Leche

Vacas contra chalés, el caso de A Sionlla

Un ganadero del rural de Santiago, Jorge Piñeiro, mantiene un contencioso contra una decisión administrativa que le impide llevar las vacas cuando quiera a un prado situado al lado de una casa de la aldea

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Campo Galego 04/02/2019 9:27 pm

Reboredo, un lugar de A Sionlla, es probablemente la aldea de Santiago de Compostela con más vacas. Tiene media docena de explotaciones, la mayoría de leche, y suma más de 500 animales. Fue de siempre una aldea ganadera, pero hace cinco años surgió un conflicto inesperado. Un chalé del lugar se opuso a que las vacas utilizasen un prado que quedaba al lado de la vivienda e inició una campaña de denuncias de tal situación ante el Concello de Santiago.

El conflicto afecta a una parcela de una hectárea de Jorge Piñeiro, un ganadero certificado en producción ecológica que maneja en la actualidad alrededor de 30 hectáreas, con 21 vacas en ordeño, vacas secas y novillas que rotan por los distintos prados de la ganadería. El problema se centra solo en la parcela ubicada al lado de una casa del lugar y se resume en un conflicto a tres bandas entre la ganadería, los propietarios de la casa y la presidenta de la asociación de vecinos Ponte Sionlla, que tomó partido por la vivienda.

La finca en cuestión es la más próxima a la granja, con la ventaja que le supone tenerla a poco más de un centenar de metros del establo, lo que le permite utilizarla, junto al resto de las fincas, para el descanso de los animales, para el pasto y para que las vacas estén al aire libre. “No hay ninguna normativa que me prohíba llevar allí las vacas, como hice siempre”, valora el ganadero.

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Los propietarios de la vivienda, sin embargo, piensan distinto. Cuando comenzó el conflicto, en el 2014, lograron que el Concello de Santiago, entonces gobernado por el PP, multara a la ganadería por las defecaciones que las vacas dejaban en la vía pública, en la pista de acceso al prado. Aquellas multas, que saltaron a todos los medios de comunicación gallegos por su carácter disparatado, fueron solo el comienzo de un conflicto que continúa, si bien el ganadero espera que se llegue a una solución “empleando el sentido común”.

[caption id="attachment_82381" align="aligncenter" width="660"] Prado objeto de la polémica, con la casa denunciante al fondo.[/caption]

Resolución del Concello
El último episodio fue la decisión del Concello de Santiago de limitar los días de utilización del prado por las vacas. En base a un informe de una ingeniera agrícola, el Concello acordó que en cada mes, las vacas no pudieran entrar en el prado más de 4 días sucesivos y otros dos salteados.

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Antes de tomar esa resolución, el Concello, gobernado por Compostela Abierta, explica que le remitió un escrito al ganadero dándole audiencia, con el objetivo de buscar una solución que evitara la apertura de expedientes; pero eso fracasó, según asegura el Concello, contactado por Campo Galego.

El Concello procedió a abrir entonces un expediente, “pues no se puede hacer caso omiso a denuncias vecinales” -argumenta-, y aprobó una medida cautelar que restringía los usos de la parcela a los indicados en el informe técnico, en el que se consideraba que se estaba haciendo un “mal uso” del prado.

El afectado recurrió entonces a la justicia, una vez agotada la vía administrativa, y mantiene abiertos varios contenciosos. El conflicto se alarga ya desde hace cinco años, pero Jorge Piñeiro es optimista y espera que el problema se resuelva de una forma lógica, aplicando el sentido común.

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“Hay la idea de que los animales no pueden estar fuera, cuando están mejor en un prado que en el establo”

La Asociación para la Desintensificación del Agro, en la que participan un grupo de ganaderos gallegos en extensivo, ha expresado su apoyo al ganadero de A Sionlla afectado por el conflicto vecinal. El colectivo, que aboga por una producción agraria compatible con el medioambiente, cuestiona la decisión del Concello de Santiago de limitar el tiempo de uso del prado por las vacas. “Comienza a haber una cierta idea social de que las vacas no pueden estar fuera, cuando la realidad es que están mejor en el prado que en la cuadra”, explica un representante de la asociación, conocedora del caso de A Sionlla.

En cuanto al tiempo de uso de la parcela en cuestión, la Asociación entiende que debe ser decidida por la ganadería en función de sus condiciones de producción. “Que en un momento dado se decida usar más una parcela puede ser una manera de dejar que se recupere el pasto en otras fincas”, valoran.

La Asociación, por último, reconoce que las vacas pueden ocasionarle alguna molestia a la casa vecina del prado, si bien también concluye que “así es el mundo rural gallego”.

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Ganadería convertida a la agricultura ecológica tras la crisis del 2015

En una de las últimas crisis, la ganadería de Jorge Piñeiro fue una de las que se vio más contra las cuerdas, con precios de la leche de 18 céntimos. “La industria que nos recogía nos decía ‘Aguanta, aguanta’, pero poco más y tenemos que cerrar”, recuerda Jorge. “Llegamos a producir en aquella época más de 20.000 litros al mes, pero cuanto más producíamos, más nos empeñábamos”.

Poco después, la ganadería decidió apostar por la producción ecológica, un sistema en el que ya lleva un año certificada, tras dos previos de periodo de transición. “Ahora tengo menos vacas y produzco solo 6.000 litros al mes, pero trabajo con un modelo de coste mínimo, las vacas enferman menos y eso me repercute positivamente en los ingresos”, resume el productor.

La explotación dejó de cultivar maíz cuando se pasó a ecológico y dedica todas sus tierras a prados, tanto para pastos como para silo de hierba y hierba seca. “En la actualidad, toda la alimentación que le doy a las vacas la produzco yo y tengo a los animales en una buena condición”, asegura Jorge Piñeiro. De cara a el futuro, la ganadería valora incorporar una ración de 2 kilos de pienso ecológico por animal y día para complementar el forraje.

Otro cambio que baraja la granja es la reducción de ordeños, pasando a un solo ordeño diario, aunque es una cuestión que por el momento no aborda, pues le repercutiría en un descenso de producción de leche en un momento en el que ya se está moviendo en bajas entregas.

De cara a facilitar el manejo de los animales, que ahora tienen que transitar dos veces al día entre los prados y la sala de ordeño, la ganadería valora también distintas opciones. Una podría consistir en la compra de un sistema de ordeño móvil, para ordeñar a las vacas en el propio prado. Otra posibilidad pasa por acondicionar un antiguo, construida en 1975, para utilizarla al menos en invierno con un sistema de cama caliente. Cualquiera de las dos alternativas contribuiría, además de a reducir trabajo, a disminuir la conflictividad con el chalé que inició el conflicto vecinal.

El ganadero lamenta que para acometer cualquiera de esas alternativas precisa de una inversión que no puede ejecutar en estos momentos, en parte por los gastos derivados del conflicto abierto con la finca de la polémica.

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