Apicultura

“El índice de apicultores alérgicos a las picaduras de abejas es menor que el de la población general”

Francisco Carballada, jefe del servicio de Alergología del Hospital de Lugo, explica el funcionamiento de los tratamientos de inmunoterapia, que logran curar más del 95% de los casos, evitando que los pacientes desencadenen reacciones alérgicas futuras

Camilo Friol 21/04/2023 9:58 pm

Con la llegada de la primavera, la actividad se multiplica en los colmenares. Apicultores profesionales y aficionados revisan el estado de las colonias, repiten los tratamientos contra la varroa, alimentan para estimular la cría y desdoblan las colmenas más fuertes.

Estos trabajos incrementan las probabilidades de sufrir una picadura, uno de los riesgos más frecuentes de la apicultura. De cómo actuar ante reacciones alérgicas a himenópteros (abejas y avispas) habló recientemente Francisco Carballada, jefe del servicio de Alergología en el HULA, en una charla organizada por la Asociación Provincial Lucense de Apicultores (APLA).

 “El porcentaje de alérgicos a veneno de abeja es muy bajo. Los apicultores tienen menos reacciones alérgicas que la población general. Esas picaduras esporádicas que sufre un apicultor posiblemente le inmunicen y le ayuden a regular la reacción inmunológica. Si te pica una abeja y vacía su saco, equivale a 57 microgramos y ese veneno de las picaduras, si son distantes en el tiempo, no es acumulativo”, afirma.

Galicia cuenta con unos 5.000 apicultores y unas 200.000 colmenas

Según los datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), entre el 2,3% y el 2,8% de la población rural española sufre alérgicas generalizadas por el veneno de avispas y abejas, pero en la última década los casos de reacciones alérgicas graves (grados III y IV de la clasificación de Müller) han aumentado un 20%.

Aunque solo entre un 5 y un 10% de los pacientes que pasan por la consulta del doctor Carballada en el Hospital de Lugo con reacciones locales extensas a picaduras de abeja acaban siendo alérgicos en el futuro, el jefe del servicio de Alergología indica que es “imposible de predecir con ningún tipo de prueba, ni mediante un test en la piel ni mediante un análisis de sangre, quién puede desencadenar una reacción grave” y advierte que “si uno es alérgico, con una sola picadura de abeja puede producirse desde una urticaria a un shock anafiláctico mortal”, explica.

En un estudio realizado mediante pruebas cutáneas y determinación de IgE específica en sangre se detectó una prevalencia de entre el 2,3% y el 2,8% en la población rural española

La tasa de mortalidad anual se estima en un 0,08 por millón de habitantes, lo que implicaría que entre 3 y 4 personas podrían fallecer cada año por esta causa en España, aunque la mortalidad por estas reacciones alérgicas está infraestimada, debido a que algunas muertes súbitas podrían deberse a esta causa sin ser diagnosticadas. La mayoría de fallecimientos se producen en la primera media hora tras la picadura.

Condicionante genético

[caption id="attachment_196378" align="aligncenter" width="660"] Apicultores asistentes a la charla impartida por Francisco Carballada en la sede de APLA en Lugo[/caption]

“Aunque no existe base científica que indique que existe un condicionante genético, mi percepción es que influye. Tenemos pacientes alérgicos de la misma familia de apicultores”, explica el jefe de Alergología del HULA, pero no se puede predecir cuándo una persona va a desencadenar una reacción alérgica grave. “Tenemos casos de apicultores que han estado en contacto con abejas durante toda su vida y se hacen alérgicos con 80 años”, cuenta.

Para desencadenar una reacción alérgica primero tiene que haber sensibilización, es decir, “antes tienes que haber sido picado”. “Nadie puede ser alérgico a algo a lo que no se ha expuesto”, indica Francisco.

No se puede predecir, mediante ningún tipo de prueba, qué personas van a ser alérgicas ni cuándo se va a producir esta reacción

Estas reacciones alérgicas pueden desencadenarse a cualquier edad y no se conocen los motivos que provocan esta hipersensibilización. Por eso, no está indicado el estudio predictivo en pacientes con familiares alérgicos, ya que es frecuente la positividad de pruebas cutáneas y en sangre en personas no alérgicas.

