es difícil que surja esa “explosión” de hongos. Escoger sarmientos sanos a la vista y, en caso de sospecha, el sumergido en fungicida, ayudará a que no acontezca. Cuando se procuran largos períodos de conservación, estamos en zonas de inviernos muy suaves, o no se dispone de locales idóneos para la conservación natural, entonces hay que recurrir al frío artificial, a las cámaras frigoríficas. Muchos viveristas profesionales tienen cámaras ad hoc para sus necesidades, en las que además de la temperatura se regula la humedad ambiental. Cuando se trata de un pequeño viticultor que sólo quiere guardar unas pocas varas lo normal es que le pida el favor a un amigo frutero o use su propio frigorífico. En las cámaras antiguas acontece que en estancias de meses, además de proporcionar frío, resecan el material. Por tanto, este debe ir protegido por un envoltorio aislante, generalmente plástico.
“Una opción es guardar las vides en el cajón de la fruta del frigorífico”
Para pequeñas cantidades yo he hecho la conservación con un sistema que me ha ido muy bien. La desinfección es opcional, según como estén de limpias las varas, pero para largos períodos lo mejor es hacerla. Consiste en desinfectar las varas sumergiéndolas unas horas dentro de una tinaja con disolución de fungicida. Si no tenemos una lo bastante larga se puede hacer un recipiente con un plástico y cuatro tablas. El plástico se afirma a las tablas, se coloca en un sitio llano y se le da la manera para que sirva de contenedor de líquido. También valdría abrir una zanja ancha en la tierra y acomodar en ella el plástico con el mismo fin. Finalizada la desinfección, las varas se sacan del recipiente y se adosan a una pared soleada, para que escurran el líquido, durante varias horas o por un día entero, dependiendo del tiempo que haga en la altura. Después se recogen y se organizan en pequeños fardos. Cada uno de ellos se envuelve en varias hojas de papel de periódico, que van a controlar la humedad, y finalmente se introducen en bolsas de plástico, que se sellarán bien para que no les entre el aire. A continuación, se guardan en una cámara o en el frigorífico de la casa, en el sitio de la fruta. La cámara debe programarse siempre por encima de 0ºC, nunca congelar. Las yemas de las vides son capaces de aguantar picos de varios grados negativos, pero una congelación sostenida no es lo mismo. La temperatura en que la vid entra en actividad viene estando en los 10 ºC. La de la cámara nunca debe subir tanto, mejor no sobrepasar los 1-2 ºC . Si bien es cierto que las yemas se pueden mantener estables hasta cerca de los 10ºC, en esas condiciones la botrytis y muchos hongos oportunistas ya son capaces de hacer de las suyas. Además, existe otro factor, que es el estado de la cámara y la precisión de sus mecanismos, más aún si ya tiene unos años. Recuerdo un caso en el que el indicador de una cámara estaba marcando 4ºC, pero nos extrañó que dentro no hubiera sensación de ese frío. Al abrir los paquetes, aparecieron las varas con las yemas reventando. No está de más, cuando la conservación se hace en cámaras antiguas, o que por cualquiera otra causa nos inspiren desconfianza, colocar dentro de ellas uno o dos termómetros para verificar la precisión de los indicadores. “El ambiente seco daña las vides, y un exceso de humedad también” Cuando se maneja material en grandes cantidades y por tanto se juegan mucho dinero hay que asegurarse del funcionamiento preciso de la cámara. Si no se consigue regular, por ser vieja o defectuosa, lo mejor será repararla o hacer una nueva instalación, en función de los costes. El modo de protección de las varas dentro de las cámaras dependerá de los automatismos de que dispongan. Si no hay humificadores que compensen la desecación compre protegerlas con un envoltorio plástico. Practicarle algunos agujeros a los envoltorios para que las vides respiren, o utilizar sacos de malla tupida pero que al mismo tiempo dejen filtrar algo de aire puede ser necesario si hay peligro de acumulación de humedad. El ambiente seco daña las vides, y un exceso de humedad también. Nebulizar los fardos periódicamente con fungicidas puede ser necesario en conservaciones muy largas. Más aún si no se hizo desinfección al principio o si la selección de los sarmientos no ha sido muy escrupulosa.
 “Nebulizar los fardos periódicamente con fungicidas puede ser necesario en conservaciones muy largas”
Los grandes viveros disponen de contenedores especiales, rígidos, adaptados para su transporte con porta-palets, lo que agiliza el control y manejo de los sarmientos. Las características de cada cámara y el tiempo de permanencia de los sarmientos determinarán los modos de protección y los cuidados idóneos para cada caso. Las cámaras, una vez finalizados los períodos de almacenaje, deberán limpiarse y desinfectarse en toda su superficie, con el máximo rigor. No hacerlo significa que se irán convirtiendo en un reservorio de hongos. En el siguiente capítulo hablaremos de las fechas idóneas y de la influencia de la luna para los injertos.