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El grupo de investigación Farmatox (Toxinas marinas: Mecanismos de Transdución, usos terapéuticos y métodos de detección) de la USC, con sede en el campus de Lugo y coordinado por el catedrático del Departamento de Farmacología, Farmacia y Tecnología Farmacéutica en la Facultad de Veterinaria de la USC, Luis M. Botana, lidera el proyecto europeo Agritox, un programa Interreg financiado con dos millones de euros y centrado en la identificación de micotoxinas y en la destoxificación de alimentos.
El equipo de investigación coordinado por Luis M. Botana lidera el proyecto Agritox al frente de un consorcio internacional en el que también participan universidades, empresas y centros de investigación de varios países, tales como la Queens University (Belfast), Facultad de Ciencias de Oporto, TEAGASC (Irlanda), Cifga, Estación Fitopatológica de Areeiro, Agencia Nacional de Seguridad Alimentaria de Francia, en Bretaña, y la cooperativa agrícola Vila do Conde, radicada en Portugal.
El objetivo último de este proyecto Interreg de I+D es la identificación de toxinas emergentes en alimentos, así como el desarrollo y testaje de nuevos métodos de identificación y eliminación, una línea de trabajo que no resulta ajena para el equipo de investigación de Luis M. Botana. De hecho, hace falta recordar que el grupo Farmatox de la USC acaba de patentar en colaboración con el grupo Nanomag de la USC liderazgo por José Rivas un nuevo método de destoxificación, al tiempo que ya completó la identificación de nuevas toxinas emergentes.
El horizonte de posibilidades que ofrece el proyecto Agritox para la comunidad científica es muy amplio, dado que las micotoxinas son toxinas de hongos que hay en los cereales y que también aparecen en todos los productos derivados o relacionados. La capacidad de expansión de las micotoxinas es difícil de controlar, ya que estas toxinas también aparecen en hongos que crecen en vinos, cervezas, leche…
Control de micotoxinas en piensos
Otra de las dificultades que presenta la identificación de toxinas emergentes guarda alcanza que las aparición de unas o de otras micotoxinas depende mucho de la zona geográfica y, en consecuencia, del clima. El cambio climático, precisa el profesor Botana, es uno de los factores que está favoreciendo el aumento de la presencia de este tipo de toxinas en el continente europeo.
Una de las problemáticas de este tipo de toxinas está planteado en los piensos de alimentación animal, unos compuestos que acostumbren a tener cantidades de micotoxinas muy superiores a las de los alimentos para humanos, que están sometidos a sistemas de control más severos. La elevada concentración de toxinas emergentes en los productos de alimentación para animales ya están generando problemas importantes de varios tipos en su salud, una casuística diversa que va desde abortos, retrasos en el crecimiento… Además, otro agravante viene dado por el hecho de que la ingestión de las micotoxinas concentradas en los piensos afectan a cualquier especie (gallinas, pavos, conejos, cerdos, vacas, etc).
Las micotoxinas constituyen históricamente un problema grave. De hecho, en la Edad Media estas toxinas llegaron a ser la segunda causa de muerte después de la peste. Las enfermedades provocadas por estas toxinas llegaron a ser un problema de tal magnitud y gravedad que incluso algunos artistas famosos, como es el caso de Brueghel, pintaron obras al respecto. Basta recordar los cuadros titulados «El Fuego de San Antonio», que era como se conocía el efecto del cuerno de centeno, que causaba gangrena y pérdida de extremidades. Se dice asimismo que estas toxinas aumentaron el prestigio del Camino de Santiago, ya que la gente que se incorporaba a la ruta mejoraba de su enfermedad e incluso se curaba al dejar de comer alimentos tóxicos.
