Lobos, cuando se juega con las cosas de comer

Lobos, cuando se juega con las cosas de comer

Mastín de defensa del ganado. / Imagen: Beealia.

Recientemente, en una situación inédita, la Comisión de Patrimonio Natural del Ministerio para la Transición Ecológica impuso la aritmética como criterio decisorio en su última reunión. Entre otros temas, se discutía la necesidad de incluir la tórtola en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas (CNEA) y el lobo en el Listado de Especies Silvestres en régimen de Protección Especial (LESRPE).

Nunca antes la citada comisión había adoptado una decisión por votación, siempre venció el criterio del consenso. Pero, por primera vez en su historia, quien coordina esta comisión consideró que deliberar y decidir sobre la especie más conflictiva de la fauna ibérica, la que más polarización desata y la que más debate provoca, no debía hacerse por consenso.

Nada más democrático que imponer la aritmética de las votaciones. Veinte votos, uno por cada comunidad y ciudad autónoma y otro en representación del Ministerio. Así, las Islas Canarias, las Baleares, la Comunidad de Murcia, la Comunidad Valenciana o Ceuta y Melilla podrían opinar y decidir sobre la gestión de una especie como el lobo y sobre la problemática que genera, aprovechando que disfrutan de un conocimiento extenso y profundo de la cuestión. Bastaría, si aparecieran dudas, ilustrar la reunión con un documentado y preciso dictamen científico sobre el que amparar la decisión.

“Canarias, Baleares, Murcia, Ceuta y Melilla pueden decidir sobre la gestión del lobo, aprovechando que disfrutan de un conocimiento extenso y profundo de la cuestión”

Así que la comisión votó y decidió que el lobo fuera incluido en el citado listado. No importó que las comunidades autónomas que albergan 293 de los 297 grupos familiares que se estima existen en el Estado Español (98.6%, datos de 2015) se opusieran vehementemente a esa inclusión. Finalmente, se impuso una decisión que comparte y reparte voluntad democrática, rigor científico, prudencia institucional y responsabilidad cívica en similares proporciones.

El dictamen científico

El comunicado del Ministerio de Transición Ecológica afirma que con esta propuesta de inclusión de todas las poblaciones españolas de lobo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial se atiende al dictamen del Comité Científico que recomendó su protección al considerar “su importancia como patrimonio cultural, científico, así como los servicios ambientales que produce la presencia de esta especie en los ecosistemas naturales”.

E incidiendo en esta última apreciación, la nota ministerial prosigue: “el hecho de que se trate de una especie llave para el funcionamiento de los ecosistemas, que su área de distribución abarque territorios de varias Comunidades Autónomas y que el número de estas se haya incrementado en los últimos tiempos, así como las amenazas que afectan a la especie hacían necesario un enfoque de actuación común para que la gestión y conservación del lobo sea coherente en todo el territorio español, asegure sus poblaciones y distribución a largo plazo y garantice la coexistencia con el hombre (sic)”.

En otro párrafo, en la nota se afirma que “tras la decisión de la Comisión Estatal, se aprobará próximamente una orden ministerial por la que todas las poblaciones de lobo españolas queden incluidas en el Listado”.

La elaboración del tal dictamen científico, que consta de 5 páginas, está motivada por la solicitud formulada en su día al Ministerio por la asociación ASCEL (Asociación para la Conservación y Estudio del Lobo) para que se incluyera el lobo en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas (CNEA). La conclusión principal del dictamen se recoge en el apartado 3, en el que se incluye un “no se recomienda” y un “se recomienda”.

El documento está dividido en dos secciones. Una primera evalúa la oportunidad de incluir el lobo como especie vulnerable en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas (CNEA) y una segunda parte que valora las razones de incluirlo en el Listado de Especies Silvestres en régimen de Protección Especial.

Criterios
El dictamen desestima la solicitud de ASCEL porque no se cumple uno de los requisitos para la citada inclusión en el catálogo, que es el relativo a que la especie que se pretenda incluir debe haber experimentado una reducción muy importante, mayor o igual al 50%, de su área de distribución histórica a lo largo de los últimos 100 años y que, encontrándose en recuperación, aun no haya recuperado su presencia en el 50% de su área histórica, a pesar de existir hábitat adecuado.

En la segunda parte, al valorar la inclusión en el Listado donde finalmente fue incluido por votación, el dictamen dedica poco más de una página para argumentar el porqué de su consejo de incluir el lobo en ese listado.

