En Curros, perteneciente a la parroquia de Santa María Maior (Mondoñedo), los terrenos son pendientes, lo que limita su uso para los cultivos agrícolas y la mecanización. Pero son aptos para el pastoreo, que es la base del manejo y la alimentación que hacen en la ganadería Xan das Bouzas.
Esta explotación, que combina ganado vacuno de leche y de carne, caballos de monte y ganado ovino y caprino, está regentada en la actualidad por Alba Recalde y Moisés García, dos jóvenes que cuentan aún con la ayuda de los padres de Moisés, María José y Luciano.
Trabajan 200 hectáreas de terreno, el 65% en propiedad y el 35% en alquiler y la superficie de pastoreo está repartida por hasta 5 ayuntamientos diferentes: Mondoñedo, Lourenzá, Riotorto, Abadín y Trabada.
Muchas fincas tienen una pendiente pronunciada y solo nos valen para pastar con el ganado
La mayor parte de las fincas tienen una pendiente pronunciada, que condiciona su manejo. “Muchas fincas no nos valen para siega, porque no valen para andar con los tractores; lo que hacemos es pastarlas con el ganado que tenemos: vacas, yeguas, cabras y ovejas. Tenemos un poco de todo”, aclara Alba.
“Lo que come el caballo no lo come la vaca”
Una de las características de esta explotación es precisamente esa, su diversidad de animales. Además de ser una ganadería mixta de vacuno, con 30 vacas de leche (más 12 novillas de recría) y 160 vacas de carne (más los terneros y 25 novillas de recría) en un CEA y en otro, de modo monte, otras 90 vacas; tienen también a mayores 35 ovejas, 30 cabras y 300 yeguas y caballos.
Manejar tanto ganado en una superficie tan dispersa es bastante complejo y trabajoso, reconocen. “Estás pendiente del ganado todos los días a todas horas. Somos 4 personas trabajando a tiempo completo para la explotación”, cuenta Alba.
Somos 4 personas trabajando a tiempo completo para la explotación
Para facilitar los movimientos entre las diferentes parcelas, cuando se trata de fincas distantes, disponen de un camión para el transporte del ganado. “Intentamos no concentrar muchas cabezas en la misma finca para que no precisen tanto manejo, pero aun así necesitan manejo igual”, asegura.
Ganado en el monte abertal
Parte del ganado (alrededor del 50% del censo) pasta en el monte abertal. Son vacas y yeguas adaptadas a la climatología de estas zonas altas y también a este tipo de pasto y que manejan en conjunto.
En invierno las yeguas y las vacas castigan mucho el monte y hacen que el pasto vaya mejorando
“Las yeguas abren el monte para las vacas. La vaca no come lo que come la yegua, comen hierbas más blandas. Los caballos de monte solo comen tojo y hierbas duras; ayudan a tener el monte limpio, porque ningún otro animal come lo que ellos comen, y de este modo hacen que ese pasto vaya mejorando”, explica.
Una parte del monte abertal es propio de la ganadería (unas 100 hectáreas) y otra parte comunal, aunque de los cuarenta y pocos comuneros de la parroquia solo cuatro o cinco casas tienen ganado en el monte. “Somos pocos los vecinos que aprovechamos el monte, pero de cara a hacer la PAC nosotros solo podemos declarar 4 hectáreas”, aclara.
Petición de quemas controladas
La alimentación de las vacas y caballos del monte consiste en el pastoreo de la vegetación espontánea, tanto tojo como herbáceas, pero en la medida en que el tojo envejece su digestibilidad y aprovechamiento disminuye y la proporción de herbáceas también.
“Solicitamos en el mes de diciembre para poder hacer quemas controladas en las zonas de monte con más vegetación, que no son tractorables, aunque no tenemos aún ninguna respuesta. Si en otros lugares se hacen, no vemos el motivo por el que aquí no se podrían hacer también. Nosotros intentamos hacer desbroces donde se puede, pero hay sitios donde con el tractor no entras y corres mucho riesgo. Hay zonas en las que si no nos dan las quemas como alternativa es imposible entrar allí y se acaban volviendo improductivas, porque hay tojos que ahora ya no los comen las yeguas”, relata.