Un factor que sí está demostrado que está relacionado con la alergia a veneno de himenópteros es la mastocitosis sistémica, una enfermedad considerada rara que padecen el 8% de los pacientes alérgicos a picaduras de abejas y avispas.

Se trata de una patología de la sangre en la que se produce una proliferación anómala de mastocitos que favorece que estas personas sufran reacciones alérgicas graves cuando les pica un himenóptero. Estos pacientes tienen que recibir inmunoterapia con venenos durante toda su vida porque si se suspende el tratamiento, recaen.

Gravedad de las picaduras

La picadura de una abeja produce habitualmente una inflamación local transitoria en esa zona que remite espontáneamente en 24-48 horas. No está considerada reacción alérgica, sino una reacción propia del veneno inoculado con la picadura.

Esa reacción local puede ser extensa (mayor de 10 cm de diámetro), alcanzando su máximo entre las 24 y las 48 horas y abarcando articulaciones contiguas. El riesgo a desarrollar una reacción alérgica con una nueva picadura es bajo. Solo entre un 5 y el 10% de los pacientes que pasan por la consulta del doctor Carballada con reacciones locales extensas acaban siendo alérgicos en el futuro, explica.

Una pequeña proporción de las personas expuestas al veneno de himenópteros produce anticuerpos de la inmunoglobulina E, que desencadena la alergia

En estos casos, después de una picadura se producen anticuerpos de la inmunoglobulina E (IgE), y si la persona es picada en una ocasión posterior por la misma clase de insecto, el veneno interacciona con este anticuerpo específico, desencadenando la liberación de sustancias que causan la reacción alérgica.

 “Hay que diferenciar entre reacción local y una alergia. La alergia produce una reacción en todo el cuerpo. Las reacciones locales extensas son las que producen hinchazón y mayor reacción al día siguiente en la zona de la picadura, pero no es una alergia, que requiere una afectación sistémica”, aclara.

La prevalencia de reacciones sistémicas alcanza el 42% entre apicultores

La prevalencia de reacciones alérgicas en Europa se sitúa entre el 0,4 y el 0,8% en niños y entre el 0,3 y el 8,9% en adultos, aumentando hasta el 42% entre apicultores. Las reacciones alérgicas sistémicas pueden ser exclusivamente cutáneas (urticaria) o afectar a varios órganos (anafilaxia).

Síntomas de alergia

Los síntomas presentados tras la picadura permiten conocer el riesgo de reacciones con futuras picaduras. “Si a una persona que inmediatamente después de la picadura de una abeja o una avispa le empiezan a picar las palmas de las manos y los pies, eso es un síntoma claro de alergia”, indica Francisco Carballada.

Las reacciones alérgicas pueden ir desde urticaria hasta un shock anafiláctico

En el caso de apicultores, el hecho de trabajar con guantes dificulta la identificación del prurito palmoplantar y puede llevar a confusión. Otro síntoma de alergia sería la hinchazón fuera de la zona de picadura (hinchazón facial, ocular o de los labios, por ejemplo), así como dificultad respiratoria. La alergia a la picadura provoca también a veces vómitos, náuseas y diarreas y urticaria o ronchas en distintas partes del cuerpo en cuestión de media hora tras una picadura.

Tratamiento de picaduras en personas no alérgicas

El primer consejo que el jefe de Alergología del HULA da a los apicultores es la prevención, evitando las picaduras mediante la utilización de trajes de protección adecuados. “Cuando hay un defecto en el traje, las abejas por feromonas detectan donde está ese agujero o esa rotura y entran por ahí a picar”, explica.

Cuando se produce una picadura, las abejas inyectan un veneno, rico en enzimas y otras proteínas que, en la mayoría de casos, produce una reacción tóxica no inmunológica, local y más o menos intensa.

Tras una picadura lo primero es extraer el aguijón y aplicar hielo. Las reacciones locales extensas se tratan con antihistamínicos orales y corticoides por vía tópica

Lo primero que hay que hacer es extraer el aguijón sin exprimirlo y alejarse del área donde se ha producido la picadura para evitar un ataque masivo, ya que cuando una abeja o avispa pica libera una feromona que incita a otros individuos de la colonia a picar.

