«Deben reforzarse las ayudas de prevención del lobo, el coste de la convivencia no puede recaer en los ganaderos»

El presidente de la Sociedade Galega de Pastos e Forraxes, Joan Alibés, aboga por destinar mayores fondos a los apoyos y por incluir asesoramiento a las granjas sobre las medidas a aplicar

«Deben reforzarse las ayudas de prevención del lobo, el coste de la convivencia no puede recaer en los ganaderos»

Lobo. / Archivo.

El previsible cambio de estatus del lobo, al entrar en el listado de especies de protección especial, está suscitando estos últimos días debate en el campo. Más allá de si hay que permitir o no la caza de lobos en el caso de daños reiterados, desde la perspectiva de la Sociedade Galega de Pastos e Forraxes, el foco debe ponerse en las ayudas de prevención.

«Están destinándose cantidades muy pequeñas para ayudas de prevención y con un enfoque mejorable. A poco que destináramos un millón de euros al año para prevención, con un buen diseño de las ayudas, podríamos ser la referencia de Europa en la convivencia del lobo con la ganadería extensiva», lamenta su presidente, Joan Alibés.

La actual línea de prevención de daños de la fauna salvaje en el campo presenta defectos fácilmente solucionables, al entender de Joan Alibés, que representa a la Sociedade Galega de Pastos en un foro estatal a favor de la coexistencia del lobo y de la ganadería extensiva, el Grupo Campo Grande. «En primer lugar, habría que destinar todos los años un presupuesto suficiente. Hay años que ni siquiera se convocaron, como el 2018», recuerda.

«En segundo lugar, hay que crear líneas de asesoramiento a los ganaderos para acompañarlos en cuestiones como el entrenamiento de los perros mastines. Una cosa es tener un mastín de protección del ganado y otra es tener un mastín de compañía» -advierte-. «Es imprescindible que los mastines se crien con el ganado que van a proteger para crear un vínculo entre los animales, pero eso muchas veces no se está haciendo de la manera correcta», cuestiona.

«Una cosa es tener un mastín de protección del ganado y otra un perro de compañía. Es imprescindible el asesoramiento y formación a los ganaderos»

El asesoramiento «in situ» a los ganaderos sobre el manejo de los mastines debe acompañarse de otras medidas -propone Joan-, como la puesta en marcha de un programa gallego de selección y cría de mastines o la ampliación de ayudas no sólo para la compra de los perros sino para su mantenimiento anual, que representa un coste importante para las granjas.

Otra de las propuestas apunta a la necesidad de una reformulación de los criterios de concesión de las ayudas para priorizar los apoyos a las explotaciones en extensivo, que lógicamente son las que tienen mayor necesidad de defenderse del lobo. «Son todas propuestas que ya le trasladamos a la Consellería de Medio Ambiente en reiteradas ocasiones» -explica Alibés-. «El coste de la convivencia entre lobo y ganadería extensiva no puede recaer en los ganaderos, pues además hay fondos europeos que financian íntegramente estos apoyos», subraya.

Caza por daños
Sobre los cambios que habrá en la caza del lobo al entrar en el listado de especies en protección especial, el presidente de la Sociedade Galega de Pastos considera que no se trata de una cuestión significativa.

«En Galicia, el último lobo que se cazó en una acción de control por daños fue en el 2013. Es cierto que con el cambio de estatus del lobo, los cazadores ya no podrán hacer batidas por daños, pero sí hay la posibilidad de que la Consellería de Medio Ambiente asuma a través de sus agentes esos controles por daños, tal y como ya hace el Gobierno de Asturias. El lobo se podrá seguir controlando en caso de daños siempre que Medio Ambiente cumpla con esa función», explica Joan.

Falta de consenso
Desde el Grupo Campo Grande, en el que participa la Sociedade Galega de Pastos junto a multitud de organizaciones ecologistas, de cazadores y del campo, han emitido una nota de prensa en la que cuestionan la falta de consenso que hay en torno a la decisión del Ministerio de Transición Ecológica de incluir al lobo en el listado de especies de especial protección.

«La coexistencia con el lobo pasa actualmente por una situación muy sensible y compleja que se arrastra desde hace años. Un escenario en el que confluyen relaciones muy diversas e intereses y posiciones contrarias, a menudo enfrentadas, que, como en todos los conflictos socioambientales, debería ser tratado mediante procesos proactivos de participación pública que garanticen el diálogo, la escucha de todas las partes, la búsqueda de consensos y la mediación social, si se considerara necesario», defienden.

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