Intentamos hacer desbroces, pero hay sitios donde con el tractor no entras y corres mucho riesgo
“Por culpa de la maleza perdemos zonas productivas y con el tamaño de explotación y número de cabezas que tenemos necesitamos superficie que produzca. Además, de este modo hay más riesgo de incendios», dice Alba, que defiende la utilidad de las quemas controladas para la regeneración del monte para lograr un control efectivo del matorral en combinación con el ganado.
Ataques del lobo
El principal depredador del ganado del monte es el lobo. “El 45% de las bajas que tenemos hoy son por causa del lobo. En los últimos tiempos en esta zona ha aumentado mucho la presencia del lobo y sus ataques. Si no fuese por el lobo una yegua puede vivir entre 18 y 20 años”, cuenta Alba.
A mayores de las bajas directas, los ataques también provocan abortos y otros problemas reproductivos. “La yegua que pierde a su cría tiene más dificultades para empreñar por el estrés que le provoca el enfrentarse al lobo para intentar defenderla. Además, una yegua que pare hoy a los 9 días puede volver a empreñar si está con el garañón. Pero durante esa gestación si hay un ataque del lobo al grupo lo más probable es que aborte”, dice.
Si no se toman medidas con el lobo las yeguas, y el ganado del monte en general, corren mucho peligro de desaparición
“Las potras casi todas las criamos, porque con tanta baja las necesitamos para reposición. Si no se toman medidas con el lobo las yeguas corren mucho peligro de desaparición, al igual que el resto del ganado del monte. Y cuando se den cuenta y tomen medidas puede que ya sea tarde”, alerta Alba.
El lobo nos mata el 45% de las yeguas y el 40% de las ovejas. No es un problema menor
El rebaño de ovejas es también otro de los afectados por los frecuentes ataques del lobo. “En el último ataque de lobo que tuvimos nos mató 15 cabezas de ovino en dos días. Y eso que teníamos cierre de malla”, relata.
Entre 400 y 600 euros por potro
Para el lobo, los potros son una presa más fácil que los terneros, por lo que la presencia de caballos en el monte reduce los ataques al ganado vacuno. “Mientras hay potros no comen a los terneros y es cierto que el valor de los potros es menor que el de los terneros, pero cuando acaban los potros después comen también a los terneros”, matiza Alba.
“Los potros que sobreviven los vendemos a través de Puraga, los que son de pura raza galega, y el resto los llevan tratantes”, cuenta. Los precios dependen de la calidad de los animales y de su peso y oscilan entre los 3 y los 4 euros el kg canal. “El precio mejoró mucho, aunque en la actualidad haya bajado algo, pero podía ser una carne mucho más valorada”, defiende.
El precio ha mejorado mucho en los últimos años, aunque ahora haya bajado algo, pero falta que la carne de caballo sea más valorada
El peso de los potros oscila entre los 80 kg de los del monte a los 300 kg de las razas de mayor tamaño, que tienen cerradas en fincas más bajas. La edad oscila entre los 9 meses y el año, mientras que en los de pura raza gallega está entre los 7 y los 8 meses.
“A los caballos del monte nunca les damos suplemento, solo controlamos que tengan agua. Desde mi punto de vista si les damos suplemento no nos rendiría tenerlos, no me parece viable”, detalla. Este año tuvimos un verano duro, apretó la sequía y no había mucha agua. Tenemos unas balsas hechas y llevamos agua para ellas con cisterna para que puedan beber”, explica.
«El ganado del monte es difícil de controlar, ya que el monte abertal es una extensión grande y sin cierre. Cuando hacemos movimientos necesitamos tener caballos de montura para dirigir y guiar el ganado”, cuenta.
