El Rumex crispus (carbaza) es una mala hierba tradicionalmente asociada a la nitrofilia y al manejo inadecuado de los pastos, y difícil de erradicar por medios mecánicos o químicos. Su presencia es bastante frecuente en los prados de Galicia y de la Cornisa Cantábrica y, en todo caso, su proporción en el forraje no suele superar el 8% de la materia seca.
El profesor de la Universidad de León, Ricardo García Navarro, expuso una ponencia sobre “Respuesta de Rumex Crispus a la fertilización NPK en prados de la montaña de León”, dentro de la 55ª Reunión Científica de la Sociedad Española para el Estudio de los Pastos celebrada la pasada semana en Lugo y en A Coruña.
El profesor recordó que la carpaza es considerada por los ganaderos como indeseable en la vegetación del primer aprovechamiento; no es consumida en forma de heno por sus gruesos tallos con fuertes concentraciones de lignina aunque en ensilado, generalmente recogida cuando es joven y con mayor humedad, es consumida sin dificultad, y en los rebrotes y en el pastoreo de otoño su consumo es mayor siempre que la carga de ganado sea suficiente.
En este sentido, el estudio de la Universidad de León se centró en el análisis del comportamiento de esta especie en prados de aprovechamiento intensivo, con 3 siegas para heno desde primavera y pastoreo y distintos niveles de fertilización NPK. El estudio utiliza los 20 últimos años de una experiencia de fertilización de 30 años de duración en los que en los diez primeros años de la misma, únicamente se realizaban dos siegas al año.
Dosis recomendada por hectárea: no más de 120 kg de N, 80 de P y 180 de K
La experiencia se dividió en dos periodos: 1987-1997 y 1998-2007 de acuerdo con el sistema de fertilización; durante el primer periodo se realizó un aporte único de todos los fertilizantes (en la primera quincena de abril) mientras que en el segundo periodo se fraccionó el nitrógeno (70% en primavera -con los demás fertilizantes- y 30% tras el primer corte).
La siguiente tabla muestra el efecto de los fertilizantes principales y sus respectivas dosis sobre la presencia de R. crispus en el primer corte de la hierba tras el crecimiento de primavera. De forma global se puede considerar que la fertilización mineral favorece a esta especie como indican la gran
mayoría de los autores.
Los resultados el estudio de la Universidad de León indican que el nitrógeno en dosis bajas (60 unidades ha-1) no tuvo efecto sobre la producción ni sobre la proporción en el forraje (calidad de la hierba). Sin embargo, por encima
de 120 unidades ha-1 se incrementa la producción de carbazas, pero que es necesario llegar a 180 unidades ha-1 para que aumente la proporción de rumex en el forraje y por tanto se altere la calidad del mismo, con un incremento de la producción de rumex del 76,5%.
En cuanto al efecto del fósforo, los resultados de este estudio mostraron un efecto positivo del mismo sobre la producción y el porcentaje en el forraje
de R. crispus desde los 80 kg ha-1. El efecto fue mayor con 160 kg ha-1 y no hubo diferencias entre esta dosis y 240 kg ha-1.
El potasio se acepta que tiene un papel secundario en el desarrollo de esta especie. Sin embargo, los resultados muestran que las dosis mayores (180 kg ha-1) afectaron a la producción y al porcentaje de la especie mientras que las dosis menores no tuvieron ningún efecto.
Conclusiones:
-En un sistema de aprovechamiento del forraje de tres cortes anuales mediante siega y un pastoreo al final de la estación, el afecto de la fertilización es siempre positivo sobre Rumex crispus y su efecto depende del tipo de fertilizante y dosis utilizada.
-El fraccionamiento del nitrógeno no incide en la presencia de R. crispus.
Una fertilización que no superó los 120 kg por ha-1 de N, 80 kg ha-1 de P2O5 y 180 kg ha-1 de K2O no incrementó la producción ni el porcentaje de la especie. Por encima de estas dosis cabe esperar un embastecimiento de la hierba y un descenso de la calidad del pasto.