Las argumentaciones podrían incluirse en el denominado arte esquemático ibérico del Calcolítico, por su pobreza definidora. Constituyen en sí mismas una muestra de estilo figurativo que prescinde de los trazos particulares y abraza una descriptiva tan genérica y abstracta como alejada de la realidad actual en la que se encuentra el territorio ocupado por el lobo ibérico. Reproducimos el párrafo en el que se sustancia la decisión del comité científico:

“Las argumentaciones podrían incluirse en el denominado arte esquemático ibérico del Calcolítico, por su pobreza definidora”

“Los autores del informe (se refiere al informe original de ASCEL en el que basa su solicitud de inclusión en el CNEA) detallan las evidencias del importante valor ecológico de los grandes carnívoros y en concreto del lobo como parte fundamental del funcionamiento de los ecosistemas (Ripple et al. 2014; Beschta y Ripple, 2019; Dickman et al, 2019). En cuanto a su valor cultural es indudable, y junto a sus argumentos puede señalarse la importancia del lobo en los procesos tempraneros de domesticación, cuyo estudio ha dado lugar al desarrollo de parte de la biología evolutiva. Todo esto hace que este Comité aconseje la inclusión de todas las poblaciones de la especie en el LESRPE”.

Esta es la principal argumentación del dictamen del comité.

Ecosistemas naturales y ecosistemas modificados

La ciencia tiene clara la definición de ecosistema natural. Basta consultar cualquier manual universitario de ecología para recordar ese concepto. Resulta pues chocante, cuando menos, que sea un dictamen de un comité científico el que vuelva a poner en la mesa el debate de las distintas implicaciones ecológicas que tienen los ecosistemas naturales y los ecosistemas modificados por el ser humano. Pero recordemos que algunas de las diferencias son las relativas a la sostenibilidad y a la necesidad de la intervención humana.

En la actualidad, el área histórica de distribución del lobo ibérico está mayoritariamente ocupada por ecosistemas modificados por el ser humano. Poca y escasa en superficie es la representación de ecosistemas naturales. A nivel legislativo existía una figura legal destinada a ofrecer el necesario paraguas protector a los ecosistemas naturales, que era la figura del Parque Nacional, finalmente pervertida por la lógica política.

Podríamos considerar, pues, que en buena parte de su actual área de distribución ibérica el lobo desarrolla la mayoría de su ciclo vital, en términos espacio-temporales, en ecosistemas fuertemente alterados, en los que la intervención humana no sólo es dominante, sino determinante para su mantenimiento y conservación tal como los conocemos.

“El lobo desarrolla la mayoría de su ciclo vital en ecosistemas en los que la intervención humana es determinante para su mantenimiento y conservación”

En esos ecosistemas tan alterados, el escalón de los consumidores primarios, los herbívoros, se reparte entre las especies silvestres y las domésticas. No existe sucesión ecológica y la posibilidad de discernir cascadas tróficas sólo acontece a nivel de micro-escala. Las relaciones ecológicas depredador-presa no son cíclicas porque están mediatizadas por la intervención humana.

La población de los depredadores no se auto-regula en momentos de escasez, porque el ser humano repone siempre el estante donde el lobo selecciona sus productos de consumo. Imaginar servicios sanitarios y de selección natural en un sistema ganadero que se rige por prácticas de alimentación, atención sanitaria y reproducción controladas para obtener el máximo beneficio económico es simplemente una falacia. ¿Quién puede defender que la función ecológica que el lobo ejerce en un territorio salvaje como la taiga canadiense se pueda equiparar con el impacto ecológico y económico que lo acompaña en las sierras litorales, donde un mosaico de extensos eucaliptales y sucesiones de prados ganaderos anulan cualquier perspectiva ecológica?

“La población de los depredadores no se auto-regula en momentos de escasez, porque el ser humano repone siempre el estante donde el lobo selecciona sus productos de consumo”

Ahondando en la cuestión de la auto-regulación, en esos ecosistemas modificados por el ser humano, la principal especie que ocupa el escalón de los depredadores escoge mayoritariamente los herbívoros domésticos por razones de ahorro energético. El lobo no precisa auto-regular los parámetros demográficos nada más que en el momento en que alcanza la saturación de la capacidad de carga territorial.

Allí donde los márgenes de mejora en la protección del ganado son bien estrechas, la única forma de mantener estable el número de reses y, por tanto, de garantizar el cumplimiento de los compromisos productivos de las ayudas de la PAC es la reposición del ganado que muere en los ataques.

El lobo nunca encuentra el estante vacío. Por eso su población aumenta hasta equilibrarse con los recursos disponibles. Cambiar esta realidad no es fácil. Diversificar el entorno natural de las explotaciones ganaderas, incrementando la presencia de ecosistemas forestales autóctonos poco manejados para incrementar las densidades de las especies de herbívoros silvestres, lleva su tiempo y no se mide en términos de legislatura de gobierno. Mientras tanto, ¿quién ampara el derecho a vivir y a producir en el mundo rural?