Aumento de superficie y mantenimiento de las vacas de leche
Hace 8 años, cuando Moisés y Alba comenzaron a trabajar en la ganadería familiar, era más pequeña. Al ir aumentando las cabezas de ganado fueron incrementando también la superficie. “Con nuestro sistema de manejo, si aumentas los animales tienes que aumentar también el terreno”, dice Alba.
Trataron de buscar zonas más bajas, como el valle de Lourenzá, donde los inviernos son más suaves. “Las vacas de leche, cuando las secamos, las llevamos para allí”, explica.
A pesar de aumentar al número de cabezas sobre todo en las vacas de carne, no quisieron abandonar la producción de leche. Las 30 vacas que ordeñan les garantizan unos ingresos estables todos los meses, mientras que en las de carne “si se muere la cría perdiste la ganancia de todo el año”, razona.
Las vacas lecheras están día y noche fuera; sólo entran al establo para ordeñarse y comer el silo y el pienso
De las vacas de leche se encargan sobre todo Alba y María José. La alimentación es a base de pastoreo, suplementado con silo de hierba y concentrado. “Están fuera día y noche, solo entran para ordeñarse y comer el pienso y el silo”, indica. Están certificados en pastoreo y bienestar animal y entregan la leche en este momento a Lactalis.
En las vacas lecheras trabajan con las razas frisona y con la montbeliard y en las de carne con rubia gallega, asturiana, limusín o angus. En cuanto a los toros, la mayoría son limusín, buscando sobre todo facilidad de parto.
“La bajada del ganado para San Lucas es algo muy bonito de ver, pero da mucho trabajo”
Además de la vertiente productiva, el manejo del ganado caballar tiene en Galicia una parte cultural, vinculada a labores como la rapa o a ferias anuales como As San Lucas.
“Si las San Lucas siguen manteniendo su esencia tradicional con los caballos como protagonistas es por gente como nosotros. Si los ganaderos no bajásemos los caballos del monte habría las orquestas y los puestos ambulantes, pero no habría la feria. Se perdería igual que se fue perdiendo en muchos otros sitios”, razona Alba.
Lo que da vida a las San Lucas es el caballo, pero solo tres explotaciones bajamos ya ganado del monte para la feria
Solo tres ganaderías hacen a día de hoy la bajada del ganado desde el monte hasta el campo de la feria. El domingo anterior juntan el ganado. Es un trabajo complicado y muchas veces dificultado por la niebla densa habitual en el alto de O Fiouco o en Campo do Oso. “Tienes que estar adaptado a andar en el monte con los caballos para juntar el ganado. Nos ayuda mucha gente, porque una manada de 300 animales no se guían entre cuatro”, cuenta.
“La bajada del ganado para As San Lucas es muy bonito de ver, pero da mucho trabajo. Nos dan una pequeña ayuda por bajar el ganado, se estableció en los últimos 5 años, pero la bajada a nosotros nos supone mucho trabajo. Además, tenemos pérdidas, porque hay abortos, ya que las yeguas sufren”, explica.
Mantener las tradiciones
“Trataremos de seguir luchando para que nos valoren”, dice Alba. “Si todos tiramos la toalla y no hubiese gente como nosotros no se mantendrían las tradiciones. Somos una de las explotaciones más grandes de esta zona, nadie aquí tiene tantos caballos como nosotros. Hacemos dos rapas, una en Campo do Oso y otra privada en la manga que tenemos nosotros”, cuenta.
Relevo asegurado
Xan das Bouzas es a día de hoy una de las ganaderías más grandes de la comarca de A Mariña y Moisés y Alba destilan pasión por lo que hacen, un entusiasmo que supieron trasmitir a sus hijos. Porque a pesar de su juventud (él tiene 34 años y ella 27), esta pareja de ganaderos vislumbra ya el relevo generacional que está por venir, el de su hijo Íker, que tiene ahora 11 años y es un apasionado del ganado.
“O mucho me engaño o va a seguir con la ganadería”, dice orgullosa su madre. Sofía, su hermana, tiene ahora 4 años, la misma edad con la que Íker comenzó a bajar a caballo a As San Lucas.