Ganadería Callobro Holstein, caminando hacia un rebaño de vacas A2 A2

Gonzalo Balea cogió hace cuatro años la ganadería de sus padres decidido a producir leche con proteína betacaseína A2, un producto diferenciado que en otros países como EEUU o Australia ya es una realidad. “De momento aquí no está implantada pero quiero estar preparado por lo que pueda pasar”, dice Gonzalo.

Ganadería Callobro Holstein, caminando hacia un rebaño de vacas A2 A2

Gonzalo Balea, ganadero de Callobro Holstein

Situada en la parroquia de Vilar Betote, en Trabada, Callobro Holstein puede convertirse en poco tiempo en una de las primeras ganaderías de Galicia que produzca el 100% de su leche con proteína betacaseína A2, más digerible que la convencional betacaseína A1. Hoy por hoy, toda la recría que se hace en la granja lleva ya genes A2A2 y en pocos años en esta explotación solo tendrán cabida animales con este alelo genético.

“Hago las pruebas genómicas a todas las terneras y solo insemino con toros A2A2. Esto no cuesta más, no es más caro, es simplemente cuestión de leer los catálogos de toros y escoger. Y de todas aquellas vacas que hay en este momento en la explotación pero que no sean capaces de generar una cría A2A2 no se recreía de ellas. Creo que esto va a dar un producto diferenciado. En California están vendiendo la leche A2 a 3 euros y la etiquetan con letras grandes. Yo quiero un rebaño de vacas A2A2 por lo que pueda pasar aquí, y espero que pase”, afirma Gonzalo.

Está convencido de que el futuro está en “más calidad y menos litros” porque “el precio de la leche a corto plazo va a depender de eso”. “Las industrias no te van a comprar litros de leche, sino kilos de grasa o de proteína, en función de lo que precisen para elaborar sus productos. En Italia ya hay empresas que hacen quesos que están comprando la leche de esta manera y aquí pienso que la compra de sólidos llegará en breve”, explica.

“Las industrias no van a comprar litros de leche, sino kilos de grasa o de proteína”

Los datos de Callobro en enero, por ejemplo, fueron 93.000 células somáticas, 3,91 de grasa y 3,49 de proteína. Gonzalo explica que “la proteína tiene menos heredabilidad genética que los caracteres morfológicos pero si insistes acaba apareciendo. Eso lo hicieron los ganaderos holandeses y alemanes y hoy tienen unas calidades muy buenas. Yo siempre vigilé mucho la proteína de los toros y comienzan a verse los resultados”, dice.

La mejora genética es una de las señales de identidad de esta explotación en crecimiento, que tiene hoy por hoy 80 cabezas entre vacas en ordeño y recría, pero que cuenta llegar a los 65 animales en producción, que es la capacidad total de la nave. “Prefiero crecer un poco más lento pero con más calidad. Lo que no hago es criar algo que no me gusta, eso sería un paso atrás”, dice Gonzalo.

Aunque solo hace 4 años que está al frente de la explotación, en los que intensificó la presión genética, Gonzalo llevaba ya 15 años, en los que fue delegado de ventas de una empresa americana de semen y embriones, haciendo selección y mejora genética en la granja familiar, en la que hay animales procedentes de algunas de las mejores ganaderías de la provincia de Lugo, como Nodi, Mantoño o Outeiro. “La genética es algo imprescindible, debía venir en el catecismo del ganadero. Es uno de los pilares fundamentales junto con el manejo y la alimentación, pero no se debe abandonar ninguno de ellos. La genética es algo más lento, los resultados no se aprecian instantáneamente, como acontece con la alimentación o la mejora en la comodidad del ganado, pero crea una huella que acaba notándose. A veces la gente confunde genética con vaca de concurso, pero la genética no es solo eso, la proteína y la grasa o la salud del animal también es genética. Hay quien dice que todas las vacas son iguales, pero no es cierto. También yo digo que el tabaco no me hace daño. Puedo disimular y autoengañarme, pero sé que no es verdad”, compara.

“En cuatro años no me murió ni una sola ternera de diarrea”

Callobro Holstein se encuentra en el top 20 de la provincia de Lugo por promedio de producción, con 12.580 kilos por animal en el 2017, y en el top 10 por calificación, con 84 puntos de promedio y aunque dice que “la intención es mejorar esos datos”. Gonzalo no prioriza solo la producción sino también la salud y el bienestar de los animales, para lo cual no escatima cuidados.

Y ponen un ejemplo: “nunca me murió en estos 4 años una ternera de diarrea. Una vez me dijo un ganadero en Wisconsin que si a él le moría una ternera pequeña de diarrea lo consideraba un fracaso personal y yo pienso lo mismo. Él tenía 1.000 vacas, así que eran 1.000 partos, y tenía una tasa de mortandad de neonatos de menos del 1%, así que siempre digo que si no le morían a él, con 1.000 vacas, como voy a dejar que me mueran a mí con 60. Los becerros no nacen enfermos en la mayor parte de los casos, sino que es un problema de manejo, así que el remedio está en los cuidados, en encalostrar, en la cama y en la desinfección”, considera.

Y afirma que hay muchas ganaderías que no ponen suficiente empeño en esto y lo acaban pagando. “Hay explotaciones que tienen falta de novillas para reponer por su alta mortandad en neonatos. Yo no lo entiendo, porque en eso está tu futuro, en lo que invertiste dinero y esfuerzos. A lo mejor se trata de una cría mediante inseminación in vitro o un embrión implantado, mimaste la madre hasta el parto, hiciste todo bien y luego por no tener cuidado te muere la cría. Eso supone una pérdida terrible para una explotación. Pero a veces el ganadero no le da mucha importancia, porque es un animal de pocos días, pero las consecuencias se ven a los dos años, porque ese tendría que ser un animal que a los dos años tenía que estar produciendo”, afirma.

