El ferrado, la medida gallega de superficie: origen y cuanto mide en cada ayuntamiento

El ferrado es la medida de superficie tradicional de Galicia y siendo ampliamente usada en el medio rural. Explicamos cuanto mide en cada ayuntamiento, ofrecemos un conversor de ferrados en hectáreas y descubrimos su origen

El ferrado, la medida gallega de superficie: origen y cuanto mide en cada ayuntamiento

Paisaje tradicional gallega en Chandrexa de Queixa

Acre en Estados Unidos o Inglaterra, celemín en Castilla, arpent en Francia, joch en Alemania, y en Galicia….. el ferrado. La medida tradicional de superficie gallega, vigente desde la Edad Media, sigue aún viva hoy en día en muchas partes del rural gallego, por encima de las medidas del Sistema Métrico Decimal como la hectárea y el metro cuadrado.

Como medida tradicional agraria más extendida en Galicia -también existen otras como el copelo o la tega- el ferrado es un recipiente de madera, de forma rectangular, que originalmente medía el volumen de cereal -entre 12 y 20 kilos, según el tipo de cereal o legumbre- para los intercambios comerciales, pero que posteriormente pasó a medir la superficie: cuanta tierra se podía sembrar con ese recipiente.

De esta forma, y al estar claramente vinculado a la productividad de cada terreno la variación del ferrado es enorme en Galicia, desde los terrenos más fértiles de los valles a los más pobres de áreas montañosas, puede oscilar desde los 400 a los 700 metros cuadrados, aunque de promedio un ferrado viene equivaliendo a unos 500 metros cuadrados de superficie. Precisamente, el ser una medida adaptada a la calidad agrícola del terreno de cada zona, en un país con tanta variación del terreno como Galicia, explica quizás su vigencia a día de hoy.

Antiguamente el ferrado variaba según la parroquia, pero a comienzos del siglo XIX, y con la implantación de los ayuntamientos, se fue unificando la medida para cada municipio. De esa forma, a día de hoy nos encontramos con las siguientes medidas del ferrado en Galicia según el ayuntamiento:

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Conversor online de ferrados o cuartillas en metros cuadrados y hectáreas

Un poco de historia del origen del ferrado: una unidad de medida no tan antigua

Un ferrado

Un ferrado

El profesor del IES nº 1 de O Carballiño, Frutos Fernández González, en su artículo “Unidades de medida tradicionales: interés histórico y didáctico. Cautelas”, realiza un completo recorrido por los orígenes y la historia del ferrado, como unidad métrica de Galicia.

Explica que desde la Edad Media hasta la introducción del Sistema Métrico Decimal, en el siglo diecinueve, se utilizaron en toda Europa dos clases de unidades de medida relacionadas con las superficies agrarias: Las que se definían a través del tiempo que llevaba trabajar las parcelas y las que se definían por la cantidad de grano que llevaba su siembra. Así, la cavadura es una supervivente de la medición por cantidad de trabajo y el ferrado de la medición por cantidad de siembra.

No obstante, en contra de lo que se podría pensar, Frutos Fernández González advierte de que “ni la cavadura ni el ferrado son unidades de uso común muy antiguas en Galicia”.

“Si atendemos a la diplomática medieval gallega, las dos unidades no tendrían ese uso común hasta el siglo XVI. De la cavadura comienza a tenerse noticia a finales del siglo XIV, en un foro de Oseira del año 1376 se obliga a los foreros a hacer «de vinna en estes tres annos primeiros que veen a par da dicta leira cavadura de des omes» Del ferrado como unidad de superficie, las primeras referencias que tengo son del siglo XVI”, concluye.

Las unidades de medición de la superficie agrícola que se empleaban antes del ferrado eran los almudes, sestarios, quarteiros, ceramis y tegas de siembra. Todas estas medidas, como posteriormente con el ferrado, estaban vinculadas a la productividad: dos parcelas de diferente superficie podían llevar la misma cantidad de grano en la siembra en función de su diferente productividad. “Y la productividad era a que marcaba el valor real de la finca, mucho más que la superficie. Más tarde se asimilarían estas unidades, como sucedió con la cavadura, con una superficie fija; pero ese no era su sentido en un principio”, subraya el autor.

Origen del ferrado e intentos de suprimirlo

En cuanto al origen del ferrado, Frutos Fernández explica que está en el latín “modius ferratus”, que no es otra cosa que una medida herrada. En este sentido, recuerda que “las medidas para el grao eran normalmente de madera, pero eso facilitaba las trampas, al poderse variar de forma sencilla su capacidad. Para evitarlo, fue frecuente en toda Europa el deber de utilizar medidas de madera herradas, es decir, medidas que llevaran herrajes por encima, por debajo y por el centro, que evitaran los fraudes”.

¿Cuánto se intentó empezar a uniformizar las medidas de superficie agrícola en la Península Ibérica? El profesor explica que el primer intento fue ya con Alfonso X El Sabio, en el siglo XIII. Nuevas reformas en este sentido fueron promovidas por Afonso XI en 1348, Juan II en 1435, los Reyes Católicos en 1488 y Felipe II en 1563 y 1568, a favor en todos los casos de las medidas agrarias de Castilla.

“La unificación, a pesar de las buenas intenciones legislativas, no triunfaría antes del establecimiento del estado liberal moderno”, explica el autor. Esto se produjo a partir del año 1849, cuando la reina Isabel II sancionaba la ley de pesas y medidas que establecía en España el Sistema Métrico Decimal, de origen francés. En su artículo 1º decía: “En todos los dominios españoles habrá un solo sistema de medidas y pesas”. Y en el 2º: “La unidad fundamental de este sistema será igual en su longitud a la diezmillonésima parte del arco del meridiano que va del polo norte al Ecuador y se llamará metro”.

La fuerza coercitiva se encontraba en el artículo 11, donde ordenaba: “En todas las escuelas públicas y particulares en que se enseñe Unidades de medida tradicionales: interés histórico y didáctico deba enseñarse la aritmética o cualquiera otra parte de las matemáticas, será obligatoria la del sistema legal de medidas y pesas y su nomenclatura científica, desde 1º de enero de 1852, quedando facultado el gobierno para cerrar dichos establecimientos siempre que no se cumpla con aquella obligación”. Del mismo modo, las nuevas medidas pasaban a ser obligatorias en los tribunales y en los contratos públicos.

Sin embargo, el ferrado resistió esta presión uniformizadora del Estado, porque, tal y como afirma Frutos Fernández, “las antiguas unidades tradicionales tenían un sentido social -vinculado a la productividad de la tierra en cada parroquia- muy superior a las del Sistema Métrico, lo que explica su gran resistencia a la desaparición”.

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