Las reacciones locales se tratan mediante la aplicación de frío local, antihistamínicos orales y corticoides por vía tópica. “Lo primero es aplicar hielo de manera inmediata y para reacciones locales extensas se utilizan cremas de corticoides. Los antihistamínicos en crema a veces empeoran la reacción; los antihistamínicos mejor tomarlos vía oral”, recomienda el jefe de la unidad de Alergología del Hospital de Lugo.

Adrenalina autoinyectable

Si una persona ha padecido ya alguna reacción sistémica por picaduras es conveniente que lleve consigo adrenalina autoinyectable para su aplicación intramuscular sólo en caso de desencadenar una reacción de tipo alérgico. “En las reacciones locales, aunque sean extensas, aplicamos hielo y antihistamínicos orales, no requiere adrenalina. La adrenalina tiene un montón de contraindicaciones a nivel cardíaco, con efectos secundarios como palpitaciones y aumento del ritmo cardíaco. Existen riesgos en caso de ponerla a una persona mayor o con problemas cardíacos, ya que puede provocar una cardiopatía”, explica el doctor Carballada.

La adrenalina tiene muchas contraindicaciones a nivel cardíaco

El tratamiento de las reacciones sistémicas con afectación de órganos (anafilaxia) requiere la aplicación inmediata de adrenalina al 1:1000 (1 mg/ml) en dispositivos inyectables. La dosis establecida es de 0,01 ml/kg de peso hasta un máximo de 0,5 ml. Se aplica vía intramuscular en la cara externa del muslo y puede repetirse a los 15 minutos dos o más veces para facilitar el traslado a un centro médico. En caso de picadura en una extremidad es útil también aplicar un torniquete por encima del lugar de la picadura.

Curación mediante inmunoterapia

La alergia a picaduras de abejas o avispas es a día de hoy “una de las pocas enfermedades potencialmente mortales que se curan de verdad”, afirma el doctor Carballada. Los tratamientos con inmunoterapia, a base de inyectar pequeñas dosis de veneno bajo la piel, tienen una efectividad superior al 95%.

La alergia a las picaduras de abejas y avispas es una enfermedad potencialmente mortal que logramos curar

La duración convencional del tratamiento es de 3 a 5 años y está indicado para personas de cualquier edad que hayan sufrido una reacción sistémica con afectación de varios órganos o exclusivamente cutánea en el caso de personas altamente expuestas, como es el caso de apicultores.

La dosis habitual es de 100 microgramos, que se incrementa a 200 microgramos en el caso de apicultores profesionales. El intervalo inicial es de un mes durante el primer año, que se alarga a 6 semanas el segundo año y a 8 semanas del tercer al quinto año.

La dosis de mantenimiento es de 100 microgramos, que equivale a la picadura de 2 abejas, 7 avispas comunes o 1 velutina

“La eficacia de la vacuna es muy alta. Se trata de una vacuna curativa. Las alergias al polen, por ejemplo, se controlan; estas se curan. Actuamos sobre el mecanismo que regula la respuesta inmunológica”, detalla el doctor Carballada.

Velutinas

La vacuna mediante inmunoterapia está disponible para abeja, avispa común y velutina. “La composición de los venenos de abejas y véspidos es similar desde el punto de vista farmacológico, pero claramente diferente alergológicamente. Es decir, producen los mismos efectos, pero la estructura química es suficientemente diferente como para que el sistema inmunológico reconozca que se trata de sustancias distintas. De esta forma las personas alérgicas a veneno de abejas habitualmente toleran las picaduras de avispas”, explica.

Se puede ser alérgico a abejas y avispas, aunque lo habitual es serlo solo a una de las dos

También hay diferencias entre las picaduras de avispa y las de las velutinas. “Son las mismas proteínas pero la concentración es diferente. Hasta hace un año vacunábamos con la vacuna de avispa común, ahora disponemos de una específica de velutina”, cuenta.

En el caso de picaduras de velutina, se producen en ocasiones reacciones tóxicas por exceso de veneno. “Suele ocurrir al romper accidentalmente un nido, mientras hacemos labores de desbroce, por ejemplo. Se produce una picadura múltiple. Por encima de 50 picaduras se produce shock tóxico, que puede ser letal. No es necesario ser alérgico, porque se produce por exceso de veneno”, indica el jefe de Alergología del HULA.