Pero para Gonzalo la vida de los animales está por encima de la rentabilidad. “Los machos pintos cada día que pasan en la explotación dan pérdidas, es cierto, pero yo soy incapaz de no cuidarlos igual que si fuera mi mejor ternera para recría”, dice.

Falta de superficie agraria

A recría e as vacas secas tenas fóra.

A recría e as vacas secas tenas fóra.

Al igual que intensificó la presión genética, otro de los cambios que hizo Callobro Holstein desde hace 4 años fue a intensificar la alimentación de las vacas en producción. Gonzalo tiene alquilada una nave a unos 8 kilómetros de la casa, donde tiene las vacas en ordeño, que alimenta con la mezcla húmeda que le sirve la cooperativa Os Irmandiños. Tomó esta decisión ante la falla de superficie agraria de la explotación y como única alternativa para poder seguir creciendo.

“En esta zona La base territorial es escasa y la poca que hay se está plantando masivamente a eucaliptos, por lo menos 30 o 40 hectáreas de prados fueron plantadas en los últimos dos años en el ayuntamiento de Trabada”, denuncia. Aunque en Vilar Betote o en la vecina parroquia de Sante quedan aún bastantes explotaciones ganaderas, Trabada es un ayuntamiento que cuenta con un sector forestal muy potente que acaba arrastrando a los pequeños propietarios de tierras hacia su plantación.

“En esta zona la base territorial es escasa y la poca que hay se está plantando masivamente a eucaliptos”

Gonzalo pide a la Administración que vigile el cumplimiento de las leyes que ella misma aprobó, en relación a la prohibición de la forestación de tierras agrarias y a las distancias mínimas que las plantaciones tienen que dejar a viviendas o caminos. Y apela a los ayuntamientos a tomar cartas en el asunto, como acaba de hacer el alcalde del vecino ayuntamiento de Ribadeo. “Pido simplemente que se cumpla la ley”, dice, y “que la Administración vigile de oficio” para evitar que suceda lo que pasó en otra parroquia aquí del lado, “donde los vecinos no se hablan entre sí” después de denuncias cruzadas.

“Que yo tenga que ser la autoridad que denuncie no tiene sentido, es como si para que se cumplan las normas de circulación me tuviera que poner en la entrada de A Veiga y llamar a Tráfico cada vez que veo pasar un coche con exceso de velocidad”, compara.

Callobro Hosltein cuenta solo con unas 11 hectáreas donde tiene las novillas y las vacas secas en régimen de pastoreo para reducir costes. Además, hace forraje para el invierno con los excedentes de la primavera, época en la que también aprovecha para renovar la pradera, a un ritmo de un par de hectáreas por año, para obtener más forraje y de más calidad. “La lástima es no tener otras 20 hectáreas más para poder hacer también el forraje para las vacas en producción y reducir costes”, lamenta.

 

«La máquina más nueva que tengo tiene 20 años”

Gonzalo subcontrata estos trabajos porque “la máquina más nueva que tengo tiene 20 años y los dos tractores que hay en la casa pasan de los 30”, explica. “En nuestro tamaño es inviable totalmente comprar una máquina al precio al que puedes alquilar el servicio, porque tienen que pasar una inmensidad de años para poder amortizar el coste de adquisición”, justifica.

Desde su casa se ve el río Eo que sirve de límite con Asturias y sus padres eran socios de Central Lechera desde hace 30 años. Callobro le vende la leche a la cooperativa asturiana y aprovecha servicios como el de reproducción, podología o control de mamitis. Son servicios le factura la cooperativa, que además financia una parte, pero es el ganadero quien elige el grupo de técnicos que llevan su explotación. Central Lechera incluso gestiona la compra conjunta de la luz por parte de todos los socios y de las fábricas de la cooperativa y Gonzalo lamenta que “en Galicia, siendo el país de las vacas, no fuéramos capaces de poner en marcha un proyecto cooperativo semejante”.

 Va a comenzar a enviar el purín a la planta de Navia

Gonzalo va a comenzar también a enviar el purín que produce a la planta de tratamiento que la cooperativa asturiana acaba de poner en marcha en Navia, y eso hace que no pueda emplear arena en los cubículos de las vacas en producción. Esta planta, que va a gestionar 1.000 toneladas de purín diarias, puede resolver uno de los problemas más graves que se avecinan para muchas explotaciones con el nuevo Decreto de purines, así que Gonzalo ponen en la balanza los pros y los contras. “La arena es la mejor cama que hay, pero la planta de Navia no la admite”, explica, así que emplea serrín con una proporción pequeña de cal, que actúa como desinfectante. Es una mezcla “manejable y más barata” que repone una vez a la semana.

Lo que no recomienda para estabulaciones en intensivo como la suya son las mantas de goma, porque dice que “no son una cama confortable para las vacas y les causan muchos problemas de articulaciones”. “Cuando llegué, el establo estaba preparada para mantas de goma, pero tardé solo 5 meses en levantarlas”, recuerda.

Otro de los servicios que aprovecha Gonzalo es el de relevos. Espera que cuándo alcance las 65 vacas en ordeño eso le permita poder contratar a un peón, pero de momento las vacas las atiende él solo y dice con orgullo que “desde que se jubilaron, mis padres no volvieron a ordeñar, los pocos días que libro contrato una persona de substitución”.

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