El papel del ser humano

La lógica política, así como pervirtió el sentido original de los parques nacionales, permitiendo la declaración como tal de un espacio cubierto en más del 99% de su superficie arbolada por pinos y eucaliptos (Islas Cíes y Ons), también es capaz de pervertir el papel de las sociedades rurales en el mundo del siglo XXI.

El lobo ocupó hace apenas cien años buena parte de la Península Ibérica. En ese lapso de tiempo, la persecución humana y las transformaciones del espacio rural modificaron de tal forma la antigua casa de los lobos que estos acabaron relegados a la esquina noroeste de la península.

Dentro de ese refugio había posibilidades para sobrevivir allí donde las condiciones ecológicas lo permitieron, algo que en nuestra tierra se debe, entre otros factores, a la existencia de las ‘bestas do monte’, nuestros caballos bravos, y a una montaña oriental en la que abundaban los corzos.

De manera que unos pocos grupos de lobos mantuvieron encendida la llama de la especie y fueron criando sucesivas proles. Y como en un viaje de vuelta, esas nuevas generaciones fueron paulatinamente recolonizando el territorio, a medida que el ser humano lo abandonaba en una dinámica dictada por la lógica mercantilista.

La misma lógica de los mercados que procura su macro-dimensionamiento en paralelo al agotamiento de los recursos naturales. Vemos que cuando estos colapsan o cuando su escasez es un hecho, esa lógica materialista busca nuevas formas de producción. Lo comprobamos en la dialéctica de los caladeros de pesca y las macropiscifactorías. Y en la otra gran fuente de proteína animal para consumo humano, lo que hoy son pequeñas iniciativas empresariales dirigidas al ensayo pionero, en el futuro próximo serán grandes naves biotecnológicas que producirán carne clonada de laboratorio. La lógica del exceso. Por ejemplo, en lugar de consumir menos energía, aumentamos su consumo y le ponemos el apellido verde o renovable.

“La inclusión del lobo en el listado de especies en régimen de protección especial no va a suponer un cambio positivo para esta especie. Quien hoy manifiesta su alegría por este cambio no es consciente de los peligros que se desatan”.

¿Qué lugar reservamos para la sociedad rural?. Aceptamos el abandono del territorio. Cada vez, superficies mayores de tierras agrarias y de monte son gestionadas desde ciudades hacia donde emigraron los antiguos moradores. Un inmenso erial demográfico que deja paso a la hecatombe ecológica del eucalipto. Y como la gota que cae en la piedra, se trasladan a la opinión pública incesantes mensajes acerca de la necesidad de regular las producciones cárnicas, sin discriminar entre producción intensiva y aprovechamientos tradicionales seculares.

Sin miedo a exagerar, como en una nueva Moicania, amenazados por la lógica mercantil de Ence y el proteccionismo exaltado, viven nuestros últimos labradores de las tierras del norte. Observando como se reproducen y multiplican los valores y formas de vida urbana. Criando hijos y hijas que abrazarán esos valores. No es una colonización premeditada. Es un etnocidio, dudo que involuntario.

Una decisión imprudente

La inclusión del lobo en el listado de especies en régimen de protección especial no va a suponer un cambio positivo para esta especie. Y la forma como se hizo sólo va a avivar los rescoldos de una actitud que parecía amainar. Quien hoy manifiesta su alegría por este cambio no es consciente de los peligros que se desatan.

«El lobo no es una especie amenazada. La evolución reciente de su población así lo demuestra. Lo que sí está amenazado es el territorio que ocupa»

Es realmente fácil matar un lobo y son tantos los enemigos que tiene que no hace falta pararse a recordar el daño que pueden hacer lazos, venenos y batidas furtivas camufladas. Resulta relativamente elemental tener la certeza de la existencia de un grupo de lobos. Más arduo es descubrir que pasó cuando desaparece.

La decisión de esta comisión es desafortunada, imprudente, irresponsable y lleva aparejado el descrédito institucional. Sólo se comprende en términos de dialéctica electoral. Pero el costo puede ser enorme. Sobre todo porque imposibilitará el diálogo, la convivencia y la resolución de un conflicto que se agravará una vez desarrollado el nuevo escenario legislativo. Mas que una decisión cabal, parece una frivolidad.

El lobo no es una especie amenazada. La evolución reciente de su población así lo demuestra. Lo que sí está amenazado es el territorio que ocupa. La tendencia que parece vislumbrarse es la de un espacio futuro donde grandes parcelas se renaturalizarán y otras sufrirán una intensificación de su deterioro ecológico. En esa hipótesis, parece claro que los lobos sobrevivirán a los ganaderos.

No fue un día para alegrarse.

* Pedro Alonso

* Pedro Alonso Iglesias es biólogo y especialista en el estudio del lobo. Fue el co-guionista del documental ‘Entre pastores y lobos’ (2020), grabado en las sierras del Macizo Central de Ourense.

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