A partir de noviembre la mayoría de las velutinas mueren al abandonar la reina el nido y el riesgo es menor

El 70% del territorio francés está ocupado en estos momentos por velutina, que en España se extiende sobre todo por la cornisa cantábrica, dado que se trata de una especie que requiere calor y humedad para su proliferación.

Francisco Carballada recomienda extremar las precauciones  y no manipular nunca los nidos. “La mayoría de los problemas con la velutina se producen por roturas accidentales de nidos”, reconoce. Por eso, recomienda desbrozar en los meses de diciembre y enero e inspeccionar la finca antes de realizar estos trabajos.

Más información sobre alergias a picaduras de abejas y avispas en este folleto de la Sociedad Española de Alergología y de su Comité de Venenos, del que Francisco Carballada forma parte.

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“En mi caso la vacuna ha sido eficaz y eso me ha permitido seguir con la apicultura”

Hugo Santín es un joven natural de Cervantes, aunque se mudó con sus padres a Becerreá cuando tenía 6 años. Estudió ingeniería y no se dedica profesionalmente a la apicultura, pero en el año 2018 decidió recuperar el cortín tradicional que la familia tenía en el lugar de Trabado (parroquia de Cereixedo) y retomar la producción de miel.

Empezó con 6 colmenas y cuando tenía 25 creó una marca, Miel Melosa, y una página web. Pero poco a poco las picaduras que al principio no le hacían nada comenzaron a provocarle hinchazón y otros síntomas.

“Cuando empecé no tenía nada de alergia ni notaba ningún tipo de reacción, pero la cosa fue empeorando al año siguiente, esa evolución fue rápida y un día me picó una abeja en un tobillo y empecé a notar que me picaba todo el cuerpo y que tenía dificultad para tragar”, describe.

La Seguridad Social financia una parte del coste del tratamiento, que ronda los 40€ por dosis para trabajadores en activo y 7€ para jubilados

Acudió a urgencias, le pusieron corticoides y lo derivaron al servicio que dirige el doctor Carballada, donde lo sometieron al proceso de desensibilización con inmunoterapia. Su mejoría fue rápida. “Cuando llevaba un año vacunándome ya casi no tenía reacción y hoy si me pica una abeja no me hace nada, lo mismo que si fuera un mosquito. Llevo 3 años y medio con el tratamiento y en las pruebas cutáneas ya doy negativo, aunque en la analítica de sangre aún me sigue dando algún parámetro positivo”, explica, por lo que completará las dosis de mantenimiento hasta los 5 años.

Convivir con el oso

La eficacia de la vacuna permitió a Hugo seguir con la actividad. Tiene hoy 150 colmenas, repartidas en tres localizaciones a más de 1.000 metros de altitud, en plena sierra de Os Ancares. La ubicación de los colmenares hace que por el momento la velutina no sea un problema, pero que tengan que convivir con el oso, que comienza a visitar los montes de la parte oriental de Galicia. “Nosotros defendemos la figura el oso y por eso lo pusimos en la etiqueta. Es un valor adicional pero también es un trabajo adicional. La Administración te da un pastor y luego entiéndete tú, porque en primavera hay que limpiarlo todas las semanas”, dice Hugo.

A través de las redes sociales (facebook e instagram), Hugo da a conocer su trabajo y llega a un cliente que valora esa labor. “Llegar a esa gente que reconoce ese valor extra que tiene nuestro producto te permite obtener un precio mayor”, dice. Además de la venta a conocidos, y en varias tiendas de la zona de A Coruña, la venta online es una de las herramientas fundamentales para dar salida a su producción.

Miel Melosa tiene muchos clientes entre la comunidad gallega de Barcelona

El año pasado obtuvieron unos 1.800 kilos de miel, más o menos la misma cifra que el año anterior, porque aunque bajó la producción por colmena a causa de la sequía lo compensaron con un incremento en el número de unidades de producción.

Sin embargo, no piensa seguir creciendo. “Mi objetivo no es vivir de esto, sino obtener unos ingresos que me permitan cuidar las fincas y rehabilitar la casa familiar”, explica.

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